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Dossier

35 voces que ponen en valor el Patrimonio Cultural del Centro Histórico de Puebla: retos, oportunidades y nuevos compromisos

Arturo Córdova Durana. Historiador y miembro del Consejo de la Crónica de la Ciudad de Puebla

 

No. 31

 

Hace 35 años, el 11 de diciembre de 1987, el Centro Histórico de la ciudad de Puebla fue inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, reconociendo así la necesidad de conservar 2619 monumentos representativos de la arquitectura civil y religiosa de los siglos XVI al XIX, sin tomar en cuenta en dicha inscripción la existencia de sus edificaciones artísticas del siglo XX, con lo que rebasaría con mucho los tres mil monumentos históricos.

   El hecho de que nuestra ciudad forme parte de este patrimonio significa reconocer la grandeza de nuestra urbe angelopolitana, que se erigió hace casi quinientos años, en 1531, para ser una ciudad modelo, lo que ha cumplido a cabalidad, a pesar de las difíciles circunstancias históricas por las que pasó, como los nueve sitios militares que sufrió en el siglo XIX; suelo patrio en donde se defendió por segunda vez la libertad y soberanía de nuestra nación durante la llamada Intervención francesa.

    Es necesario reconocer también que si esta inscripción se logró en 1987 fue gracias a la labor oportuna y atinada de las autoridades gubernamentales, municipales y estatales, de la iniciativa privada y de instituciones altruistas, entre las que destaca la Fundación Mary Street Jenkins, que aportó 1.82 millones de dólares que, en la paridad de aquel entonces, equivalía a 4250 millones de pesos, cantidad con la que fue posible intervenir monumentos tan importantes e icónicos como los conventos religiosos de San Francisco y Santo Domingo, con su célebre capilla del Rosario; los templos de San Cristóbal, el Espíritu Santo o la Compañía; San Marcos, con su capilla anexa de San Ildefonso; San Pedro, con su ex hospital anexo, hoy Museo de Arte; el Teatro Principal; el ex colegio de San Juan, hoy Casa de Cultura; la Casa del Deán y la Fuerte de Loreto, entre otros muchos monumentos más.

    Es indudable que, desde que obtuvo esta declaratoria, la ciudad de Puebla ha recibido un sinfín de beneficios económicos, políticos, sociales y culturales, por lo que hoy es uno de los principales destinos turísticos culturales del mundo. Por ello, para los “ángeles” custodios de nuestra actual ciudad, es una enorme responsabilidad conservar este estatus y alto nivel de reconocimiento, para emular con nuestras actitudes y acciones el ejemplar actuar de aquellos ángeles que hace ya casi medio milenio la fundaron para ser una ciudad modelo.


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