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Dossier

35 voces que ponen en valor el Patrimonio Cultural del Centro Histórico de Puebla: retos, oportunidades y nuevos compromisos

Lilia Martínez y Torres. Fundadora de Cocina Cinco Fuegos - Google Arts & Culture y de la Fototeca Lorenzo Becerril A.C

 

No. 24

 

La UNESCO, hace 35 años, integró al Centro Histórico de Puebla en su listado de Patrimonio Mundial, lo que significó la puesta en valor de su estructura urbana, que ha mantenido la traza cuadrangular establecida desde el siglo XVI, y de su monumentalidad arquitectónica.

    La vida de la ciudad se ha organizado en un territorio delimitado, cuyo núcleo geográfico, político y cultural se halla en el Centro Histórico, constituido por edificios coloniales y del siglo XIX y XX. Es un espacio de interacción donde el patrimonio histórico se asocia a las identidades y los sentimientos de pertenencia de los individuos.

    Con la inscripción del Centro Histórico como Bien Cultural de Valor Universal Excepcional, se ha logrado que Puebla se convierta en una entidad abierta, donde la arquitectura es la mayor expresión de lo sagrado y lo profano; en un espacio para que las tradiciones locales convivan con los repertorios culturales contemporáneos, procedentes de las más diversas disciplinas.

   Así, el Centro Histórico es la expresión de una sociedad multicultural con políticas culturales renovadas, que tiene un destino de uso que abarca valores e intereses de un público vasto. Funciona como un contenedor para la imponente arquitectura civil y religiosa; para los museos y galerías de arte; las bibliotecas como espacios para investigaciones; las salas polivalentes para teatro, cine y música; los festivales anuales que involucran la arquitectura, las artes escénicas y las expresiones visuales actuales; el turismo religioso que moviliza grandes grupos de personas, y las temporadas gastronómicas de corto plazo, enfocadas en un platillo en especial.

    Para que continúe siendo Patrimonio Mundial, el Centro Histórico de Puebla requiere aplicar las leyes de protección al patrimonio edificado, mejorar los servicios urbanos, así como contar con mayor seguridad y un óptimo control del comercio informal.

   Especialmente, y para que la vida urbana cultural se consolide, es necesario que se replanteen las relaciones entre las políticas culturales y la esfera pública, con vistas a renovar y expandir su proyección externa, movilizando recursos económicos y desarrollando ofertas artísticas y culturales que atiendan tanto las tradiciones artísticas y artesanales como los barrios históricos; ambos considerados Patrimonio Inmaterial que, durante siglos, han contribuido a la visualidad multicultural de ese imponente territorio llamado Centro Histórico.


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