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ENFOǪUE AL PATRIMONIO

Memoria Mesoamericana

Ritual y ofrendas constructivas en la Puebla novohispana

Lillian Torres González¹

Depósito ritual moderno en el barrio de Santiago conformado por una olla vidriada tipo La Luz. Karla Gaona Depósito ritual moderno en el barrio de Santiago conformado por una olla vidriada tipo La Luz. Karla Gaona

En México, tradicionalmente la arqueología se asocia con la investigación del periodo prehispánico, y ello se debe a un fuerte componente político que se imprimió en los inicios de la profesionalización e institucionalización de esta ciencia, aproximadamente a finales del s. XIX y principios del XX. Dicho factor facilitó al Estado mexicano emplear a la disciplina arqueológica como herramienta didáctica y social para consolidar una identidad nacional, basada en los ideales de la historia antigua, a partir de una expectativa estética monumental, cuya identidad fue impulsada por los distintos proyectos nacionales.

Es necesario clarificar que, más allá de los inicios de la arqueología como instrumento del Estado, actualmente dicha ciencia estudia procesos socio históricos de cualquier temporalidad, a través de la materialidad o cultura material. Es decir, su ámbito de estudio se extiende más allá de la etapa precolombina, emplazándose a momentos tales como el de la Conquista y lo que de ella derivó a lo largo del periodo novohispano. Asimismo, también incluye la etapa independentista, en conjunto con la concreción del Estado-Nación mexicano a lo largo del siglo XIX; incluso, la arqueología puede abordar el mundo contemporáneo aplicando la metodología de esta disciplina. Ejemplos de ello se pueden destacar en el estudio de los medios electrónicos y las nuevas relaciones sociales y de consumo en los espacios virtuales²; así como también en el análisis de las expresiones pictóricas espontáneas, tales como el grafiti, en espacios de uso actual³; o la materialidad relativa a los medios digitales objetivada en el teléfono inteligente,⁴ sólo por mencionar algunos casos. Páginas más adelante, el/la lector(a) encontrará algunos artículos relacionados con la arqueología del siglo XIX y XX, a partir de distintos hallazgos en la ciudad de Puebla.

Sin duda, la arqueología, como una ciencia que aborda las diversas formas en las que se tejen las relaciones individuales y colectivas con los objetos, se convierte en un campo fértil que ayuda a comprender las distintas dimensiones sociales en todos los tiempos.

Ahora bien, para este artículo la atención se centrará en algunas voces del periodo novohispano de la ciudad de Puebla. Es decir, qué nos puede decir la arqueología con respecto a la vida que transcurría a lo largo de la época colonial poblana, particularmente a través de rituales de fundación de casas a manera de depósitos y ofrendas constructivas.

De modo que, el estudio del periodo consecutivo al contacto entre europeos y mesoamericanos, denominado periodo novohispano o colonial, se caracteriza porque es una fuente muy rica de información que sirve a la arqueología⁵ en torno a temas relacionados con expresiones transformadas y resignificadas de las culturas mesoamericanas; acerca del proceso de adaptación que encaró la población india ante un nuevo orden colonial; así como de las permanencias y transformaciones en prácticas alimenticias, religiosas, económicas, sociales, políticas, técnicas y un largo etcétera, que se suscitaron tanto en la población originaria como en la europea.

Con la finalidad de conocer a grosso modo algunos aspectos de lo que la arqueología puede decir de este periodo, la atención se pondrá en una de las prácticas rituales más recurrentes, aunque clandestinas de esta época, que es la de las ofrendas constructivas, también llamadas depósitos rituales.

 

HISTORIA Y ARQUEOLOGÍA. UNA DISTINCIÓN NECESARIA

Antes de entrar al tema, cabe señalar la importancia de dos oficios que convergen en este periodo. Sin duda, la Historia es una disciplina que ha aportado una inmensa información al conocimiento del pasado de la ciudad en esta época. El oficio del historiador, al igual que el del arqueólogo, implica sumergirse en la búsqueda de piezas de un gran rompecabezas, al contrastar, sistematizar y conformar el relato científico de un acontecimiento, práctica, proceso o hecho social. La perspectiva tradicional de la historia se remite a explorar los documentos escritos, considerados la principal fuente de información para esta ciencia. En el periodo novohispano, los documentos son el recurso predominante que ayuda a reconstruir el rompecabezas histórico.

Por ello, es importante señalar las diferencias entre estos campos científicos. Por un lado, la arqueología da cuenta de prácticas socioculturales bajo una lógica procesual, pero no aporta fechas exactas; la historia, por el contrario, establece información temporal precisa, pero se remite al texto escrito como principal referente analítico que, en la mayoría de las veces, refleja el mundo regulado, oficial y el discurso que se desea transmitir en un medio público. En la arqueología, si bien los textos escritos son una fuente importante y necesaria que la auxilian, el resto de la materialidad estudiada a partir de la metodología arqueológica refleja el actuar cotidiano, develando prácticas que se realizaron muchas veces a la sombra de la vida pública, las cuales no necesariamente quedaron registradas por escrito.

Una vez clarificando de manera general este tema, a continuación, se mostrarán algunos hallazgos relacionados con una práctica ritual de origen mesoamericano realizado en la época colonial. Estos casos se han localizado arqueológicamente en predios ubicados en la zona de los barrios de la ciudad, en el marco de dos proyectos arqueológicos.⁶

 

DEPÓSITOS RITUALES: CONSTRUIR, OFRENDAR, REMEMORAR Y PROTEGER

El ramo de la construcción en el periodo colonial fue una práctica que, como muchos otros oficios de esta época, estuvo regulado por autoridades del ayuntamiento y corporaciones gremiales. En el ramo de la construcción se desarrollaban distintos saberes y oficios como el de arquitecto, alarife,⁷ albañil, cantero y/o carpintero, entre otros.

Cada oficio era controlado y examinado por un agrupamiento llamado gremio. Estos fungieron como asociaciones artesanales y órganos reguladores de los productos que se comerciaban en la ciudad, así como los que establecían la reglamentación del proceso productivo a través de un conjunto de normas a seguir, llamadas ordenanzas. Toda práctica de oficio se encontraba bajo un constante escrutinio de los gremios, esto con la finalidad de obstaculizar la competencia desleal, garantizar la calidad del producto, evitar corrupción y, en general, dar un orden a la estructura económica y social de la época.⁸

 

Hueso de porcino a manera de ofrenda o ritual que localizó al interior de la olla del depósito ritual en el barrio de Santiago. Karla Gaona

En el ramo de la construcción, la estructura conformada por los distintos oficios, así como la capacidad para congregar a una población abundante en número para trabajar en alguna obra de la ciudad, generaba un flujo de gente procedente de distintas regiones del estado de Puebla, así como la confluencia de diversos orígenes étnicos.

En este sentido, se puede sugerir que la movilidad en las distintas obras o proyectos constructivos, tanto de carácter público como privado, permitieron una mayor flexibilidad para el despliegue de prácticas de la población india y mestiza que quizás se mantuvieron al margen del conocimiento de las autoridades religiosas y civiles hispanas, preocupadas por mantener el orden y la línea del catolicismo. Es por ello que otro aspecto a regular en la sociedad novohispana fue el sistema de creencias, particularmente el de la población originaria, la cual atravesó por un proceso de evangelización. Así que, por un lado, se contaba con la vigilancia de los gremios en torno al quehacer en los oficios y, por otra parte, se vigilaban las creencias acorde a la Iglesia, a la religión oficial.

La evidencia arqueológica ha demostrado que a pesar de la imposición religiosa y la orden de castigar a quien continuara con ritos mesoamericanos—o, en palabras de los religiosos hispanos, con idolatrías—, la población india y mestiza se adaptó, resignificó sus creencias, y, en muchos casos, dio continuidad a las prácticas religiosas antiguas. Una de esas prácticas se observó en el ramo de la construcción, con el ritual de colocar o depositar objetos asociados a los cimientos de edificaciones. Particularmente, se han localizado en casas habitación, debido a la connotación simbólica de este espacio acorde a la cosmovisión mesoamericana.

Durante la época prehispánica, una obra constructiva requería de algún vehículo a manera de ofrenda como intermediario, para solicitar al plano sagrado el buen término del edificio y la consagración del espacio construido. Tanto en ciudades mayas del Clásico Temprano (entre los años 300 a 600 d.n.e.), como en el centro de México —particularmente en Teotihuacan—, se han localizado diversos depósitos rituales en las distintas etapas constructivas de la Pirámide de la Luna para “celebrar y consagrar cada nueva fase de ampliación (…)”.⁹ Asimismo, esto implicaba un rito de inauguración que simulaba el surgimiento y creación de la vida misma.

La vivienda mesoamericana no sólo cumplía la función de morada para las familias, sino que era un espacio anclado al cosmos, es decir, una entidad con vida propia. Por ello se realizaba una serie de rituales en su interior, particularmente cuando se iniciaba su construcción o cuando era una casa nueva. Gracias a la observación etnográfica, actualmente se continúa la tradición de realizar rituales para inaugurar estos espacios domésticos en algunas comunidades indígenas, como entre los mayas de los Altos de Chiapas, quienes, al habitar una nueva vivienda, consideran que es necesario “domarla”.¹⁰

En términos arqueológicos, a este tipo de elemento se le ha denominado ofrenda constructiva, que se puede definir como un objeto u objetos en los que se condensan cualidades auspiciosas, y reproducen el centro del mundo, con la finalidad de garantizar la buena hechura y seguridad de la construcción. Se convierte en un umbral, en un medio de comunicación en donde se contactan el plano divino o sobrenatural y el plano terrenal. Este elemento puede estar conformado por algún tipo de artefacto, particularmente alguna vasija o vasijas depositadas intencionalmente cerca de los cimientos de la casa.

Hasta el momento, se han documentado un caso en Cholula y tres en la ciudad de Puebla, de los cuales dos fueron localizados en el área del Paseo de San Francisco y pertenecen al periodo colonial, mientras que el tercero es de temporalidad más reciente, primeras dos décadas de siglo XX, y se ubica en el barrio de Santiago.¹¹ Como se ha señalado, las tres ofrendas se depositaron en el área que fue habitada por población india y mestiza, es decir, en la zona de los barrios. Cabe señalar que las vasijas contenían restos de comida y huesos de animal.

La primera ofrenda se localizó con los trabajos del Proyecto Arqueológico, Arquitectónico e Histórico del Estanque de los Pescaditos, en los años noventa de siglo XX, y consistió en un cajete anaranjado de acabado de superficie pulido con restos óseos de animal, ubicado temporalmente hacia finales del siglo XVIII.¹²

 

Depósito ritual formado por un cajete pulido. Se pueden observar los restos de la comida a manera de ofrenda.

Depósito ritual conformado por un plato de mayólica del tipo cerámico San Elisario polícromo.

Depósito ritual conformado por un plato de cerámica alisada rojo sobre café. Casa Tívoli-Boliche.

Durante la temporada del Salvamento Arqueológico del Paseo de San Francisco, se exploró un predio que fue denominado Casa Tívoli Boliche, nombrado así debido a que en el siglo XIX fungió como un espacio destinado a la recreación, al mismo tiempo que fue una casa habitación.¹³ El inmueble, de propiedad privada, se ubica en la calle 10 norte, al lado sur de los lavaderos de Almoloya, en el predio que actualmente ocupa un hotel boutique. En una de las calas que se realizaron en la esquina norte de la primera crujía con dirección norte sur, se localizó un depósito ritual a manera de ofrenda, conformada por dos platos depositados a distintas profundidades.¹⁴ El primer plato localizado pertenece al grupo de mayólicas, cuyo tipo cerámico es San Elisario Polícromo, el cual pertenece a la segunda mitad del siglo XVIII y primera del siglo XIX. El segundo recipiente se caracterizó por ser de cerámica alisada con pintura roja sobre el color natural del barro. La primera vasija contenía carbón y restos de hueso de animal, posiblemente de un ave.¹⁵ Ambos objetos se localizaron en la última capa cultural de la casa.

La tercera ofrenda se encontró en un predio del barrio de Santiago, cuya área fue ocupada desde el periodo colonial por población de Cholula. Dicho depósito ritual inaugura el acto constructivo de una casa habitación en la segunda década del siglo XX, posiblemente entre los años 1919 y 1924. En el año 2002, al realizar una remodelación, el Arqlgo. Arnulfo Allende registró esta ofrenda, conformada por una olla del tipo cerámico llamado La Luz que también contenía restos de hueso de animal, al parecer del tipo porcino. Si bien este último caso no remite al periodo colonial, cabe resaltar la continuidad de este sentido ritual materializado en la ofrenda inaugural de la casa, cuya práctica se replica en la etapa novohispana, pero se remonta a la antigüedad mesoamericana.

De acuerdo con Danièle Dehouve, estos objetos rituales pueden acompañarse de restos, ya sea humanos o animales, sacrificados a manera de ofrenda o de don.¹⁶ No obstante, ella hace la aclaración de que no es suficiente denominarla bajo la categoría de ofrenda, pues al hacerlo, dicha nominación supone una desventaja al focalizarse únicamente en el don, es decir, lo que se ofrece para solicitar algo a cambio. La autora refiere que, al considerar solo a la ofrenda, se deja de lado el contenido figurativo, cuyo elemento es necesario para una eficacia simbólica¹⁷ que reproduce y rememora el centro del mundo, el nacimiento, el origen y la historia mítica de la creación.

Es por eso que Dehouve propone que estos obsequios depositados en los cimientos mediante un ritual de fundación de alguna casa o edificación sean denominados depósito ritual, que se define como “un ritual figurativo, basado en representaciones materiales y miniaturizadas, generalmente acompañado por el sacrificio de animales u hombres y/o el don de comida”.¹⁸

Lo anterior fue concebido durante la época colonial como idólatra ante los ojos de los europeos, quienes se empeñaron en extirpar dichas creencias. A pesar de los esfuerzos de imponer una sola religión, intención que se expresa en algunas ordenanzas, así como en la ejecución de castigos, dicha actividad ritual no cesó, ya que como se ha visto ha trascendido temporalidades.

A continuación se relata un testimonio que hace referencia al ritual de inauguración de una casa por parte de un cronista de la época:

Para estrenar las nuevas casas que ellos dicen Nicalchalia aviendo [sic] edificado la casa y puesto en las cuatro esquinas algún ydolillo [sic] o piedras de buen color y un poquillo de pisiete el señor de la casa llama a los maestros, o viejos y vista la casa mandan aparejar vna [sic] gallina para otro día y que hagan tamales. Y llegando el dia [sic] siguiente vienen y puestos en medio toman la gallina y cortanle [sic] la cabeca [sic] delante del fuego derramando la sangre y della [sic] toman y unjen [sic] los quatro [sic] angulos [sic] o quatro [sic] paredes (…) y la aderezan a su modo y aderezada la toman con tamales y la vuelven a ofrecer al fuego partida en dos partes (…) ofrecida la comen los conuidados [sic]. Ya esto llaman calchalia que quiere decir estrenar la casa.¹⁹

Hasta aquí, se ha mostrado que durante el periodo novohispano se expresaron una serie de creencias resignificadas, que dieron como resultado cultos populares. Cabe resaltar que varios de los actos sospechosos a los ojos de la Inquisición, se realizaban en espacios cotidianos. La evidencia arqueológica demostró la continuidad de cultos mesoamericanos sin que las autoridades se enteraran.

 

A MANERA DE CONCLUSIÓN

La producción historiográfica del periodo novohispano ha dado cuenta de las estrategias para hacer efectiva la conversión religiosa de la población originaria. A pesar de los mecanismos coercitivos empleados por parte de las autoridades hispanas, y de que exista una documentada producción de procesos judiciales para ejecutar penas en contra de aquellos que desacataran el culto oficial, la población muchas veces contravino lo establecido en el papel. En este sentido, la arqueología ha demostrado a través de los depósitos rituales, bajo la modalidad de ofrendas constructivas o rituales fundacionales, que fue difícil extirpar un sistema de creencias que se remonta a siglos atrás. En este caso, la arqueología ha abonado al debate del clásico relato histórico de una supuesta población nativa subordinada ante la empresa colonial, y a reflexionar sobre las resistencias que opuso ante los embates de un nuevo gobierno implantado. En este sentido, la arqueología es un oficio importante para abrir el panorama y destacar la complejidad y contradicciones de la sociedad a través de su materialidad, como fue el caso en esta época.

A pesar de que en el periodo novohispano se intentó silenciar a un pueblo a través de órdenes y castigos, la arqueología permitirá develar los objetos que han quedado y subyacen bajo la moderna ciudad; verán la luz cuando el pico y la pala desgarren las entrañas de la tierra y gritarán la latencia ancestral, la resistencia sutil y la imagen mítica de una memoria mesoamericana en las calles y casas de la ciudad de Puebla. Darles voz es nuestro trabajo.

Bibliografía
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  • FOURNIER, Patricia, “Dime qué compras y te diré quién eres: Hacia una arqueología de la cultura material virtual en internet”, en Walburga Wiesheu y Patricia Fournier (coords.), Perspectivas de la investigación arqueológica, México, CONACULTA-INAH, 2005, pp. 173-186.
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  • TORRES GONZÁLEZ, Lillian y Edgar CARRO Albarrán, Informe técnico del rescate arqueológico de los conjuntos Tívoli-Boliche y Briseño (Ms. en la sección de arqueología del Centro INAH-Puebla), 2004. 
Fuentes Electrónicas
  • SCHEJTMAN, Natalí, https://www. lanaccom.ar/opinion/daniel-miller- el-telefono-inteligente-es-un-aspecto-de- nosotros-mismos-nid2259905. [Fecha de consulta: 26 de junio de 2020].

 

 

  1. Antropóloga con especialidad en Arqueología por la Universidad Veracruzana, Maestra en Historia por el ICSyH "Alfonso Vélez Pliego" BUAP y doctorante en Antropología Social por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Profesora-investigadora del Colegio de Antropología Social de la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP.
  2. FOURNIER, "Dime qué compras ".
  3. ARAIZA DÍAZ,  MARTÍNEZ GONZÁLEZ y LUGO SILVA, "La arqueología ".
  4. Véase SCHEJTMAN.
  5. El subcampo de la arqueología histórica comienza en este periodo. En un artículo anterior, la Dra. Citlalli Reynoso ya ha definido con más detalle lo referente a la arqueología histórica.
  6. Proyecto Arqueológico, Arquitectónico e Histórico del Estanque de los Pescaditos (1997); Salvamento Arqueológico del Paseo de San Francisco (2003-2005).
  7. Maestro de obra
  8. BRACHO, De los gremios…
  9. DEHOUVE, "El depósito ritual"
  10. CARBALLO, “La casa…”, p. 35.
  11. ALLENDE CARRERA, Comunicación personal, 2020.
  12. CARRO ALBARRÁN, Informe…
  13. LEICHT, Las calles…
  14. TORRES GONZÁLEZ y CARRO ALBARRÁN, Informe técnico
  15. REYNOSO RAMOS, Informe técnico
  16. Regalo u obsequio.
  17. DEHOUVE, "El depósito ritual ", p.188.
  18. DEHOUVE, "El depósito ritual ", p.182.
  19. DE LA SERNA, PONCE y DE FERIA, Tratado…, pp. 377-378.