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Transbarroco

El derecho al vacío una reflexión sobre el espacio en el patrimonio artístico poblano

 

Luna Vanessa Silva Muñoz

Arquitecta y escritora

 

En este artículo quiero invitar a los y las lectoras a reflexionar en torno al espacio vacío disponible en las viviendas clasificadas como monumento artístico y aquellas correspondientes a la arquitectura contemporánea. Para este fin, les invito a entender el vacío como el espacio disponible para la exploración, la imaginación y el esparcimiento, es decir, el espacio entre personas y entre personas y cosas.

Este vacío es un espacio en mutación constante, que se modifica cada que decidimos cambiar la decoración o funcionalidad del hogar y mover de lugar los muebles, o que se reduce en considerables proporciones cuando invitamos a nuestras amistades a tomar algo en nuestras salas o comedores. En entornos urbanos, entenderíamos ese vacío como el reducido espacio entre una persona y otra al abordar el transporte en una hora pico, o bien, la agradable y justa distancia entre personas en un parque o espacio público.

Durante la pandemia por la COVID-19, arquitectas, arquitectos, urbanistas y personas analíticas del habitar se cuestionaron profundamente la cantidad de vacío disponible en las viviendas contemporáneas. Vivir el confinamiento en un departamento con una superficie de 20m2 fue una experiencia completamente distinta de aquellas que gozaron de espacios abiertos al interior de sus hogares, o de generosas piezas con altos techos.

En la Zona de Monumentos Históricos de Puebla muchos de los inmuebles catalogados como monumento artístico por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura es decir, edificaciones construidas a principios del siglo XX, de estilos como el Provenzal, Californiano o Art Déco, son inmuebles que se caracterizan en parte por su gran generosidad de vacío.

Compuestas por amplias salas, comedores y recámaras, algunas de estas viviendas se encuentran en el fraccionamiento “Molino de San Francisco”, construido a partir de 1940.

Este fraccionamiento pone en evidencia dos puntos cruciales al momento de hacer ciudad, el primero, la correcta densidad urbana a fin de mitigar la dispersión de las ciudades posmodernas, y el segundo, el histórico acceso al vacío por parte de las clases media alta y alta. Ambas podrían encontrar el punto medio o punto de conciliación en la recuperación del patrimonio artístico para la creación de vivienda adecuada a las necesidades de la sociedad actual.

En este sentido, decir “derecho al vacío” es también decir “derecho al patrimonio artístico”. Dentro de los inmuebles catalogados en esta ciudad, poco se habla de la riqueza arquitectónica y urbana que los diseños de esta época aportaron a las teorías de hacer ciudad.

El Ex Molino de San Francisco es un fraccionamiento que además de contar con íconos del californiano poblano, emplaza en su centro el Parque de los enamorados, un espacio público de usos y usuarios diversos, en el que vacío es el escenario perfecto para la vida cotidiana.

Hablar de vacío, es hablar también de dar la oportunidad a las personas que habitamos la ciudad, de utilizar el espacio disponible para vivir día a día nuestra vida en un escenario similar a una hoja en blanco. Es dar cabida a la exploración, la imaginación y el esparcimiento. Otorgar espacios que, además de satisfacer nuestras necesidades físicas básicas, satisfagan también la creatividad y la relajación.

“Nuestra casa es nuestro rincón del mundo” decía el filósofo francés Gaston Bachelard en su libro La poética del espacio. “Es nuestro primer universo, un verdadero cosmos en todos los sentidos de la palabra”. El espacio –aparentemente vacío en nuestras viviendas, reúne todos los significados del habitar. Funge como el lugar para la regulación social, en el que, aseguradas las necesidades de protección y resguardo, permite al ser humano tomar consciencia de sí mismo y en consecuencia de la otredad.

En conclusión, les invito a ver el patrimonio artístico no solo como un monumento con valor excepcional, sino como una época en la arquitectura -y una etapa en la historia de la humanidad- en la que la generosidad de los espacios permitía el cuidado no sólo del cuerpo, sino también de la mente y del corazón. Un dominio de cuidados que, recuperado, puesto en valor y al servicio del habitar, otorgaría a la sociedad poblana actual, hogares para sentirse amados y en seguridad.