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ENFOǪUE AL PATRIMONIO

Arqueología de las industrias de Puebla

Cristina Desentis Torres¹

El interés por el pasado industrial y la sensibilización hacia sus productos técnicos propiciaron el surgimiento de la denominada Arqueología Industrial, a partir de la década de 1950, en el Reino Unido, época de importantes transformaciones socioeconómicas y de un desarrollo urbano que iba a la par con la destrucción sistemática de construcciones e instalaciones fabriles. Durante el periodo de desindustrialización, numerosas zonas industriales se enfrentaron a la obsolescencia y el desuso de sus instalaciones, por lo que se buscó el reconocimiento de su valor patrimonial. Aunque en la tradición anglosajona este interés se asocia a los complejos fabriles que nacieron con la Revolución Industrial en el siglo XVII, hasta los construidos en el periodo inmediato posterior a la Segunda Guerra Mundial, en México no es posible aplicar los mismos criterios temporales, lo que ha derivado en reflexiones y propuestas como la de “Arqueología de los Contextos Industriales”, para referirse al estudio de las sociedades y su relación con los objetos de cultura material ligados a los procesos de transformación de materias primas y la producción de artefactos para satisfacer las necesidades humanas, es decir, a todas las acciones de producción sin limitantes espacio-temporales, desde un taller lítico prehispánico, un obraje del siglo XVI, una fábrica del siglo XIX o una siderúrgica de mediados del siglo XX.²

La Constancia Mexicana. 2012. Arnulfo Allende Carrera

Desde hace varias décadas, la arqueología empezó a valerse de análisis tecnológicos para resolver problemas de las clasificaciones tradicionales de artefactos mediante la explicación del comportamiento de los artesanos a partir de la evidencia registrada en las herramientas y los desechos del proceso de elaboración, entendiendo el concepto de industria como una empresa productiva o de manufactura enfocada en una materia prima y sus medios comunes de procesamiento.³ Aunque en Puebla este campo de estudio es reciente, diversos profesionales de la arqueología han realizado exploraciones en la ciudad que han proporcionado información sobre diversas industrias, como la de aguas embotelladas, la agrícola, la carnicería, la cestería, las huertas urbanas, la producción de ropa y calzado, entre otras, sentando las bases para su desarrollo.⁴ Desde esta perspectiva exploraremos tres industrias de Puebla que ha sido posible registrar arqueológicamente en tres espacios conocidos de la ciudad que guardan una larga e interesante historia de producción en el pasado reciente, e incluso desde siglos atrás.

Taller de alfarería, Barrio de La Luz. 2019. Cristina Desentis Torres

 

ALFARERÍA

La cerámica es una de las fuentes de información más importantes para la arqueología, gracias a su perdurabilidad, y es uno de los materiales más comúnmente encontrados en exploraciones de sitios de todos los periodos, debido a su creciente uso a lo largo de la historia y a las mejoras en sus técnicas de fabricación y cocción, desde la época prehistórica hasta su producción industrial. Los cambios en las formas, estilos, métodos decorativos y en la manufactura se han registrado y comparado a través del tiempo, convirtiéndola en un importante indicador cronológico que además, puede revelar variaciones regionales y culturales, así como redes de intercambio de acuerdo a su distribución.

Quizá la más representativa de Puebla ha sido la llamada talavera, término que inicialmente hacía referencia a la ciudad de Talavera de la Reina, en la provincia de Toledo, España, pero que a finales del siglo XVI estableció un estándar en la producción de arcilla vidriada con estaño, trascendiendo el nombre de la ciudad como sinónimo de la loza y del estilo, convirtiéndose en una de las tradiciones artísticas más célebres y duraderas de México.⁵ Si ésta se trocó en un artículo de lujo probablemente hasta el siglo XIX, los inicios de la producción de la loza estannífera poblana están asociados al arribo de loceros y artesanos peninsulares durante el auge económico de la Nueva España en el siglo XVII y al crecimiento y expansión de la ciudad, la cual requirió de la industria cerámica para la elaboración de la loza esmaltada y de otros productos como contenedores y cañerías de barro. Desde mediados del siglo XVI, los primeros talleres alfareros se ubicaron cerca del río San Francisco debido a dos factores importantes: el abastecimiento de materia prima y el acceso a fuerza de trabajo indígena.⁶

La industria alfarera en la ciudad de Puebla de los Ángeles se inició entre los años 1560 y 1580, tuvo su auge en los siglos XVII y XVIII y decayó en el siglo XIX, lo que formó y mantuvo al gremio locero poblano durante 370 años como uno de los más serios y mejor organizados, con una demanda importante de sus productos al interior de la Nueva España y para exportación.⁷ El Paseo de San Francisco es un espacio del que se ha podido obtener información de la secuencia sociocultural de la ciudad desde sus antecedentes prehispánicos, el proceso fundacional, los periodos colonial, independiente e industrial, así como la vida urbana contemporánea⁸. En 1997, durante la primera etapa del Proyecto de Salvamento Arqueológico del Paseo de San Francisco, con la finalidad de dar seguimiento a las intervenciones de complejos arquitectónicos y entender mejor la relación que existió entre la población y el río se planteó, entre otros objetivos, localizar diferentes construcciones de carácter industrial y sus áreas de funcionamiento.⁹

Alfarero Barrio de La Luz. 2012. Arnulfo Allende Carrera

En el área correspondiente a uno de los patios de servicio del antiguo convento de San Francisco se detectaron hornos para la cocción de cerámica vidriada que funcionaron en el siglo XIX; sin embargo, la excavación arqueológica de estos elementos reveló que su antigüedad se remontaba al siglo XVI: se hallaron cuatro hornos que no funcionaron al mismo tiempo, el de mayor tamaño usado para quemar piedra caliza y obtener cal, mientras que otro era para la quema de ladrillos, materiales necesarios para la construcción del convento. Los hornos de tres cámaras para cerámica apenas sobresalían un metro del nivel del piso, pero gracias a estas labores se pudieron explorar sus cámaras de combustión y de cocción, así como la huella de las escalinatas para su acceso.¹⁰

 

CURTIDURÍA

El río San Francisco tuvo un gran impacto en la vida de la Puebla colonial, pues su proximidad a la ciudad y la calidad y cantidad de sus aguas articularon un peculiar paisaje acuático-urbano que permitió el desarrollo de diversas industrias, como el trabajo de varios molinos y de muchas casas de tenería o curtiduría, que aprovechaban los manantiales que brotaban en su ribera para lavar, pintar y bruñir pieles.¹¹ Existen fuentes documentales que registran el establecimiento de las primeras tenerías en las orillas del río, lo cual pudo comprobarse arqueológicamente en 2004, en el marco del Proyecto Paseo de San Francisco, donde las excavaciones permitieron la reconstrucción de la secuencia histórica de la Curtiduría “La Piel de Tigre”, pionera en el uso de maquinaria de vapor en el estado y por ende una de las primeras industrias en tener producción mecanizada.¹²

La primera referencia documental de este espacio es la concesión de una merced de tierra para huerta en 1533 hecha a García Aguilar —uno de los 34 colonos de origen español que fundaron la ciudad—; la finca pasó a su nieto, Felipe Ramírez de Arellano, quien en una parte del terreno construyó una casa y la tenería; posteriormente, una fuente de finales del siglo XIX menciona al señor León Armenta como dueño de la Huerta del Estanque de los Pescaditos, donde en 1885 se estableció la curtiduría “La Piel de Tigre”, que funcionó probablemente hasta 1930, cuando la propiedad se dividió.¹³ El análisis estratigráfico y de los materiales arqueológicos reveló aspectos no registrados en las fuentes documentales. En el predio “Armenta” se detectó una serie de canales asociados a muros de piedra y lodo —técnicas y materiales de tradición indígena— correspondientes a un periodo entre finales del siglo XVI y finales del siglo XVII, reforzando los datos históricos sobre el uso de mano de obra indígena para la construcción de las casas de los primeros colonos hispanos.¹⁴

Correspondientes a finales del siglo XVII y finales del siglo XVIII, se registraron varios pisos de tabique rojo dispuestos en “petatillo”, asociados a arranques de muros, y cerámica, cuya forma y decoración indicaba que eran posteriores a 1750; para el siglo XVIII y hasta 1885, se encontró evidencia de noques o fosas de curtido con características que permitieron definir sus diferentes usos en este proceso: noques con restos de cal en el fondo y en las paredes para la depilación y descarnado de las pieles que se sumergían en cal viva; noques limpios para el curtido de pieles ya sin pelo mediante su inmersión en agua y cascalote o huizache —cuya raíz es un curtiente vegetal—; así como fosas de enjuagado y áreas de secado o “asoleaderos”.¹⁵

Fachada de Ex fábrica textil La Oriental en el Paseo de San Francisco. Citlalli Reynoso Ramos

Los noques formaban parte de un sistema manual de la industria del curtido de res y cerdo, donde era necesario remover las pieles sumergidas cada cuatro horas durante un mes, pero con la innovación tecnológica de la máquina de vapor la remoción manual fue sustituida por tambores de madera giratorios, provocando modificaciones en el sistema como la construcción de calderas de combustión y un chacuaco, del cual se encontraron restos, así como cambio del uso de algunos noques convertidos en depósitos de chapopote, mientras que otros se cubrieron para adecuar las bases de instalación para los tambores rotatorios.¹⁶

El establecimiento de la curtiduría, a mediados del siglo XIX, marcó una nueva relación entre los pobladores y el río, pues el patrón agrícola que había durado más de tres siglos tornó al aprovechamiento del agua subterránea que brotaba en el Estanque de los Pescaditos para actividades ligadas a la industria mecanizada de la producción zapatera,¹⁷ evidenciada por el relleno de las fosas con pedacería de piel con cortes curvos para la fabricación de suelas de zapatos, además de restos de cascalote, basura como madejas de estambre, botellas y escombro.¹⁸ En un acto sin precedentes, algunos de los noques excavados se integraron al Centro Comercial Paseo de San Francisco mediante ventanas arqueológicas, contribuyendo al rescate y conservación de los vestigios de una de las primeras industrias poblanas, así como a la reintegración e información al público de estas muestras del pasado en un espacio transformado y modernizado para la actividad comercial.¹⁹

 

INDUSTRIA TEXTIL

La llamada Arqueología Industrial en México se vincula predominantemente a la documentación del proceso industrializador del país mediante el rescate y conservación de restos materiales y edificaciones en proceso de abandono o reutilización por el sector privado, así como a la investigación académica en materia de ciencia y tecnología, historia obrera, empresarial, económica, etc., por lo que no resulta extraño asociarla con industrias como la textil, pionera en tener elementos propios que la definen —un edifico ex profeso o fábrica, maquinaria para mecanizar el proceso de producción y generación extensiva de energía que moviliza el trabajo en conjunto— y que floreció durante el siglo XIX en el país,²⁰ contando Puebla con ejemplos emblemáticos.

La Constancia Mexicana fue una de estas fábricas de hilados y tejidos, fundada en 1835 por Esteban de Antuñano y Gumersindo Saviñón, vendida en 1906 a Francisco M. Conde y cuya operación cesó en 1986, pero dada su importancia, a partir de 2011 se planeó el rescate del conjunto arquitectónico para habilitar un complejo cultural. Para el proceso de restauración y conservación del ícono fabril poblano se consideraron necesarias intervenciones arqueológicas como parte del diagnóstico del inmueble. De este modo, se realizaron excavaciones en la zona de la cárcava —una sección del arroyo San Jerónimo donde desfogaba el agua de la fábrica— pues en inspecciones anteriores se habían advertido reminiscencias de un molino del siglo XVI, lo que permitió ampliar el conocimiento del sitio a casi 400 años de diversos procesos de ocupación y de actividades económico-industriales que aprovecharon la fuerza hidráulica de la región.²¹

Los indicios del antiguo molino se tuvieron gracias a exploraciones del año 2009, donde además se identificaron tres etapas constructivas en el sitio: la primera de 1534 a 1835 correspondiente a la ocupación de los frailes dominicos; la segunda de 1835 a 1906, marcada por la construcción de la fábrica por Antuñano; y la tercera de 1906 a 1986, distintiva por una ampliación de la sala de máquinas y el levantamiento de las casas para empleados de confianza.²² La fábrica fue construida en las tierras de labor pertenecientes a la Hacienda de Santo Domingo, donde un afluente del río Atoyac y la pequeña cascada o fuente conocida como Aquila que fue crucial para el funcionamiento de los molinos de trigo y para riego.²³ La evidencia arquitectónica y arqueológica muestra que la fábrica desplantó desde sus cimientos en el lado norte del arroyo San Jerónimo donde no había construcciones, aprovechando la infraestructura hidráulica que dotaba a los molinos, el batán y las tierras de labor de la hacienda; posteriormente, el área del molino se ocupó para las habitaciones de dependientes, utilizando las instalaciones complementariamente a la actividad fabril.²⁴

Patio de los noques de la curtiduría La Piel de Tigre en proceso de excavación. 2004. Fernanda Corrales.

En las excavaciones de la cárcava realizadas en 2011 se descubrió cimentación y elementos que permitieron distinguir sistemas constructivos del siglo XX; también se halló basura industrial característica de las actividades de empaque que formaban parte del proceso productivo, así como desperdicios correspondientes a patrones de consumo humano; en cantidad escasa, se recuperaron algunos artefactos de barro del siglo XIX.²⁵ El rescate e intervención de La Constancia Mexicana proveyó un importante ejemplo de la vía que siguió el sistema fabril, desde el incipiente sistema agroindustrial del virreinato con la hacienda y el molino, hasta el aprovechamiento de su sistema hidráulico para la construcción de la primera “Cotton Mill” de América Latina, caracterizada por una arquitectura industrial novedosa en el siglo XIX trabajada en piedra y metal.²⁶

 

CONCLUSIÓN

A partir de los ejemplos presentados, podemos notar cómo el término  “industrial” va  más allá de la existencia de fábricas o grandes instalaciones para la producción mecanizada en serie de cierto artefacto o producto, sino que se refiere a todo un conjunto de procesos y operaciones para la transformación de diferentes materias primas, para crear objetos cuya relación con los seres humanos ha de estudiarse desde diferentes áreas del conocimiento —arqueología, historia, arquitectura, antropología, ingenierías, sociología, etc.— para enriquecer el entendimiento de los cambios culturales a través del tiempo. La perspectiva de la Arqueología de los Contextos Industriales desmitifica la idea generalizada de que el trabajo arqueológico se remite a la época prehispánica, sino que, como hemos visto, abarca cualquier contexto donde el ser humano ha dejado rastros de ocupación.

Etiqueta de textil. Fábrica de La Pastora. Arnulfo Allende Carrera


Bibliografía

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¹ Arqueóloga egresada de la UDLA Maestra en Humanidades por la UAZ. Estudiante del Doctorado en Estudios Socioterritoriales del ICSyH-BUAP.

² CERDA, “La arqueología…”, pp. 54, 57.

³ SHEETS, “Behavioral Analysis…”, pp. 369, 372.

⁴ Consultar ALLENDE, “Curtiduría La Piel de Tigre…”; CEDILLO, El Paseo…; REYNOSO, “Vida cotidiana…”; TORRES, et al., “Reporte técnico de excavación…”.

⁵ CONNORS, “Talavera poblana…”, p. 119.

⁶ YANES, “Encuentros de saberes…”, pp. 46, 49.

⁷ REINA, “Estudio de materiales…”, p. 221.

⁸ REYNOSO y ALLENDE, Paseo de San Francisco

⁹ TOLEDO, “Arqueología histórica…”, p.77.

¹⁰ TOLEDO, “Arqueología histórica…”, pp. 82-83.

¹¹ GALICIA, “Un acercamiento histórico…”, p. 42.

¹² REYNOSO y ALLENDE, Paseo de San Francisco

¹³ ALLENDE, “Curtiduría La Piel de Tigre…”.

¹⁴ ALLENDE, “Curtiduría La Piel de Tigre…”.

¹⁵ ALLENDE, “Curtiduría La Piel de Tigre…”; Reynoso y Allende, Paseo de San Francisco

¹⁶ REYNOSO y ALLENDE, Paseo de San Francisco

¹⁷ ROSAS y VENTURA, “El desarrollo…”, pp. 140, 144.

¹⁸ ALLENDE, “Curtiduría La Piel de Tigre…”.

¹⁹ TOLEDO, “Arqueología histórica…”, p.146.

²⁰ LITVAK y RODRÍGUEZ, “Problemas y perspectivas…”, pp. 47, 50.

²¹ ALLENDE y CHIQUITO, “Reporte preliminar…”.

²² ALLENDE y CHIQUITO, “Reporte preliminar…”.

²³ MORALES y ALEJO, “Arqueología industrial…”, p. 79.

²⁴ MÁRQUEZ y COVA, “La Constancia Mexicana…”, p.114.

²⁵ ALLENDE y CHIQUITO, “Reporte preliminar…”.

²⁶ MORALES y ALEJO, “Arqueología industrial…”.