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Martes, 04 Mayo 2021 14:30

De trenes y libros.

Los grandes hallazgos, los descubrimientos insólitos surgen de la curiosidad. Es la curiosidad la que ha impulsado a mujeres y hombres a emprender grandes hazañas, a adentrarse o a profundizar en el conocimiento. En el caso del patrimonio ferrocarrilero de México esta curiosidad también llevó a rescatar los tesoros que el ferrocarril había dejado a lo largo de su historia.

Vayamos hasta 1908, año en el que surge la empresa Ferrocarriles Nacionales de México (FNM), que logra consolidarse gracias a la unión concertada por la mayoría de las compañías ferroviarias que operaban en el país. Desde ese año y hasta su liquidación, en 1999, la empresa generó un sinfín de documentos y materiales históricos; también de equipo rodante de todo tipo, así como de herramientas y una variedad casi infinita de bienes muebles, todo lo cual daba cuenta de la operación de los ferrocarriles en el país, de los avances y pormenores de esa industria. La empresa vivió años de expansión y gloria, pero también momentos de graves dificultades y penurias.

En 1995, cuando el presidente Ernesto Zedillo anunció que FNM pasaría a manos privadas, la empresa tuvo la curiosidad de saber qué tanto de todos esos materiales, objetos y documentos acumulados y dispersos en todo el territorio nacional tenían un valor histórico y por lo mismo debían ser conservados. Para responder a esta inquietud y saciar curiosidades, antes de que todo pasara a manos privadas, ese año puso en marcha el Programa Nacional de Rescate del Patrimonio Histórico, Cultural y Artístico de los Ferrocarriles Nacionales de México (PRONARE), que fue ejecutado por un grupo interdisciplinario de expertos, que durante poco más de tres años trabajó en identificar, rescatar, embalar y resguardar lo que hoy constituye la mayor parte del patrimonio cultural ferrocarrilero de México.

 

Portada del libro El ferrocarril en México (1880-1900). Secretaría de Cultura, CNPPCF. Alejandra Calleja.

Otro acierto de la empresa ferrocarrilera fue crear un Museo, porque los museos son sitios emblemáticos, recintos fabulosos que tienen entre sus responsabilidades salvaguardar, conservar, proteger y difundir los valores patrimoniales que resguardan, y el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos (MNFM) no es la excepción.

El MNFM comenzó con los acervos que la empresa reunió en 1988, pero cuando finalizó el PRONARE tuvo ante sí la responsabilidad de ordenar, organizar, estudiar, conservar, exhibir y difundir un cúmulo inmenso de bienes que incluyó una centena de equipo rodante, una enormidad de objetos diversos ligados con el quehacer de la industria, con sus trenes de pasajeros y de mercancías, con las herramientas y equipo de trabajo que a lo largo de su historia fueron utilizados en los trenes, por los trenes y para los trenes. El legado documental que llegó después también fue enorme y da forma a la mayor parte de los fondos que alberga el Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias (CEDIF), inaugurado en 1997. Dos años después, en 1999, la empresa FNM fue finalmente privatizada, y el MNFM pasó a depender del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA). En 2001 se creó el Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero (CNPPCF), conformado por el MNFM, el CEDIF y un área de Monumentos Históricos y Artísticos.

Desde su origen, el CNPPCF ha asumido como compromiso inquebrantable la recopilación, salvaguarda y estudio de objetos, documentos y materiales relacionados con el sistema ferroviario, que incluyen todo tipo de vestigios y testimonios que hayan intervenido de manera directa o indirecta en su historia y desarrollo. Estas tareas le han exigido orquestar día a día distintas estrategias y metodologías para estimular el estudio y difusión de todo este legado, y entre ellas está la publicación de libros, de muy diversos tipos, unos son académicos, otros de arte, unos más de difusión. También edita desde 1999 una revista que ya suma tres épocas, así como otros muchos materiales. 

 

LOS PROYECTOS EDITORIALES  

Las instancias que conforman el CNPPCF han publicado libros y emprendido o participado en proyectos editoriales, pero esto no es nuevo ni tampoco se trata de una vocación reciente. Desde que pertenecía a FNM, el Museo comprendió que la edición de libros ayuda a sensibilizar, a estudiar y a profundizar en el tema ferroviario, y por lo mismo se dio a la tarea de publicar diversos volúmenes. Varios de esos primeros libros fueron de gran formato y se acercaron a los trenes desde la mirada del arte. Algunos de estos libros son emblemáticos, como el de Los días del vapor, de Emma Yanes, que salió a la luz en 1994, o el de Los ferrocarriles mexicanos en el arte y en la historia, de ese mismo año. En los siguientes dos años se publicó De estaciones y Caminos de hierro, que son hermosos, de gran formato y hoy pueden considerarse verdaderos clásicos.

Desde 1988 el Museo comenzó a organizar Encuentros de Investigadores del Ferrocarril, y de estos eventos han resultado Memorias, algunas impresas y otras digitales que dan cuenta de las investigaciones, avances de las mismas, hallazgos y testimonios que se presentan en tales jornadas, que además resultan el escenario idóneo para detonar, impulsar o ahondar investigaciones que al tiempo pueden convertirse en libros interesantes.

Ya en 2009 la dirección del CNPPCF decidió consolidar la publicación de ensayos académicos, con el sello de una colección. Estos libros se harían en coedición con la Dirección General de Publicaciones, instancia que decidió que los libros ferrocarrileros se sumaran a la colección El Centauro, que reunía ensayos de diversas temáticas.

El libro con el que se abrió este importantísimo proyecto editorial fue uno de Sergio Ortiz Hernán, quizá el más importante investigador del tema, a quien por cierto se debe la primera historia sobre los ferrocarriles, que en 1970 publicó la empresa FNM en dos tomos que respectivamente se titularon: Los ferrocarriles de México. Una visión social y económica, t. I, La luz de la locomotora y t. II La rueda rumorosa, los cuales son fuente obligada de consulta de toda investigación que se realice sobre los trenes.

Fue un privilegio y un honor que el proyecto editorial arrancara con un autor de este calibre, a quien se considera el padre de los estudios sobre el ferrocarril. El libro se tituló Mariano Azuela: creador del ferrocarril como personaje de las letras mexicanas (2009) y en él se funden las dos pasiones del autor: la literatura y los trenes. Al año siguiente se publicó otro volumen, cuyo autor es Guillermo Guajardo Soto, otro importantísimo investigador del ferrocarril. El volumen se titula Trabajo y tecnología en los ferrocarriles mexicanos: una visión histórica, 1850-1950, y vale puntualizar que sirvió como base del guion de la exposición “100 años de trabajo y tecnología en los ferrocarriles de México”, que el Museo montó en el 2013.

El tercer volumen de tema ferrocarrilero dentro de El Centauro fue un libro que muestra uno de los proyectos más entrañables del Museo: un programa de radio realizado por niños y para los niños. Este proyecto estuvo a cargo de Rosa María Licea Garibay, quien dio cuenta del mismo en el libro El tren, la radio y los niños. Ejercicio de comunicación educativa. Al año siguiente, en el 2012, se publicó Consolidados: José Yves Limantour y la formación de Ferrocarriles Nacionales de México, de Arturo Grunstein Dickter, el tercero de los más grandes investigadores del ferrocarril. Este volumen también sirvió como guion para la exposición “Ruta a la modernidad, 1902-1908”, que se montó en el Museo en el 2015.

En 2013 tocó el turno al libro ¡Ahí viene el tren! Construcción de los ferrocarriles en San Luis Potosí durante el porfiriato, de Luz Carregha Lamadrid, y a este volumen le siguieron dos, que se publicaron en 2014, uno fue el de Jeffrey Bortz y Marcos T. Águila, titulado México y el mundo del trabajo: ensayos sobre trabajadores, líderes y gángsters, y el otro De estación a museo. La estación del Ferrocarril Mexicano: puerta de entrada a la ciudad de Puebla, de Emma Yanes Rizo, el cual narra la historia de esta estación y de sus patios, así como su relación con las otras dos estaciones ferroviarias aledañas a ella: la del Ferrocarril Mexicano del Sur y la estación del Ferrocarril Interoceánico.

En 2015, ante esta producción editorial sin freno, la Dirección General de Publicaciones y la dirección del CNPPCF decidieron que los libros de tema ferroviario requerían una colección propia, por lo que desde ese año se creó el sello Horizonte Ferroviario, el cual se inauguró con el volumen Tras las huellas del ferrocarril. Guía de fuentes, coordinado por Pilar Pacheco, el cual constituye una herramienta valiosa para consultar con mayor facilidad y conocimiento los acervos del CEDIF.

En 2016 se sumó a la colección el volumen La construcción de los ferrocarriles en México. Una propuesta del ingeniero Santiago Méndez y Méndez, de Isabel Bonilla Galindo, Fernando Aguayo y Javier Ortega Morel. En este volumen se incluye la transcripción de un manuscrito que el ingeniero Méndez y Méndez escribiera en 1879, además de otros tres textos. Cabe destacar que este ingeniero fue uno de los directivos responsables de las comunicaciones en nuestro país desde finales del siglo XIX y hasta la llegada de los constitucionalistas en 1914. Los tres textos que acompañan al histórico manuscrito aportan elementos sobre el contexto social y de las ideas sobre la técnica ferroviaria de entonces.

 

 

Portada del libro El descarrilamiento de un sueño. Secretaría de Cultura, CNPPCF. Ana Belen Recoder..

El descarrilamiento de un sueño. Historia de los Ferrocarriles Nacionales de México, 1919-1949 de Arturo Valencia se publicó en 2017, en coedición con El Colegio de México. La investigación que lo precede hizo ganar al autor el Premio Salvador Azuela 2016 a la Investigación Histórica sobre la Revolución Mexicana. En este volumen, Valencia aclara que el declive de FNM, más que deberse a un tema laboral, fue consecuencia de que la empresa surgió endeudada y se vio seriamente perjudicada por la rigidez de su organización interna. También señala como factor de caos el que haya estado incautada por el gobierno revolucionario a partir de 1914 y durante más de 11 años, y que no contó nunca con apoyo suficiente por parte del Ejecutivo federal para su modernización. El volumen analiza también la fuerza que los trabajadores ferrocarrileros fueron adquiriendo como gremio y el aumento de su capacidad de presión y negociación, y hace referencia a las consecuencias que tuvo el que la empresa cargara, desde sus comienzos, con una deuda inmensa.

 

Presentación del libro El descarrilamiento de un sueño en la sala Alfonso Reyes del COLMEX, CDMX. 17 de enero de 2018. Secretaría de Cultura, CNPPCF. Ana Belen Recoder.

De Isabel Bonilla Galindo, Guillermo Guajardo Soto y Román Moreno Soto es el libro Los ferrocarriles en la Ciudad de México. Movilidad y abastecimiento de una gran urbe, 1860-1970, que vio la luz en el 2018. Los autores explican el proceso paulatino que FNM llevó a cabo para suprimir, en los años treinta del siglo XX, los servicios de pasajeros y carga que estaban dispersos dentro de la ciudad, a fin de concentrarlos en los antiguos patios de Nonoalco y Tlatelolco. Este volumen incluye imágenes que apoyan al texto y permiten comprender la magnitud de tal proceso.

 

Presentación del libro El ferrocarril en México (1880-1900) en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, CDMX. 27 de febrero de 2020. Secretaría de Cultura, CNPPCF. Alejandra Calleja. 

En 2019 se publicó el libro de Alejandro Semo, titulado, El ferrocarril en México (1880- 1900). Tiempo, espacio y percepción. Ricardo Pérez Montfort dijo sobre este volumen lo siguiente:

 …el libro de Alejandro Semo puede alimentar una sensación de nostalgia de aquel tiempo ido en que los ferrocarriles formaron parte del paisaje mexicano. Pero mucho más que ello, este libro debería ser una lectura obligatoria para quienes tienen el poder de rescatar lo que queda de aquellos ferrocarriles, ya sean vías, estaciones, máquinas y demás, con el fin de convertirlo en un patrimonio cultural de todos los mexicanos.2

En 2020 la pandemia provocada por el SARSCOV 2 imposibilitó que el CNPPCF publicara un libro más para Horizonte Ferroviario, pero no impidió que pese a la crisis sanitaria que prácticamente paralizó al mundo, el CNPPCF, mediante el CEDIF, orquestara la XII edición del Encuentro Nacional de Investigadores del Ferrocarril, que se llevó a cabo del 5 al 9 de octubre, en un formato virtual, del cual, con toda seguridad, saldrán propuestas de publicaciones que se verán más adelante.

No sólo los libros de El Centauro u Horizonte Ferroviario merecen mención, pues el proyecto editorial del CNPPCF es bastante más rico, y hablan del compromiso institucional por salvaguardar el patrimonio ferrocarrilero, o que alientan su estudio y conocimiento. Mención especial merece Estaciones ferroviarias de México. Patrimonio histórico, cultural y artístico, que apareció en 2010, y que incluye el Catálogo Nacional de Estaciones Ferroviarias, o la Guía para docentes de primaria para visitar el MNFM, cuya primera versión se publicó en 2010 y luego salió otra, renovada, en 2015. Ambas tienen el fin de involucrar a los maestros de manera activa en los recorridos por el museo, con trabajos para realizar con sus alumnos antes, durante y después de la visita. Cabe decir que estas Guías son únicas en su tipo en México, y que esfuerzos como este debían replicarse en otros museos del país.

También deben citarse en este recuento los proyectos editoriales que han procurado rescatar los testimonios de los ferrocarrileros. Por ejemplo, el libro Testimonios. José María López Escamilla, “Don Chema”, que se publicó en 2005, narra en primera persona, gracias a las entrevistas que realizara Emma Yanes al personaje, la vida de este ferrocarrilero ejemplar, la cual corre en paralelo con la de los ferrocarriles. Don Chema entró muy niño a laborar en la empresa, lo hizo como “colilla”, en un taller ferroviario, y escaló prácticamente todo el escalafón hasta ocupar cargos de dirección en la empresa.

 

Presentación del libro El descarrilamiento de un sueño en la sala Alfonso Reyes del COLMEX, CDMX. 17 de enero de 2018. Secretaría de Cultura, CNPPCF. Ana Belen Recoder.

Además, desde el CEDIF, el CNPPCF publica, desde el 1999, una revista que hoy se encuentra ya en su tercera época. Se trata de Mirada Ferroviaria, que durante muchos años fue impresa, pero hoy en formato digital continúa facilitando la difusión del trabajo de investigación que realizan no sólo los responsables de los acervos documentales, sino el de otros especialistas de muy distintas instituciones académicas, nacionales y extranjeras.

Sin temor a exagerar, puedo afirmar que Mirada Ferroviaria es el instrumento de socialización más importante entre investigadores y estudiosos sobre los temas más diversos que abarca el ferrocarril: trabajadores, nacionales y extranjeros, sindicato, funcionarios, huelgas, aspectos técnicos; constructores, estaciones y un largo etcétera. Para diciembre de 2020, Mirada Ferroviaria suma 40 números y alrededor de 150 artículos publicados, elaborados por investigadores de diversas instituciones académicas. Su larga trayectoria es otro ejemplo del compromiso del CNPPCF por promover la investigación, el estudio y el conocimiento de todo el patrimonio ferroviario. Es claro que aún hay muchas rutas que recorrer en este tren que no se cansa, así que ¡Vaamoonooos! ᴥ

 
Bibliografía
  • PÉREZ MONFORT, Ricardo, “Reseña del libro El ferrocarril en México (1880- 1900). Tiempo, espacio y percepción, de Alejandro Semo”, en Mirada Ferroviaria, revista digital. México, Secretaria de Cultura, Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero, núm. 38, enero-abril, 2020, [https://www.miradaferroviaria.mx/ resena-del-libro-de-alejandro-semo-38]. Consultado el 25 de enero de 2021.

 

Es licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM. De 2002 a 2013 fue subdirectora de Investigación en el CNPPCF. Su experiencia profesional como editora suma más de 25 años. Ha colaborado y colabora para importantes instituciones públicas y privadas, entre las que destacan: la UNAM, la Secretaría de Cultura; la Universidad Iberoamericana Santa Fe, Artes de México y el Mundo; Siglo XXI, entre otras.

PÉREZ MONTFORT, “Reseña del libro El ferrocarril en México…”, p. 32.

 

 

De las voces de los ferrocarrileros

 

Con el arribo del ferrocarril a Puebla el ritmo de los habitantes cambió. La Angelópolis dejó de ser una ciudad colonial para transformarse en la que se activaba con el silbato de la locomotora y su ritmo lo marcaba el sonido de las fábricas. La zona de estaciones modificó el perfil de la ciudad y el transporte urbano le agregó un rasgo de mayor movilidad a ese paisaje que se convertía en cosmopolita. “Los lugareños escuchaban el silbato de la casa de máquinas […] Los chambeadores de overol y chamarra azul, paliacate al cuello, iniciaban sus labores muy temprano, obedeciendo diferentes horarios, según el oficio y especialidad en que laboraban”.2

En 1920 el escalafón del Ferrocarril Mexicano incluía las especialidades de oficial mayor, jefe de estación, telegrafista, agente de boletos, cajero, documentador, checador, cartero, mensajero, empleado de carros, bodeguero, barrendero, velador y jardinero,3 y todos se establecieron muy cerca de la estación, junto con quienes laboraban para otras empresas ferroviarias. 

Los primeros fundadores de lo que hoy es el famoso barrio de San Miguelito fueron: el maestro José Villarello, Miko Viya, la familia Monroy que se estableció cerca de la iglesia y lo demás era un campo lleno de milpas. En la esquina de la 17, a la altura de la 10 Poniente estaba la casa de los Armas, el señor era un Mayordomo de Caldereros en Apizaco; le seguía la casa de los Vásquez; luego la de los Monroy y terminaba con la casa de los Rivera.4

 En efecto, alrededor de las estaciones proliferaron vecindades, fondas, restaurantes, cantinas, comercios y toda clase de servicios que eran brindados por y para trabajadores ferrocarrileros y sus familias. Un espacio de reunión e intercambio de experiencias de los rieleros fueron las cantinas,5 eran lugares a los que iban a platicar sobre sus actividades o a presumir que ya eran fogoneros o maquinistas, que eran los rangos más altos en la estructura de la empresa.

Al paso de los años, algunos rieleros edificaron sus casas dentro de los patios del gran complejo ferroviario, compuesto por las instalaciones del Mexicano y del Mexicano del Sur. Aún hoy es posible conocer algunas de sus historias, escuchar sus motivaciones y apreciar en ellos rasgos que los distinguen como ferrocarrileros.6  Entre estos hombres está el maestro mecánico Jesús Vázquez, quien falleció recientemente. Él fue uno de los muchos que nos compartieron sus experiencias como trabajador de la empresa Ferrocarriles Nacionales de México (FNM) y después como parte del equipo del Museo; otro es el señor Héctor González, sobrestante de puentes y edificios de la División Puebla-Oaxaca, quien guarda entre sus tesoros reportes técnicos relacionados con la supervisión y mantenimiento del puente San Pedrito, ubicado en la línea E. También está el señor Viliberto, quien fuera telegrafista del Mexicano. Él nos enseñó algunas claves telegráficas y nos facilitó el hermoso croquis que elaboró sobre ese complejo ferroviario.

Todas estas experiencias compartidas son muy importantes y emotivas, pero lo más valioso que conservan estos rieleros son los recuerdos de su día a día. Quienes trabajaron en los trenes mantienen vivo el recuerdo de este medio de transporte. Son ellos los que conocen como pocos su entorno. Estos personajes del tren son hombres generosos que además de compartir con quien esté dispuesto a escucharlos los gajes de sus oficios, hablan de sus tradiciones, de sus ascensos, de sus familias, y de lo mucho que le deben al tren y el tren a ellos.

Los rieleros, los extrabajadores de FNM, son, sin duda, el eslabón más importante de los ferrocarriles mexicanos, no sólo de la entidad poblana sino de todas las ciudades que en México tocó el ferrocarril. Ellos son la memoria viva de las calles por las que corrió el tren, y en Puebla rememoran con cariño y gran nostalgia a una ciudad que ya no está o de la que queda muy poco. 

 

Y LLEGAN LOS TRENES 

El inicio de esta historia se ubica en 1880, cuando el gobierno federal de Porfirio Díaz otorgó nuevas y ambiciosas concesiones para el desarrollo de los ferrocarriles en México. La relación de la Angelópolis con los trenes inició en 1869, con la inauguración del ramal Apizaco a Puebla del Ferrocarril Mexicano y su estación. A partir de ese momento los proyectos ferroviarios comenzaron a materializarse y a la par la ciudad experimentó cambios tan drásticos que no sólo se modificaría su ritmo, sino sobre todo su perfil y personalidad.

La empresa del Ferrocarril Mexicano fue la primera en tender sus vías y edificar su estación; le siguió la del Puebla-Izúcar de Matamoros, que estableció su edificio en 1881, a tan sólo dos cuadras de la primera, en la ahora calle 6 Poniente. Unos años después se construyó la oficina de administración del Ferrocarril Urbano o tranvía, frente a la del Mexicano, en la calle de San Pablito, hoy 10 Poniente, y le siguieron la del Industrial de Puebla, que tendió sus vías en 1889 y estableció su estación un año después, en la ahora 8 Poniente. El Mexicano del Sur, que iba de Puebla a Oaxaca, ocupó los terrenos aledaños a la del Mexicano, en las calles que hoy son la 10 Poniente y la 13 Norte, donde también tendió sus vías y construyó sus talleres. Puso en operación su estación el 13 de noviembre de 1892.7 La última estación en establecerse en la zona fue la del Ferrocarril Interoceánico. Lo hizo en 1897, año en el que inauguró su estación en el lugar que antes ocupara la de Puebla-Izúcar de Matamoros.

En muy pocos años las vías del ferrocarril conformaron una intrincada red en la parte norponiente de la ciudad, a la que transformaron para consolidar un proceso modernizador que convirtió a esta zona en la puerta de entrada a la Angelópolis.

En cuanto al paisaje urbano, no sólo empezó a cambiar por la llegada de los ferrocarriles y posteriormente con la edificación de las estaciones, sino porque en los últimos años en la ciudad se incrementó el transporte público, algunas fábricas textiles fueron instaladas y fue entonces cuando se incorporó a los citadinos a otro tipo de vida, más urbana y más industrial.8

Al paso de los años esas estaciones fueron retiradas de servicio y con ellas se fueron también los rieles que surcaban el centro de la ciudad. Sólo la del Ferrocarril Mexicano quedó en pie. Las primeras en irse fueron las ligadas directamente a las necesidades de la metrópoli poblana, esto es, las del Urbano, que salió de servicio en 1928, y la del Industrial, que desapareció en la década de los años treinta, cuando comenzaron a ponerse en marcha los primeros y modestos proyectos de planeación socioeconómica de la ciudad. Eran los años en que el gobierno federal comenzó a impulsar el desarrollo de carreteras y el cabildo poblano se sumó a esos impulsos, aprobando un proyecto de movilidad que impactó al entorno de las estaciones de ferrocarriles.

Como bien apunta Francisco Valverde Díaz de León en su libro Puebla. Calle 11 Sur. De borde urbano a eje de centralidad, “La edificación de estas infraestructuras urbanas en el borde poniente va dejando importantes intersticios espaciales que representarán oportunidades en el futuro inmediato para espacios y edificaciones que tenderán hacia la consolidación del espacio de la ciudad moderna”.9

Para 1950 y los años siguientes, las estaciones del Mexicano e Interoceánico, así como los talleres del Mexicano del Sur se encontraban prácticamente en el centro de la ciudad. Sus vías, que habían sido tendidas en terrenos agrícolas, ahora compartían el espacio territorial con algunas casas de obreros del riel o trabajadores fabriles. Ante eso, las autoridades municipales de Puebla, en coordinación con la empresa FNM, esbozaron un programa que autorizó la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas (SCOP), para reubicar las vías y cerrar dichos inmuebles, el cual duró cerca de veinte años.10

El programa se puso en marcha durante la administración del presidente Miguel Alemán (1946-1952) y en materia de ferrocarriles se insertó en el Plan de Modernización de FNM, el cual derivó en la construcción de la estación Terminal de Puebla, en la 80 Poniente y 11 Norte, que entró en operación en mayo de 1954.

Durante la siguiente década los servicios de carga se fueron trasladando paulatinamente a las nuevas instalaciones, mientras que los talleres misceláneos del Mexicano del Sur siguieron funcionando hasta 1970 y los del Interoceánico comenzaron a desmantelarse a mediados de 1973, aunque la fecha oficial del cierre fue el 31 de enero de 1974. Pese a esto, los servicios de pasajeros continuaron brindándose con regularidad en la estación del Mexicano, que los albergó hasta ese último año, cuando fueron cerrados al público.

En septiembre de 1977, el gobierno del estado y el Ayuntamiento de Puebla solicitaron a FNM la enajenación de los terrenos que pertenecieron al Mexicano y al Mexicano del Sur a efecto de construir en ese sitio una central de autobuses.11 Los trabajadores de la empresa, que vivían en ellos, así como los representantes del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana, solicitaron el beneficio de los mismos con el propósito de desarrollar una unidad habitacional, pero, finalmente, y después de mucho, FNM en colaboración con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el municipio iniciaron un proyecto que se enfocó en la recuperación de ese espacio, el cual derivó en la inauguración del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos, el 5 de mayo de 1988. ᴥ

 

Siglas 
  • AH-CEDIF. Archivo Histórico del Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias, Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero

 

Bibliografía

 

  • ARREOLA, Juan José, El Guardagujas. México, Petra, 1988
  • CABALLERO, Manuel, “Crónica de inauguración del tramo de Puebla a Oaxaca del Ferrocarril Mexicano del Sur”, en Mirada Ferroviaria, 21 (septiembre-diciembre 2013), [https://museoferrocarrilesmexicanos. mx/sites/default/files/adjuntos/no21. pdf]. Consultada el 30 de enero de 2021.
  • HERNÁNDEZ CÓRDOBA, Ernesto, Un tren llamado vida. Cuadernillo del Museo, núm. Puebla, Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos, 1996.
  • PERIÓDICO OFICIAL, Periódico Oficial del Gobierno Constitucional del Estado de Puebla, clxvi, núm. 39, martes 15 de mayo de 1951. Periódico Oficial del Gobierno Constitucional del Estado de Puebla, t. ccxix, núm. 23, viernes 16 de septiembre de 1977.
  • TIRADO VILLEGAS, Gloria , Relatos del Interoceánico 2. Lecturas Históricas de Puebla 97, Puebla, Gobierno del Estado de Puebla, Secretaría de Cultura, Comisión Puebla del V Centenario, 1992. – Los efectos sociales del Ferrocarril Interoceánico. Puebla en el Porfiriato, Puebla, BUAP, 2007.
  • VALVERDE DÍAZ DE LEÓN, Francisco, Puebla. Calle 11 Sur. De borde urbano a eje de centralidad, Puebla, Universidad Iberoamericana Puebla, BUAP, 2017.

 *En memoria de Chabelo, Víctor y Chucho.

  1. Es Jefa del Departamento de Biblioteca Especializada del Participó en el Programa Nacional de Rescate del Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural de los Ferrocarriles Mexicanos, y ha colaborado en la organización de eventos académicos desarrollados por el CNPPCF.
  2. TIRADO VILLEGAS, Relatos del Interoceánico 2…, pp. 4-5.
  3. AH-CEDIF. Fondo Ferrocarril Mexicano, Serie Nómina, Departamento de Transportes, septiembre de 1920.
  4. TIRADO VILLEGAS, Relatos del Interoceánico 2, pp. 17-18.
  5. De las cantinas que hasta el momento se han podido identificar destacan: “La Rielera”, que estaba en la 6 Poniente, entre 7 y 9 Norte; “La Cámara de Gases”, ubicada en la 6 Poniente y 11 Norte; “Don Memo” establecida en la 9 y 7 Norte, famosa por sus curados; “Los Gigantes de Acero” o “2020” se ubicó en pleno barrio de San Miguelito y tenía pintada una locomotora de vapor. Quedaba a dos cuadras de la estación del Mexicano. “Chichén Itzá” vendía una bebida que se llamaba Coatecomate, y estaba en la 11 Norte y 6 Poniente; “El Porvenir” en la 8 Poniente y 15 Norte; la “Atómica” se localizaba frente a El Porvenir; el “Venadito” estaba en la 8 Poniente entre la 15 y la 13 Norte; “Don Elías”, era una cantina situada en la esquina de la 2 Poniente y la 11 Norte, entre otras. Para más información ver Hernández Córdoba, Un tren llamado vida…, pp. 43-47.
  6. Algunas de las familias ferrocarrileras que ocuparon los terrenos del Ferrocarril Mexicano y del Mexicano del Sur fueron reubicadas en otras partes de la ciudad, mientras que otras, las menos, lograron, después de emprender un juicio prolongado con las autoridades municipales y estatales, que la empresa FNM y el STFRM reconocieran sus derechos y, por tanto, consiguieron la dotación de terrenos en la 13 y 15 Norte, entre 10 y 18 Poniente, donde reconstruyeron sus casas, en colindancia con el Museo. Para más información ver AH-CEDIF, Fondo SNTFR, Sección 21, Serie correspondencia general, 1970-1978.
  7. La línea del Ferrocarril Mexicano del Sur se inauguró el 5 de febrero de 1891 por el presidente Porfirio Díaz, quien llegó a la estación del Ferrocarril Mexicano donde lo esperó una multitud que lo acompañó a realizar el recorrido de Puebla a Tehuacán. Para más información ver Caballero, “Crónicas de la inauguración…”, Mirada Ferroviaria, pp. 28-35.
  8. TIRADO VILLEGAS, Los efectos sociales del Ferrocarril Interoceánico…, p. 118.
  9. VALVERDE DÍAZ DE LEÓN, Puebla Calle 11 Sur…, p. 239. 
  10. Acuerdo que declara de utilidad pública la adquisición de terrenos que en el mismo se definen para instalar la Terminal Única de Puebla de los FNM, en el que se estipuló en los apartados I y II que la operación de las estaciones Mexicano, Mexicano del Sur e Interoceánico generaban gastos excesivos para la empresa y que las necesidades que impone el desarrollo del plano regulador de la ciudad de Puebla exigían la localización y reubicación de las estaciones, para más información ver PERIÓDICO OFICIAL, t. clxvi, núm. 39, martes 15 de mayo de 1951, pp. 4-6 
  11. La Secretaría de Programación y Presupuesto expidió el decreto en el que autorizó a FNM a enajenar los terrenos fuera de Para más información ver PERIÓDICO OFICIAL, t. ccxix, núm. 23, viernes 16 de septiembre de 1977, pp. 2-3.

 

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Jueves, 29 Abril 2021 22:55

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Jueves, 29 Abril 2021 22:12

Título del mapa 1

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Jueves, 29 Abril 2021 20:54

Las exposiciones del museo.

La pandemia de coronavirus ha representado un inmenso desafío, casi imposible de sobrellevar para muchos. No ha sido nada fácil intentar mantener nuestra cotidianidad, afectada desde el principio por el obligado encierro, el miedo creciente y la severa crisis económica que todo esto ha conllevado. Para el MNFM esta crisis ha planteado nuevos retos y lo ha obligado a tener que concebir, desde esta nueva realidad, actividades para la difusión y el acercamiento del patrimonio ferrocarrilero al público. Lograrlo ha requerido el uso de la tecnología, pero sobre todo mucho ingenio.

Nos motiva ver que nuestros esfuerzos se ven recompensados, porque los amantes y estudiosos del ferrocarril y sus historias no nos han abandonado. Muy por el contrario, han reforzado sus vínculos con este espacio que ya no es sólo nuestro y de nuestros visitantes, sino también de todos los mexicanos que se preocupan o gustan del acervo cultural que resguardamos, y de los extranjeros que se han acercado a nosotros.

Para este inmenso público, para hacerles el encierro más llevadero, decidimos preparar, en formato virtual, dos exposiciones. Una es El armoncito, una vida sobre rieles y la otra El sabor del viaje. Memoria y gastronomía ferroviaria. Ambas han significado un ejercicio de aprendizaje para todos los que participamos en ellas. Para hacerlas más accesibles creamos también un micrositio en internet, al que se puede acceder en el vínculo http://ferroexposiciones.com.mx/. Por esta vía buscamos propiciar la interacción con nuestros públicos, además de fomentar la cercanía, y evitar a toda costa que nos olviden. Nos sentimos contentos y orgullosos porque en este nuevo formato de exposición no nos ha ido nada mal.

 

Exposición Mirada viajera de Urs Jaeggi. MNFM, Puebla, Pue., 2003. Secretaría de Cultura, CNPPCF. Patricia Albores.

Basta decir que las estadísticas revelaron que en diciembre de 2020 ingresaron a nuestro sitio además de los habituales y numerosos visitantes de nuestro país, otros muchos provenientes de 16 naciones, y para enero de 2021 ya eran de 25. Con estas exposiciones, el MNFM llegó a Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Alemania, Francia e Italia; también a Japón, India, Sri Lanka y Corea del Sur; a Rusia, Ucrania y Rumania, así como a Uruguay, Brasil, El Salvador, Chile y Costa Rica.

Como sucede con cualquier museo, en el MNFM las exposiciones son una de sus razones de ser, quizá la primordial, aunque ciertamente no la única. El MNFM posee un acervo muy rico de piezas y documentos que dan cuenta de la historia de los ferrocarriles en México: aproximadamente 200 mil planos, 86 mil imágenes fotográficas, unos 4 mil 500 metros lineales de archivos históricos y alrededor de 40 mil volúmenes bibliohemerográficos, que utilizamos para nutrir las exposiciones, además de echar mano a herramientas, objetos diversos e inclusive equipo rodante. Se trata de los tesoros más preciados del ferrocarril en México.

 Las exposiciones son una vía inigualable para promover el acercamiento, el diálogo y la participación del público en torno al Museo, y a lo largo de los años hemos logrado identificar cinco elementos que consideramos indispensables para que las muestras resulten exitosas: deben partir de un buen concepto, narrar una historia atractiva; tener un estilo propio para contarla; la producción debe ser de primera y la curaduría debe estar a la altura de la riqueza patrimonial que estamos mostrando. Lograrlo no es fácil, pero a lo largo de 30 años hemos ido perfeccionándonos y hoy podemos presumir una calidad museográfica y museológica que está a la altura de las de cualquier museo del mundo.

Para nosotros es fundamental que cada exposición responda a la identidad del museo, que nunca se pierda su objetivo, centrado en el conocimiento, difusión y disfrute del patrimonio ferroviario. 

En ocasiones, en la conceptualización y desarrollo de algunas exposiciones y guiones hemos contado con la valiosísima colaboración de especialistas e investigadores externos; de este modo refrescamos nuestras miradas y nutrimos nuestros conocimientos. Entre quienes han colaborado con nosotros están Francisco Montellano y Ricardo Pérez Montfort, quienes en el 2005 colaboraron en la exposición Cine y ferrocarril en la Revolución mexicana, que resultó exitosísima y entrañable, porque ¿Quién puede olvidar a Pedro Armendáriz personificando a Villa, o a María Félix siendo La Generala? Visitantes y colaboradores del Museo gozamos subiéndonos al carro que rememoró al de la Mutual Films, empresa que llegó a un convenio con Villa para que filmara sus batallas.

En 2007 contamos con la colaboración de Juan Cristian Gutiérrez Maupomé, en la exposición De minas y otras industrias, con la que se rindió un homenaje a Jesús García Corona, quien al ofrendar su vida para salvar a la comunidad minera de Nacozari se convirtió en el símbolo del gremio ferrocarrilero. El héroe de Nacozari sintetiza, sin duda, los valores de los trabajadores del tren que dedicaron su vida al servicio de los ferrocarriles mexicanos. Esta exposición mostró que los trenes dieron a las haciendas primero, y luego a la industria, la posibilidad de ampliar sus mercados gracias a la distribución de productos que hacía a distintas regiones del país, e inclusive hacia el extranjero. Con imágenes y objetos provenientes de la fábrica textilera de la Trinidad, del complejo hidroeléctrico de Necaxa, colecciones particulares relacionadas con el pulque y piezas de las propias colecciones del Museo, se mostró cómo el ferrocarril funcionaba dentro de los procesos locales o regionales de producción, razón por la cual se construyeron líneas o ramales vinculados a las haciendas maiceras, pulqueras y cañeras del centro de México, o a las henequeras de la península de Yucatán, así como a los complejos industriales mineros, madereros, petroleros y textileros.

Otra colaboración importante es la que recibimos de dos de los investigadores más prestigiosos en el tema del ferrocarril en México: Guillermo Guajardo y Arturo Grunstein Dickter. El primero colaboró en la exposición Cien años de trabajo y tecnología en los ferrocarriles mexicanos en 2013. Esta exposición se basó en un libro que el investigador hizo también para el CNPPCF que lleva el mismo título, y en ella se mostró el papel indiscutible que jugó la fuerza de trabajo y la aplicación tecnológica en la operación y mantenimiento del sistema ferroviario. La idea que imperó fue mostrar cómo el término ferrocarril está ligado a los de tecnología y trabajo, y que el primero simplemente es inentendible sin los segundos. Ciertamente el ferrocarril es una empresa que vende movilidad terrestre, pero esta movilidad no existiría sin el trabajo sociotécnico.

La exposición en la que  colaboró  Arturo Grunstein Dickter fue la  titulada Ruta a la modernidad, que se montó en 2015, y que también se inspiró en un libro que este investigador hizo para el CNPPCF : Consolidados: José Yves Limantour y la formación de Ferrocarriles Nacionales de México. En ella se da cuenta de los orígenes de la empresa FNM, así como de los afanes del secretario de Hacienda del porfiriato para consolidar la empresa y hacerla competitiva a nivel nacional y en el extranjero. Un rasgo interesante y destacable de esta muestra fue que presentó una visión un tanto provocadora al mostrar a los porfiristas como nacionalistas y aclarar que su proyecto de ferrocarriles obedeció a una política de Estado que buscó y consiguió defender a la nación de los voraces intereses extranjeros.

Cabe puntualizar que estos destacados investigadores trabajaron en estrecho con José Antonio Ruiz Jarquín, museólogo del MNFM, a fin de lograr sendas adaptaciones, legítimas y atractivas, de sus respectivos libros.

 

Vista interior de la casa de máquinas del Ferrocarril Interoceánico que comenzó a funcionar en 1881. 2015. Cuautla, Morelos. Secretaría de Cultura, CNPPCF. Patricia Albores

 

Mención especial merece el proyecto de arte contemporáneo Cambio de Vía, que es promovido y liderado por Graciela Schmilchuk. En las exposiciones de arte contemporáneo el equipo del Museo ha tenido la oportunidad y el gozo de trabajar con artistas como Urs Jaeggi en Mirada viajera en 2003; con Helen Escobedo en El hoy del ayer en 2006; y con Alberto Gutiérrez Chong en Cruce de caminos en 2008. Cada uno, desde su perspectiva y talento, nos mostró una manera muy distinta de apreciar y manejar las piezas de las colecciones. Pudimos ver a estos objetos industriales desempeñar roles muy distintos a los que estábamos acostumbrados. Imborrables son, por ejemplo, las imágenes de las pesadas pinzas ferrocarrileras convertidas en gaviotas que surcan el cielo.

Otro programa que debe mencionarse en este recorrido es el de las exposiciones itinerantes. Llevarlas a cabo ha sido todo un reto, que bien ha valido la pena superar. Las dos primeras exposiciones de este tipo acompañaron la presentación de sendos libros: Los días del vapor de Emma Yanes, y De las estaciones coordinado por Sergio Ortiz Hernán, investigaciones de 1994 y 1996 respectivamente. Posteriormente, gran parte de las exposiciones temporales, en específico las fotográficas que se presentan en el Express de la Fotografía, se han ido integrando a la oferta de exposiciones itinerantes. De este modo se ha podido satisfacer la creciente demanda que comenzó, desde 2008, con la creación de la Red de Museos Ferrocarrileros de México, actualmente conformada por 35 museos.

En 2009 el MNFM apoyó la apertura del Museo del Ferrocarril Jesús García Corona de San Luis Potosí con la exposición El vapor, una larga historia, y a partir de entonces ese museo ha recibido varias de nuestras exposiciones itinerantes.

El CNPPCF, por la vía de la Subdirección de museología y museografía, también ha colaborado en la conceptualización y desarrollo de nuevos espacios, como el Museo Vivencial Ferrocarril 279. Además, con el Centro Regional INAH Morelos y el Ayuntamiento se llevó a cabo el proyecto de reutilización de los talleres del Ferrocarril Interoceánico de Cuautla, Morelos.

Otro proyecto de este tipo que resultó muy importante es el que se hizo con el Museo Casa Redonda de Chihuahua, que se convirtió en una de las mejores galerías de arte contemporáneo del país, y actualmente se trabaja en el guion museológico para renovar su sala de sitio. A su vez, para la creación del Museo Ferrocarrilero de Aguascalientes el CNPPCF colaboró con el gobierno estatal para que pudieran reutilizarse los terrenos del complejo ferroviario más importante del país, y por último, pero no menos importante, es el papel que el CNPPCF ha desempeñado en la concepción, planeación y coordinación del proyecto Centro Cultural Binacional (CeCuBi), que involucra a las ciudades fronterizas de Matamoros, Tamaulipas y Brownsville, Texas, las cuales trabajan en el desarrollo de un complejo cultural que permitirá fortalecer el tejido social en Matamoros a partir de la exhibición del patrimonio ferroviario.

Mucho se ha hecho en museografía y museología en y desde el MNFM, pero aún es más lo que nos falta por hacer. Seguiremos entonces recorriendo las rutas que nos marca el tren. ᴥ

   


 

  1. Maestra en Artes/Diseño de Interiores y Entorno Humano por la Universidad Estatal de Michigan, Arquitecta por la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Subdirectora de Museología y Museografía del CNPPCF/MNFM de 1999 a la fecha. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

Sí, la función educativa de los museos es un asunto prioritario en la contribución del conocimiento y la valoración del patrimonio que resguardan. Es una poderosa herramienta para la generación de procesos de diálogo, participación y aprendizaje, orientada a enriquecer la experiencia de personas y comunidades. Pero, ¿Cuáles son los aportes de la pedagogía y la psicología educativa al ámbito museístico? ¿Cómo impactan en la construcción de la misión de los museos como espacios de enseñanza-aprendizaje? ¿Qué hace el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos desde el ámbito de la comunicación educativa?

El vínculo de los museos con la educación existe por lo menos desde finales del siglo XVIII, cuando las colecciones privadas comenzaron a abrirse al público. Al paso del tiempo, la manera de concebir la relación entre el espectador y la museografía se ha transformado como consecuencia natural de la redefinición de esos espacios como instituciones que, además de resguardar y preservar piezas de colección, tienen una responsabilidad comunitaria y social.

En el caso de los museos de Europa, su función educativa se orientó, desde su origen, a fomentar la contemplación estética para la formación del buen gusto de los ciudadanos. En Estados Unidos, en cambio, esta función fue vista como un recurso para complementar el aprendizaje de disciplinas como la historia y la literatura. Ambos enfoques comenzaron a cuestionarse desde finales del siglo XIX, a raíz del impulso que tuvo el movimiento de educación progresista, el cual cuestionó los métodos tradicionales de enseñanza y aprendizaje basados en la transmisión lineal de contenidos y el rol pasivo de los estudiantes. En este contexto, figuras como John Dewey defendieron el valor de la educación como medio para alcanzar la democracia y una mayor justicia y participación social.

De origen estadounidense, Dewey había fundado una escuela experimental a la que los niños asistían para resolver problemas y retos de la vida cotidiana. Ellos cocinaban, cocían, cultivaban, hacían carpintería y, en medio de todas estas actividades, aprendían a leer, escribir y hacer cuentas. Muy pronto, el también filósofo y crítico trasladó sus ideales educativos al ámbito del arte y desde allí insistió en la importancia de la educación estética y humanista para formar sociedades democráticas. Cuestionó también la concepción de los museos como instituciones disociadas de la experiencia y de la vida cotidiana, y los definió como cárceles del arte y la cultura.

En su obra El arte como experiencia, Dewey defendió el enorme potencial educativo que tienen los museos y su imprescindible rol social para la formación de ciudadanos críticos. “Un museo dirigido a fines de educación tiene que resolver problemas que se presentan radicalmente diferentes, con respecto a los que existían cuando eran nada más que una colección de objetos curiosos, interesantes, posiblemente lindos, o parte de una colección de recuerdos históricos”,2 apuntaba el estudioso.

Años después, el movimiento progresista introdujo al campo de los museos la perspectiva de una educación autónoma y liberadora, encaminada a facilitar la construcción del conocimiento basado en la experiencia, que lograra integrar la teoría y la práctica, lo cual Dewey pudo resumir en la frase “aprender haciendo”. Al mismo tiempo reconocía el rol activo de los visitantes en su propio aprendizaje. En este mismo sentido, Theodore Low, curador educativo del Museo Metropolitano de Arte, añadió la necesidad de que los responsables de las áreas educativas de los espacios museísticos, además de su formación y experiencia en el campo de las artes, se acercaran también a las disciplinas pedagógicas.3

 

El vagón de la radio, espacio de animación sociocultural infantil y juvenil. 2019. Secretaría de Cultura, CNPPCF. Ana Belen Recoder.

  

 La visión de los museos como espacios de educación, entendida ésta como un proceso activo, ligado de manera íntima a las experiencias, necesidades y expectativas de los visitantes, y cuyo propósito más que instruir sea el de alentar la motivación y la creatividad, se acentuó durante la segunda mitad del siglo XX, por influencia de la psicología educativa, que desde distintos enfoques, como el humanismo, el constructivismo, el cognitivismo y la corriente sociocultural, dio elementos sustanciales para una mejor comprensión del origen y construcción de conocimientos, así como de los aspectos de personalidad, sociedad y cultura, que inciden en el aprendizaje.

Representantes de la psicopedagogía, como Lev Vygotsky, Carl Rogers, Abraham Maslow, David Ausubel y Jerome Bruner, cuestionaron el paradigma conductista basado en el estímulo y la respuesta, el cual dominó el campo de la educación durante la primera mitad del siglo XX. Desde distintos enfoques, estos líderes colocaron en el centro del proceso educativo la capacidad de cada individuo para conducir sus propios aprendizajes. En este contexto George Heine, director del Programa de Investigación y Evaluación Grupal de la Escuela de Artes y Ciencias Sociales de Lesley, Cambridge, admitió que las diversas corrientes y teorías psicopedagógicas, en especial las vinculadas con el constructivismo, eran fundamentales para comprender y abordar la función educativa del museo, como “una actividad social que se basa en la motivación, la interacción, la experiencia y el contexto”.4

En el caso de Latinoamérica, un referente obligado de los aportes pedagógicos al campo de los museos se encuentra en el movimiento de educación popular, que sentó sus bases en la filosofía de Paulo Freire, pedagogo brasileño y pionero de la alfabetización de adultos en el noreste de Brasil. Con un compromiso social inquebrantable, frente a los sectores más vulnerables de su país, Freire desarrolló un enfoque teórico-metodológico que ayudó a comprender y practicar la educación como un acto y proceso liberador en el que intervienen el amor, el coraje, la reflexión y la acción del hombre sobre la realidad para transformarla.

Los principios de la educación popular abonaron el terreno en el que germinó la animación sociocultural, concepto utilizado por primera vez en 1945 en un documento del Ministerio Francés de Educación Nacional, para denominar o caracterizar a “toda una serie de agentes que desarrollaban acciones socioeducativas y culturales con personas, grupos y comunidades en sus propios ámbitos territoriales de vida cotidiana”.5

Es cierto que la  animación  sociocultural como estrategia orientada a impulsar tareas educativas se consolidó hasta la década de 1960-1969, con el advenimiento de propuestas y experiencias que defendieron el acceso a las distintas manifestaciones culturales. La animación promovía, desde una visión democrática, la expresión, la creatividad y la innovación al tiempo que fomentaba espacios de pertenencia, identidad y liderazgo que daban cabida a agentes de transformación social y protagonistas de la historia.

De alguna forma, los ideales de la animación sociocultural estuvieron presentes en la “nueva museología”, la cual plantea un nicho de oportunidades para consolidar espacios democráticos en los que prevalezca el respeto a la diversidad cultural, social e individual; se propicie el diálogo con la comunidad y se estimule su participación en las acciones de conservación, difusión y aprovechamiento del patrimonio que resguardan. En este sentido, la aspiración democrática de los museos necesariamente se vincula a las nociones de interculturalidad e inclusión con las que se busca generar en los visitantes sentimientos de seguridad y pertenencia.

 

Participación comunitaria en el jardín para polinizadores. 2019. Secretaría de Cultura, CNPPCF. Ana Belen Recoder.

  

 COMUNICACIÓN EDUCATIVA EN EL MNFM

La misión educativa del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos está plasmada en los objetivos estratégicos de la institución, que se orientan al desarrollo de programas y proyectos que buscan difundir y poner en valor el patrimonio ferroviario material e inmaterial de México. Esto, mediante el aprovechamiento pedagógico, creativo y crítico de los medios de comunicación y las tecnologías de la información. 

Para lograrlo, el Museo ha dedicado importantes esfuerzos a la construcción de una filosofía y modelo educativos propios, sustentados en el humanismo, las corrientes cognitiva, constructivista y sociocultural, así como en la educación popular, y a partir de éstos busca promover el derecho humano a la cultura, la inclusión e igualdad sustantivas, el respeto a la diversidad en todas sus manifestaciones, la tolerancia, el diálogo abierto de saberes y la participación ciudadana.

Desde la misión educativa del MNFM, los museos públicos ocupan un lugar protagónico, de allí el énfasis en mantener un diálogo permanentemente con ellos. Sin duda, una forma eficaz para hacerlo han sido los estudios y herramientas que le permiten conocer los perfiles, necesidades y expectativa de las audiencias, así como el entendimiento de procesos de interpretación y las formas de aprender en el espacio y contexto museístico. En esta línea de trabajo, el Museo ha llevado a cabo investigaciones sobre las prácticas culturales de los habitantes de su entorno barrial; cada año participa en las encuestas nacionales de público que coordina el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) y permanentemente evalúa sus servicios, aplicando para ello cuestionarios de salida, y colocando libros de opinión en todas las exposiciones que monta. También se cuenta con un buzón de recomendaciones y se realizan regularmente análisis estadísticos sobre la visita presencial y los seguidores en redes sociales y actividades en línea.

 

“Estación verano”, festival por la cultura y la paz. 2019. Secretaría de Cultura, CNPPCF. Ana Belen Recoder

 

 Ahora bien, desde el conocimiento de que la cultura contribuye al desarrollo integral de las personas y las comunidades, así como a contrarrestar la inequidad de oportunidades y la violencia que viven grandes sectores de la sociedad, el MNFM considera como pilar de su misión educativa, fomentar ambientes de aprendizaje en los que los visitantes se sientan bienvenidos, seguros, aceptados y emocionalmente vinculados al museo, a su historia y a sus colecciones. Con esta idea, se ha impulsado el desarrollo de espacios de animación sociocultural, como la Biblioteca pública, la Ludoteca, la Bebeteca, el Vagón de la ciencia, el Vagón de la radio y el “Jardín comunitario”. En estos espacios se promueve el juego, la lectura, la divulgación científica, la producción radiofónica y el cuidado del medioambiente.

 

“En la vía mural”, proyecto de galería urbana con jóvenes artistas poblanos. 2018. Secretaría de Cultura, CNPPCF. Ana Belen Recoder.

 

Además, el Museo ha logrado consolidar un programa anual de “Festivales por la cultura y la paz”, que funcionan como una plataforma de diálogo con los públicos en torno a la historia, cultura y tecnología de los ferrocarriles, pero también sobre temas imprescindibles de la sociedad contemporánea, como las culturas indígenas y afromexicanas, la migración, los derechos humanos, la interculturalidad, la sustentabilidad y la biodiversidad, entre muchos otros. El MNFM realiza cuatro festivales al año, que le han permitido trascender sus muros para llegar a las 17 Juntas Auxiliares de la ciudad de Puebla y su área conurbada, así como a las unidades habitacionales, colonias populares, mercados, espacios públicos y otros museos ferrocarrileros de México. 

La agenda cultural y educativa del Museo convoca a niños, jóvenes y adultos con visitas guiadas dramatizadas, recorridos sonoros, proyección de películas, cine-debates, talleres, rallyes familiares, charlas didácticas y presentaciones artísticas, entre muchas otras actividades. En esta agenda el público joven ha ganado un espacio importante con el proyecto “En la vía Mural”, cuyo propósito es visualizar el trabajo de artistas poblanos desde la pinta de murales en gran formato en los que comparten historias de trenes, viajes, estaciones, esperas y despedidas. Estos murales integran galerías urbanas en el entorno del Museo, en las calles y avenidas de la ciudad de Puebla, visibles a peatones y automovilistas.

“Música entre vagones” es otro proyecto que el Museo lleva de la mano con los jóvenes, con el propósito de abrir espacios a la diversidad musical poblana, con la presentación de solistas y bandas emergentes.

 

Espectáculo teatral, con la participación de trabajadores ferrocarrileros. 2019. Secretaría de Cultura, CNPPCF. Ana Belen Recoder.

 

Un pilar más del trabajo educativo en el MNFM es la producción de recursos lúdico didácticos y multimedios de apoyo a la interpretación del patrimonio ferroviario. Aquí destacan los juegos populares adaptados a la temática de los trenes, materiales para armar como vagones y locomotoras a escala; programas, series y cápsulas radiofónicas, así como la edición de la Guía para el docente de primaria, que en sus versiones impresa y digital ofrece a los maestros información, actividades y una gran cantidad de materiales para que puedan ser los guías de sus grupos en la visita escolar al museo.

Por eso mismo, en el contexto del confinamiento generado por la pandemia del COVID-19 y del cierre temporal del Museo, estos recursos han sido esenciales para dar continuidad a las actividades, gracias a su amplia difusión en las redes sociales del MNFM , así como en las plataformas digitales “México es cultura”, “Contigo en la distancia”, Mexicana y @prende.mx, impulsadas por las Secretarías de Cultura y Educación Pública del gobierno federal.

Lo planteado hasta aquí es una invitación a reflexionar sobre el papel de la educación en los museos, a cuestionarnos, en cada espacio, si la filosofía, políticas y programas culturales que nos guían son capaces de convocar, seducir y provocar a los públicos, pero también de ir a su encuentro. ᴥ


 Bibliografía

  • ARRIAGA, Amaia, “Desarrollo educativo del museo: narrativas y tendencias educativas”, en Revista Digital do Lav, 7:4 (1983), pp. 1-23.
  • CAMPERO, Fabio, y Cladio VIALE, “Educar a través de la experiencia estética, el museo según Dewey”, en Revista Digital Diálogos Pedagógicos, Argentina, Universidad de Córdoba, 2019, pp. 152-177.
  • HEIN, George, “La responsabilidad social de los museos” en Simposio Internacional de Educación en La aportación educativa de los museos a la sociedad”, Puerto Rico, Museo de Arte de Ponce, 2009.
  • ÚCAR Xavier, Medio siglo de animación sociocultural en España: balance y perspectivas. Barcelona, Universidad Autónoma de Barcelona, 1994.


  1. Maestra en Comunicación y Tecnologías Educativas por el Instituto Latinoamericano de la Comunicación Especialista en la traducción de resultados de investigación a mensajes y productos para medios de comunicación y promotora de radio para       niños y niñas desde 1998. Actualmente es subdirectora de Servicios Educativos y Extensión del CNPPCF. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. 
  2. CAMPERO y VIALE, “Educar a través de la experiencia estética…”, p. 10.
  3. ARRIAGA, “Desarrollo educativo del museo…”, p. 10.
  4. HEIN, “La responsabilidad social de los museos…”, p. 32.
  5. ÚCAR, Medio siglo de animación sociocultural en España: balance y perspectivas…, p. 1.