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Dossier

El Zócalo de la Cuatro Veces Heroica Puebla de Zaragoza, México

Carlos Montero Pantoja

El Zócalo es el lugar central de la vida cotidiana de los poblanos, tanto que en la Zona Metropolitana coloquialmente se le llama "el Centro" porque, urbanísticamente, es el componente más importante de la ciudad, ya que concentra los poderes civil y religioso, así como los servicios turísticos, culturales y recreativos.

   Del Zócalo parten celebraciones religiosas como las procesiones de Semana Santa. Aquí es el sitio de los lustradores de calzado, de los vendedores de globos. Es el espacio de las personas que se encuentran para platicar y leer el periódico. Aquí se pasean las palomas que huyen de los niños que las persiguen. Es el punto de encuentro de los estudiantes de todos los niveles; el lugar de la primera cita, del inicio de una amistad: el lugar de referencia por antonomasia.

  En cualquier Zócalo suceden los actos políticos, económicos, ideológicos, culturales y sociales relevantes de la nación, el territorio o la ciudad. Aquí se congregan los políticos aspirantes y también ahí validan su triunfo. Es el punto final de las protestas de los universitarios, los trabajadores, los comerciantes, las amas de casa, el ciudadano común.

    Es el espacio que captó la esencia renacentista de los romanos: el foro donde las personas pueden expresarse con toda libertad, sin acciones punitivas. De aquí nacen las calles que conforman el tejido urbano y se prolongan a la periferia; se conectan con las arterias principales, las carreteras, las autopistas, los lugares de la ciudad, los centros comerciales, los parques, las zonas habitacionales.

   El Zócalo, con su respectivo entorno, es el lugar de las representaciones de la tecnología, la moda urbano-arquitectónica, el arte, la ciencia y de la práctica social del día a día. Para ello, en cada momento histórico se intervienen los portales, los andadores, la vegetación, la jardinería, el mobiliario urbano, los monumentos conmemorativos específicos y los pavimentos.

    Esta plaza céntrica está rodeada por cuatro edificios que, de manera popular, se piensa que están orientados con los cuatro puntos cardinales; pero, en realidad, el tejido urbano está desviado del norte 19º 17”. Justamente en esa dirección se encuentra la manzana del Palacio Municipal, el pasaje y lo que aún queda de la alhóndiga. Este último inmueble ya no tiene ese uso, pero es ocupado por hoteles, tiendas y servicios turísticos.

    En ese bloque, los edificios están alineados al Portal del Ayuntamiento, el cual antes estaba dividido en dos partes: Portal de los Chileros, en el tramo poniente, y Portal del Palacio, en el tramo oriente. Hoy, ambos segmentos llevan el nombre de Portal Miguel Hidalgo.

   Al sur está la Catedral de estilo herreriano; en la antigüedad, su cementerio colindaba con la plaza. Al oriente y poniente se ubican edificios que fueron de habitación, pero que hoy están destinados a servicios turísticos y restaurantes. Aunque ahora se les conoce como Portal Morelos y Portal Juárez, antes eran llamados de Flores y de Borja, respectivamente.

 

Plano de la plaza de la ciudad de Puebla con la ubicación de cajones o puestos de ropa y víveres; limita al norte con el Portal de Chileros; al sur, con el cementerio de la Catedral; al este, con el Portal de Flores, y al oeste, con el Portal de Borja. Autor: Juan Antonio de Santa María, 1814, junio 18, Puebla, Puebla. AGAP, Expedientes, Mercados 86, 15f., Plano, Escala 40 Varas. Tamaño: 31 x 49.

 

     Estos tramos también han sido testigos de la agitación social. Cada 8 de marzo, a través de pintas y grafitis en paredes, vidrieras y cortinas, las poblanas protestan y muestran su desavenencia con las autoridades y el sistema patriarcal. Sus exigencias por terminar con la violencia de género y agilizar la búsqueda de mujeres desaparecidas, entre otras demandas, son atestiguadas por los paramentos del Zócalo y sus monumentos.

 Además, esta plaza ostenta de manera itinerante muestras de arte contemporáneo. Las más reciente son las esculturas “Tú” y la “Caja táctil” de José Rivelino Moreno Valle. La primera de éstas se ubicó entre el Palacio Municipal y la fuente de San Miguel, recién restaurada. La segunda, entre la fuente y la Catedral.

   Pero también hay piezas fijas como la de Jan Hendrix. Esta escultura está ubicada en el extremo oriente y desplazó a la maqueta del Centro Histórico, la cual se encontraba antes en la acera, frente al Ayuntamiento. En el lado contrario, el poniente, fue colocada la escultura de Ángeles Espinosa Rugarcía, benefactora de la ciudad. Ambas fueron puestas simétricamente al considerar como punto de referencia la fuente. Estos son los monumentos más recientes.

   En la tercera década del siglo XX fueron colocadas las cuatro musas que hoy lucen en las esquinas de las áreas con jardín. Su estilo es griego y fueron donadas por las colonias de extranjeros que habitan en Puebla. De años previos a estos monumentos son los macetones o florones puestos sobre pedestales. Asimismo, en el andador transversal, están el asta bandera y, junto, una placa de la convención UNESCO relativa a la inscripción de Puebla en la Lista del Patrimonio Mundial.


Foto de la Plaza y el Portal de Borja. AGAP

 

   No obstante, esta plaza también ha tenido cambios significativos en tiempos anteriores a esos. El más importante es el que le dio la imagen actual a la ciudad: ocurrió en los años sesenta con motivo de la conmemoración del centenario de la victoria contra los franceses. Por la envergadura de la celebración, se realizaron varios proyectos que articularon la ciudad del presente con la autopista y varios bulevares.

    En el caso del centro, de esta etapa destacan la reconstrucción del Parián y el nuevo Barrio del Artista. Desde luego, también se estableció la forma y el contenido del Zócalo como hoy se conoce: desapareció el kiosco —obra del arquitecto Eduardo Tamariz— del punto central, para colocar allí la fuente de San Miguel que regresó de la plazuela de “Las Garzas”. Además, a la plancha se le colocó piso de piedra de Santo Tomás.

    De igual manera, la plaza quedó rodeada de calles perfectamente figuradas para los autos, ya que era moda, hasta los años setenta, que se estacionaran ahí los pocos coches que había en la ciudad, al grado de convertirse en el lugar de exhibición de los vehículos que pertenecían a las familias pudientes. Al mismo tiempo, el entorno se comenzó a llenar de hoteles y restaurantes.

    Durante las primeras décadas del siglo XX, se sentía todavía el eclecticismo del siglo XIX. En ese entonces, es dominante el kiosco central, así como las fuentes en los extremos oriente y poniente. Alrededor dominan los nuevos edificios del Palacio Municipal, obra de Charles Hall; el Banco Oriental (Salón de Protocolos del Gobierno del Estado) y otras pequeñas construcciones de servicios, entre ellas, bombas de gasolina y paradas de tranvías. En el Teatro de la Ciudad —antes Teatro Guerrero— se habilitó el cine; asimismo, se construyó el nuevo Palacio del Ayuntamiento junto con el pasaje, el cual se convirtió en el lugar comercial de moda. Por ejemplo, allí en la antigua alhóndiga, surgió el “Caballero Elegante”. Por otra parte, en la esquina noroeste, se levantó el Casino Español y en la noreste, el Banco Oriental, enfrente el Hotel del Portal; en la sureste estuvo el Hotel Francés.

 

Foto del Kiosco. AGAP

 

La imagen del Zócalo y del entorno durante la segunda mitad del siglo XIX

 

En este tiempo, la plaza ya era independiente de la catedral que, por efecto de las Leyes de Reforma, estaba dividida por un enverjado que la separó de la plaza y la calle. En la manzana del Ayuntamiento existía el edificio virreinal del palacio, de dos pisos con arcadas y balcones.

    En cuanto a la presencia ciudadana, el Zócalo se liberó de vendedores, quienes fueron reubicados en lo que más tarde fue el mercado Guadalupe Victoria; a la fecha, sólo se conserva el comercio en las alacenas de los portales. La superficie continúa siendo ajardinada con vegetación arbórea, pero contaba con figuras de animales y andadores, primero en curvas y luego en diagonal como se ven en la actualidad. Se agregaron más fuentes, probablemente de hierro colado y fundidas en Panzacola; también las farolas llamadas “dragones” con luz eléctrica, más las bancas metálicas. Todo lo metálico era pintado en color oro o plata.

     Los últimos años del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, la situación de la ciudad fue inestable por el movimiento de Independencia. Por esta situación, se llamaba “Plaza de Armas”. Es probable que de esta época proceda el nombre de “Zócalo”, debido al intento de construir una estatua ecuestre como en la Ciudad de México con “El Caballito”.

    Había actividades comerciales diversas, por lo que desde ese entonces ya se anunciaba la reubicación de los comerciantes en la Plazuela de los Gallos, que era la porción poniente del convento de Santo Domingo.

    Antes, durante el periodo virreinal, en la plaza estuvo la Picota, aunque pocos años: era una pila de agua para uso de los vecinos que muy pronto se convirtió en fuente con el mismo uso. Aquí se reunían los serenos, encargados del alumbrado público, para acudir a encender, cuidar y apagar los faroles que alumbraban la ciudad.

    También ahí se realizaban ceremonias cívicas, se encontraban los miembros de los cabildos civil y/o religioso para acudir a los actos conjuntos o actividades programadas fuera de los edificios. De igual manera, fueron importantes las corridas de toros en esta plaza. Desde luego, el comercio fue parte sustantiva, al grado de que se consolidara allí el mercado formal con cajones o xacales. Al área del mercado se le llamaba “Baratillo del Algodón” y luego el Parián. Este Parián fue reubicado, al finalizar el siglo XVIII, en el sitio en donde hoy está.

    De manera previa, la plaza virreinal de la fundación tuvo dos momentos: 1531 y 1535. La Ciudad de los Ángeles pertenecía a la Diócesis de Tlaxcala, cuya cabeza estaba en la ciudad del mismo nombre. Por ese motivo la plaza de la fundación (1531) tuvo en sus primeros años un pequeño templo en la manzana del poniente. Muy pronto se decidió que la diócesis estuviera en Puebla (1535).

    Asimismo, se reconfiguró la distribución de la primera plaza para quedar como hoy se conoce: desapareció el templo del Portal de Borja y se designaron las dos manzanas del sur para uso de la diócesis. En la cuadra inmediata se construyó la Catedral, la cual quedó enfrente de la audiencia o Ayuntamiento y, en la otra, los colegios tridentinos. 

    En su sentido original, el Zócalo se entiende como un lugar ancho y espacioso dentro del poblado, donde se venden los mantenimientos y se tiene trato común de los vecinos; donde se celebran ferias, mercados y fiestas públicas. También es llamado lonja, un lugar público, espacioso y amplio para mercaderes y comerciantes. Por tanto, su naturaleza es comercial, referente y punto de encuentro de los ciudadanos: es la representación material e inmaterial de la identidad local.

 

Plano de la plaza con los locales distribuidos en su entorno. AGAP

 

Sobre el autor

Carlos Montero Pantoja. Profesor-investigador del ICSyH “Alfonso Vélez Pliego” de la BUAP. Doctor en Arquitectura y Urbanismo por la Universidad de Valladolid, España, 1997. Participó en el diseño del Modelo de Intervención para el Centro Histórico de Puebla. Sendas y Espacios de Encuentro, 2008-2011, con el cual Puebla obtuvo dos premios Vivir Mejor. Puebla lo ha considerado Poblano Distinguido, le ha entregado la Cédula Real en dos ocasiones (2011 y 2016), y en 2016 recibió el Premio Municipal de Investigación Histórica Hugo Leicht.