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Dossier

35 voces que ponen en valor el Patrimonio Cultural del Centro Histórico de Puebla: retos, oportunidades y nuevos compromisos

Jorge Ortega González. Director General de la Asociación Nacional de Ciudades Mexicanas del Patrimonio Mundial A. C.

 

No. 06

 

"En el momento en que Puebla fue inscrita en esta lista, se generó un elemento distintivo y diferenciador potente a nivel internacional, en el ámbito cultural, turístico y de las industrias creativas.

Las ciudades patrimonio mundial inspiran la creación, y la inscripción ha ayudado también a atraer talentos, turistas e inversiones a Puebla, porque una ciudad con una imagen fuerte y diferenciada cuenta con una ventaja competitiva muy importante en el mundo globalizado."

 

En 1984, México suscribió la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural y Natural de las Naciones Unidas. En ese momento, se formalizó la responsabilidad del Estado mexicano de conservar el patrimonio que se encuentra en nuestras ciudades y que es reconocido por la UNESCO como Patrimonio Mundial, dentro del cual se halla el Centro Histórico de Puebla.

    Para que un bien sea inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial, debe satisfacer al menos uno de los diez criterios de selección establecidos por la UNESCO, entre los que se encuentran ser un ejemplo representativo de un tipo de construcción o de un conjunto arquitectónico que ilustre un periodo significativo de la historia humana y que esté asociado a acontecimientos o tradiciones vivas, ideas y obras artísticas que tengan una importancia universal excepcional.

    En 1987, el Centro Histórico de Puebla fue inscrito en esta lista, convirtiéndose, junto con la Ciudad de México y Oaxaca, en uno de los primeros sitios mexicanos en contar con esta inscripción, la cual refleja el interés universal que existe en Puebla. Asimismo, implica la existencia de valores excepcionales únicos en el mundo, lo que fortaleció desde ese instante la identidad de los poblanos.

    En el momento en que Puebla fue inscrita en esta lista, se generó un elemento distintivo y diferenciador potente a nivel internacional, en el ámbito cultural, turístico y de las industrias creativas. La Organización Mundial del Turismo ha reconocido que esta inscripción representa la marca más potente que existe para la atracción de turistas, que, con un manejo adecuado, se puede convertir en un motor para el desarrollo no solo de la ciudad, sino de la región.

    Sin embargo, contar con esta inscripción implica también responsabilidades para la ciudad que es receptora de la distinción, y el Ayuntamiento de Puebla ha sido un ejemplo nacional e internacional sobre lo que significa la planeación y la gestión del Centro Histórico. En Puebla, se ha avanzado en la conservación de sus plazas, jardines, andadores, templos, monumentos y, en general, de sus barrios, de manera planificada y ordenada a través de diversos programas federales (en su momento, de Sectur, Sedesol, Fonca y, actualmente, a través de Sedatu y la Secretaría de Cultura), impulsados mediante la unión de los presidentes municipales de todas las ciudades mexicanas que cuentan con la inscripción en la lista de UNESCO, quienes constituyeron la Asociación Nacional de Ciudades Mexicanas del Patrimonio Mundial A. C. para estos fines.

   El mejoramiento de la imagen urbana, la conservación del patrimonio histórico monumental, el respeto al paisaje urbano y la puesta en valor del Centro Histórico, contando con la participación de la comunidad que habita y vive en él, han generado que el corazón del estado se mantenga latiendo y produciendo oportunidades de desarrollo para la población.

  Las ciudades patrimonio mundial inspiran la creación, y la inscripción ha ayudado también a atraer talentos, turistas e inversiones a Puebla, porque una ciudad con una imagen fuerte y diferenciada cuenta con una ventaja competitiva muy importante en el mundo globalizado.

    Actualmente, se enfrentan muchos retos para las ciudades patrimonio mundial; uno de ellos es lograr insertar a las comunidades en el ecosistema del desarrollo sostenible que genera el sector turismo, lo que debe realizarse evitando afectar la autenticidad del sitio y también la pérdida de identidad. Este reto va de la mano del referente a mantener la habitabilidad en el Centro Histórico, de poder dotar de la infraestructura (agua potable, energía, conexión digital), el equipamiento (mercados, centros deportivos, guarderías, servicios de salud y de educación) y la funcionalidad necesarios para que la comunidad permanezca en los barrios que lo integran, y lo haga conservando su patrimonio intangible (fiestas tradicionales, gastronomía, vestimenta, música, danza, lenguas originales, técnicas tradicionales, etc.). Los Centros Históricos Patrimonio Mundial que mejor aprovechan la inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial son aquellos en donde la comunidad es más participativa.

  Asimismo, existe el reto de lograr el equilibrio entre la modernidad y la conservación y el turismo y las industrias creativas que se desarrollan en los Centros Históricos Patrimonio Mundial, las cuales ofrecen oportunidades para encontrar este equilibrio en beneficio de las micro, pequeñas y medianas empresas poblanas y de las comunidades que viven de la actividad del Centro Histórico.

    Puebla es y seguirá siendo riqueza de México y patrimonio del mundo.

 

 


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