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Dossier

35 voces que ponen en valor el Patrimonio Cultural del Centro Histórico de Puebla: retos, oportunidades y nuevos compromisos

Christian Enrique de la Torre Sánchez. Profesor de licenciatura y posgrado en la Facultad de Arquitectura de la BUAP, responsable de proyectos de patrimonio en Re Genera Espacio, vinculación en el programa de Voluntarios del Patrimonio Mundial (WHV UNESCO) y colaborador en el proyecto Casa Analco

 

No. 25

 

"La conservación del patrimonio cultural debe ser compatible con la inclusión social, el reconocimiento de las diversidades y, principalmente, la permanencia de la población que ha vivido, trabajado y realizado actividades —de diversa índole— por varias generaciones en el lugar."

 

La inscripción del Centro Histórico de Puebla en la Lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad de la UNESCO (1987) significó el reconocimiento a un esfuerzo de personas e instituciones por conservar un conjunto de edificios y espacios públicos de la ciudad fundacional —tanto la central española como los barrios indígenas— que corrían el riesgo de desaparecer ante las actividades económicas y decisiones políticas del último cuarto del siglo XX. La inscripción fue una buena posibilidad de difundir el término “patrimonio cultural” entre sectores más amplios de la población y referir la importancia de su cuidado. Se asumió una responsabilidad conjunta entre los tres niveles de gobierno, instituciones y ciudadanos de cuidar un bien cultural que se decidió compartir con el resto del mundo.

    Para autoridades y especialistas, ese contexto internacional de salvaguarda —donde se alinea la normativa federal— ha permitido la elaboración de instrumentos locales, como planes y programas, que han propuesto estrategias y acciones en el ámbito material, aunque los resultados no siempre han sido favorables debido a la especulación inmobiliaria y las decisiones de los gobiernos en turno.

    Si la valoración es desde el ámbito material, de cuidar los edificios antiguos, el Centro Histórico de Puebla puede continuar formando parte de la Lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad, si realiza de manera debida las acciones de intervención y cumple lo que la UNESCO le indique. Lo que se debe revisar es que esas condiciones no sean dictadas por la especulación inmobiliaria y el sometimiento de las autoridades en turno. La conservación del patrimonio cultural debe ser compatible con la inclusión social, el reconocimiento de las diversidades y, principalmente, la permanencia de la población que ha vivido, trabajado y realizado actividades —de diversa índole— por varias generaciones en el lugar.

 


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