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Mi historia en el Centro Histórico de la ciudad de Puebla

Demetrio Xolocotzi. De la imagen en textiles a la imagen en papel fotográfico

Julieta Castañeda Castellanos

Demetrio Xolocotzi. 2022. Foto de Diana Teresa Pérez Cortez y Alejandro Morales García

 

Son muchas las miradas que se han posado en la belleza del Centro Histórico de Puebla para fotografiarla y en esta ocasión te contaremos la historia detrás de una de ellas.

  Demetrio Xolocotzi, originario de San Bernardino Contla, Tlaxcala, es un fotógrafo que se ha dedicado a retratar a miles de personas en el Centro Histórico y sus alrededores a lo largo de más de 52 años.

    En un principio, la fotografía no fue lo primero que llegó a la vida de Demetrio. Desde muy joven, aprendió a trabajar los telares de madera y producía los sarapes que le dieron fama a su ciudad natal, mismos que se distinguen por sus figuras y patrones. Con su conocimiento y experiencia en técnicas artesanales de tejido, decidió buscar una nueva labor en Puebla en 1948, ya que en esa época, la ciudad contaba con una próspera industria textil y las fábricas ofrecían numerosas oportunidades de trabajo para poder cubrir la demanda que sus productos tenían en varias regiones del país.

    Fue así como Demetrio se estableció en la ciudad de Puebla y trabajó durante muchos años en diferentes fábricas como la de San Juan Amandi, La Violeta y en Fénix Mex, especializándose como tejedor, canillero y supervisor al frente de las batientes de maquinarias textiles. Cuando llegó la llamada decadencia de la industria textil en 1970, y la mayoría de las fábricas cerraron por no querer modernizarse, Demetrio se quedó sin trabajo y decidió empezar a buscar otra formas para llevar sustento a su casa.

    Un día, caminando por el Centro Histórico de Puebla, se encontró con un amigo que se dedicaba a tomar fotografías en los eventos sociales que se daban lugar en diferentes partes de la ciudad, quien le ofreció aprender el oficio de la fotografía. Demetrio aceptó y lo acompañó durante un mes a todo tipo de celebraciones en salones de fiestas, iglesias y escuelas. En este periodo, no sólo aprendió a manejar las velocidades, la temperatura de color y la apertura del lente de la cámara, sino también se enamoró del proceso de documentar en un instante los momentos más significativos de la vida social poblana.

  Con el dinero que obtuvo en esa corta pero formativa temporada, logró comprarse sus primeras cámaras: una Retina y una Polaroid. Así, con su equipo en mano, empezó su trabajo como fotógrafo en espacios públicos, retratando a las personas que asistían a fiestas patronales, así como a las familias que visitaban parques y plazas, principalmente a quienes recurrían al Zócalo de Puebla.

    Aunque tiempo después obtuvo un nuevo trabajo en una fábrica textil, no dejó de ser fotógrafo, y después de su jornada laboral, salía a recorrer las calles del Centro Histórico.

    A pesar de la llegada de su jubilación en 1992 Demetrio no dio descanso a su mirada, y desde ese momento, se ha dedicado de tiempo completo a la fotografía, tanto a la análoga como a la digital. Su trabajo ha sido reconocido por distintos medios locales, nacionales y extranjeros, quienes lo han promocionado y, como resultado, turistas de todas las partes de la República mexicana, viajan a la Angelópolis para conocerlo.

    Si se entienden y se expanden los procesos técnicos, las cualidades y resultados estéticos tanto de la industria textil como la de la fotografía, podemos ver que Demetrio siempre estuvo destinado a comunicarse con el mundo a través de la imagen, ya sea con los diversos hilos y fibras utilizados en el tejido textil, así como con la luz, cuyos filamentos son registrados por su cámara fotográfica.

    Hasta el día de hoy, Demetrio sigue capturando instantes en el Centro Histórico para eternizarlos mediante la fotografía. Todos los días, desde las entradas de la Catedral de Puebla, espera paciente a todo tipo de visitantes para ofrecer sus servicios como fotógrafo, así como para saludar de la forma más gentil a todos quienes lo reconocemos al pasar a su lado.