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Dossier

35 voces que ponen en valor el Patrimonio Cultural del Centro Histórico de Puebla: retos, oportunidades y nuevos compromisos

David Ramírez Huitrón. Fundador de Puebla Antigua

 

No. 29

 

"[...] aprovechar las nuevas herramientas que nos proporcionan los tiempos modernos, involucrándonos de manera efectiva, incluyente y entusiasta en los proyectos que se nos presenten y manteniendo una postura responsable, informada y crítica sobre la gestión de nuestro patrimonio, para que este perdure y llegue a nuevas interpretaciones por parte de las siguientes generaciones. Así sea por este amor a Puebla."

 

La inclusión del Centro Histórico de Puebla como Patrimonio Mundial ha sido el hito que ha marcado un antes y un después en cuanto a la puesta en valor de la identidad y el significado de ser poblano. No solo se trató de poner un alto a la voraz destrucción del patrimonio edificado, sino de involucrar en esta reflexión a investigadores, divulgadores, especialistas y al público en general, para impactar en la mentalidad colectiva. A partir de esta declaratoria, el hablar de Puebla ya no solo significa enumerar recetas, estampas, batallas, colegios, conventos, casonas e iglesias, sino también reconocer y buscar en este mosaico de elementos la forma genuina en que los poblanos nos proyectamos hacia el mundo exterior.

    A lo largo de estos 35 años de esta declaratoria, hemos visto transcurrir diversos proyectos (algunos exitosos y otros no), donde el principal obstáculo es la falta de integración de factores sociales, culturales, políticos y económicos. Sin duda, el papel de la educación y la divulgación de temas afines a la conservación y el conocimiento de nuestro patrimonio mediante las nuevas tecnologías debe ser una pieza fundamental para la cohesión de estos elementos.

    En estos últimos años, la sociedad y el gobierno (en sus distintos niveles) han empezado a dialogar de una manera más fluida a través de medios digitales, y esto significa un gran cambio. Bajo esta nueva perspectiva, se nos abren las puertas para diseñar otros alcances, para experimentar y reconocer nuestro patrimonio, no solo rehabilitando casonas o rescatando museos y monumentos, sino creando una nueva narrativa en la cual la ciudad histórica conviva con sus habitantes y, por qué no, también con sus visitantes.

   ¿Qué nos depara el futuro? No lo sabemos aún, pero sí tenemos en nuestras manos la oportunidad de aprovechar las nuevas herramientas que nos proporcionan los tiempos modernos, involucrándonos de manera efectiva, incluyente y entusiasta en los proyectos que se nos presenten y manteniendo una postura responsable, informada y crítica sobre la gestión de nuestro patrimonio, para que este perdure y llegue a nuevas interpretaciones por parte de las siguientes generaciones. Así sea por este amor a Puebla.


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