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Dossier

35 voces que ponen en valor el Patrimonio Cultural del Centro Histórico de Puebla: retos, oportunidades y nuevos compromisos

Luna Silva. Directora General de Patio Efímero

Pedro Sardá Cué. Investigador

 

No. 32

 

Para 1987, año en que se inscribe el Centro Histórico de Puebla en la lista de sitios del Patrimonio Mundial de la UNESCO, bajo los criterios ii y iv, considerado como una pieza maestra del genio creativo humano y de la historia de la arquitectura, el urbanismo y el paisaje, nos encontrábamos tan solo a nueve años de distancia del primer sitio inscrito en el mundo: la ciudad de Quito, en Ecuador. Es decir que la inscripción de Puebla, junto con cinco sitios mexicanos más, se generó en la primera década de vida de este título tan anhelado por muchas ciudades en el mundo, por lo que debe ser motivo de orgullo y reconocimiento para las personas que habitamos esta ciudad.

   Hoy, a 35 años de su inscripción, se han puesto en práctica algunos de los objetivos estratégicos de conservación del patrimonio o “las cinco C”, como lo es la capacitación, comunicación y sensibilización de las personas al respecto del Valor Universal Excepcional que posee el sitio, a través de reconocimientos como Memoria del mundo a la Biblioteca Palafoxiana en 2005, o Ciudad creativa del diseño en 2015.

    Considero que tres de los más grandes retos que enfrenta el municipio, como estado parte y gestor del sitio, se refieren a, primero, la especulación inmobiliaria y a los intereses del capital, es decir, a vigilar que los inmuebles que se restauren atiendan las necesidades de la población local, más allá de albergar comercios trasnacionales o sobreofrecer servicios turísticos como AirBnB y hoteles, los cuales únicamente atienden los intereses de la población flotante.

    Segundo, la sostenibilidad, resiliencia y ecología del sitio. Se deberá asegurar el abastecimiento y aprovechamiento de agua, así como de otros recursos naturales; también, se tendrá que reducir la producción de residuos sólidos (basura), y finalmente gestionar la movilidad motorizada para disminuir el sobrecalentamiento del sitio y su exposición a gases nocivos.

    Tercero, integrar a la comunidad, es decir, a las personas que habitan el Centro Histórico o a las que tenemos interés en conservar su valor, para generar ideas, propuestas y soluciones.

   Lo importante es seguir haciendo del Centro Histórico de Puebla un lugar habitable y disfrutable, principalmente para las personas que vivimos en esta ciudad, portando con orgullo nuestras tradiciones, usos y costumbres, y conservando con respeto, pero visión a futuro, los inmuebles históricos.


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