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Dossier

De armonía, consonancias y erudición: la armonía de las esferas en la Ciudad de los Ángeles

Fabián Valdivia Pérez

La Capilla del Rosario del antiguo convento de Santo Domingo en la Ciudad de los Ángeles (Puebla, México) fue consagrada el 16 de abril de 1690. Los actos públicos y sermones para celebrar la apertura de la capilla, así como la descripción simbólica del edificio, fueron impresos meses después de la consagración, en un volumen titulado Octava Maravilla del Nuevo Mundo¹.

    Esta obra es el resultado de una comunidad interesada en evitar que las palabras y hechos ocurridos en torno a tan importante fábrica fueran borrados por el tiempo y ceder su valor ante el olvido. Además de mostrar el orgullo de la Orden de Predicadores por la construcción de tan inigualable obra a través de profundas reflexiones eruditas que encontraron en la descripción y los ocho sermones presentados el camino para su trascendencia en la Puebla Virreinal, misma que hoy confirmamos con la lectura de cada uno de ellos.

   El día de la consagración fue predicado el primer sermón por el Dr. Diego Victoria Salazar, canónigo de la Catedral al que se hace alusión en las aprobaciones a través del ingenio en el manejo de las palabras por parte de los autores, para velar su apellido:

Bien que siendo los días de los Sermones ocho, en el primero que dió principio à los siete siguientes, resplandeciò la estrella del Norte de San Pedro, de cuyo primer predicador se puede dezir lo q del otro que vio San Juan: Et exivit vincens (salió victorioso, para vencer); porque aun antes de haver logrado el vencimiento se llevaba ya con sigo en su nombre, y muy decantada la victoria².

 

Giganteos sus talentos se presentaron à la palestra valerosos, y usando Religiosos de la subtileza de sus ingenios, consiguieron al primer encuentro la VICTORIA: pues capitaneó el entendido exercito quien se trae en su nombre estos privilegios, en ninguno se venera con mas propiedad esta convivencia […] pues donde el Señor Magistral Victoria capitanea, ai es donde se reconoçe el triunpho³.

 

Fray Juan Amphoso en su parecer, vuelve a ocultar el apellido del canónigo Salazar:

 

De haver de cantar en la cithara tan ajustada à los misterios del Rosario no cantara victoria el que no rozara sus cuerdas al compas de tan elevados conceptos. El q yo e podido formar de los siete q tocan a mi veneración mas que ami censura es: que siendo, como dice el Doctor Angelico, la fabrica del mundo un libro de canto en que sirven de líneas los elementos, y de solfa todas las criaturas desde las máximas à las mas mínimas, esta Capilla puede serlo de música por la admirable correspondencia, y proporción con que se ajustan tanto como â su clave los arcos; a su connatural número, y medida la architectura, á sus propiedades los símbolos⁴.

 

La relación de la cítara, como instrumento de cuerdas tocado por Apolo, con los sermones posteriores al de Victoria Salazar, reaparece cuando en la descripción se hace referencia a que fue posible escribir más sermones por la existencia de personas capaces de hacerlos en la ciudad, así que “no hubieran hecho tan célebres los demás días en que tocó la Religión la cítara de un orden, pero de siete bien templadas voces émulas de las que en plectro de oro pulsa Apolo en los números y consonancia de los Planetas”⁵.

    La correspondencia entre los siete sermones y los cuerpos celestes que se les daba el nombre de planetas para ese momento (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Sol y la Tierra) era de lo más natural por la definición bíblica de que la obra divina fue dispuesta con medida, número y peso⁶: “Y que fuesen, siete estas estrellas, como los siete Planetas que componen los siete días de la semana, correspondiéndole a cada uno, uno, dase a discurrir, sin dejar por eso de pensar que eran estrellas todas las del firmamento”⁷.

     A través de estas referencias podemos inferir que el primer sermón es el plectro que hará que los siete sermones restantes puedan generar sus sonidos. Esta relación entre planetas y música no era un tema desconocido para la época. Desde el mundo clásico, a partir de textos platónicos, se construyó el concepto de armonía de las esferas, entendido como una relación cósmica que vinculaba la estructura de los cuerpos celestes con elementos terrenales por la existencia de una esencia que los une y que se estructura a través de armonía musical. Las facultades del intelecto, la imaginación y la intuición permiten conocer esa armonía universal⁸.

   El polígrafo jesuita Athanasius Kircher, conocido en la Nueva España y en la ciudad de los Ángeles, escribió que:

 

La Sagrada Escritura y todos los teólogos y filósofos coinciden en que existe alguna concordancia armoniosa en los cuerpos celestes […] de infinita belleza[…] En la medida en que puede ser comprendida por la debilidad de nuestro entendimiento humano y la oscuridad de nuestros ojos mentales, no debe ser entendida como el impacto sensible de los cuerpos celestes, sino solamente en su admirable disposición y en la proporción inefable que los une. Pues estos cuerpos celestes están tan unidos uno a otro, que si uno se moviera o cambiará, la armonía de todo se echaría a perder⁹.

 

Esta armonía del todo, que no era ajena al pensamiento de la época, es a la que se va a referir fray Manuel Joseph de Villegas:

 

Cada Reverendissimo Padre Maestro lució como solo, y todos como cada uno, y cada qual como todos. Fuera imposible celebrarlos, si no huviera esta identidad de luçes entre sus P. P. M. R. R. […] No se conoçe ventaja entre todos, aunque todos son tan aventajados entre sí. Se multiplicò vno en siete, para que todos siete fuesen como vno solo. No tienen los rayos de estos Soles mas que muchas luçes de conceptos, donde pueden aprender â lucir muchos ingenios: la doctrina es tan pura como el Sol¹⁰.

 

En la Musurgia Universalis, el jesuita alemán, avecindado en Roma, presentó las complejas y variadas concepciones en torno a la música que van desde lo físico hasta lo metafísico. A lo largo de más de mil páginas, esta amplia obra en dos tomos nos permite conocer las preocupaciones y reflexiones de Kircher sobre los principios físicos de la acústica y las propiedades matemáticas de la música y el sonido, el registro y explicación de fenómenos naturales como el eco, sus conclusiones en torno a la anatomía de animales y humanos que permiten generar sonidos, así como una completa descripción y análisis de instrumentos musicales de la época. Sin embargo, las relaciones que Kircher construye entre la armonía musical, la estructura del cosmos y la obra de Dios son fundamentales para acercarnos a la mente de este polígrafo.

    Para Kircher la música tiene:

 

El maravilloso poder […] para despertar las emociones […] Por tanto, cuando escuchamos una armonía perfectamente elaborada o una melodía muy hermosa, sentimos una especie de cosquilleo en nuestras fibras sensibles, como si fuéramos agarrados y absorbidos por la emoción¹¹.

 

En la aprobación de Manuel Joseph Villegas, citada en los párrafos precedentes, el tema de la luz como elemento de armonía y de diversidad en la unidad pareciera un eco de las ideas de Kircher cuando se refiera al sol:

 

Ejerce el imperio en esta economía planetaria que le está sometida, como el director de un coro que pone a todos sus miembros en armonía con el pleito de sus rayos¹².

 

Incluso, la idea de armonía y orden ligados a la unidad que leemos en la frase de Villegas “No sé conoçe ventaja entre todos, aunque todos son tan aventajados entre sí” cobra un sentido más amplio cuando leemos en Kircher que:

 

La música celestial, al igual que la música artificial muestra una mezcla de disonancias y consonancias. Comprenderás pues, que los planetas estén colocados de tal modo que si solo uno se moviera más allá de sus límites determinados, o de su intervalo armónico, toda la armonía quedaría con ello destruida¹³.

 

Así, la concepción que encontramos en la Octava Maravilla de los siete sermones posteriores al primero del 16 de abril de 1690, como estrellas con brillo propio es que funcionan de manera particular pero articulados como un todo ordenado que proyectan la armonía cósmica en sus contenidos y la propia “Capilla puede serlo de música por la admirable correspondencia”.

    La Musurgia de Kircher circulaba en Puebla desde años antes de la consagración de la Capilla del Rosario. Esto lo sabemos porque en una carta fechada el 2 de febrero de 1661, el angelopolitano Alejandro Favián le escribía a Athanasius Kircher que el rector del Colegio del Espíritu Santo, el jesuita Francisco Ximénez, le había dado a conocer algunos de los libros le había enviado:

 

Cuando, de muy breve tiempo, yendo a decir misa al dicho Colegio del Espíritu Santo, como siempre, me dio noticia el padre Francisco Ximénez de los libros, por ser como lo es muy mi amigo, que Vuestra Reverencia le había enviado el primero que me puso en las manos fue el que yo había soñado, que es el de la Musurgia universal¹⁴.

 

Más adelante, Favián le informa que le envía doscientos cincuenta reales para que le compre y envíe algunas obras, entre ellas el Mundus subterraneus del propio Kircher y “sobre todos, la Musurgia universalis”. El 20 de abril de 1667, Alejandro Favián le escribe a Kircher:


Recibí, junto con las amabilísimas cartas de Vuestra Reverencia, el Oedipus Aegyptiacus, la Musurgia, el Iter exstaticum y el Liber de peste; doy, en la manera más grande que puedo, las máximas acciones de gracias por tan grande y preclaro regalo¹⁵.

 

Si bien, no podemos asegurar que los ejemplares de la Musurgia pertenecientes a Francisco Ximénez y a Alejandro Favián pudieron ser consultados por los autores dominicos de los sermones de la Octava Maravilla, lo que sí es claro es que las ideas en torno a la música y a la armonía del universo eran ideas que circularon entre las comunidades eruditas angelopolitanas, mismas que quedaron plasmadas en la memoria impresa de obras como la Octava y en los registros epistolares como los presentados.

 

Sobre el autor

Fabián Valdivia Pérez. Ha sido investigador, conferencista y curador de exposiciones que acercan al público a la cultura del libro antiguo. Es gestor de proyectos que vinculan el turismo y el patrimonio a través de estrategias para su puesta en valor. Actualmente dirige el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla.

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  1. OCTAVA MARAVILLA DEL NUEVO MUNDO EN LA GRAN CAPILLA DEL ROSARIO DEDICADA Y aplaudida en el Convento de N. P. S. Domingo de la Ciudad de los Ángeles. El día 16, del Mes de Abril de 1690. AL ILLUSmo y REV.mo al ilustrísimo y reverendísimo SEÑOR D. D. MANVEL FERNANDEZ de SANTA CRVZ Obispo de la Puebla del Consejo de su Majestad (Puebla: en la Imprenta Plantiniana de Diego Fernandez de Leon, 1690). La Biblioteca Palafoxiana conserva un ejemplar que tiene el ex libris del obispo Francisco Pablo Vázquez. Número de localización: 17147.
  2. Joseph Gómez de la Parra, “Aprobación”, s.p.
  3. Manuel Joseph Villegas, “Aprobación”, s.p.
  4. Juan Amphoso, “Parecer del M. R. P. M. Fr. Juan Amphoso Vicario de la Casa de Doctrina de Gueguetlan” en Octava Maravilla del Nuevo Mundo, s.p.
  5. Octava Maravilla del Nuevo Mundo, 33.
  6. Sabiduría, 11, 20.
  7. Joseph Gómez de la Parra, “Aprobación”, s.p.
  8. Una completa compilación razonada de textos de diferentes épocas que permiten acercarse a este tema se puede ver en: Armonía de las esferas, Introducción y edición de Joscelyn Godwin (Girona: Atalanta, 2009).
  9. Armonía de las esferas, 341-342. Godwin presenta la traducción de una parte del libro de Athanasius Kircher, Musurgia Universalis, impreso en Roma en 1650. La Biblioteca Palafoxiana conserva t.1 (R956) y t.2 (29917, 29918).
  10. Manuel Joseph Villegas, “Aprobación”, s.p.
  11. Armonía de las esferas, 332-333.
  12. Armonía de las esferas, 342.
  13. Armonía de las esferas, 346.
  14. Ignacio Osorio Romero, La luz imaginaria. Epistolario de Atanasio Kircher con los novohispanos (México: UNAM, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 1993), 9.
  15. La luz imaginaria, 133.