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Letras para la ciudad

Gastronomía de leyenda

 

 

 

Santiago Herrera Carrera

Estudiante de la licenciatura en Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP

 

 

El chile, en nogada, se ahogaba. Entre pompa y decoro degustaban comensales de nobleza falseada.

En el feudo del nuevo reino se guisaba al tenor tricolor; albura, insigne de devoción; decorado de carmesí, del euro yugo la emancipación y esmeralda opaca, unión de la recién parida nación.

¡Algarabía para el gusto! El camote, al ulular de los niños cesaban entre sonrisas y bullicio, los pichones se endulzaban.

Sus corazones mustios sobre el friso del sol se encontraban las madres clarisas, devotas conftaban al grávido de dulzor y ampo de color.

¡Caricia perentoria del apetito! La cemita, forma de luna o de halo con sus migajas va alimentando en el zócalo.

Remojada en oliva y tapada con el infaltable pápalo, bocado a bocado va embelesando el corazón poblano.