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ENFOǪUE AL PATRIMONIO

Sitio arqueológico de Amalucan

Juan Gustavo Juárez Lindoro¹

En el nororiente de la ciudad de Puebla hay un gran centro ceremonial milenario, el cual en otro tiempo fue una de las urbes más desarrolladas del Altiplano Central. Este lugar es el sitio arqueológico de Amalucan. Si bien actualmente la gran mancha urbana lo tiene rodeado, en su momento llegó a tener un área de influencia de 19,500 km2.

Amalucan, “lugar que se encuentra a un lado del agua”, tomó el nombre de la ex-Hacienda de San Juan Amalucan, ubicada al oriente del cerro del mismo nombre. Lamentablemente no conocemos el nombre original que pudo haber tenido. Lo que sí sabemos es que algunos grupos humanos se asentaron en la zona durante el periodo conocido como Formativo,² caracterizado por la consolidación de la primera gran revolución de la historia humana al desarrollar la agricultura.

 

El Altiplano Central durante el periodo Formativo

Los pueblos del Formativo se establecieron en aldeas permanentes, casi siempre cercanas a ríos y lagunas, donde dispusieron sus casas en partes elevadas con diversos materiales perecederos como troncos, paja y lodo. Estos grupos subsistieron principalmente de la agricultura, en un principio de temporal, aprovechando la existencia de ríos y lagos, más tarde utilizaron las técnicas de roza y, finalmente, el cultivo en terrazas.

 

Panorámica desde el cerro de Amalucan. 1969. Melvin Fowler.

 

El trabajo agrícola se centró en el cultivo del maíz, frijol y calabaza, pero conservaron la caza, la pesca y la recolección. En estos territorios no existieron las condiciones para desarrollar la ganadería, por consiguiente, la carne se conseguía, únicamente, mediante la caza. Se logró disponer de algunos animales como patos, tlacuaches, jabalíes, conejos, venados, guajolotes y tejones; así como peces, ranas, acociles y ajolotes, obtenidos mediante la pesca. También fueron importantes los nopales, tunas, tubérculos, miel, y frutos silvestres, obtenidos por la recolección.

Desde esa época se practicó el comercio, en un principio a base de trueque entre pueblos vecinos, pero más tarde se produjo un intenso intercambio entre pueblos de diversas regiones mesoamericanas. Socialmente existió una cierta división de labores: mientras los hombres se encargaron del trabajo agrícola, la pesca, la construcción y alfarería; las mujeres se ocuparon de cuidar a los niños, preparar los alimentos, ayudar en la recolección y fabricar artesanías.

En los primeros momentos de la sociedad Preclásica no había grandes distinciones entre los miembros de la comunidad; sin embargo, con el paso de los años se establecieron algunas diferencias. El grupo de sacerdotes y hechiceros ocupó la parte superior de la sociedad, debajo de ellos se encontraban los artesanos especializados, y, finalmente, los labradores. Al finalizar el periodo Formativo, la incipiente clase sacerdotal se hizo cargo de las funciones administrativas y políticas, lo que les permitió controlar el poder y organizar las teocracias, obteniendo, de este modo, el control y dirección de los grandes centros de población.

La producción textil se desarrolló aproximadamente hacia el 900 a.C., probablemente como producto de intercambio entre los pueblos centrales y los de la costa. Con esta finalidad, se aprovecharon algunas fibras como el algodón, yuca y maguey, con los cuales se pudieron elaborar faldillas, bragueros, turbantes, etc. Podemos considerar que la producción textil fue otra de las grandes adquisiciones del hombre durante este periodo.

El arte más desarrollado fue el suntuario, alcanzando su máxima expresión con el decorado corporal y facial. En esta época, los objetos de adorno adquirieron un gran valor. Es importante señalar que mujeres y hombres rindieron especial culto a la fertilidad y a la muerte, con una destacada creencia en la otra vida y culto a los muertos.

Durante el periodo Formativo Medio (1000- 500 a.C.), la población campesina se trasladó al sur de la cuenca de México. Para el periodo final, conocido como Formativo Tardío (500 a.C.-300 d.C.), la cuenca se encontraba densamente poblada. La población continuó habitando en jacales de lodo, troncos, cañas, tule y pajas; pero se inició, en esta época, el trabajo de construcción con basamentos. Surgió la primera división de labores: albañiles, lapidarios, joyeros, alfareros y comerciantes, quienes subsistían a merced de su propia actividad, pero respaldados por el esfuerzo de campesinos, cazadores y pescadores.

 

Esquemas 1-3 de la excavación de los canales del área B. 1969. Melvin Fowler.

 

También se consolidó el poder social en torno de un jefe sacerdotal quien, en cierta manera, se convirtió en la autoridad del grupo.

En la última fase del Formativo comenzó el desarrollo de la primera cultura grande del Altiplano, la cultura teotihuacana, en la cual se desarrolló la arquitectura con los primeros monumentos que representan en realidad basamentos piramidales y que sirvieron de asiento a los primeros adoratorios del México antiguo.

Antecedentes históricos de Amalucan

El desarrollo del sitio de Amalucan se localiza en tres de las siete fases culturales propuestas por el antropólogo Ángel García Cook para explicar las transformaciones de la población del área:

Fase II Tlatempa, 1200 a.C.-800 a.C. En esta fase los habitantes gozaban de una economía mixta basada, principalmente, en la agricultura y complementada con la caza y la recolección. Los núcleos habitacionales estaban conformados de 12 a 80 casas habitación. Los asentamientos se ubicaban en la cima o laderas altas de los cerros, cercanos a lugares con agua permanente. Para esta fase se tiene ya la presencia de terrazas de uso mixto habitación y cultivo, aprovechando las pendientes de las laderas, construidas a base de piedras.

También se fabricaron canales para poder controlar las avenidas de agua y evitar la erosión (o posible anegamiento de sus terrenos de cultivo). Durante estos años no se cuenta con restos de estructuras que indiquen la presencia de espacios ceremoniales.

 

Esquemas 4-6 de la excavación de los canales del área B. 1969. Melvin Fowler.

 

Fase III Texoloc, 800 a.C.-300 a.C. En este tiempo, los habitantes dependían cada vez más de la agricultura, aunque seguían complementando su dieta con la recolección y cacería. Los asentamientos eran grandes aldeas, pero giraban en torno a poblados mayores con estructuras ceremoniales. Cada núcleo habitacional, cuya distribución era circular o lineal pero siempre concentrada, estaba conformado de 200 a 600 habitantes, aunque había algunos grupos menores que vivían en forma dispersa, cuyos componentes no rebasan las 15 personas. El número de casas habitación era de 20 a 80, además de sus estructuras ceremoniales, ya que los sitios que cuentan con estructuras de esta índole eran también habitacionales con canales de riego o de control de agua, así como terrazas de habitación cultivo. Además del gran número de casas habitación, se han encontrado en los trabajos arqueológicos, gran cantidad de formaciones troncocónicas, hornos de cerámica, temazcales y fogones (tlecuil), elaborados con estacas, ramas y lodo. Estos poblados y aldeas estaban situados en las cimas de las lomas y cerros, así como en sus laderas.

En 1969 el arqueólogo Melvin Fowler, bajo el apoyo de la Universidad de Illinois, realizó una investigación en Amalucan e hizo una comparación de este sitio con Cahokia, ciudad precolombina a orillas del río Missisipi. Fowler clasificó ambos sitios dentro de la categoría de “Templo- Ciudad”. Uno de los temas del reporte de Fowler, a partir de las tomas aéreas de Amalucan, fue una línea recta larga, oscura en todas las fotografías, que se extiende hacia el Gran Montículo (número 1) del grupo central, al noreste por aproximadamente 1500 metros. Se trata del lecho de un arroyo. Una toma más cercana de las fotografías aéreas reveló la existencia de otras líneas, en intervalos de 9 metros aproximadamente. Se tratan de los canales de irrigación. Lo que es importante destacar es que desde el momento en que comenzaron las investigaciones en la década de 1960, no se ha encontrado otro tipo de alfarería que no sea la del Preclásico o Formativo.

Aspectos religiosos

El Cerro de Amalucan tiene la connotación de ser un Tonacatepetl-Altepetl, donde el culto hacia las montañas y las cuevas posee un misticismo que ha sido observado, desde tiempos remotos, en otros sitios de Mesoamérica. Además de ser un manantial de agua dulce, también hay evidencia del culto a otras deidades que tuvieron gran importancia dentro de la cosmovisión de aquella civilización. Otro aspecto importante es el edificio 2 del grupo del Valle que tuvo una función astronómica. Los canales también desempeñaron no sólo un avance en la irrigación de sus campos de cultivo, sino también complejos rituales a la fertilidad y al poder del grupo hegemónico que allí gobernaba. §

 

Huehueteotl - Quetzalcoatl - dios murciélago. 1999. Foto de Gustavo Juárez.

 

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¹ Miembro del Colectivo Matlalcueyetl Alseseca.

² También conocido como Preclásico, el cual comprende los años que van del 1200 a.C. al 200 d.C.

Esquema de los canales de irrigación. 1969. Melvin Fowler.

Montículo 1. 1969. Melvin Fowler.

Mapa del sitio Arqueológico de Amalucan. 1969. Melvin Fowler.