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Enfoque al patrimonio

Zona Arquerológica de la Resurrección la Manzanilla

#PreservemosLasZonasArqueológicas

Lorenzo Ernesto Manzano Mendez

Detalle del sitio arqueológico de La Manzanilla. 2021. Foto de Edgar Esaú sales Broca Detalle del sitio arqueológico de La Manzanilla. 2021. Foto de Edgar Esaú sales Broca

La Junta Auxiliar de la Resurrección está situada en el Municipio de Puebla, a 2,344 metros de altitud. Dentro de todos los pueblos del municipio, ocupa el número 4 en cuanto a número de habitantes, con un total de 10,536.

Puebla posee un patrimonio cultural a lo largo y ancho de su territorio, y existen muchos lugares arqueológicos que ni los propios poblanos conocen. Uno de ellos es la zona arqueológica “Manzanilla”. Las ruinas prehispánicas del ex bosque de Manzanilla, que están ubicadas al noreste de Puebla capital, constituyen un importante legado patrimonial que, lamentablemente, ha sido totalmente devorado por el crecimiento urbano, relegado al olvido y abandono. La zona arqueológica se sitúa a 5 kilómetros de la capital poblana, sobre la carretera que va a las Juntas Auxiliares de La Resurrección y San Miguel Canoa. Geográficamente, esta zona forma parte de las laderas del volcán Metlalcueyatl, mejor conocido como la Malinche.

Se sabe que las ruinas formaban parte de una antigua propiedad conocida como ex hacienda Manzanilla. El yacimiento arqueológico se encuentra dividido en tres zonas principales: el Cerro del Marqués (periodo Preclásico), el parque de Manzanilla (periodo Clásico) y la Hacienda de San Diego Manzanilla (periodo Clásico Tardío y Posclásico).

Vista aérea del juego de pelota de La Manzanilla. 2021. Foto de Jorge Román Meléndez.

En el área Cerro del Marqués se encuentran tres agrupamientos de vestigios arqueológicos, de los cuales, destacan tres pirámides, construidas en el periodo Preclásico (2500 a.C. a 200 d.C.). Hasta el año 1964 estas pirámides se encontraban en buenas condiciones arquitectónicas. Posteriormente, las edificaciones han sufrido deterioros notables, causados fundamentalmente por la acción humana. Una de las pirámides se erige sobre la cima del cerro, las otras dos contienen terrazas aun revestidas de piedra.

La Hacienda de San Diego Manzanilla tiene los vestigios de 15 o 16 pirámides, prácticamente destruidas, las cuales han sufrido, lamentablemente, saqueos sucesivos en diferentes épocas. Existen también ruinas de un juego de pelota. Estas edificaciones pertenecen a los periodos Clásico (200 a 900 d.C.) y Postclásico (900 a 1500 d.C.). En 1965 el juego de pelota fue intervenido para su reconstrucción, razón por la cual actualmente es el edificio mejor conservado de todo el yacimiento.

En la época posterior al virreinato, se erigió en este lugar la hacienda dedicada a la explotación agrícola (que aportó la denominación actual del sitio), cuyo funcionamiento afectó, en gran medida, el estado físico de los vestigios que integran este yacimiento. De acuerdo con los estudiosos, parece ser que este sitio estuvo vinculado a la misma cultura que construyó Teotihuacán durante el periodo Preclásico, entre los años 2500 a.C. al 200 d.C, y tuvo su máximo esplendor durante el periodo Clásico Temprano. El área de ocupación abarca parte de las estribaciones del volcán “La Malinche”, donde originalmente abundaba la vegetación de pino y oyamel. En forma general, se pueden distinguir de 14 a 16 pirámides, y algunas otras estructuras, donde se aprecia la técnica constructiva a base de rocas de canto rodado o piedras de río.

Aunque los vecinos han intentado recuperar los vestigios de esta zona ubicada en la capital poblana, y a pesar de existir una construcción de “juego de pelota”, tal vez uno de los primeros en Mesoamérica, las autoridades de los tres órdenes de gobierno dejaron en el olvido estos vestigios. Entre las casas se localiza un terreno que al parecer tuvo mucha abundancia en la antigüedad, cuando eran prósperas las culturas mesoamericanas. Aquí, en medio de la mancha urbana, sobresalen los montículos y lo que podría ser el primer juego de pelota de dichas civilizaciones. Sin importar el legado histórico y cultural, actualmente la zona se ha convertido en un basurero.

La maleza se apoderó de las partes expuestas de este asentamiento, el cual fue descubierto desde principios del siglo XX. Aquella zona, que incluía varias hectáreas, fue reducida a un terreno en el que aún se conservan unos cuantos montículos y el juego de pelota; lo demás fue saqueado por gobiernos y los mismos pobladores.

Desde hace tiempo, la estructura que quedó de la época prehispánica dejó de ser valorada por los vecinos, y sólo un grupo reducido apoya económicamente para el mantenimiento del parque donde se ubica esta pequeña edificación. La zona arqueológica de la Junta Auxiliar de la Resurrección está grafiteada, abandonada, y es utilizada como basurero; los mismos habitantes le dan mantenimiento, pero no es suficiente ni adecuado para lo que se requiere.

Preservar las zonas arqueológicas es una tarea de todos. No debemos dejar en el olvido el legado de grandes culturas que enseñaron, generación tras generación, la importancia de respetar la naturaleza y todo lo que nos rodea. Su grandeza se ve representada en la cosmovisión que alimentó la esencia de cada una de las construcciones que aún se conservan, a pesar de la indiferencia a nuestra historia. No son solo ruinas que han sido dejadas el olvido, es nuestro pasado, nuestra esencia; es un encuentro con nuestra propia identidad, parte fundamental de nuestra cultura como mexicanos.