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Dossier

Cuando la ciudad de Puebla decidió recuperar su esplendor

 

 

Fernando Rodríguez Concha

 

En los años sesenta, los estudiantes de arquitectura queríamos poner a Puebla al nivel de otras ciudades. Algunos de nuestros jóvenes profesores venían de la UNAM, con un enorme espíritu de modernización, el cual nos contagiaban en la cátedra y a través de obras como el Colegio Benavente, el rescate de los portales o el diseño de la explanada del Zócalo, donde se liberó la vista hacia la Catedral y se restituyó la fuente original del arcángel San Miguel, procedente de la plaza del Teatro Principal del arquitecto Everardo Morales Pardo; además, del mercado Venustiano Carranza, con su cubierta de paraboloides hiperbólicos invertidos, y el edificio Lastra, del arquitecto Mario Bautista O’Farrill.

  En aquel tiempo, todas las actividades importantes se realizaban en el centro de la ciudad y, como profesionista, tuve la oportunidad de ser parte de la descentralización de servicios y equipamientos de la ciudad. En el periodo de 1963 a 1964, comencé a ejercer como arquitecto en el despacho del ingeniero José Antonio Quintana Fernández, donde construimos un sinnúmero de residencias en los nuevos fraccionamientos que previamente habíamos diseñado y ejecutado, como Huexotitla, El Carmen-Huexotitla, Anzures, Ladrillera de Benítez, entre otros.

Descentralización religiosa: Templo María Madre de la Iglesia

En 1969, don Enrique Benítez donó un terreno para la construcción de la iglesia, así como el capital principal para hacer la obra negra, a la que se sumaron donativos de la comunidad para cubrir las siguientes etapas. Los padres Misioneros del Espíritu Santo se trasladaron desde la iglesia de la Concepción, en el centro de la ciudad, a este nuevo desarrollo religioso.

  Realicé este proyecto con el arquitecto Carlos Mastretta, y fue construido por el despacho Quintana Fernández y Asociados. El cálculo estructural lo llevó a cabo el ingeniero Manuel Fernández Herrera.

  El conjunto se orientó de tal manera que diera la espalda a la avenida principal, la 43 Oriente, generando en el corazón de la manzana un atrio-jardín para el encuentro comunitario. Corrían los años posteriores al Concilio Vaticano II, y la construcción del templo se realizó desde 1968 hasta la fecha de su consagración, en 1975.

  El diseño de la planta representa la imagen de un feto en el seno materno, recubierto por el manto de la Virgen María. La cabeza es la nave de menor tamaño, que alberga el Sagrario, y el cuerpo (la nave grande) es la asamblea, que tiene una capacidad para ochocientas personas y posee un suave declive que genera una buena isóptica, en donde se llevan a cabo las celebraciones eucarísticas.

  En Puebla no existían precedentes de este tipo de disposición litúrgica pensados para favorecer la participación activa de los fieles, donde el altar se sitúa próximo a la asamblea. La cubierta está construida mediante vigas de concreto postensado que unen las envolventes una con otra, de manera que en planta se generan dos entradas. Los pilares de concreto se encuentran embebidos dentro de los muros de mármol de Tepeaca, de color rosa y labrados a manera de cantera.

  El presbiterio está iluminado por un vitral abstracto que une las dos convolutas y ambienta el espacio de manera extraordinaria, especialmente por la mañana, permitiendo a los fieles concentrar toda su atención en el altar.

  El éxito social y religioso de esta iglesia ha sido enorme. Su impacto en el tejido urbano y social es lo que la define y le da identidad; de tal forma que han pasado tres generaciones sin modificaciones sustanciales. Es una obra conservada por su comunidad.

Descentralización comercial: Plaza Dorada

Plaza Dorada fue el primer centro comercial, diseñado y construido por Quintana Fernández y Asociados. Se inauguró en 1979, y rápidamente se convirtió en un hito urbano al descentralizar el comercio del corazón de la ciudad, que entonces contaba con un millón de habitantes. Además, captó el comercio de fin de semana de muchas poblaciones vecinas que normalmente hacían sus compras en el Distrito Federal y, de camino, pasaban por Puebla.

  Plaza Dorada es un centro comercial de 25 000 m2, situado en el vértice de la Diagonal Díaz Ordaz (actualmente Mártires del 2 de Octubre) y el bulevar Héroes del 5 de Mayo. Fue constituido en régimen de condominio por cincuenta y dos empresarios poblanos, quienes instalaron tiendas ancla o comercios principales del conjunto. La idea era crear un espacio para los comerciantes que buscaban expandir su negocio. Plaza Dorada fue diseñada con un sentido y escala humana.

  El edificio se articula a través de un paseo comercial que se va transformando y articulando mediante plazas interiores a modo de espacios de convivencia y encuentro. Las siete plazas fueron diseñadas y construidas en homenaje a los diferentes materiales que se emplean en la construcción, pero, lamentablemente, ya no se encuentran ahí.

  La planta es simétrica con respecto a la línea central del proyecto, y en ambos extremos se encuentran bolsas de estacionamiento con fácil acceso desde los bulevares. La ejecución de la obra se realizó en un tiempo récord: de febrero a octubre de 1979.

  Actualmente, a pesar de sus transformaciones, sigue siendo un punto de referencia en la ciudad y mantiene su éxito comercial.

Descentralización de la recreación: Africam Safari

Africam Safari abrió sus puertas el 2 de abril de 1972. Fue el primer zoológico de Latinoamérica con animales en libertad y, desde entonces, es considerado un hito turístico para la ciudad. Se extiende a lo largo de 80 hectáreas, y el recorrido se puede hacer en automóvil, en los camiones del parque o hasta en bicicleta. Fue pensado para que los visitantes conocieran la vida de los animales y se concientizaran sobre la importancia de proteger y respetar la biodiversidad.

  Su fundador fue el capitán Carlos Camacho Espíritu quien, además de ser un visionario de los negocios, centró su vida en las aventuras. Sus viajes alrededor del mundo le inculcaron un gran amor por la flora y la fauna, así como un intenso compromiso con la naturaleza.

  Cuando regresó a Puebla concibió la idea de crear un zoológico público, seleccionando un terreno en Valsequillo en donde la vegetación y el paisaje son semiáridos, como en África, ya que empieza la mixteca poblana.

  Nuestro despacho participó en la primera etapa, y tiempo después Carlos nos llamó para codiseñar otros espacios que complementaran el conjunto. Para crear un proyecto de esa magnitud, utilizamos una estrategia de campo. La estrategia de diseño fue dibujar sobre un terreno abstracto un sistema que yo llamé de flor o de margarita, que consiste en trazar una serie de recorridos en formas curvas para regresar siempre al mismo lugar. Esto permite tener áreas, en forma de pétalos, para diferentes especies. Entonces, en poco terreno se pueden hacer unos recorridos inmensos.

  Además, existen recorridos a pie por el parque en los que el visitante puede apreciar otras especies más pequeñas de animales. El concepto fue proporcionar una experiencia a modo de aventura africana, de ahí que lo nombráramos Afri-Cam.

  Sobre el terreno, nuestro principal reto fue la topografía, pues presentaba importantes pendientes, de tal forma que tuvimos que estudiar la manera en que los autos, sin forzarse —ya que tienen que ir muy despacio—, pudieran hacer el recorrido sin problema.

  La ejecución del proyecto, desde el inicio del diseño hasta su construcción, discurrió bastante rápido, ya que el Capitán era muy dinámico. Fueron aproximadamente dos meses de conceptualización, bocetos y planos, aunque nosotros nos quedamos todavía dos años más diseñándole atractivos al parque; era una colección bastante ambiciosa.

  Intuimos el impacto social y turístico que este proyecto tendría para la ciudad y, al paso del tiempo, se ha convertido en un hito turístico de tipo internacional para Puebla. Pero lo que más me enorgullece es ver cómo el sueño de un hombre se ha convertido en algo tan exitoso, que la gente visita, disfruta y habla tanto de él. 

Descentralización del transporte: Central Camionera de Autobuses de Puebla (CAPU)

Puebla es la puerta de comunicación entre la Ciudad de México y el sureste del país, por lo que durante los años ochenta se agudizó la necesidad de construir una terminal de autobuses. El Centro Histórico padecía un enorme agobio por la centralización de servicios y el comercio ambulante apropiado de calles y banquetas, y se detectó que uno de los principales factores que estaba ocasionando su congestión era la existencia de terminales de autobuses: una por cada línea. Por tanto, urgía establecer una central de servicios convenientemente ubicada en el perímetro de la ciudad, que continuaba su crecimiento a pasos agigantados.

  Inmediatamente, la autoridad se dio a la tarea de crear una Central de Abastos y una Terminal de Autobuses, para lo cual se expropió un terreno idóneo hacia el poniente de la ciudad, cercano a la autopista Puebla-Veracruz, que alimentaba el mayor tránsito de autobuses que coincidían en el Centro Histórico.

  Para llevar a cabo el proyecto de la terminal de autobuses más grande de Latinoamérica — doscientos cuarenta andenes para cuarenta y cinco líneas de autobuses—, la empresa propietaria convocó a un concurso nacional de arquitectura. Nuestra propuesta resultó ganadora y fue escogida por ser un proyecto altamente funcional, estéticamente agradable y financieramente viable para nuestros clientes. También se valoró positivamente la amplia experiencia de nuestra empresa en el diseño y construcción de infraestructuras, así como su alto perfil de profesionalismo y de honestidad.

  El proyecto elude el esquema tradicional de terminales lineales. Pensábamos que en este tipo de proyectos lo fundamental era evitar los cruces de los autobuses entre sí y con los peatones, por lo que generamos dos herraduras concéntricas. La mayor de ellas se destinó a las salidas de pasajeros, y funciona a la vez como una gran envolvente y un sistema abierto que permite garantizar su crecimiento en el futuro. La herradura menor se destinó a las llegadas y, a través de un amplio y cómodo puente, logramos que el movimiento de los pasajeros quedara libre de accidentes.

  La construcción de la terminal, situada en una parcela de 13.7 hectáreas, comenzó en 1983, y la obra duró cinco años. El 5 de mayo de 1988, la Central de Autobuses Puebla (CAPU) fue inaugurada por el entonces presidente de la República, Miguel de la Madrid Hurtado, y por Mariano Piña Olaya, gobernador del estado de Puebla, en presencia de los dueños y directivos de las empresas asociadas. Cuenta con 47 800 m2 de edificación y 55 000 m2 de bandas de rodadura, avenidas internas, estacionamientos y áreas verdes, dando servicio a veintiocho empresas de transporte, que atendían cinco mil corridas diarias, con un flujo inicial de cincuenta mil pasajeros.

  La sala de público mide 100 metros de largo por 60 metros de ancho, y un puente peatonal de diez metros de ancho conecta las dársenas con esta sala, donde cada empresa tiene sus taquillas en planta baja y sus oficinas en planta alta. Cada una de las líneas tiene su propio andén y su sala de espera dentro de la misma herradura.

  La gran estructura que cubre la sala de público es, por su altura y forma geométrica, la parte arquitectónica más atractiva y vistosa, y la que le da carácter al edificio. El reto era importante, porque el claro a cubrir es muy grande. Diseñamos una solución basada en una sucesión de arcos tridimensionales articulados en tres puntos. El coceo —los empujes laterales— lo resolvimos con unos tensores que van de extremo a extremo y que resultan casi imperceptibles. Trabajamos en esta solución mucho tiempo, para ir decidiendo todos los detalles sobre las maquetas. Pienso que conseguimos una cubierta muy hermosa y resuelta para tener tomas de luz natural. Además, cuenta con un diseño novedoso de placas plegables de multipanel que permiten, por su propia geometría, tomar luz lateral y cenital. De este modo, es posible prescindir durante el día de la iluminación artificial, asumiendo criterios de sostenibilidad.

  Lo mismo ocurrió con el aire, ya que la orientación de la terminal coincide con el sentido de los vientos dominantes en la ciudad. Al separar las fachadas frontal y posterior del edificio —que son de vidrio sobre estructuras verticales tridimensionales— de la estructura principal, se pudo utilizar el libre flujo del viento para generar la ventilación requerida.

  Este conjunto urbano arquitectónico fue trascendental en la descentralización de los transportes en Puebla, y ha dado servicio a la ciudad y a la región durante cuarenta años.

  De esta forma es como Puebla respondió a los grandes retos que iban surgiendo en los años sesenta a ochenta. Por ello, las obras mencionadas, y otras más que aún podemos apreciar en la ciudad, deberían ser catalogadas patrimonio del siglo XX, para que sean salvaguardadas y protegidas adecuadamente, pasando a ser herencia y responsabilidad de las nuevas generaciones.


Sobre el autor

Catedrático fundador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) de cuya Facultad de Arquitectura fue director por 20 años y cofundador de las dos primeras maestrías de arquitectura en Puebla. Se desempeñó como Presidente de la Academia Nacional de Arquitectura, Capítulo Puebla (2014 al 2023) además de ser ganador de la Gran Medalla de Plata de la Bienal del año 2002 por el Edificio Ficus y en el 2016 por la Capilla UPAEP; asimismo, participó en el desarrollo de proyectos como el Rescate Integral del Barrio de Santiago, Africam Safari, Central de Autobuses CAPU, Centro Comercial "Plaza Dorada", Templo de Huexotitla, entre otros.