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Dossier

35 voces que ponen en valor el Patrimonio Cultural del Centro Histórico de Puebla: retos, oportunidades y nuevos compromisos

Víctor Delgadillo. Profesor investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México UNAM

 

No. 12

 

Este reconocimiento ha sido y es motivo de orgullo para las y los poblanos, y ha reforzado la identidad, las memorias, el cariño y arraigo a esta parte de la ciudad. Históricamente, el patrimonio urbano fue una competencia de elites y gobiernos, pero, en las últimas décadas, se ha democratizado: cada vez más grupos sociales y civiles demandan participar en la definición, preservación y transmisión del patrimonio edilicio.

    Las ciudades están integradas por muy diversos actores sociales, económicos y políticos, con distintas posturas políticas e ideológicas, credos e intereses, a veces diametralmente opuestos. Sin embargo, el patrimonio urbano es uno de los elementos que cohesionan y articulan a las sociedades más allá de sus diferencias. Ello se debe a que el patrimonio urbano se asocia a diversos valores y atributos que se construyen en la esfera de la cultura y las relaciones sociales. Además, el Centro Histórico, por su diversidad de funciones, actividades, equipamientos y servicios, ha marcado la vida, simbólica y material, de generaciones y generaciones de habitantes en casi quinientos años de historia. Un motivo especial de orgullo habrá sido para los personajes que, desde la década de 1960, defendían el patrimonio urbano frente a la destrucción impulsada por proyectos modernizadores. Ellos habrán celebrado el reconocimiento de la UNESCO como una expresión —un tanto tardía— de justicia social y de reconciliación social.

   En escala del municipio, la inscripción del Centro Histórico de Puebla en la Lista del Patrimonio Mundial reposicionó su protagonismo en el marco de la expansión urbana. El centro dejó de verse como problema (congestión) y pasó a ser un gran capital cultural y urbano de la ciudad, la región y el mundo. Este reconocimiento por la UNESCO redobló esfuerzos diversos para rehabilitarlo. En estos 35 años, la sociedad civil poblana se ha empoderado y ha defendido su patrimonio frente a algunos proyectos que han considerado amenaza y daño. Allí están el proyecto Angelópolis 1994-1996 y el proyecto de construcción de un estacionamiento subterráneo bajo el Zócalo en 2002. En ambos casos, la diversa sociedad poblana se unificó y consiguió que el Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO redujera la escala del primer proyecto y recomendara no realizar el segundo.

    El principal reto del Centro Histórico de la ciudad de Puebla, como el de otros centros históricos latinoamericanos, es el problema de la vivienda deteriorada en edificios patrimoniales, ocupada por población de bajos ingresos. Sin embargo, esta tarea no es responsabilidad solo de las autoridades municipales que duran pocos años en funciones, sino de los gobiernos estatal y federal, así como del sector privado (propietarios, inversionistas) y la sociedad civil (inquilinos, residentes, universidades). Asimismo, considero que las ruinas, los baldíos urbanos y los edificios sub o inutilizados constituyen un problema urbano que requiere una política pública específica, con incentivos e instrumentos fiscales y administrativos que conduzcan al aprovechamiento de esta herencia urbana, justamente para dar una función social a la propiedad privada. El principal reto es mantener y heredar a las generaciones que vienen un Centro Histórico vivo y habitado con una mezcla de habitantes de diferentes estratos socioeconómicos, diversidad de actividades, heterogeneidad de culturas y mixtura de usos del suelo, en el contexto de una bellísima ciudad creada en escala humana, con una gran diversidad de plazas y plazuelas para el encuentro social.

    Tal vez, el aspecto más profundo y emotivo del patrimonio urbano, aunque se asocia a los bienes y prácticas culturales que provienen del pasado, es que se trata de futuro, de las generaciones futuras. El patrimonio urbano representa la continuidad del pasado con el futuro.

 


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