Dossier

¿Almacenes alemanes en Puebla? La 2 Oriente, antigua calle de la Independencia, y su vocación comercial

 

Ángel Méndez Velázquez

 

La vocación comercial de la Angelópolis se remonta a su propia fundación en el siglo XVI, época en la que se convirtió en un punto neurálgico entre la Ciudad de México y el puerto de Veracruz. Es así que, desde 1532 y hasta la actualidad, la Ciudad de los Ángeles o la Puebla de Zaragoza vio circular por sus calles infinidad de productos y mercancías provenientes de distintas regiones del país, pero también del mundo a través del comercio ultramarino.

Es durante el gobierno de Porfirio Díaz y en el ocaso del siglo XIX que el arribo de inmigrantes comenzó a ser significativo, debido al interés de estos grupos por las oportunidades y prebendas que otorgaba el régimen porfirista para la inversión y atracción de capitales extranjeros, así como a la relativa paz política que avalaba seguridad física y financiera. La importancia que estos grupos poblacionales tuvieron se vio reflejada en sus inversiones en la industria, la banca, la minería o el comercio, e impactaron principalmente a los grandes centros urbanos como la Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, Chihuahua y Puebla, así como a los puertos de Veracruz, Tampico y Mazatlán.

En el ámbito comercial destacó sin duda alguna la importación de bienes suntuarios, tecnología y manufacturas, como lo menciona, por ejemplo, Gamboa Ojeda: “Los ramos de armería, ferretería e instrumentos agrícolas serán el campo preferido de negociantes alemanes, mientras que los de telas, ropa y accesorios de vestir serán dominados por franceses barcelonnettes; en manos hispanas, principalmente, quedarán los de abarrotes, bebidas y comestibles”.'

En Puebla las colonias extranjeras fueron pequeñas numéricamente, pero su importancia recayó en su peso económico debido a que tuvieron éxito y bonanza en la apertura de almacenes mercantiles que se convirtieron en los favoritos de las élites por traer las novedades de Europa. Algunos de los más importantes fueron sin duda las casas de comercio de capital alemán instaladas en la antigua calle de la Independencia (actual 2 Oriente, entre 5 de Mayo y 2 Norte) como fueron La Sorpresa, La Ciudad de Londres y Wagner y Levien, las cuales abrieron sus puertas en la Angelópolis a finales del siglo XIX y se mantuvieron en el gusto de la sociedad por lo menos hasta 1940.

Un empresario exitoso, José Dorenberg y la casa comercial La Sorpresa

José Antonio Dorenberg Greving arribó a México en el año de 1865 como militar dentro del cuerpo voluntario belga que escoltaba a la emperatriz Carlota de Habsburgo en tiempos del Segundo Imperio mexicano (1863-1867), periodo en el que probablemente pudo amasar una fortuna que le permitió quedarse en el país tras la expulsión de los franceses e instalarse a partir de 1869 en la ciudad de Puebla.2

Tras lo anterior, Dorenberg comenzó a trabajar como dependiente de un almacén pro- piedad de Antonio Rosales llamado La Sorpresa en donde se vendían distintos artículos, principalmente de ferretería y mercería. El trabajo arduo que caracterizó a los inmigrantes ale- manes en México con el paso de los años les brindó frutos, ejemplo de ello es que en 1874 este personaje pudo adquirir el papel de socio minoritario y, años después, el de socio co-manditario dando pie a que, para la década de 1880, se creara la compañía A. Rosales y Dorenberg que ganó fama y prestigio en la Angelópolis debido a la importación de pro- ductos de origen extranjero como la maquinaria agrícola comprada a la compañía MacCormick y telas de algodón provenientes de Estados Unidos.3

Gracias a la bonanza que la empresa logró, pudo expandir su negocio al adquirir la Casa de la Carnicería, ubicada en la esquina de la calle de la Independencia y Mercaderes, sitio conocido por su alta afluencia comercial y por estar instalados allí los negocios más prósperos de la urbe. En 1885 José Dorenberg, tras la muerte de Antonio Rosales, se vuelve dueño de la compañía por lo que esta pasa en su totalidad al alemán y cambia de razón social para llamarse J. Dorenberg y Cía., y a la cual se integraron como socios, con el pasar de los años, paisanos como Alejandro Sauter, Carlos Wagner, Julio Ziegler o Pablo Petersen, personajes que jugaron un rol importante en la permanencia de la casa mercantil.4

En los últimos años del XIX, el prometedor negocio cambió de domicilio debido a la expansión y diversificación de sus productos, siendo trasladado al edificio conocido como la Antigua Alhóndiga, ubicado en la esquina de la Independencia y Pasaje del Ayuntamiento, pre- dio perteneciente al gobierno municipal y por el cual se pagó la cantidad de 90,050 pesos.5

En este nuevo establecimiento el éxito comercial fue aún más distinguible, y no fue para menos, debido a que el inmueble tenía una superficie de 2,330 metros cuadrados y se instalaron 25 aparadores en donde se mostraban “los artículos más finos y las novedades ex- tranjeras”:6 objetos de ferretería, muebles, instrumentos musicales, artículos suntuarios, objetos para el hogar, carruajes, herramientas para la agricultura, así como materiales de construcción. El esplendor de esta casa de comercio fue tal que en un libro titulado Oaxaca y Puebla ilustrado se menciona la grandeza del establecimiento llamándolo “el almacén más suntuoso de su género en el Estado de Puebla”.7

La casa mercantil, durante la primera década del siglo XX, continuó siendo una de las preferidas de las clases prominentes de la ciudad, esto gracias a la gerencia de Pablo Petersen quien se convirtió en uno de sus principales socios; su importancia fue tal que para 1904 la empresa cambió de nombre para llamarse Dorenberg, Petersen y Cía. Durante este periodo el alemán atrajo nuevas inversiones y supo llevar las riendas del negocio incluso en tiempos difíciles, sobre todo cuando en 1910 comenzó el movimiento revolucionario y el inversor principal, José Dorenberg, salió del país junto con su familia rumbo a Alemania.

Bajo el mando de Petersen y la integración de algunos miembros de su familia en los años veinte, La Sorpresa continuó comercializando productos para el hogar, ferreteros, maquinaria agrícola y productos químicos; la mayoría de ellos importados de países industrializa- dos. Algunos de los más novedosos fueron las trilladoras Buffalo Pitts, segadoras McCormick, sembradoras de maíz Canton o las cultivadoras de la marca Planet; además también fue muy exitosa la venta de abonos químicos y semillas de remolacha traídas de Eckernfórde, Alemania, así como los granos de trigo seleccionado de la hacienda de Amalucan.

La Ciudad de Londres, una sucursal de la compañía Sommer Herrmann y Cía

La Sommer Herrmann y Cía. fue sin duda alguna una de las compañías de capital alemán más antiguas asentadas en territorio mexica- no, su historia se remonta a mediados del siglo XIX, época en la que Walter Herrmann y Gustavo Sommer deciden establecer una compañía dedicada a la importación de productos extranjeros al país. Si bien su éxito no fue inmediato, durante el último tercio del siglo XIX lograron consolidar su empresa en la Ciudad de México y, años después, pudieron dar apertura a otras sucursales en el puerto de Veracruz y en la ciudad de Puebla.

En la Angelópolis su presencia se remonta a 1889, año en el que la empresa adquiere la casa de comercio La Ciudad de Londres, fundada años atrás por el inmigrante alemán Enrique Teodoro Hirschmann y por la compañía Leffmann & Gutheil y cuyo giro mercantil se caracterizó por la venta de productos de ferretería, mercería, tlapalería y bienes suntuarios, vocación que siguió conservando durante las décadas posteriores.8

Para 1890 la casa mercantil logró posicionarse dentro del gusto social, convirtiéndose en la gran competidora del almacén La Sorpresa debido a que ofrecía entre sus aparadores productos similares. En el Primer directorio general del estado de Puebla se menciona que este negocio, ubicado en la calle de la Independencia número 1 y esquina de Guevara, contaba con tres áreas comerciales: mercería y ferretería, de muebles y maderas finas, así como depósitos de fierros y cobre; la mayoría de ellos provenientes de Estados Unidos y Europa, países en donde se producía un importante número de manufacturas codiciadas en el país.

Parte de la fama que alcanzó La Ciudad de Londres se debió al papel que llevo el alemán Enrique Renner, ya que bajo su gerencia el almacén tuvo una popularidad importante colocándose, según las publicaciones de finales del siglo XIX, como uno de los mejores en el ramo de ferretería y mercería; por ejemplo, se apuntaba que “la elegancia y lujo de sus aparadores y salones, bien pudiéramos decir que están montadas con el lujo de los principales almacenes de Europa”.10

La suntuosidad de la casa de comercio se sostuvo principalmente por sus inversores y socios, todos ellos de origen germánico, quienes tenían una importante red de proveedores en ciudades como Nueva York, Inglaterra o Berlín, por lo que no dudaron en posicionarlo y convertirlo en uno de los mejores establecimientos de la ciudad de Puebla. En él estaban a la venta una gran diversidad de artículos tales como porcelanas, cristalerías, lozas asiáticas, muebles europeos, joyas, instrumentos de música, productos ferreteros, maquinaria agrícola, carruajes importados, diferentes máquinas, así como materiales de construcción, entre otros."

La fama de este establecimiento continuó durante las primeras décadas del siglo XX ya que siguió ofreciendo a sus clientes variedad de productos y artículos. Por otra parte, las riendas del negocio continuaron bajo la dirección de su casa matriz establecida en la capital del país, aunque cabe destacar el papel relevante que jugó el germano Claudio Voigt, pues bajo su gerencia la casa de comercio siguió en operaciones hasta, más o menos, 1940.

Un espacio para la música: la Casa Wagner y Levien

Alemania no solo trajo a Puebla mercancías provenientes de Europa, sino que con sus in- migrantes también llegó la música. La empresa Wagner y Levien se fundó a mediados del siglo XIX en la Ciudad de México por los hamburgueses Agustín Wagner y Guillermo Levien, personajes que llegaron al país con la intención de hacer fortuna, por lo que después de trabajar en una tienda de música aprendieron a elaborar instrumentos musicales para posteriormente independizarse y abrir su propia fábrica elaborando principalmente pianos.12

La empresa, con el pasar de los años, fue alcanzando popularidad y parte de su éxito se debió a que en el país existían pocos establecimientos que se dedicaran a la elaboración de instrumentos, así que “México era un mercado potencial para las novedades musicales que su país podía ofrecer".? El crecimiento del negocio dio pie a la apertura de casas mercan- tiles a finales del siglo XIX en la ciudad de Guadalajara y Puebla, en esta última se sabe que abrió sus puertas en el año de 1895 y que se instaló en la calle de la Independencia, número 6, frente al callejón del Teatro Guerrero.

Desde su apertura en suelo poblano la casa de comercio puso en sus aparadores la venta y renta de pianos, armónicos, órganos flauta- dos, instrumentos de todo tipo, así como partituras y accesorios que eran importados “de las mejores fábricas del mundo, como Steinway, Ronisch, Beechstein, Schidmayer, etc.”.”* Poco se sabe del funcionamiento de este almacén, pero es presumible que su bonanza económica fue importante, ya que por ejemplo en el año de 1896 su gerente, Bernardo Marquartd, solicita al ayuntamiento que se le permita instalar alumbrado eléctrico en el exterior del repertorio de música.

La  casa Wagner no solo resaltó por ser una de las preferidas en la compra de instrumentos, sino que su estadía en la ciudad resultó fundamental ya que representó un verdadero escaparate cultural, esto debido a que organizaba presentaciones musicales dentro de sus instalaciones; en repetidas ocasiones llegó a prestar sus instrumentos a artistas, así como a la Junta de Caridad que los solicitaba para amenizar y deleitar al público poblano en sus eventos. Este negocio tuvo una larga vida y tradición en suelo angelopolitano; por lo menos se sabe de su existencia hasta 1932, bajo la razón Wagner y Levien Sucesores, S. en C., y en manos de la gerencia del alemán Emilio M. Erchuck.


Bibliografía

Caballero, Manuel, Primer directorio general del estado de Puebla, 1891-1892, Puebla, Tipografia de México, 1892.

Gamboa Ojeda, Leticia “Empresarios españoles en Puebla en los inicios del siglo XX", en Revista de la UNAM, No. 545 (junio 1996), pp.92-124.

Méndez Velázquez, Ángel “Una estructura familiar, estudio histórico de los alemanes en el municipio de Puebla 1895-1930", tesis de maestría en Historia, Puebla, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, BUAP, 2023.

Moreno Gamboa, Olivia “Casa, centro y emporio del arte musical: la empresa alemana A. Wagner y Levien en México. 1851-1910", en Los papeles para Euterpe. La música en la Ciudad de México desde la historia cultural. Siglo XIX, México, CONACYT /Instituto de Investigaciones José María Luis Mora, 2014, pp. 143-167.

Rojas Marín, Ana Luisa, Del bosque a los árboles: miradas a los alemanes residentes en la ciudad de Puebla, 1821-1910, Puebla, Dirección de Fomento Editorial, BUAP, 2011.

Southworth, J. R., Oaxaca y Puebla ilustrados: su historia, comercio, minería, agricultura é industrias: sus elementos naturales, México, Blake & Mackenzie, 1901.

 Van Meer, Ron “The Forgotten Collector: Josef Anton Dorenberg (1846-1935)”, en Jahrbuch der Staatlichen Ethnographischen Sammlungen Sachsen, vol. 45. (2010), pp.77-100.

 Zamacona R. y Comp, Reseña histórica, estadística y comercial- comercial de México y sus estados, Puebla. Puebla, Tipografía de Alejandro Marcué, 1892.


  1. Gamboa, 1996, pp.10-11.
  2. Van Meer, 2010, p.78.
  3. Ibidem, p. 79.
  4. Méndez, 2023, pp. 80-81.
  5. Rojas, 2011, pp.162-163.
  6. Southworth, 1901, p.59.
  7. Ibidem, p.59.
  8. Méndez, op. cit, p.84.
  9. Caballero, 1892, pp. 42-46.
  10. Zamacona, 1892, p.100.
  11. Southworth, op. cit,, p.163.
  12. Moreno, 2014, p.147.
  13. Moreno, op. cit., p.149.
  14. Méndez, op. cit, p. 88.

Sobre el autor

Licenciado en Historia por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, maestro en Historia por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego’, docente e investigador independiente.