cabecera_fuente
ACERVOS ANGELOPOLITANOS

Memoria del mundo: El asombroso legado que deja un ferrocarril

Román Moreno Soto¹

Personas en un armón, línea del Ferrocarril México, Cuernavaca y Pacífico, 1896. Ferrocarriles Nacionales de México, Colección Méndez Quijano Cirión. Secretaría de Cultura. CNPPCF,CEDIF. Personas en un armón, línea del Ferrocarril México, Cuernavaca y Pacífico, 1896. Ferrocarriles Nacionales de México, Colección Méndez Quijano Cirión. Secretaría de Cultura. CNPPCF,CEDIF.

La ciudad de Puebla posee una gran riqueza de acervos documentales contenida en ocho archivos y bibliotecas localizados en el perímetro de su Centro histórico, pero entre éstos destacan los resguardados en el Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias (CEDIF). Este Centro constituye el repositorio más importante sobre la historia del ferrocarril en México. Para darnos una idea de lo que significa el CEDIF para el país, basta señalar que en 2016 recibió el registro que otorga el Comité Mexicano Memoria del Mundo de México-UNESCO, por “el valor excepcional y el interés que esta colección representa para el patrimonio documental de la humanidad”, lo cual respalda el trascendente papel que ha desempeñado como recuperador y depositario de nuestra historia. 

Desde 1820 el ferrocarril se extendió por el mundo, llevando consigo tecnología y organización empresarial que cambiaron por completo los lugares por los que pasó, al punto que se puede afirmar que el tren es el responsable del surgimiento de ciudades y pueblos, porque su llegada significó crecimiento y desarrollo de todo tipo.

En el siglo XIX el ferrocarril fue toda una novedad: la mecánica, la energía del vapor, una gestión administrativa que coordinaba un amplio rango de factores y la concurrencia funcional de varias industrias hicieron posible que se convirtiera en el transporte más popular y efectivo de aquellos tiempos. La combinación de nuevas tecnologías y de antiguas técnicas de ingeniería consiguieron lo que parecía imposible: construir terraplenes, tender vías, levantar estaciones y diseñar equipo y herramientas en general. La nueva energía, que fue la electricidad, permitió además la transmisión telegráfica de información y el amplio espectro de las industrias metalmecánicas se aplicó en la tracción y en el equipo rodante.

El ferrocarril era capaz de operar bajo cualquier condición climática, y si bien su maquinaria requería ajustes constantes, brindaba movilidad los 365 días del año. En torno a él se desarrollaron patrones específicos de organización industrial, social y económica, sostenidos siempre sobre la tecnología de gran escala y un gran flujo de capital. Estos factores hicieron posible acortar las más abismales diferencias: el conocimiento técnico-científico, la fuerza de trabajo especializada, el aparato financiero, los medios para adquirir materias primas y la aplicación de la ciencia estaban ahí, mezclados en un todo, pero al mismo tiempo conservando sus funciones específicas para que el servicio ferroviario no se detuviera.

Expediente de personal de Demetrio Vallejo (izquierda) e Índice de concesiones otorgadas en favor de las Compañías Constructora Nacional Mexicana (derecha). 2015. Secretaría de Cultura. CNPPCF, CEDIF. Alejandro Sánchez Vázquez; Ag/grenetina.

Todo lo anterior generó un inmenso cúmulo de información cotidiana, que se tradujo en masas inmensas de documentos, tales como millones de boletos de pasaje, informes, planillas, reglamentos, fotografías, planos y expedientes, entre otros, que día a día daban cuenta del funcionamiento regular del ferrocarril. Los procesos operativos y administrativos implícitos en el funcionamiento de los trenes hicieron de éstos, de las estaciones y del complicado mundo que los rodeaba, grandes productores de documentos, en los que se asentó la historia. En ellos se puede ver todo lo que iba sucediendo, sin los abruptos cortes que imponen las consultas de otro tipo de fuentes, como las gubernamentales o hemerográficas. Los inagotables acervos documentales legados por los ferrocarriles nos muestran que la periodicidad que generalmente marca los ritmos de la historiografía nacional no necesariamente resulta la mejor vía para describir una gran cantidad de fenómenos sociales, económicos, políticos e inclusive culturales. En suma, los archivos generados por la actividad ferrocarrilera permiten observar, valorar, analizar y describir los cambios y permanencias, así como encontrar “eslabones perdidos”, que dan cuenta de periodos históricos para los que apenas existe información.

Pese a la relevancia que el ferrocarril reviste en casi toda América Latina, algunos obstáculos impidieron impulsar proyectos de rescate y preservación de los acervos documentales de las empresas ferroviarias. Uno de los casos más lamentables es el de “la purga” que en la época de la dictadura de Augusto Pinochet se hizo del archivo de los Ferrocarriles del Estado de Chile (EFE).

En el caso de nuestro país, el obstáculo que representaba no tener la disponibilidad del acervo documental de los temas ferroviarios fue subsanado en las últimas décadas con la creación de CEDIF, que resguarda los documentos históricos, planos, fotografías y publicaciones especializadas que produjeron las empresas privadas ferroviarias, sobre todo la propia Ferrocarriles Nacionales de México (FNM) durante el siglo XIX y casi todo el siglo XX. Estos materiales son imprescindibles para la reconstrucción de la historia de México.

Fachada del Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias, 2017. Secretaría de Cultura, CNPPCF. Alejandro Sánchez Vázquez; Ag/grenetina.

 
EL PATRIMONIO DOCUMENTAL DE LOS FERROCARRILES MEXICANOS

Los primeros fondos documentales relacionados con los ferrocarriles mexicanos llegaron al Museo Nacional de los Ferrocarriles (MNFM) en 1988, cuando éste pertenecía aún a la empresa Ferrocarriles Nacionales de México (FNM), que, en 1995, poco antes de iniciar su proceso de liquidación, puso en marcha el Programa Nacional de Rescate del Patrimonio Histórico, Cultural y Artístico (PRONARE), cuya organización y operación quedó a cargo del MNFM.

Un equipo interdisciplinario de especialistas recorrió durante cuatro años los principales centros ferrocarrileros del país para localizar y trasladar a las instalaciones del Museo los objetos y acervos documentales que iban hallando. Lo hicieron tan bien, que debido al inmenso volumen de documentos que obtuvieron, en 1997 se creó el CEDIF, que desde entonces ha sido el espacio en el que se resguarda ese patrimonio documental. Una vez que se evaluaron los volúmenes y la naturaleza de los documentos, se crearon las áreas de Archivo Histórico, Biblioteca Especializada, Fototeca y Planoteca.

Hoy día el CEDIF tiene bajo su resguardo poco más de cuatro kilómetros lineales de documentos históricos; 200 mil planos de las estaciones ferroviarias; 86 mil imágenes en blanco y negro y a color; 10 mil negativos; 5 mil diapositivas, 216 videos en formatos Beta, vhs y dvd; así como 37 películas y 40 mil volúmenes de impresos de publicaciones especializadas. El acervo da cuenta de más de 170 años de la historia, cultura y tecnología vinculadas con el transporte ferroviario, por lo que es una fuente primaria y vigente al alcance de investigadores y académicos, pero también de los trabajadores del gremio que se capacitan para ascender a maquinistas de patio y camino, o de aquellos que modifican o construyen vías. Incluso está al alcance de los empleados de las empresas concesionarias que realizan tareas de rehabilitación en zonas específicas del país.

Mexican Imperial Railway. Workshops at Orizaba, 1865. Fondo Ferrocarril Mexicano. Secretaría de Cultura. CNPPCF, CEDIF.

Siempre es difícil elegir nuestro “documento más valioso” debido a la enorme diversidad a la que nos enfrentamos, así que mencionaré una selección de tesoros que se encuentran en las distintas áreas del Centro. En el caso del acervo fotográfico, una joya es el álbum de los hermanos Schlattman, de finales del siglo xix, el cual está empastado en piel color café. En su portada, en letras doradas, se lee View on line of Mexico, Cuernavaca & Pacific Railway, H. F. Schlattman Photo. Es el registro que para la línea del Ferrocarril México, Cuernavaca y Pacífico realizaron estos fotógrafos entre 1895 y 1898. Contiene 102 imágenes con parte de la infraestructura ferroviaria instalada a lo largo de la línea, así como bellas imágenes del paisaje y el entorno agrícola por el que se atravesaba.

De la Biblioteca Especializada destaca el libro de El Proyecto del primer camino de hierro de la República, desde el puerto de Veracruz a la capital de México, impreso en 1837 por uno de los editores mexicanos más destacados del siglo xix, Ignacio Cumplido. Esta obra es valiosísima porque marca el inicio de la literatura ferrocarrilera mexicana. Aunque en el volumen no se consigna el nombre de su autor, Jorge Gurría Lacroix, en su libro Bibliografía mexicana de ferrocarriles nos informa que el autor del Proyecto fue Francisco de Arrillaga, un español que ocupó las carteras de Hacienda y Guerra y Marina durante los primeros gobiernos del México independiente.

Del Archivo Histórico uno de los documentos valiosos es el referente a las concesiones que se otorgaron para dar origen al Ferrocarril Nacional Mexicano, que se encuentra en el fondo de la Junta Directiva, sección Líneas originarias. Se trata de tres documentos en los que quedó plasmado la cimiente de lo que posteriormente sería el Ferrocarril Nacional Mexicano, una de las compañías que dieron forma a Ferrocarriles Nacionales de México, en 1908. Los papeles en cuestión informan de los años convulsos del México de mediados del siglo xix, cuando fue invadido por Estados Unidos y por Francia. El primer documento es una concesión que el gobierno de Ignacio Comonfort otorgó para la construcción de una línea férrea de Matamoros, Tamaulipas hacia Monterrey, Nuevo León, en 1856. El segundo es la concesión que el emperador Maximiliano otorgó a Scipion Sauvage para la construcción de un ferrocarril de México a Toluca, en 1865, y el tercer documento es otra concesión, la otorgada por el presidente Benito Juárez a Mariano Riva Palacio para que tendiera las vías del ferrocarril de México a Toluca y a Cuautitlán, en 1870.

En cuanto a la Planoteca, destacan los del Fondo Orizaba, los cuales fueron encontrados en esa ciudad veracruzana. Se trata del acervo más importante de la primera gran ruta construida en nuestro país, la del Ferrocarril Mexicano y sus ramales. Son poco más de ocho mil los planos que lo conforman, entre ellos los topográficos, arquitectónicos de estaciones, talleres, bodegas, almacenes; de puentes, túneles y alcantarillas. También hay diagramas técnicos de máquinas de vapor, herrajes y accesorios de vía, entre otros más, que abarcan un periodo de 1865 a 1989. Otro Fondo impactante es el del Ferrocarril Imperial Mexicano. Los planos que lo conforman fueron rescatados durante dos etapas, la primera de febrero a agosto de 1996, en una bodega del taller de carpintería; y la otra, de junio a septiembre de 1998 en la oficina de un ingeniero residente. Por las fechas que se consignan en algunos de ellos se puede deducir que fueron hechos entre 1865 y 1866. Los materiales dan cuenta del esplendor que prometía el Segundo Imperio a partir de los proyectos inscritos en estos planos de singular técnica y gran belleza estética. Son innegables otros aspectos relevantes, como el artístico, por el dibujo y coloreado, que aún se mantienen vivos, o su valor técnico, ya que consignan varias obras de carácter monumental y atrevido para la época.

La masa documental de los cuatro departamentos del CEDIF ha permitido la realización de más de 150 intervenciones a estaciones, puentes, túneles, bodegas y otras obras de infraestructura, como es el caso de las estaciones de San Luis Potosí, Querétaro, Aguascalientes, Chihuahua, Veracruz, Oaxaca, entre otras; o de los puentes de Matamoros, en Tamaulipas, y Tamós, de la línea Tampico-Magosal; las obras de dragado en Tampico y las de modificación o rectificación de líneas, como en el caso del Ferrocarril Suburbano de la Ciudad de México.

En suma, el CEDIF ha asumido el compromiso de velar por la preservación, protección y difusión del patrimonio histórico documental de las empresas ferrocarrileras de México, con la perspectiva de asegurar a sus usuarios que este patrimonio nacional será utilizado para crear conocimiento, arte y recreación. ᴥ

Primera página del libro Proyecto del primer camino de hierro de la República, desde el puerto de Veracruz a la capital de México. 2015. Secretaría de Cultura. CNPPCF, CEDIF. Alejandro Sánchez Vázquez; Ag/grenetina.

 
Bibliografía 
  • CENTRO NACIONAL PARA LA PRESERVACIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL FERROCARRILERO, Tras las huellas del ferrocarril. Guía de fuentes, México, Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes,
  • GÓMEZ-GALVARRIATO, Aurora, “Sacando la nuez de la cáscara: los archivos de empresa como fuente para la historia”,  en América Latina en la Historia Económica, 12 (enero-junio 2005), pp. 25-34
  • GUAJARDO, Guillermo y Román MORENO, “Evadiendo a la historia de Chile: los archivos de la empresa de los ferrocarriles del Estado”, en Tiempo Histórico, 10:18 (enero-junio) 2019, pp. 37-57.
  • MÁRQUEZ MARTÍNEZ, Teresa, “Los archivos de Ferrocarriles Nacionales de México”, en América Latina en la Historia Económica, 23 (enero- junio 2015), pp. 119-130.
  • VALENCIA ISLAS, Arturo, “Fuentes documentales para el estudio de los Ferrocarriles Nacionales de México, en Glifos, 7:26 (diciembre 2020), pp. 6-9.

 

¹Economista y Especialista en Historia del Pensamiento Económico, además cuenta con estudios de Maestría en Historia (UNAM). Actualmente es coordinador del Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias (CEDIF) del Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero (CNPPCF). Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. Quiero dedicar este artículo a la memoria de nuestro compañero Alfredo Nieves Medina (1957-2020), jefe de la planoteca de este Centro de Documentación, actor fundamental en el proyecto de rescate y preservación de nuestros acervos.