Letras para la ciudad

Narrando la ciudad

 

Gabriela Tinoco González

Intérprete del patrimonio

 

En la Europa del pasado, eran los juglares quienes transmitían la herencia cultural, utilizaban la música, la poesía y el teatro para narrar episodios históricos, mitos y tradiciones populares. A través de sus actuaciones, los juglares comunicaban el conocimiento histórico de forma más amena y accesible para la población en general.

  En el México antiguo, esta labor la tenían los “Tlamatini”, ellos poseían conocimientos profundos sobre la historia, las tradiciones, los mitos y la religión de sus sociedades. Eran considerados como los “hombres de conocimiento” y se encargaban de preservar y transmitir la historia oralmente, utilizando técnicas de memorización y narración para asegurar que las generaciones futuras tuvieran conocimiento de los sucesos pasados y que su cosmovisión fuera comprendida.

  Me gusta pensar que actualmente, esta tarea la hacemos los intérpretes o guías de turistas de la mano de los cronistas de la ciudad, somos quienes transportamos a quienes nos visitan al pasado, y los acercamos al entendimiento de la vida cotidiana de nuestra sociedad, además de transmitir a otros nuestra historia, tradiciones, y conocimientos.

  Mirar la ciudad desde esta profesión, me ha hecho conocerla y reconocerla cada vez que la explico. Ha sido también observar la ciudad desde una mirada ajena y mantener mi curiosidad y sorpresa activas para reconocer lo que por la cotidianeidad vamos perdiendo.

  Puebla es una ciudad con muchísima historia registrada, somos afortunados de poder constatar y mirar nuestra historia a través de las letras de quienes la vivieron en el pasado nuestro trabajo es poder diluir esta información de tal manera que quien nos escucha pueda sentirse parte de ella.

  Nuestro Centro Histórico cuenta su historia en cada detalle ornamental y constructivo, nuestra manera de entendernos como sociedad se puede experimentar caminando por las calles y conociendo los comercios locales que desde hace años se ubican en sus mismos espacios de trabajo.

  En más de 10 años de trabajo he recorrido el Centro Histórico en miles de ocasiones, explicando a visitantes internacionales y de todas partes de la República, de quienes he aprendido mucho y con quienes compartir el diálogo y la mesa volvió cada visita única.

  Quizá una de mis experiencias favoritas fue la visita de Elena Poniatovska a la ciudad, para compartir con una amiga española, la Biblioteca Palafoxiana y el interior de la Catedral. Poniatovska es una de las escritoras, periodistas y activistas más importantes de nuestro país, acompañarla a recorrer estos espacios fue todo un privilegio, en su visita a la Biblioteca, de manera especial, conoció de cerca algunos de nuestros libros más preciados y pude mostrarle aspectos y áreas de la Catedral que le eran desconocidas.

  Pocas veces tengo la fortuna de guiar a escritoras a quienes admiro, así que yo llevaba “La noche de Tlatelolco” para que pudiera firmarla; recuerdo que esta visita fue en el mes de julio, justamente un mes antes de mi cumpleaños. Cuando vio mi libro, desgastado por las veces en que lo he leído, me preguntó por una fecha cercana especial para mí y le comenté sobre mi fecha de cumpleaños. Ella ya sabía dónde encontrarme, así que un mes después recibí un paquete con algunos de sus libros firmados y “La noche de Tlatelolco” en su última edición.

  Compartir de esta manera con quienes llegan a la ciudad me sigue llenando de mucha satisfacción, y me compromete también a seguir informándome para transmitir todo lo que nos identifica con otros.