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Dossier

Sombrererías poblanas

 

Guadalupe Prieto Sánchez

 

El sombrero es una prenda que cubre la cabeza, tanto de hombres como de mujeres de todas las edades. Dependiendo de la época y la cultura de que se trate, los sombreros han tenido diversos usos, en su mayoría por necesidad; esta prenda ha sido muy útil contra las inclemencias del tiempo, del clima. El típico sombrero occidental está constituido por un ala ancha y se considera útil contra el frío o el sol, aun- que también se usa como adorno. En ciertas actividades laborales, el sombrero ha sido imprescindible, aunque también se ha utilizado como mero adorno, como tocado para eventos especiales y en algunos momentos de la historia de la humanidad ha marcado una diferenciación social y económica. Los materiales con los que se fabrican pueden ser de piel, fibras naturales como la palma, de tela, paño, terciopelo, raso, fieltro, de papel o cualquier otro elemento manejable. En ocasiones son muy sencillos, pero en otras se les incluyen adornos, cintas, plumas, semillas, brillos, velos, cuentas o flores artificiales.

  En el siglo XIX y aún en la primera mitad del XX, la ciudad de Puebla se caracterizó por la fabricación de varios artículos, entre ellos, jabones, vidrio, alfarería, textiles; uno de los más importantes, al que se le había dejado de lado, es el sombrero. Por los datos que menciona Hugo Leicht,1 este negocio les permitía a sus propietarios vivir cómodamente, por ejemplo, entre 1821 y 1823, José Cadena vivía en la casa ubicada en la esquina de la calle 5 de Mayo 1000 y en este espacioso inmueble tenía un gran taller de "sombrería". Las mujeres de la familia Cadena acostumbraban usar ricos ador- nos que rivalizaban con los de otras señoras adineradas; Manuel Cadena usaba toquillas de onzas de oro en los sombreros; en la sala de la casa había “hermosas arañas de plata” y de este mismo metal usaban otros utensilios, como el jarro de plata para tomar agua.

  El mismo Leicht menciona que, en 1852, los sombreros solían ser parte de los productos de jarciería, ya que los más comunes eran de palma2 De esta forma, tan solo en la calle de la Aduana Vieja (2 Oriente 400), se localizaban diecinueve sombrererías, otras cinco en diferentes calles de la ciudad y para 1887 aparecen siete en la calle de la Compañía (avenida Juan de Palafox y Mendoza). Otra referencia importante aparece en el Almanaque de 1910,3 donde se dan a conocer las sombrererías de palma y efectos de jarcia con sus respectivos propietarios y domicilios. Cabe resaltar que en esta lista de ocho sombrereros aparece una mujer, Rafaela Pulido; la mayoría estaban ubicados en la calle de la Compañía, incluso compartiendo local como en el caso de la misma Rafaela con Eduardo Polanco y Joaquín Leal con Rafael Ruiz.

  

  • Julio Ramírez, Compañía 1.
  • Pantaleón Camargo, Compañía 11.
  • Joaquín Leal, Compañía 7.
  • Eduardo Polanco, Compañía 16 y Fuenleal 6 (3 Norte 1).
  • Rafaela Pulido, Compañía 16.
  • Ángel M. Robles, Plaza del Mercado (La Victoria).
  • Miguel Ruiz, Santa Catarina 12 (3 Norte 200).
  •  Rafael Ruiz, Compañía 7.

  Para esta época, las sombrererías se encontraban en pleno desarrollo y los sombreros ya no se fabricaban solo de palma. En este mismo Almanaque de 1910, se mencionan tres en el Portal Hidalgo, dos en la calle 2 Norte, tres en 5 de Mayo, tres en 4 Oriente-Poniente, dos en la 2 Oriente-Poniente, así como en Analco y Reforma:

  • Couttolenc e hijos, Segunda de Mercaderes 3 (2 Norte).
  • Carlos Hernández e hijo, Portal Hidalgo 3.
  • Antonio del A. González Sucs., Portal de Palacio (Hidalgo).
  • Liborio Reyes Párraga, Portal Hidalgo 7.
  • Proal Hnos, San Martín 2 (5 de Mayo 200).
  • Bernardo Quintana, Guevara 2 (5 de Mayo 1).
  • Rafael Moreno, Segunda de Santo Domingo (5 de Mayo 400-600).
  • Darío Narváez, Arista 5 (4 Poniente 100).
  • Nemesio Prado, Aduana Vieja 3 (2 Oriente 400).
  • Antonio M. Palacios, Primera de Mercaderes 7 (2 Norte 1).
  • José Maria Barranco, Arista 1 (4 Poniente 100).
  • En menor escala:
  • Francisco Benítez, Herreros 11 (Analco). Nabor M. Morante, Cholula 4 (Reforma 300). Severo Méndez, Iglesias (2 Poniente 500). Mariano Toquero, Estanco de Hombres 11 (& Oriente 1).

  Entrado el siglo XX, aparecen en la ciudad varios establecimientos que fabricaban e importaban un amplio estilo de sombreros. De este modo, en 1922, la Única Gran Sombrerería de Marcial Aguilar, para captar el interés del consumidor, indicaba que acababa de recibir un gran surtido de los famosos sombreros Stetson, los cuales se podían conocer en un catálogo ilustrado y en sus propios aparadores, ubicados en Segunda de Mercaderes número 3 (2 Norte).

  Aquí caben dos observaciones: una, en la lista anterior esta misma sombrerería aparece como propiedad de Couttolenc e hijos, lo que nos lleva a suponer que quizá se trate de una mujer que le heredó el negocio a uno de sus hijos; y dos, el típico sombrero de Cowboy lo inventó John Batterson Stetson en la segunda mitad del siglo XIX y para principios del siglo XX ya se consolidaba como una empresa muy importante a nivel mundial. En la actualidad, los sombreros Stetson se siguen fabricando en Pennsylvania y llegan a alcanzar altos precios. Otra sombrerería importante era El Sombrero Blanco, de Eulogio Ramírez, quien además de vender en su almacén, sombreros de palma de todas clases, se especializaba en “planchados” y “estilos” para todas las regiones del país, así como en sombreros finos de dos y tres telas de San Francisco del Rincón, Guanajuato. El despacho de este comercio se localizaba en la avenida 6 Oriente número 7, y las bodegas y talleres en la avenida 8 Poniente número 105.

  A El Sombrero Blanco le hacían la competencia La Vienesa de Ricardo Hernández, quien en su frase publicitaria hacía énfasis en la “elegancia”, “distinción”, “economía”, puesto que consideraba que estos eran los “detalles” de los sombreros que vendía; su local se ubicaba en la calle Estanco de Hombres número 1 (4 Oriente). Luis G. García era dueño de La Moda Elegante, en donde se podían conseguir sombreros extranjeros, del país y los tradicionales para charros sobre medida; el almacén se hallaba en la calle de Santo Domingo número 12 (5 de Mayo). La Gran Sombrerería de Carlos Hernández e hijo, que también aparece en el Almanaque de 1910, se localizaba en el Portal Hidalgo 3 y su fábrica en la calle Morados 1 (7 Oriente 1), se especializaba en sombreros altos a la medida y, al igual que Luis G. García, en los emblemáticos sombreros de charro, los cuales se podían adquirir a precios moderados, por mayoreo o menudeo.

  Entre estas sombrererías no podían faltar las que vendían únicamente sombreros de palma, como la sucursal de El sombrero de Palma de R. Montes de Oca, S. en C., representada por Camerino Valadez, casa establecida en 1880. En 1915 indicaba que contaba con maquinaria moderna para la fabricación de sombreros de palma y paja para caballeros, y se especializaba en los de fantasía para niños.4 Se localizaba en 6a de Ignacio Zaragoza número 245. Para ventas por mayoreo o menudeo se podía acudir a la fábrica, en la ciudad de México, donde también se podía consultar el muestrario.

  En la actualidad el sombrero, como algunas En la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) estudió la > otras prendas de vestir o accesorios, no es tan licenciatura en Antropología Social, la maestría en Literatura Mexicana y % utilizado como en el pasado. Su fabricación ha se desempeñó como profesor investigador. A lo largo de su desempeño g disminuido, pero en el centro de la ciudad aún académico y de investigación, ha recibido algunos reconocimientos y E sobreviven comercios donde se pueden con- colaborado en varias publicaciones. De manera individual es autora de: seguir desde modelos de influencia extranjera seis libros. S hasta los típicos de palma, considerados artesanías. La mayoría están ubicados en calles céntricas de la ciudad, como la 10 Oriente- Poniente, 5 Norte, 14 Oriente y 2 Norte.

  Finalmente, podemos decir que el sombrero es parte de nuestro Patrimonio Cultural; en especial el sombrero de palma cuyo diseño ha sufrido pocas modificaciones, siendo el más generalizado y económico. Lo mismo sucede con los sombreros de charro o mariachi, accesorios de identidad que forman parte del traje compuesto de camisa con corbatín, botas y pantalón ajustado o, en el caso de las mujeres, falda larga, ambas prendas con adornos de plata a los lados, y chaquetas o boleros bordados con hilos metálicos. Asimismo, el sombrero también es parte de nuestro patrimonio industrial porque para su elaboración existieron fábricas, talleres, materiales, maquinaria y herramienta especializada de la que poco se conoce. Por ello, esperamos que este artículo sirva para abrir nuevas investigaciones que rescaten, divulguen y contribuyan a que las nuevas generaciones conozcan y valoren este patrimonio.


Bibliografía

Leicht, Hugo, Las calles de Puebla, México: Gobierno del Estado de Puebla/LunArena, 2006.

Mendizábal, José de, Almanaque de efemérides del  Estado de Puebla, arreglado al meridiano de su capital Puebla: Oficina tipográfica del arzobispado, 1910.

Hemerografía

Águilas y estrellas, T. 1, N* 4, Puebla, julio 1915.

Alma y juventud, Año |, N* 1, Puebla, julio de 1922

El Mercurio Poblano, N* 77, T.1, Puebla, 5 de noviembre de 1845.

Mignon, N* 16, Puebla, junio de 1921.

Semana Gráfica, Puebla, 15 de octubre de 1916.


  1. Hugo Leicht, Las calles de Puebla, México: Gobierno del Estado de Puebla/LunArena, 2006, p. 189.
  2. Leicht precisa que “jarciería” proviene del griego y significa “aparejos y cuerdas de un buque”, pero en Puebla solo se le consideró como “cordelería”.
  3. José de Mendizábal, Almanaque de efemérides del Estado de Puebla, arreglado al meridiano de su capital, Puebla: Oficina tipográfica del arzobispado, 1910, p. 139.
  4. Águilas y estrellas, T. 1, N* 4, Puebla, julio 1915.
  5. El número también puede ser 9 de Ignacio Zaragoza, tal y como aparece en el anuncio de la revista Semana Gráfica, Puebla, 15 de octubre de 1916.

Sobre la autora

En la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) estudió la licenciatura en Antropología Social, la maestría en Literatura Mexicana y  se desempeñó como profesor investigador. A lo largo de su desempeño académico y de investigación, ha recibido algunos reconocimientos y colaborado en varias publicaciones. De manera individual es autora de seis libros.