Super User

Super User

El Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos (MNFM) es un lugar fantástico, un sitio que bien puede considerarse como un verdadero laboratorio para la enseñanza y el aprendizaje, ya que en el él se aprovecha la historia de este medio de transporte, así como los edificios y colecciones para la enseñanza. Con esa intención, en 2015 el Museo publicó la Guía del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos para el docente de primaria la cual ofrece, en sus versiones impresa y digital, actividades y recursos lúdico-didácticos que involucra a los maestros para convertirlos en guías-mediadores de la visita escolar y de este modo se configura una experiencia planeada, participativa y crítica.

La versión impresa de la Guía tiene un diseño práctico y flexible, basado en una serie de tarjetas independientes en las que se sugieren ocho formas distintas de recorrer el MNFM, a partir de ejes temáticos que el profesor también elige con toda libertad, y que puede vincular a su programa escolar. La finalidad de hacerlo así es motivar a que la visita sea una actividad organizada y que los contenidos que se ofrecen aporten en calidad a la enseñanza formal, que se ve enriquecida por las experiencias y saberes que encuentra en el Museo.

Cada tarjeta de la Guía ofrece al maestro una breve introducción sobre el eje temático a tratar y sobre las colecciones que se propone visitar. También incluye una sección de actividades con intenciones pedagógicas a desarrollar con los niños y niñas antes, durante y después de la visita al Museo. La Guía se vale de recursos como preguntas generadoras, metáforas y analogías que motivan la participación de niños y niñas, y apoyan la recuperación de sus conocimientos previos, además de propiciar aprendizajes significativos. Estas preguntas se encuentran en las secciones: “Dime qué sabes y te diré…”, “Ponte en su lugar”, “Cómo era antes y cómo es ahora” y “Sigue la pista”.

Otros elementos destacables de este material son los datos curiosos y de la vida cotidiana en torno a los trenes, los cuales se pueden consultar en los apartados: “Para la memoria” y “Con un ojo al dato”, así como las adivinanzas, acertijos y fragmentos de poemas, cuentos, novelas, canciones y corridos que dan buena cuenta de la valiosa y vasta cultura ferrocarrilera de México y se hacen presentes en la voz de “El Trovador”, un simpático maquinista de trenes.

Además de las tarjetas temáticas, la edición impresa de la Guía incluye una ficha dedicada a promover las actividades y recursos de los espacios educativos del Museo (Ludoteca, Vagón de la Ciencia, Biblioteca Pública, Vagón de la Radio y Bebeteca) y otra que contiene un glosario de términos ferroviarios.

Por su parte, la versión digital de la Guía² contiene una gran diversidad de recursos multimedios entre los que destacan: el “Catálogo de producciones radiofónicas”, la “Bibliografía para los docentes y estudiantes”, una “Filmografía de tren”, con recomendaciones de películas, documentales, cortometrajes y animaciones, en las que los trenes tienen un papel protagónico; “Notas del ferrocarril en el arte”, “Materiales para armar”, “Juegos populares” y un “Catálogo de las colecciones rodantes del MNFM”.

La Guía digital también incorpora varios objetos de aprendizaje, como líneas del tiempo, mapas mentales y conceptuales y un amplio catálogo de herramientas tecnológicas de uso didáctico. De esta forma, no sólo se apoya el trabajo del docente en la planeación y recorrido por el Museo, sino que también se ponen a su disposición incontables recursos muy útiles para el trabajo en el aula. La Guía, sin lugar a duda, constituye una contribución genuina de la institución a la comunidad en general y a la escuela en particular, en la medida que promueve un cambio de terreno para el aprendizaje en los museos con la incorporación de principios básicos como la motivación, la valoración de la experiencia previa del visitante y la promoción de aprendizajes significativos, además de que refuerza los vínculos de colaboración con los maestros, con los estudiantes y con los padres de familia.

Otro acierto de la Guía es que reivindica la visita escolar al museo, sea ésta presencial o virtual, al hacer de ella un acontecimiento social que permite entablar nuevas relaciones entre el docente y los alumnos, y de este modo fomenta la buena convivencia y armonía.

Los museos son espacios de socialización y lo que en ellos ocurra incidirá, para bien o para mal, en los visitantes. Esta es la razón por la que en el MNFM nos enfocamos en crear ambientes y estados favorables para la convivencia, el intercambio e, incluso, la producción cultural. Se debe tener en cuenta que una persona cuyos sentimientos de seguridad y pertenencia se ven amenazados, difícilmente tendrá interés o disposición por aprender, y teniendo esto en cuenta, la Guía alienta el trabajo en equipo y el respeto a las diferencias de todo tipo.

Con la Guía se ha beneficiado a más de mil escuelas de la ciudad y el estado de Puebla, así como de Morelos, Tlaxcala, Estado de México, Hidalgo, Ciudad de México, Oaxaca y Veracruz, que han recibido la versión impresa y el vínculo para acceder al sitio web que alberga sus contenidos.

Además, desde el 2019, más de 150 recursos digitales de este material se difunden en la plataforma educativa @prende.mx, que promueve la Secretaría de Educación Pública, y otro conjunto importante se incorporó, desde el inicio del confinamiento por la pandemia del COVID-19, en la plataforma cultural “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura. Dicen Córdova y Cuadra con razón, que los museos pueden ser lugares atractivos en los que se aprendan cosas nuevas y pertinentes para la vida, o bien sitios tediosos e ininteligibles que las personas visitan sólo por cumplir con un rito social o para realizar alguna actividad escolar obligatoria³.

La responsabilidad de las áreas educativas de estos espacios culturales es generar recursos diversos y novedosos que logren seducir a los públicos, faciliten la convivencia y desencadenen experiencias de diálogo y participación. En el MNFM trabajamos para lograrlo. ᴥ

 

Bibliografía  
  • ALEGRÍA, Luis, “Museo y escuela. Necesidad cultural e integración”, en Nuevas dimensiones. Revista Electrónica de Didáctica de las Ciencias Sociales, 1:1 (2010), pp. 4-25.
  • LICEA GARIBAY, Rosa María, Guía del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicano para el docente de primaria, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2015.

  1. Maestra en Comunicación y Tecnologías Educativas por el Instituto Latinoamericano de la Comunicación Especialista en la traducción de resultados de investigación a mensajes y productos para medios de comunicación y promotora de radio para niños y niñas desde 1998. Actualmente es Subdirectora de Servicios Educativos y Extensión del CNPPCF. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
  2. La Guía del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos para el docente de primaria se puede consultar en: http:// museoferrocarrilesguiadocentes. gob.mx/index.html
  3. CÓRDOBA Y CUADRA, citado en ALEGRÍA, Luis, “Museo y escuela. Necesidad cultural e integración”, p. 4.
Miércoles, 09 Junio 2021 05:41

Arqueología urbana en la ciudad de Puebla

La etimología de la palabra arqueología proviene del griego archaios que significa antiguo y logos que significa estudio. Esta definición tuvo su origen en el siglo XIX, época de anticuarios y de viajeros, donde la arqueología era considerada el estudio de lo antiguo. Sin embargo, la arqueología se ha transformado en una ciencia y ha tenido una transformación epistemológica y ontológica importante. En la actualidad, podemos decir que la esencia de la arqueología no se limita al tiempo sino a la cultura, por lo que sería mejor definida como la ciencia antropológica que estudia y analiza la materialidad con el objetivo de interpretar la actividad humana dentro de su dimensión cultural, siendo el límite temporal el día de ayer (pasado reciente). Las diferentes huellas materiales e inmateriales que deja la actividad humana son los medios para interpretar el pasado y son desde restos materiales hasta memoria, residuos químicos, secuencias estratigráficas, restos biológicos entre otros. 

Puebla tiene arqueología en la medida que el territorio, que hoy ocupa la ciudad, fue habitado por grupos humanos desde época prehispánica hasta el presente. La práctica arqueológica en la ciudad es relativamente reciente y enfrenta varios retos que vencer, aun así, las diferentes exploraciones que se han realizado han dotado a nuestra metrópoli de patrimonio arqueológico. Incluso, el descubrimiento en Casa de Mendrugo ha cambiado nuestra comprensión sobre la historia de la ciudad. El desarrollo de Puebla no inicia con su fundación, sino que engloba un pasado y un presente que es analizado en este número por la mirada arqueológica. Así, el lector y la lectora encontrarán en el número un recuento que abarca la arqueología prehispánica, pasando por el siglo XVI, periodo colonial, periodo industrial, siglo XIX, siglo XX y la gestión del patrimonio arqueológico en Puebla. Así como tres secciones que reseñan: un rescate arqueológico en Casa Aguayo, la exposición Voces Subterráneas y el Catálogo de Mayólicas. El objetivo de este número es mostrar el legado arqueológico de la ciudad como un patrimonio que está en proceso de ser reconocido y valorado, tanto por los organismos públicos locales, como por los ciudadanos.


Este número fue editado por los cuatro arqueólogos que suscriben esta carta con el anhelo de generar interés y aprecio por un patrimonio vulnerable, y en ocasiones, en alto riesgo de ser perdido. Es necesario fortalecer políticas gubernamentales de protección y conservación, además de fomentar la investigación por diversas instituciones locales como el Ayuntamiento y la BUAP, bajo los reglamentos vigentes del INAH, que permitan consolidar una arqueología urbana como práctica sistemática. Cada día, vestigios arqueológicos son destruidos por el crecimiento urbano, la especulación inmobiliaria, el desinterés y la deficiencia en la aplicación de las normas vigentes. El momento para detener esta pérdida irreparable es ahora, y los actores para llevarlo a cabo, somos todos: autoridades, especialistas, universitarios y sociedad civil.

 

 

 

"Miré la avenida Obregón y me dije: voy a guardar intacto el recuerdo de este instante porque todo lo que existe ahora mismo nunca volverá a ser igual. Un día lo veré como la más remota prehistoria”, acentúa Carlos, protagonista de la novela Las batallas en el desierto, escrita por el mexicano José Emilio Pacheco y publicada a principios de la década de los ochenta.

Es interesante percibir cómo una de las obras literarias más influyentes del siglo XX en México trata el tema del pasado, pero no cualquiera, sino aquel que es reciente, ese que al pasar el tiempo se convierte en un recuerdo difuso o pareciera volverse inexistente; que se puede activar al escuchar una canción, degustar un platillo, oler una fragancia, tener una conversación o al reconocer un objeto que formó parte de nuestro andar en un preciso momento de la vida.

El pasado reciente desde la arqueología, parece no ser un asunto prioritario en la disciplina. Esto motivado posiblemente, por la idea de que el siglo XX es un periodo ampliamente documentado en fuentes escritas o a través de herramientas tecnológicas como son: la radio, la televisión, la fotografía o el cine; sin olvidar las diversas y valiosas investigaciones realizadas principalmente por la Historia. Asimismo, debe sumarse la noción generalizada de que la práctica arqueológica es inherente al periodo prehispánico, donde los especialistas únicamente estudian a las sociedades mesoamericanas que habitaron en zonas completamente lejanas de la “actual civilización”, sin profundizar más allá de esta época.²

Sin embargo, al tener la disciplina arqueológica como base de investigación al ser humano a partir de su materialidad, ésta tiene la facultad de indagar desde su pasado más remoto, hasta el reciente, ya que la producción de cultura material, ha estado y estará presente en todo el devenir de la humanidad.

El presente texto tiene como objetivo acercarse, de manera general, al tema de la arqueología del pasado reciente, a través de ciertos ejemplos existentes en la ciudad de Puebla. Asimismo, aborda algunos puntos donde se reflexiona el papel, función y atribución del quehacer arqueológico en contextos cercanos a nuestro tiempo.

 

¿ARQUEÓLOGOS O RECOLECTORES DE BASURA?³

En la cinta Los olvidados de Luis Buñuel (1950) se muestran los escenarios correspondientes a las periferias del entonces Distrito Federal, como espacios donde la basura y los desechos de construcción son habituales; manifestando cómo los alrededores de la capital poco a poco se unían a la metrópoli a través de estos “paisajes”. El trasfondo de la fotografía de Gabriel Figuera nos revela, además del crecimiento demográfico y urbano de mediados del siglo XX, una latente problemática que se ha ido incrementando al pasar de los años en México y el mundo, correspondiente a la producción de basura, su manejo y depósito.

Ampolleta localizada en las excavaciones; Propaganda de fármaco hacia principios de siglo XX. Erik Chiquito Cortés.

Si bien en un plano ambiental la basura es un serio conflicto, el cual debe tener toda nuestra atención, para la arqueología significa también un elemento fundamental para el estudio de las sociedades del pasado reciente y contemporáneas, quienes producen, consumen y desechan mucho antes de ser conscientes de hacerlo, como es el caso manifiesto de los productos utilizados en la primera infancia.

Lo anterior nos lleva a realizar la pregunta: ¿arqueólogos o recolectores de basura? Aunque en esencia existe un vínculo cercano entre ambos, lo cierto es que el método hace la diferencia, ya que los procesos de investigación son minuciosos al momento, por ejemplo, de registrar los materiales obtenidos, principio definido como contexto. Este contexto en nuestro caso, convierte prácticamente a todos los lugares en un sitio para obtener información, debido a que la basura es un hecho persistente y habitual en nuestra cotidianidad.

Dicho esto, el siguiente cuestionamiento se adentra en comprender ¿por qué la arqueología estudia la basura? Y la respuesta, aunque compleja, puede resumirse si atendemos la premisa de qué es materialidad, la cual, como ya se mencionó, producimos, consumimos y desechamos en un tiempo y espacio determinado. Asimismo, debe tomarse en cuenta que el “tirar” la basura es mayoritariamente un acto inconsciente y en ocasiones hasta indiferente, en el que depositamos no solo los “desperdicios” de la jornada, sino también hábitos, creencias o formas de alimentación, que se reflejan en la cultura material que adquirimos y que, a diferencia de otros aspectos de nuestra vida, estos no se encuentran alterados por algún interés personal o colectivo, como podría ser la elaboración de un CV, carta de presentación, informe, etc.

Detalle de cabello y periódico. Erik Chiquito Cortés

Finalmente, pese a creerse que la basura y los basureros son una conceptualización exclusiva del pasado reciente; las pesquisas arqueológicas han permitido establecer que esto no es así, pues el hecho seleccionar un espacio específico donde se coloquen los desechos del día a día, están presentes en las sociedades prehispánicas, novohispanas y decimonónicas; al indagarlos, nos adentrarnos a temáticas que no son tan visibles en la vida pública, pero que se asocian al plano de lo privado y lo cotidiano, pues ya lo dice el dicho: “enséñame tu basura y te diré quién eres”.

 

AP-DP: ANTES Y DESPUÉS DEL PLÁSTICO⁴

“Las cosas que se modernizan, a mí me simpatizan. Ésta es la nueva botella de cloralex. ¡Ahora de plástico e irrompible!”, sentencia con un guiño una ama de casa dentro de un comercial para la televisión mexicana de 1967. Aunque parece una descarada promoción, el fin de la cita es entrever cómo, en objetos habituales, el plástico fue convirtiéndose en el producto del siglo, el cual era conceptualizado como un material de vanguardia.

Dicho lo anterior, podemos asegurar, sin duda alguna, que el siglo XX no podría entenderse sin el papel protagonista que desempeñó el petróleo. Ya sea desde un punto de vista económico, energético o de consumo, éste producto fue, y sigue siendo, la base financiera de muchos países como México, quien, no solo lo considera un asunto de capital, sino también como un emblema de nacionalidad, patrimonio, identidad y en últimas fechas de soberanía.

La importancia del petróleo como un recurso rentable se debe al consumo de sus derivados, donde destacan los plásticos semisintéticos o sintéticos, los cuales son los más frecuentes en nuestro entorno, ya que prácticamente están en todos los productos que utilizamos. Por tanto, el también llamado polímero, es el material más abundante dentro de los primeros niveles en las excavaciones arqueológicas de corte urbano, pues su durabilidad (que en la actualidad representa un serio problema), permite, por ejemplo, visualizar casi intactas envolturas de décadas pasadas.

Juguete de plástico moldeado, futbolista con balón. Arnulfo Allende Carrera

Juguete de plástico moldeado, "Mamá pata". Tras su cola, se disponía sus tres patitos. Arnulfo Allende Carrera

A diferencia de la historia, que tiene la posibilidad de estudiar periodos específicos, la arqueología es una disciplina que percibe en la materialidad, los cambios y continuidades que tienen las sociedades en periodos temporales extensos. Sin embargo, esto no descarta que tenga la facultad de enfatizar sobre un acontecimiento, pero al interesarse en el contexto, debe tomar en cuenta toda la información obtenida durante su investigación, haciendo que éste se convierta en un proceso histórico, que puede ejemplificarse cuando se lleva a cabo una excavación en el centro de Puebla, donde, además de observar una ocupación continua de más de 400 años entre vidriados de influencia indígena, mayólicas poblanas, porcelanas chinas y europeas o soldaditos de plástico, resulta complicado, pero no imposible, otorgarles una fecha absoluta a los materiales analizados, pero que en un plano panorámico, nos permite distinguir, en el caso citado, patrones de consumo, modas, valorización de mercancías o nuevas tecnologías entre época y época.

Es entonces que las periodizaciones desde la arqueología buscan, como fundamento divisorio, un proceso o hechos determinantes que cambiaron el modo de ver o entender la realidad a largo plazo. Dicha situación, hablando desde la materialidad, es evidente en el siglo XX a través de la producción a gran escala del plástico, que instruyó a la sociedad el consumo de un solo uso.⁵

Por tanto, consideramos prudente segmentar al siglo XX (de manera general y como una propuesta que deberá refutarse o pulirse) con base en el esquema dual: antes y después del plástico, tomando como eje el año 1950, tiempo en el que se empieza a consumir de manera más constante el polímero en México.

 

LO QUE NOS DICE LA ARQUEOLOGÍA EN CONTEXTOS DE SIGLO XX

Con base en el planteamiento expuesto en el apartado anterior, a continuación se presentan algunos casos de estudios llevados a cabo en la ciudad de Puebla, donde los contextos del siglo XX nos permiten adentrarnos a los modos de vida, consumo y pensamiento del pasado reciente.

En el primer periodo, que considera el inicio de siglo hasta 1950, destaca las excavaciones realizadas en el fuerte de Loreto en el año 2012, donde se pudo documentar, dentro de la Casa del Capellán, evidencia de la última ocupación militar del recinto, correspondiente a la década de los treinta.⁶

Tras localizar un piso asociado a un arranque de muro, nos percatamos de un faltante considerable del suelo. Al intervenirlo, se halló un basurero conformado de fragmentos de botas, espuelas y cartuchos quemados. Sin embargo, los elementos que más llamaron la atención fueron una serie botellas y ampolletas de vidrio, que constituían alrededor del 70% del material registrado de esa excavación.

Después del análisis, se pudo determinar que las botellas contenían cervezas, perteneciente a la compañía Moctezuma producidas en Orizaba; mientras que las ampolletas correspondían a medicamentos donde se destacó el Arthigon, fármaco utilizado para combatir enfermedades venéreas como la gonorrea. En resumen, la información obtenida durante la indagación en el fuerte de Loreto nos permitió vislumbrar los graves problemas de salud presentes en el ejército mexicano de principios de siglo, sin olvidar los gastos que representaban para el país la adquisición de las medicinas.

Envoltura de pan de caja, marca Bimbo; botella de vidrio prensado marca Pepsi y envoltura de jugo Bonafina. Stefan Carvajal Garduño

Más allá del contexto castrense, también existen investigaciones arqueológicas pertenecientes a casa habitación como fue la vivienda 508 de la Plazuela de los Sapos (6 Sur). En este recinto se hallaron una serie de objetos que resaltan una clara convivencia entre el mundo profano y el espiritual, pues, en el primer caso, se registró el molde reverso de una moneda (incusa de águila en espejo), que sugiere la “imitación” del llamado peso 0.720, el cual circuló en nuestro país del año 1920 a 1945. Lo llamativo de esta pieza fue su composición, pues al contar con una aleación del 72% de plata pura, su cotización aumentó al igual que su falsificación. Por otro lado, en un muro de la planta alta, dentro de la mampostería de piedra, se halló un mechón de cabello humano enrollado con un fragmento de periódico. Esta práctica, aunque de primera instancia se interpreta como brujería, en realidad puede tratarse de un hecho vinculado con las mujeres, el cual consistía en recoger el pelo, ya sea por corte o peinado, para después colocarlo en un sitio conocido. La intención de ello se asocia con el más allá, pues se presumía que el alma sólo descansaría al momento de obtener todos los cabellos dejados en el plano terrenal.

En el segundo periodo que abarca de 1950 a 1990,⁷ sobresale el extraordinario basurero registrado en la Casa del Mendrugo⁸ (4 Sur 304), en el cual se advierten las tres décadas en que el inmueble fue ocupado como vecindad. A través de objetos como platos, tazas, vasos, envases de aceite o gaseosa, elaborados en cristal, cerámica o peltre, es posible distinguir los modos de vida y consumo de personas que compartían el mismo edificio.

Sin embargo, son los juguetes los que permiten divisar un hecho poco abordado en los estudios arqueológicos como es la infancia.⁹ En este sentido, los objetos hallados durante la intervención nos develan, entre otras cosas, condiciones como educación de género, ya que mientras los hombres podrían tener un rol de deportista, apache o soldado, es decir, “audaz aventurero”, a las mujeres les debía incentivar, a partir del juego, el instinto maternal que puede proyectarse en la figura de la mamá pato. Por su parte, la existencia de piezas relacionadas con productos comerciales, sean frituras, panes o refrescos, declara el gran interés que tienen las compañías por el mercado infantil, donde la colocación de algún personaje o diseño atrayente en su envoltura ha sido fundamental para llamar su atención, sin olvidar, el accionar de colocar dentro de los empaques o a cambio de ciertas etiquetas o corcholatas, juguetes que, en ocasiones, se volvieron más icónicos que los consumibles, marcando generaciones completas.

Finalmente, cabe mencionar lo registrado en la avenida 28 Oriente, correspondiente a Xanenetla,¹⁰ donde se pudo observar gran cantidad de desechos pertenecientes al barrio. Con base en el registro estratigráfico, se distinguió una capa considerable de basura en los diferentes sondeos que se realizaron, destacando la unidad 1.

Busto de plástico, serie grandes músicos, tal vez Beethoven o Mendelssohn y anillo de monstruo, pertenecientes a la marca Sabritas. Arnulfo Allende Carrera

Entre los materiales localizados, podemos hacer una división general entre juguetes, calzado, útiles escolares, trastes, botellas y envolturas de productos para el hogar, siendo estos últimos los que nos permiten otorgarle una fecha aproximada al contexto, correspondiente a la primera mitad de la década de los ochenta.

Aunado a ello, los objetos recuperados también nos permitieron distinguir patrones de consumo y hábitos, como es la asimilación en la dieta de productos procesados como es el pan de caja, refrescos o jugos. Por su parte, la adquisición de licores en envases no mayores a 250 ml. (mejor conocida como pachita), podría referenciarnos a un hecho común de ingerir bebidas alcohólicas en la calle. Finalmente, el hallazgo de una bolsa de detergente y un shampoo para niños, considera una labor esencial en la vida cotidiana del siglo XX, la cual tiene que ver con hábitos de asepsia que en esta centuria se fortalecieron.

 

REFLEXIONES FINALES

Como se mencionó al inicio del texto, el pasado reciente dentro de la arqueología no es considerado de manera amplia, debido a que se cree poco historiable desde la disciplina, lo que ha dado como resultado que, en múltiples rescates y proyectos arqueológicos, estos contextos sean considerados simplemente como rellenos o escombros, sin profundizar más en el tema.

Este trabajo buscó, de manera general, introducirnos al fenómeno de la arqueología del siglo XX en Puebla, como un ejercicio de investigación que puede aportar conocimiento al estudio de las sociedades del pasado reciente y contemporáneas.

Cabe señalar que la labor arqueológica en la ciudad ha considerado este periodo, no solo en un plano de excavación-análisis, sino también con un sentido de divulgación, como es el caso de la exposición temporal Voces subterráneas, y la permanente de Casa del Mendrugo, donde los visitantes rememoran su pasado a través de las piezas expuestas en una vitrina. Por lo cual, consideramos sumamente importante se continúe con la tarea, tanto de indagación, como de difusión de una centuria tan fascinante y compleja como la del siglo XX.

Finalmente, en un ensayo sobre la manera en que el mexicano se ha visto así mismo, Carlos Monsiváis refiere a la fotografía como el espejo por excelencia de la sociedad nacional durante el siglo XX.¹¹ Esto se debe a que su reflejo además de duradero y accesible a gran parte de la población, se convirtió en parte esencial de la decoración de la casa, la cual buscó, por ejemplo, exaltar a los ancestros fundadores, enmarcar los acontecimientos más relevantes como una boda o bien, como manifiesto de descendencia. No obstante, al pasar el tiempo, las fotos poco a poco irán pasando desapercibidas de tal manera que, en un determinado tiempo, se “sepultarán” en cajas o álbumes familiares, que solo serán remembrados al instante de rencontrarse con ellos.

Una situación similar ocurre con la materialidad del pasado reciente, la cual consideramos intacta en nuestro recuerdo, pues además de su cercanía temporal, también pudimos vivirla, por lo que evocarla en apariencia, no resultaría difícil. Sin embargo, y a modo de analogía, solo falta ver alguna fotografía antigua para darnos cuenta que no es así, pues muchos detalles del instante capturado, fueron olvidados de nuestra memoria.

 

Bibliografía
  • ALLENDE CARRERA, Arnulfo, Guion Sala siglo XX, Museo Casa del Mendrugo, 2013.
  • CHIQUITO CORTÉS, Erik, “Intervención arqueológica en el fuerte de Loreto, Puebla”, en María de Lourdes López Camacho (coord.), Desenterrando fragmentos de la Siglos XVI al XIX, México, INAH, 2016, pp. 467-481.
  • CHIQUITO CORTÉS, Erik y Fabiola MORENO HERNÁNDEZ, “Evocaciones del pasado: una mirada arqueológica desde Xanenetla”, en Los secretos de Puebla, México, Gobierno del Estado de Puebla, 2018, pp. 59-80.
  • FERNÁNDEZ MARTÍNEZ, Víctor M., Una Arqueología crítica. Ciencia, ética y política en la construcción del pasado, Barcelona, Crítica, 2006.
  • GÓNGORA PÉREZ Pérez, Juan Pablo, “La industria del plástico en México y el mundo”, en Comercio exterior, 64:5 (septiembre-octubre 2014), pp. 6-9.
  • JAVALOYAS, David, “Aprendiendo a través de la basura. Una experiencia educativa en arqueología”, en Íber. Didáctica de las Ciencias Sociales, Geografía e Historia, 75, (octubre 2013), pp. 90-96.
  • MATUTE AGUIRRE, Álvaro, “De la tecnología al orden doméstico en el México de la posguerra”, en Aurelio DE LOS REYES (coord.), Historia de la vida cotidiana en México. Siglo XX. La imagen, ¿un
    espejo de la vida?, México, El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, 2014, pp. 157-176.
  • MONSIVÁIS, Carlos, “‘Soy o me parezco’. El retrato en México en el siglo xx”, en Enrique Florescano (coord.), Espejo mexicano, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Arte, Fondo de Cultura Económica, Fundación Miguel Alemán, 2013, pp. 178-221.
  • NEVADO, Rafael, “¿Sociedad o suciedad? Aportes desde la Antropología Aplicada”, en Cuadernos de etnología y etnografía de Navarra, 31:73, (1999), pp. 191-198.
  • RATHJE, William y Cullen MURPHY, Rubbish! The Archaeology of Garbage, Harper Collins Publishers, Nueva York, 1992.
  • REYNOSO RAMOS, Citlalli, “Biografía  cultural de la cocina y sus utensilios: la especialización del buen comer y el buen beber a través de la basura arqueológica en Puebla durante los siglos XVIII-XIX”, tesis de doctorado en antropología, México, UNAM, 2015.
  • SÁNCHEZ GRAILLET, Luis Avelino, “Apuntes sobre la formación de la idea del petróleo como patrimonio nacional de México”, en Pablo ESCALATE GONZALBO (coord.), La idea de nuestro patrimonio histórico y cultural, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Arte, Fondo de Cultura Económica, Fundación Miguel Alemán, 2011, pp. 90-122.

 

  1. Licenciado en Arqueología por la Universidad Veracruzana, Maestro en Historia del Arte por la UNAM. Actualmente es docente de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
  2. Esta asociación no es fortuita, ya que se ha construido a partir de un discurso del Estado posrevolucionario, quien buscó en el pasado prehispánico, el origen prístino de la nación mexicana del siglo XX.
  3. Las reflexiones presentes en el apartado derivan de: RATHJE y MURPHY, Rubbish!...; REYNOSO RAMOS, “Biografía cultural de la cocina…”; NEVADO, “Sociedad o suciedad…”; JAVALOYAS, “Aprendiendo a través de la basura…”.
  4. Las reflexiones presentes en el apartado derivan de: SÁNCHEZ GRAILLET, “Apuntes sobre la idea del petróleo…”; GÓNGORA PÉREZ, “La industria del plástico…”; FERNÁNDEZ MARTÍNEZ, Una Arqueología crítica…; MATUTE AGUIRRE, “De la tecnología al orden domésticos…”.
  5. Dicha noción tiene un fundamento del mercado capitalista, donde las economías son prosperas a partir del consumo, desecho, consumo, Muestra de ello es que un factor para medir el “desarrollo” de un país, se basa en el número de autos nuevos adquiridos por su población.
  6. CHIQUITO CORTÉS, “Intervención arqueológica…”, pp. 475- 479.
  7. La propuesta de finalizarlo una década antes del fin del siglo se debe a que durante este periodo el auge de las tecnologías digitales comenzó a proyectarse en México, lo que dio como resultado la incorporación de nuevos productos como fue la computadora o los teléfonos celulares, los cuales poco a poco comenzaron a cambiar los modos de comunicación, a tal grado que se convirtieron en herramientas indispensables al iniciar el nuevo milenio.
  8. ALLENDE CARRERA, Guion curatorial
  9. Un punto para considerar es que, posiblemente, la convivencia más evidente en una vecindad es la que se da entre los niños, quienes a partir del juego se descubren a través del otro.
  10. CHIQUITO Y MORENO, “Evocaciones del pasado…”, pp. 61-73.
  11. MONSIVÁIS, “Soy o me parezco…”, pp. 178-221 
Miércoles, 09 Junio 2021 04:01

El siglo XIX en la ciudad de Puebla

 Una ciudad que se encuentra prácticamente a una década de cumplir cinco siglos de existencia, merece que su historia sea contada desde diferentes perspectivas y desde diferentes disciplinas; esto es lo que se busca realizar a través de la mirada del trabajo arqueológico que ha se podido desarrollar, con motivo de obras de infraestructura o remodelación de espacios, en tres lugares de la urbe angelopolitana. Uno de los escenarios del hecho bélico más conocido de Puebla, un antiguo río del centro histórico hoy convertido en vialidad y las casonas del museo privado más importante de Puebla, nos cuentan historias cuyo punto común los sitúa en la temporalidad del siglo XIX, tiempo que vio nacer y consolidar una nación mexicana, que se encuentra a un año de conmemorar dos centurias de la consumación de su independencia.

 

EL FUERTE DE GUADALUPE: UN ANTES DEL 5 DE MAYO

El fuerte de Guadalupe fue uno de los escenarios donde aconteció la batalla del 5 de mayo de 1862, hecho histórico de gran trascendencia para la ciudad de Puebla y de fuerte proyección nacional. Hasta el 2012, la antigua fortificación se había conservado como una ruina testimonial, pero en ese año se decidió adaptar un museo de sitio, por lo cual fue requerida la participación arqueológica en las obras respectivas. Sin duda, mucho se ha escrito y documentado del 5 de mayo, pero nada desde la metodología de la Arqueología, por lo cual la oportunidad se antojaba inmejorable.

 

Mascarón en el portón de la antigua fábrica de Los Ángeles. Daniel Herrera Rangel.

Antigua fábrica Los Ángeles. Daniel Herrera Rangel

En lo que fue el interior del antiguo templo basilical en honor a la virgen de Guadalupe se excavaron una serie de pozos para colocar zapatas de soporte a una cubierta; se supervisaron dichas zapatas y en una de ellas, localizada a la altura del crucero, se encontraron los restos de un aljibe de planta rectangular y con una profundidad de 3 metros a partir del piso existente; este elemento tuvo la particularidad de tener inscrita la fecha 1801 y encontrándose ya rellenado. Además, se pudieron hallar restos del piso original del templo, formado por piezas octogonales de barro y rectangulares de talavera. Precisamente, una buena sección de piso original del templo se pudo liberar en el costado Oriente, entre la torre y el crucero, también formado por ladrillos y azulejos, encontrándose una variedad de más de 40 tipos de estos últimos. La existencia de un pozo es esta área lleva a pensar en una especie de réplica de la capilla del Pocito, como en la villa de Guadalupe de la Ciudad de México.

Regresando al antiguo interior del templo, también se localizó una cimentación a la altura del coro, en forma de herradura y abierta hacia el oriente, que correspondía a una construcción previa a la basílica guadalupana; las referencias históricas establecen la presencia de edificios religiosos anteriores, por lo cual podría tratarse de una capilla que tuvo la advocación de Belén.

El cerro donde se ubica el fuerte era conocido en la época prehispánica como Acueyametepec, y posteriormente fue cambiando de nombre a raíz de la construcción de edificaciones religiosas, de allí que se haya conocido como cerro de la Ermita (por una ermita que hubo a San Cristóbal), cerro de Belén y finalmente de Loreto y Guadalupe, por los dos templos que se construyeron con estas advocaciones. Para 1801 se colectaba limosna para edificar una iglesia a la virgen de Guadalupe, probablemente junto a la existente de Belén, y para 1804 ya estaba en construcción.² La iglesia fue dedicada el 11 de diciembre de 1816 y en ese mismo año, ante el temor de un ataque de las fuerzas insurgentes, se comenzaron trabajos de fortificación.³

Los indicios que pudieran delatar la batalla del 5 de mayo fueron prácticamente nulos, más bien lo que se pudo localizar en términos arquitectónicos tiene que ver con la ocupación religiosa del espacio (la capilla con el piso de azulejos o los presumibles restos de la capilla de Belén) o bien elementos complementarios, anteriores a la basílica guadalupana, como sería el aljibe, el cual, para cuando se construye la gran iglesia de tres naves, ya estaba fuera de servicio.

Es importante mencionar que, con el centenario de la batalla del 5 de mayo en 1962, es que se da el acondicionamiento del fuerte para ser visitado; no se sabe a ciencia cierta que se hizo para esta adaptación, pero lo más probable es que fue en este momento que debieron salir a la luz evidencias de la batalla, pues salvo un casquillo de bala de manufactura mexicana (que por cierto es de 1914), no se localizó utillaje armamentístico durante estos trabajos.

 

UN RÍO ENTUBADO QUE SACA SUS SECRETOS A LA LUZ

Lo que iba a ser un puente elevado en el Boulevard 5 de Mayo, importante arteria vial de la capital poblana, fue cambiado por un paso a desnivel, esto en el tramo comprendido entre la 2 Norte y la Calzada Zaragoza, en el contexto de las megaobras de infraestructura por los 150 años de la batalla del 5 de mayo en 2012. Como en muchos casos, la presencia de los arqueólogos tuvo que ser forzada por los hallazgos que las labores iban sacando a la luz. Las excavaciones profundas fueron dejando al descubierto elementos hidráulicos que era necesario registrar y salvaguardar, considerando los alcances de la obra.

Dos secciones del antiguo muro de contención del río San Francisco fueron descubiertas; su sistema constructivo consiste en una mampostería irregular con acabado de sillares rectangulares de cantera, pegados con mortero de cal Y arena. En el caso del muro de la ribera Norte, se liberó un arco de medio punto que daba salida a una cloaca que venía del cerro de Loreto, la cual fue desazolvada; una salida más proveniente del antiguo cuartel de San José (hoy Hospital del IMSS) se encontró en la otra ribera. La empresa ejecutante reubicó parte del material de los muros así como el arco, de tal manera que se integrara con la obra nueva, aunque lamentablemente este trabajo tuvo serias deficiencias técnicas.

Para 1881, las autoridades militares construyeron un muro de retención en uno de los lados del río San Francisco, partiendo de uno de los aleros del Puente de Xanenetla.⁴ Presumiblemente se puede pensar que estos muros son los que se liberaron con la obra del viaducto, además, hay testimonios fotográficos previos al entubamiento del río donde se notan los muros e inclusive la salida de la cloaca ya mencionada.

En la zona colindante con la guardería del IMSS se descubrió una obra arquitectónica que difícilmente se hubiera pensado que existiera, considerando los trabajos de entubamiento del río. Se trató de una antigua presa, con parte de su muro principal, un talud y restos de tres compuertas. Al no haber otra solución para la preservación, la presa tuvo que ser reubicada, para lo cual fue cortada en fragmentos, previo un levantamiento topográfico, y se armó de nuevo en un espacio aledaño al llamado lago de la Concordia, junto al estadio Ignacio Zaragoza. Este retiro permitió conocer el sistema constructivo desde adentro, localizando sepilotes de madera en la base, pero también una varilla metálica que reforzaba una de las secciones. De esta manera no quedaba duda que aunque la presa se mencionaba desde el siglo XVII, se estaba ante una reconstrucción del elemento ya del siglo XIX.

Conocida como la Presa de San José, debió haber tenido varias reparaciones a lo largo de los años. Para 1871, a esta presa, que era la del molino de San Francisco, se le designaba como “La Tejía”.⁵ En un plano de 1907, realizado a propósito de una alineación que debía hacerse en el terreno ubicado al norte del cuartel, (donde se ubican actualmente la guardería y el estacionamiento del IMSS), se muestra la cortina de la presa.⁶ De los varios materiales recolectados durante el rescate arqueológico, vale la pena destacar uno de los botones hallados al retirar la presa, por ser de oro y tener el escudo de los Estados Unidos; se considera que pudo haber quedado del momento de la invasión norteamericana de 1847, sobre todo en el entendido que el ejército norteamericano ocupó el cercano cuartel de San José (1847-1848).⁷

 

EN LAS ENTRAÑAS DEL MUSEO PRIVADO MÁS IMPORTANTE DE PUEBLA

Fundado en 1986, el Museo Amparo, localizado a unas cuadras del zócalo de la ciudad de Puebla, comenzó en el 2011 un proyecto de remodelación de sus instalaciones, por lo que fue necesaria la participación de un equipo arqueológico que supervisara los trabajos que se iban realizando, aunque no siempre hubo la sensibilidad de la empresa para comprender esto. Fueron diferentes frentes los que se revisaron, pudiéndose localizar vestigios de etapas anteriores a la primera remodelación de los años 80, y vale la pena hacer notar que se hizo una búsqueda detallada de los antecedentes históricos de los inmuebles que ocupa el museo.

La mayor parte del museo corresponde a lo que fue el primer hospital de la ciudad de Puebla, que comenzó a funcionar en 1539 y fue conocido como de San Juan de Letrán o el Hospitalito, esto en contraparte al Hospital de San Pedro, fundado en 1541, y que era más grande. En 1643 el obispo Palafox ordena trasladar a las enfermas, que ya para este momento eran sólo mujeres, al de San Pedro y convierte el nosocomio en el colegio de niñas vírgenes; el colegio con este título perduró hasta 1875, teniendo el inmueble posteriormente también usos educativos hasta que en el siglo XX llegaría la adaptación del museo.

En algunos de los espacios las actividades de remodelación sacaron a la luz restos de antiguos drenajes, como en el caso del llamado Patio de los Lavaderos, donde hubo secciones construidas con ladrillo y con lajas. También se pudo identificar el nivel de las actuales calles 2 Sur y 9 Oriente, esto al hallarse un enlajado en uno de los espacios que se ocupaba para la paquetería, en lo que fue la antigua casa de la familia Espinoza Yglesias.

Se pudieron extraer 6 entierros, contando con el apoyo de un equipo de Antropología Física, para su posterior análisis; de estos entierros, el número 6, localizado en la antigua sala 8 del museo, entre dos de los patios, es de llamar la atención, pues consistía en un entierro secundario, es decir, colocado allí cuando ya eran huesos y teniendo la presencia de 9 cráneos; cabe mencionar que había más restos pero ya no se pudieron rescatar por los alcances de obra.

El análisis de los materiales cerámicos determinó que provenían de contextos caseros, relacionados con la preparación y consumo de alimentos. La colección recuperada en el Museo Amparo es producto de un sitio de carácter doméstico, integrado por población pluriétnica (propietarios criollos y/o mestizos y sirvientes indígenas). En cuanto a la cronología, se puede considerar que los contextos recuperados están dentro de un rango de mediados del siglo XVIII a principios del XX. No obstante, aunque mínimamente, también hay presencia prehispánica, tal es el caso de un cuenco de loza de color café del Horizonte Formativo (1200-800 a. C.). Su presencia en el museo no es casual, pues materiales de este tipo se han reportado en torno a lo que fue el antiguo Río Almoloyan (actualmente entubado bajo el Bulevar 5 de Mayo). También se recuperaron piezas de vidrio y metal, las cuales, junto con algunas piezas de cerámica semicompletas, tienen un valor testimonial para los edificios del museo, de allí que se haya propuesto una sala introductoria, aunque lamentablemente dicha propuesta no llamara la atención de las autoridades de la institución.

 

A MANERA DE CONCLUSIÓN

El presente recuento, general y breve, de tres trabajos de rescate arqueológico en la ciudad de Puebla, ha querido dejar patente la necesidad de aprovechar las diferentes obras de infraestructura para conocer más de la historia de una de las urbes más importantes de México. Cuando la Arqueología puede contrastarse con el registro documental, ofrece posibilidades de conocimiento insoslayables que contribuyen a preservar el valioso patrimonio de la Puebla de los Ángeles. Quiero terminar este sucinto texto aludiendo a la experiencia sucedida en los trabajos del Museo Amparo, donde en un principio se pensó que los múltiples cráneos encontrados podían ser de las niñas vírgenes del colegio. No fue así, eran restos de hombres y mayores, pero a pesar de ello, pudimos ver mentes vírgenes en el personal de la constructora, cuya cerrazón sin duda motiva a seguir desentrañando la Historia desde la mirada de la Arqueología.

Bibliografía
  • CASTRO MORALES, Efraín,  La Independencia en la región de Puebla, Puebla, Gobierno del Estado de Puebla-Secretaría de Cultura, 2010.
  • LEICHT, Hugo, Las calles de Puebla, Puebla, Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material del municipio de Puebla, 1986.
  • MONTERO, Carlos, El barrio de San José, Puebla, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego-BUAP, 2007.

 

  1. Arqueólogo por la Universidad Veracruzana, con estudios de maestría en Conservación y Restauración de Bienes Culturales Inmuebles por la ENCRyM-INAH; actualmente cronista del municipio de Izúcar de Matamoros, Puebla.
  2. LEICHT, Las calles de Puebla, p. 217.
  3. CASTRO, La independencia en ..., pp. 181- 182.
  4. LEICHT, Las calles de Puebla, p. 227
  5. LEICHT, Las calles de Puebla, p. 221.
  6. MONTERO, El barrio de San José, p. 60.
  7. LEICHT, Las calles de Puebla, p. 284

 

Martes, 08 Junio 2021 05:19

Arqueología de las industrias de Puebla

El interés por el pasado industrial y la sensibilización hacia sus productos técnicos propiciaron el surgimiento de la denominada Arqueología Industrial, a partir de la década de 1950, en el Reino Unido, época de importantes transformaciones socioeconómicas y de un desarrollo urbano que iba a la par con la destrucción sistemática de construcciones e instalaciones fabriles. Durante el periodo de desindustrialización, numerosas zonas industriales se enfrentaron a la obsolescencia y el desuso de sus instalaciones, por lo que se buscó el reconocimiento de su valor patrimonial. Aunque en la tradición anglosajona este interés se asocia a los complejos fabriles que nacieron con la Revolución Industrial en el siglo XVII, hasta los construidos en el periodo inmediato posterior a la Segunda Guerra Mundial, en México no es posible aplicar los mismos criterios temporales, lo que ha derivado en reflexiones y propuestas como la de “Arqueología de los Contextos Industriales”, para referirse al estudio de las sociedades y su relación con los objetos de cultura material ligados a los procesos de transformación de materias primas y la producción de artefactos para satisfacer las necesidades humanas, es decir, a todas las acciones de producción sin limitantes espacio-temporales, desde un taller lítico prehispánico, un obraje del siglo XVI, una fábrica del siglo XIX o una siderúrgica de mediados del siglo XX.²

La Constancia Mexicana. 2012. Arnulfo Allende Carrera

Desde hace varias décadas, la arqueología empezó a valerse de análisis tecnológicos para resolver problemas de las clasificaciones tradicionales de artefactos mediante la explicación del comportamiento de los artesanos a partir de la evidencia registrada en las herramientas y los desechos del proceso de elaboración, entendiendo el concepto de industria como una empresa productiva o de manufactura enfocada en una materia prima y sus medios comunes de procesamiento.³ Aunque en Puebla este campo de estudio es reciente, diversos profesionales de la arqueología han realizado exploraciones en la ciudad que han proporcionado información sobre diversas industrias, como la de aguas embotelladas, la agrícola, la carnicería, la cestería, las huertas urbanas, la producción de ropa y calzado, entre otras, sentando las bases para su desarrollo.⁴ Desde esta perspectiva exploraremos tres industrias de Puebla que ha sido posible registrar arqueológicamente en tres espacios conocidos de la ciudad que guardan una larga e interesante historia de producción en el pasado reciente, e incluso desde siglos atrás.

Taller de alfarería, Barrio de La Luz. 2019. Cristina Desentis Torres

 

ALFARERÍA

La cerámica es una de las fuentes de información más importantes para la arqueología, gracias a su perdurabilidad, y es uno de los materiales más comúnmente encontrados en exploraciones de sitios de todos los periodos, debido a su creciente uso a lo largo de la historia y a las mejoras en sus técnicas de fabricación y cocción, desde la época prehistórica hasta su producción industrial. Los cambios en las formas, estilos, métodos decorativos y en la manufactura se han registrado y comparado a través del tiempo, convirtiéndola en un importante indicador cronológico que además, puede revelar variaciones regionales y culturales, así como redes de intercambio de acuerdo a su distribución.

Quizá la más representativa de Puebla ha sido la llamada talavera, término que inicialmente hacía referencia a la ciudad de Talavera de la Reina, en la provincia de Toledo, España, pero que a finales del siglo XVI estableció un estándar en la producción de arcilla vidriada con estaño, trascendiendo el nombre de la ciudad como sinónimo de la loza y del estilo, convirtiéndose en una de las tradiciones artísticas más célebres y duraderas de México.⁵ Si ésta se trocó en un artículo de lujo probablemente hasta el siglo XIX, los inicios de la producción de la loza estannífera poblana están asociados al arribo de loceros y artesanos peninsulares durante el auge económico de la Nueva España en el siglo XVII y al crecimiento y expansión de la ciudad, la cual requirió de la industria cerámica para la elaboración de la loza esmaltada y de otros productos como contenedores y cañerías de barro. Desde mediados del siglo XVI, los primeros talleres alfareros se ubicaron cerca del río San Francisco debido a dos factores importantes: el abastecimiento de materia prima y el acceso a fuerza de trabajo indígena.⁶

La industria alfarera en la ciudad de Puebla de los Ángeles se inició entre los años 1560 y 1580, tuvo su auge en los siglos XVII y XVIII y decayó en el siglo XIX, lo que formó y mantuvo al gremio locero poblano durante 370 años como uno de los más serios y mejor organizados, con una demanda importante de sus productos al interior de la Nueva España y para exportación.⁷ El Paseo de San Francisco es un espacio del que se ha podido obtener información de la secuencia sociocultural de la ciudad desde sus antecedentes prehispánicos, el proceso fundacional, los periodos colonial, independiente e industrial, así como la vida urbana contemporánea⁸. En 1997, durante la primera etapa del Proyecto de Salvamento Arqueológico del Paseo de San Francisco, con la finalidad de dar seguimiento a las intervenciones de complejos arquitectónicos y entender mejor la relación que existió entre la población y el río se planteó, entre otros objetivos, localizar diferentes construcciones de carácter industrial y sus áreas de funcionamiento.⁹

Alfarero Barrio de La Luz. 2012. Arnulfo Allende Carrera

En el área correspondiente a uno de los patios de servicio del antiguo convento de San Francisco se detectaron hornos para la cocción de cerámica vidriada que funcionaron en el siglo XIX; sin embargo, la excavación arqueológica de estos elementos reveló que su antigüedad se remontaba al siglo XVI: se hallaron cuatro hornos que no funcionaron al mismo tiempo, el de mayor tamaño usado para quemar piedra caliza y obtener cal, mientras que otro era para la quema de ladrillos, materiales necesarios para la construcción del convento. Los hornos de tres cámaras para cerámica apenas sobresalían un metro del nivel del piso, pero gracias a estas labores se pudieron explorar sus cámaras de combustión y de cocción, así como la huella de las escalinatas para su acceso.¹⁰

 

CURTIDURÍA

El río San Francisco tuvo un gran impacto en la vida de la Puebla colonial, pues su proximidad a la ciudad y la calidad y cantidad de sus aguas articularon un peculiar paisaje acuático-urbano que permitió el desarrollo de diversas industrias, como el trabajo de varios molinos y de muchas casas de tenería o curtiduría, que aprovechaban los manantiales que brotaban en su ribera para lavar, pintar y bruñir pieles.¹¹ Existen fuentes documentales que registran el establecimiento de las primeras tenerías en las orillas del río, lo cual pudo comprobarse arqueológicamente en 2004, en el marco del Proyecto Paseo de San Francisco, donde las excavaciones permitieron la reconstrucción de la secuencia histórica de la Curtiduría “La Piel de Tigre”, pionera en el uso de maquinaria de vapor en el estado y por ende una de las primeras industrias en tener producción mecanizada.¹²

La primera referencia documental de este espacio es la concesión de una merced de tierra para huerta en 1533 hecha a García Aguilar —uno de los 34 colonos de origen español que fundaron la ciudad—; la finca pasó a su nieto, Felipe Ramírez de Arellano, quien en una parte del terreno construyó una casa y la tenería; posteriormente, una fuente de finales del siglo XIX menciona al señor León Armenta como dueño de la Huerta del Estanque de los Pescaditos, donde en 1885 se estableció la curtiduría “La Piel de Tigre”, que funcionó probablemente hasta 1930, cuando la propiedad se dividió.¹³ El análisis estratigráfico y de los materiales arqueológicos reveló aspectos no registrados en las fuentes documentales. En el predio “Armenta” se detectó una serie de canales asociados a muros de piedra y lodo —técnicas y materiales de tradición indígena— correspondientes a un periodo entre finales del siglo XVI y finales del siglo XVII, reforzando los datos históricos sobre el uso de mano de obra indígena para la construcción de las casas de los primeros colonos hispanos.¹⁴

Correspondientes a finales del siglo XVII y finales del siglo XVIII, se registraron varios pisos de tabique rojo dispuestos en “petatillo”, asociados a arranques de muros, y cerámica, cuya forma y decoración indicaba que eran posteriores a 1750; para el siglo XVIII y hasta 1885, se encontró evidencia de noques o fosas de curtido con características que permitieron definir sus diferentes usos en este proceso: noques con restos de cal en el fondo y en las paredes para la depilación y descarnado de las pieles que se sumergían en cal viva; noques limpios para el curtido de pieles ya sin pelo mediante su inmersión en agua y cascalote o huizache —cuya raíz es un curtiente vegetal—; así como fosas de enjuagado y áreas de secado o “asoleaderos”.¹⁵

Fachada de Ex fábrica textil La Oriental en el Paseo de San Francisco. Citlalli Reynoso Ramos

Los noques formaban parte de un sistema manual de la industria del curtido de res y cerdo, donde era necesario remover las pieles sumergidas cada cuatro horas durante un mes, pero con la innovación tecnológica de la máquina de vapor la remoción manual fue sustituida por tambores de madera giratorios, provocando modificaciones en el sistema como la construcción de calderas de combustión y un chacuaco, del cual se encontraron restos, así como cambio del uso de algunos noques convertidos en depósitos de chapopote, mientras que otros se cubrieron para adecuar las bases de instalación para los tambores rotatorios.¹⁶

El establecimiento de la curtiduría, a mediados del siglo XIX, marcó una nueva relación entre los pobladores y el río, pues el patrón agrícola que había durado más de tres siglos tornó al aprovechamiento del agua subterránea que brotaba en el Estanque de los Pescaditos para actividades ligadas a la industria mecanizada de la producción zapatera,¹⁷ evidenciada por el relleno de las fosas con pedacería de piel con cortes curvos para la fabricación de suelas de zapatos, además de restos de cascalote, basura como madejas de estambre, botellas y escombro.¹⁸ En un acto sin precedentes, algunos de los noques excavados se integraron al Centro Comercial Paseo de San Francisco mediante ventanas arqueológicas, contribuyendo al rescate y conservación de los vestigios de una de las primeras industrias poblanas, así como a la reintegración e información al público de estas muestras del pasado en un espacio transformado y modernizado para la actividad comercial.¹⁹

 

INDUSTRIA TEXTIL

La llamada Arqueología Industrial en México se vincula predominantemente a la documentación del proceso industrializador del país mediante el rescate y conservación de restos materiales y edificaciones en proceso de abandono o reutilización por el sector privado, así como a la investigación académica en materia de ciencia y tecnología, historia obrera, empresarial, económica, etc., por lo que no resulta extraño asociarla con industrias como la textil, pionera en tener elementos propios que la definen —un edifico ex profeso o fábrica, maquinaria para mecanizar el proceso de producción y generación extensiva de energía que moviliza el trabajo en conjunto— y que floreció durante el siglo XIX en el país,²⁰ contando Puebla con ejemplos emblemáticos.

La Constancia Mexicana fue una de estas fábricas de hilados y tejidos, fundada en 1835 por Esteban de Antuñano y Gumersindo Saviñón, vendida en 1906 a Francisco M. Conde y cuya operación cesó en 1986, pero dada su importancia, a partir de 2011 se planeó el rescate del conjunto arquitectónico para habilitar un complejo cultural. Para el proceso de restauración y conservación del ícono fabril poblano se consideraron necesarias intervenciones arqueológicas como parte del diagnóstico del inmueble. De este modo, se realizaron excavaciones en la zona de la cárcava —una sección del arroyo San Jerónimo donde desfogaba el agua de la fábrica— pues en inspecciones anteriores se habían advertido reminiscencias de un molino del siglo XVI, lo que permitió ampliar el conocimiento del sitio a casi 400 años de diversos procesos de ocupación y de actividades económico-industriales que aprovecharon la fuerza hidráulica de la región.²¹

Los indicios del antiguo molino se tuvieron gracias a exploraciones del año 2009, donde además se identificaron tres etapas constructivas en el sitio: la primera de 1534 a 1835 correspondiente a la ocupación de los frailes dominicos; la segunda de 1835 a 1906, marcada por la construcción de la fábrica por Antuñano; y la tercera de 1906 a 1986, distintiva por una ampliación de la sala de máquinas y el levantamiento de las casas para empleados de confianza.²² La fábrica fue construida en las tierras de labor pertenecientes a la Hacienda de Santo Domingo, donde un afluente del río Atoyac y la pequeña cascada o fuente conocida como Aquila que fue crucial para el funcionamiento de los molinos de trigo y para riego.²³ La evidencia arquitectónica y arqueológica muestra que la fábrica desplantó desde sus cimientos en el lado norte del arroyo San Jerónimo donde no había construcciones, aprovechando la infraestructura hidráulica que dotaba a los molinos, el batán y las tierras de labor de la hacienda; posteriormente, el área del molino se ocupó para las habitaciones de dependientes, utilizando las instalaciones complementariamente a la actividad fabril.²⁴

Patio de los noques de la curtiduría La Piel de Tigre en proceso de excavación. 2004. Fernanda Corrales.

En las excavaciones de la cárcava realizadas en 2011 se descubrió cimentación y elementos que permitieron distinguir sistemas constructivos del siglo XX; también se halló basura industrial característica de las actividades de empaque que formaban parte del proceso productivo, así como desperdicios correspondientes a patrones de consumo humano; en cantidad escasa, se recuperaron algunos artefactos de barro del siglo XIX.²⁵ El rescate e intervención de La Constancia Mexicana proveyó un importante ejemplo de la vía que siguió el sistema fabril, desde el incipiente sistema agroindustrial del virreinato con la hacienda y el molino, hasta el aprovechamiento de su sistema hidráulico para la construcción de la primera “Cotton Mill” de América Latina, caracterizada por una arquitectura industrial novedosa en el siglo XIX trabajada en piedra y metal.²⁶

 

CONCLUSIÓN

A partir de los ejemplos presentados, podemos notar cómo el término  “industrial” va  más allá de la existencia de fábricas o grandes instalaciones para la producción mecanizada en serie de cierto artefacto o producto, sino que se refiere a todo un conjunto de procesos y operaciones para la transformación de diferentes materias primas, para crear objetos cuya relación con los seres humanos ha de estudiarse desde diferentes áreas del conocimiento —arqueología, historia, arquitectura, antropología, ingenierías, sociología, etc.— para enriquecer el entendimiento de los cambios culturales a través del tiempo. La perspectiva de la Arqueología de los Contextos Industriales desmitifica la idea generalizada de que el trabajo arqueológico se remite a la época prehispánica, sino que, como hemos visto, abarca cualquier contexto donde el ser humano ha dejado rastros de ocupación.

Etiqueta de textil. Fábrica de La Pastora. Arnulfo Allende Carrera


Bibliografía

  • ALLENDE, Arnulfo, “Curtiduría La Piel de Tigre: metodología de la investigación arqueológica en un sitio industrial de la ciudad de Puebla”, ponencia presentada en el IV Encuentro Nacional “La conservación del patrimonio industrial mexicano”, 2005.
  • ALLENDE, Arnulfo y Chiquito, Erik, “Reporte preliminar La Constancia Mexicana”, mecanoescrito del Archivo Técnico Centro INAH-Puebla, 2011.
  • CEDILLO, Carlos (con colaboración del Arqlg Arnulfo Allende), El Paseo de San Francisco a través del tiempo. Arqueología histórica en la ciudad de Puebla, Puebla, Gobierno del Estado de Puebla/Fideicomiso del Paseo de San Francisco, s.f.
  • CERDA, Igor, “La arqueología de los contextos industriales. Una perspectiva interdisciplinaria”, en Guadalupe SALAZAR (coord.), Espacios para la producción. Obispado de Michoacán, Morelia, Universidad Michoacana de  San  Nicolás Hidalgo-Universidad Autónoma de San Luis Potosí, 2006, pp. 51-59.
  • CONNORS, Margaret, “Talavera poblana: cuatro siglos de producción y coleccionismo”, en Mesoamérica, 40 (diciembre 2000), pp. 118-140.
  • GALICIA, Esther, “Un acercamiento histórico a las condiciones “originales” de funcionamiento del sistema hídrico subterráneo y su respuesta superficial en la microcuenca de la ciudad de Puebla”, en Investigaciones Geográficas, Boletín del Instituto de Geografía, UNAM, 86, (2015), pp. 38-52.
  • LITVAK, Jaime y RODRÍGUEZ, María de los Ángeles, “Problemas y perspectivas de la arqueología industrial en México”, en Sergio NICCOLAI y Humberto MORALES.
    (coords.), La cultura industrial mexicana. Primer Encuentro Nacional de Arqueología Industrial. Memoria, Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2003, pp. 45-56.
  • MÁRQUEZ, Juan Manuel y COVA, Tatiana, “La Constancia Mexicana: una revisión histórico-arquitectónica”, en Boletín de Monumentos Históricos. Tercera Época, 20, (septiembre-diciembre 2010), pp. 98-116.
  • MORALES, Humberto y ALEJO, Óscar, “Arqueología Industrial y puesta en valor de la primera colonial industrial de América Latina: La Constancia Mexicana (1835-1991)”, en Revista Labor & Engenho, 8:4, (2014), pp. 78-87.
  • REINA, Magdalena, “Estudio de materiales de terrados de una de las casas de barrio, localizados en la nómina de loceros poblanos”, en Notas Mesoamericanas, 11, (1989), pp. 220-228.
  • REYNOSO, Citlalli, “Vida cotidiana en la antigua fábrica de hielo, bebidas gaseosas y aguas minerales Latisnere Arqueología Industrial en Puebla”, en Dualidad, Nueva Época 8, pp. 38-45.
  • REYNOSO, Citlalli y ALLENDE, Arnulfo, Paseo de San Francisco. Un lugar de descubrimientos. Guía para visitantes, Puebla, Plus Arrendamientos Inmobiliarios/ohl/INAH, 2006.
  • ROSAS, Sergio y VENTURA, María Teresa, “El desarrollo de una colonia industrial en Puebla: el Estanque de los Pescaditos (1883-1913)”, en Graffylia, 18, (enero-julio 2014), pp. 134-148.
  • SHEETS, Payson, “Behavioral Analysis and the Structure of a Prehistoric Industry”, en Current Anthropology, 16:3, (septiembre 1975), pp. 369-391.
  • TOLEDO, Mariana, “Arqueología histórica de la ciudad de Puebla Avances y perspectivas 1988-2007”, tesis de Licenciatura en Arqueología, México, Escuela Nacional de Antropología e Historia, 2011.
  • TORRES, Lilian, “Informe final de excavación del rescate realizado en el sitio “La Superior” o antiguo manantial de aguas minerales y ex fábrica de hielo y bebidas gaseosas, Paseo de San Francisco, ciudad de Puebla”, mecanoescrito del Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología, México, 2004.
  • YANES, Emma, “Encuentro de saberes: el origen de la talavera de Puebla”, en Elementos, 110, (2018), pp. 45-57.

 

¹ Arqueóloga egresada de la UDLA Maestra en Humanidades por la UAZ. Estudiante del Doctorado en Estudios Socioterritoriales del ICSyH-BUAP.

² CERDA, “La arqueología…”, pp. 54, 57.

³ SHEETS, “Behavioral Analysis…”, pp. 369, 372.

⁴ Consultar ALLENDE, “Curtiduría La Piel de Tigre…”; CEDILLO, El Paseo…; REYNOSO, “Vida cotidiana…”; TORRES, et al., “Reporte técnico de excavación…”.

⁵ CONNORS, “Talavera poblana…”, p. 119.

⁶ YANES, “Encuentros de saberes…”, pp. 46, 49.

⁷ REINA, “Estudio de materiales…”, p. 221.

⁸ REYNOSO y ALLENDE, Paseo de San Francisco

⁹ TOLEDO, “Arqueología histórica…”, p.77.

¹⁰ TOLEDO, “Arqueología histórica…”, pp. 82-83.

¹¹ GALICIA, “Un acercamiento histórico…”, p. 42.

¹² REYNOSO y ALLENDE, Paseo de San Francisco

¹³ ALLENDE, “Curtiduría La Piel de Tigre…”.

¹⁴ ALLENDE, “Curtiduría La Piel de Tigre…”.

¹⁵ ALLENDE, “Curtiduría La Piel de Tigre…”; Reynoso y Allende, Paseo de San Francisco

¹⁶ REYNOSO y ALLENDE, Paseo de San Francisco

¹⁷ ROSAS y VENTURA, “El desarrollo…”, pp. 140, 144.

¹⁸ ALLENDE, “Curtiduría La Piel de Tigre…”.

¹⁹ TOLEDO, “Arqueología histórica…”, p.146.

²⁰ LITVAK y RODRÍGUEZ, “Problemas y perspectivas…”, pp. 47, 50.

²¹ ALLENDE y CHIQUITO, “Reporte preliminar…”.

²² ALLENDE y CHIQUITO, “Reporte preliminar…”.

²³ MORALES y ALEJO, “Arqueología industrial…”, p. 79.

²⁴ MÁRQUEZ y COVA, “La Constancia Mexicana…”, p.114.

²⁵ ALLENDE y CHIQUITO, “Reporte preliminar…”.

²⁶ MORALES y ALEJO, “Arqueología industrial…”.

Lunes, 07 Junio 2021 05:25

Memoria Mesoamericana

En México, tradicionalmente la arqueología se asocia con la investigación del periodo prehispánico, y ello se debe a un fuerte componente político que se imprimió en los inicios de la profesionalización e institucionalización de esta ciencia, aproximadamente a finales del s. XIX y principios del XX. Dicho factor facilitó al Estado mexicano emplear a la disciplina arqueológica como herramienta didáctica y social para consolidar una identidad nacional, basada en los ideales de la historia antigua, a partir de una expectativa estética monumental, cuya identidad fue impulsada por los distintos proyectos nacionales.

Es necesario clarificar que, más allá de los inicios de la arqueología como instrumento del Estado, actualmente dicha ciencia estudia procesos socio históricos de cualquier temporalidad, a través de la materialidad o cultura material. Es decir, su ámbito de estudio se extiende más allá de la etapa precolombina, emplazándose a momentos tales como el de la Conquista y lo que de ella derivó a lo largo del periodo novohispano. Asimismo, también incluye la etapa independentista, en conjunto con la concreción del Estado-Nación mexicano a lo largo del siglo XIX; incluso, la arqueología puede abordar el mundo contemporáneo aplicando la metodología de esta disciplina. Ejemplos de ello se pueden destacar en el estudio de los medios electrónicos y las nuevas relaciones sociales y de consumo en los espacios virtuales²; así como también en el análisis de las expresiones pictóricas espontáneas, tales como el grafiti, en espacios de uso actual³; o la materialidad relativa a los medios digitales objetivada en el teléfono inteligente,⁴ sólo por mencionar algunos casos. Páginas más adelante, el/la lector(a) encontrará algunos artículos relacionados con la arqueología del siglo XIX y XX, a partir de distintos hallazgos en la ciudad de Puebla.

Sin duda, la arqueología, como una ciencia que aborda las diversas formas en las que se tejen las relaciones individuales y colectivas con los objetos, se convierte en un campo fértil que ayuda a comprender las distintas dimensiones sociales en todos los tiempos.

Ahora bien, para este artículo la atención se centrará en algunas voces del periodo novohispano de la ciudad de Puebla. Es decir, qué nos puede decir la arqueología con respecto a la vida que transcurría a lo largo de la época colonial poblana, particularmente a través de rituales de fundación de casas a manera de depósitos y ofrendas constructivas.

De modo que, el estudio del periodo consecutivo al contacto entre europeos y mesoamericanos, denominado periodo novohispano o colonial, se caracteriza porque es una fuente muy rica de información que sirve a la arqueología⁵ en torno a temas relacionados con expresiones transformadas y resignificadas de las culturas mesoamericanas; acerca del proceso de adaptación que encaró la población india ante un nuevo orden colonial; así como de las permanencias y transformaciones en prácticas alimenticias, religiosas, económicas, sociales, políticas, técnicas y un largo etcétera, que se suscitaron tanto en la población originaria como en la europea.

Con la finalidad de conocer a grosso modo algunos aspectos de lo que la arqueología puede decir de este periodo, la atención se pondrá en una de las prácticas rituales más recurrentes, aunque clandestinas de esta época, que es la de las ofrendas constructivas, también llamadas depósitos rituales.

 

HISTORIA Y ARQUEOLOGÍA. UNA DISTINCIÓN NECESARIA

Antes de entrar al tema, cabe señalar la importancia de dos oficios que convergen en este periodo. Sin duda, la Historia es una disciplina que ha aportado una inmensa información al conocimiento del pasado de la ciudad en esta época. El oficio del historiador, al igual que el del arqueólogo, implica sumergirse en la búsqueda de piezas de un gran rompecabezas, al contrastar, sistematizar y conformar el relato científico de un acontecimiento, práctica, proceso o hecho social. La perspectiva tradicional de la historia se remite a explorar los documentos escritos, considerados la principal fuente de información para esta ciencia. En el periodo novohispano, los documentos son el recurso predominante que ayuda a reconstruir el rompecabezas histórico.

Por ello, es importante señalar las diferencias entre estos campos científicos. Por un lado, la arqueología da cuenta de prácticas socioculturales bajo una lógica procesual, pero no aporta fechas exactas; la historia, por el contrario, establece información temporal precisa, pero se remite al texto escrito como principal referente analítico que, en la mayoría de las veces, refleja el mundo regulado, oficial y el discurso que se desea transmitir en un medio público. En la arqueología, si bien los textos escritos son una fuente importante y necesaria que la auxilian, el resto de la materialidad estudiada a partir de la metodología arqueológica refleja el actuar cotidiano, develando prácticas que se realizaron muchas veces a la sombra de la vida pública, las cuales no necesariamente quedaron registradas por escrito.

Una vez clarificando de manera general este tema, a continuación, se mostrarán algunos hallazgos relacionados con una práctica ritual de origen mesoamericano realizado en la época colonial. Estos casos se han localizado arqueológicamente en predios ubicados en la zona de los barrios de la ciudad, en el marco de dos proyectos arqueológicos.⁶

 

DEPÓSITOS RITUALES: CONSTRUIR, OFRENDAR, REMEMORAR Y PROTEGER

El ramo de la construcción en el periodo colonial fue una práctica que, como muchos otros oficios de esta época, estuvo regulado por autoridades del ayuntamiento y corporaciones gremiales. En el ramo de la construcción se desarrollaban distintos saberes y oficios como el de arquitecto, alarife,⁷ albañil, cantero y/o carpintero, entre otros.

Cada oficio era controlado y examinado por un agrupamiento llamado gremio. Estos fungieron como asociaciones artesanales y órganos reguladores de los productos que se comerciaban en la ciudad, así como los que establecían la reglamentación del proceso productivo a través de un conjunto de normas a seguir, llamadas ordenanzas. Toda práctica de oficio se encontraba bajo un constante escrutinio de los gremios, esto con la finalidad de obstaculizar la competencia desleal, garantizar la calidad del producto, evitar corrupción y, en general, dar un orden a la estructura económica y social de la época.⁸

 

Hueso de porcino a manera de ofrenda o ritual que localizó al interior de la olla del depósito ritual en el barrio de Santiago. Karla Gaona

En el ramo de la construcción, la estructura conformada por los distintos oficios, así como la capacidad para congregar a una población abundante en número para trabajar en alguna obra de la ciudad, generaba un flujo de gente procedente de distintas regiones del estado de Puebla, así como la confluencia de diversos orígenes étnicos.

En este sentido, se puede sugerir que la movilidad en las distintas obras o proyectos constructivos, tanto de carácter público como privado, permitieron una mayor flexibilidad para el despliegue de prácticas de la población india y mestiza que quizás se mantuvieron al margen del conocimiento de las autoridades religiosas y civiles hispanas, preocupadas por mantener el orden y la línea del catolicismo. Es por ello que otro aspecto a regular en la sociedad novohispana fue el sistema de creencias, particularmente el de la población originaria, la cual atravesó por un proceso de evangelización. Así que, por un lado, se contaba con la vigilancia de los gremios en torno al quehacer en los oficios y, por otra parte, se vigilaban las creencias acorde a la Iglesia, a la religión oficial.

La evidencia arqueológica ha demostrado que a pesar de la imposición religiosa y la orden de castigar a quien continuara con ritos mesoamericanos—o, en palabras de los religiosos hispanos, con idolatrías—, la población india y mestiza se adaptó, resignificó sus creencias, y, en muchos casos, dio continuidad a las prácticas religiosas antiguas. Una de esas prácticas se observó en el ramo de la construcción, con el ritual de colocar o depositar objetos asociados a los cimientos de edificaciones. Particularmente, se han localizado en casas habitación, debido a la connotación simbólica de este espacio acorde a la cosmovisión mesoamericana.

Durante la época prehispánica, una obra constructiva requería de algún vehículo a manera de ofrenda como intermediario, para solicitar al plano sagrado el buen término del edificio y la consagración del espacio construido. Tanto en ciudades mayas del Clásico Temprano (entre los años 300 a 600 d.n.e.), como en el centro de México —particularmente en Teotihuacan—, se han localizado diversos depósitos rituales en las distintas etapas constructivas de la Pirámide de la Luna para “celebrar y consagrar cada nueva fase de ampliación (…)”.⁹ Asimismo, esto implicaba un rito de inauguración que simulaba el surgimiento y creación de la vida misma.

La vivienda mesoamericana no sólo cumplía la función de morada para las familias, sino que era un espacio anclado al cosmos, es decir, una entidad con vida propia. Por ello se realizaba una serie de rituales en su interior, particularmente cuando se iniciaba su construcción o cuando era una casa nueva. Gracias a la observación etnográfica, actualmente se continúa la tradición de realizar rituales para inaugurar estos espacios domésticos en algunas comunidades indígenas, como entre los mayas de los Altos de Chiapas, quienes, al habitar una nueva vivienda, consideran que es necesario “domarla”.¹⁰

En términos arqueológicos, a este tipo de elemento se le ha denominado ofrenda constructiva, que se puede definir como un objeto u objetos en los que se condensan cualidades auspiciosas, y reproducen el centro del mundo, con la finalidad de garantizar la buena hechura y seguridad de la construcción. Se convierte en un umbral, en un medio de comunicación en donde se contactan el plano divino o sobrenatural y el plano terrenal. Este elemento puede estar conformado por algún tipo de artefacto, particularmente alguna vasija o vasijas depositadas intencionalmente cerca de los cimientos de la casa.

Hasta el momento, se han documentado un caso en Cholula y tres en la ciudad de Puebla, de los cuales dos fueron localizados en el área del Paseo de San Francisco y pertenecen al periodo colonial, mientras que el tercero es de temporalidad más reciente, primeras dos décadas de siglo XX, y se ubica en el barrio de Santiago.¹¹ Como se ha señalado, las tres ofrendas se depositaron en el área que fue habitada por población india y mestiza, es decir, en la zona de los barrios. Cabe señalar que las vasijas contenían restos de comida y huesos de animal.

La primera ofrenda se localizó con los trabajos del Proyecto Arqueológico, Arquitectónico e Histórico del Estanque de los Pescaditos, en los años noventa de siglo XX, y consistió en un cajete anaranjado de acabado de superficie pulido con restos óseos de animal, ubicado temporalmente hacia finales del siglo XVIII.¹²

 

Depósito ritual formado por un cajete pulido. Se pueden observar los restos de la comida a manera de ofrenda.

Depósito ritual conformado por un plato de mayólica del tipo cerámico San Elisario polícromo.

Depósito ritual conformado por un plato de cerámica alisada rojo sobre café. Casa Tívoli-Boliche.

Durante la temporada del Salvamento Arqueológico del Paseo de San Francisco, se exploró un predio que fue denominado Casa Tívoli Boliche, nombrado así debido a que en el siglo XIX fungió como un espacio destinado a la recreación, al mismo tiempo que fue una casa habitación.¹³ El inmueble, de propiedad privada, se ubica en la calle 10 norte, al lado sur de los lavaderos de Almoloya, en el predio que actualmente ocupa un hotel boutique. En una de las calas que se realizaron en la esquina norte de la primera crujía con dirección norte sur, se localizó un depósito ritual a manera de ofrenda, conformada por dos platos depositados a distintas profundidades.¹⁴ El primer plato localizado pertenece al grupo de mayólicas, cuyo tipo cerámico es San Elisario Polícromo, el cual pertenece a la segunda mitad del siglo XVIII y primera del siglo XIX. El segundo recipiente se caracterizó por ser de cerámica alisada con pintura roja sobre el color natural del barro. La primera vasija contenía carbón y restos de hueso de animal, posiblemente de un ave.¹⁵ Ambos objetos se localizaron en la última capa cultural de la casa.

La tercera ofrenda se encontró en un predio del barrio de Santiago, cuya área fue ocupada desde el periodo colonial por población de Cholula. Dicho depósito ritual inaugura el acto constructivo de una casa habitación en la segunda década del siglo XX, posiblemente entre los años 1919 y 1924. En el año 2002, al realizar una remodelación, el Arqlgo. Arnulfo Allende registró esta ofrenda, conformada por una olla del tipo cerámico llamado La Luz que también contenía restos de hueso de animal, al parecer del tipo porcino. Si bien este último caso no remite al periodo colonial, cabe resaltar la continuidad de este sentido ritual materializado en la ofrenda inaugural de la casa, cuya práctica se replica en la etapa novohispana, pero se remonta a la antigüedad mesoamericana.

De acuerdo con Danièle Dehouve, estos objetos rituales pueden acompañarse de restos, ya sea humanos o animales, sacrificados a manera de ofrenda o de don.¹⁶ No obstante, ella hace la aclaración de que no es suficiente denominarla bajo la categoría de ofrenda, pues al hacerlo, dicha nominación supone una desventaja al focalizarse únicamente en el don, es decir, lo que se ofrece para solicitar algo a cambio. La autora refiere que, al considerar solo a la ofrenda, se deja de lado el contenido figurativo, cuyo elemento es necesario para una eficacia simbólica¹⁷ que reproduce y rememora el centro del mundo, el nacimiento, el origen y la historia mítica de la creación.

Es por eso que Dehouve propone que estos obsequios depositados en los cimientos mediante un ritual de fundación de alguna casa o edificación sean denominados depósito ritual, que se define como “un ritual figurativo, basado en representaciones materiales y miniaturizadas, generalmente acompañado por el sacrificio de animales u hombres y/o el don de comida”.¹⁸

Lo anterior fue concebido durante la época colonial como idólatra ante los ojos de los europeos, quienes se empeñaron en extirpar dichas creencias. A pesar de los esfuerzos de imponer una sola religión, intención que se expresa en algunas ordenanzas, así como en la ejecución de castigos, dicha actividad ritual no cesó, ya que como se ha visto ha trascendido temporalidades.

A continuación se relata un testimonio que hace referencia al ritual de inauguración de una casa por parte de un cronista de la época:

Para estrenar las nuevas casas que ellos dicen Nicalchalia aviendo [sic] edificado la casa y puesto en las cuatro esquinas algún ydolillo [sic] o piedras de buen color y un poquillo de pisiete el señor de la casa llama a los maestros, o viejos y vista la casa mandan aparejar vna [sic] gallina para otro día y que hagan tamales. Y llegando el dia [sic] siguiente vienen y puestos en medio toman la gallina y cortanle [sic] la cabeca [sic] delante del fuego derramando la sangre y della [sic] toman y unjen [sic] los quatro [sic] angulos [sic] o quatro [sic] paredes (…) y la aderezan a su modo y aderezada la toman con tamales y la vuelven a ofrecer al fuego partida en dos partes (…) ofrecida la comen los conuidados [sic]. Ya esto llaman calchalia que quiere decir estrenar la casa.¹⁹

Hasta aquí, se ha mostrado que durante el periodo novohispano se expresaron una serie de creencias resignificadas, que dieron como resultado cultos populares. Cabe resaltar que varios de los actos sospechosos a los ojos de la Inquisición, se realizaban en espacios cotidianos. La evidencia arqueológica demostró la continuidad de cultos mesoamericanos sin que las autoridades se enteraran.

 

A MANERA DE CONCLUSIÓN

La producción historiográfica del periodo novohispano ha dado cuenta de las estrategias para hacer efectiva la conversión religiosa de la población originaria. A pesar de los mecanismos coercitivos empleados por parte de las autoridades hispanas, y de que exista una documentada producción de procesos judiciales para ejecutar penas en contra de aquellos que desacataran el culto oficial, la población muchas veces contravino lo establecido en el papel. En este sentido, la arqueología ha demostrado a través de los depósitos rituales, bajo la modalidad de ofrendas constructivas o rituales fundacionales, que fue difícil extirpar un sistema de creencias que se remonta a siglos atrás. En este caso, la arqueología ha abonado al debate del clásico relato histórico de una supuesta población nativa subordinada ante la empresa colonial, y a reflexionar sobre las resistencias que opuso ante los embates de un nuevo gobierno implantado. En este sentido, la arqueología es un oficio importante para abrir el panorama y destacar la complejidad y contradicciones de la sociedad a través de su materialidad, como fue el caso en esta época.

A pesar de que en el periodo novohispano se intentó silenciar a un pueblo a través de órdenes y castigos, la arqueología permitirá develar los objetos que han quedado y subyacen bajo la moderna ciudad; verán la luz cuando el pico y la pala desgarren las entrañas de la tierra y gritarán la latencia ancestral, la resistencia sutil y la imagen mítica de una memoria mesoamericana en las calles y casas de la ciudad de Puebla. Darles voz es nuestro trabajo.

Bibliografía
  •  ARAIZA DÍAZ, Erika, Roberto MARTÍNEZ GONZÁLEZ y Francisco LUGO SILVA, “La arqueología del presente y el grafiti incidental en Ciudad Universitaria”, en Alteridades, vol. 18, núm. 36, julio-diciembre 2008, UAM-Iztapalapa, México, pp. 159-169.
  • BRACHO, Julio, De los gremios al sindicalismo. Genealogía corporativa, México, UNAM, 1990.
  • CARBALLO, David M., “La casa en Mesoamérica”, en Revista arqueología mexicana, Vol. XXVI, Núm. 140, 2016, pp. 30-35.
  • CARRO ALBARRÁN, Edgar, “Informe técnico de excavación. Unidad XII, predio Armenta”, en: Cedillo Ortega, Carlos y Alberto Aguirre Anaya (coordinadores), Salvamento arqueológico del Paseo de San Francisco, Ms. Sección de Arqueología del Centro INAH-Puebla, 1997.
  • DE LA SERNA Jacinto, Don Pedro PONCE y Fray Pedro de FERIA, Tratado de las idolatrías, supersticiones, dioses, ritos, hechicerías y otras costumbres gentílicas de las razas aborígenes de México (facsimilar), México, ediciones Fuente cultural, 1892, pp. 377-378.
  • DEHOUVE, Danièle, “El depósito ritual. Una práctica mesoamericana de larga duración”, en Revista Confluenze, Vol. 8, No. 2, 2016, pp. 181- Dipartimento di Lingue, Letterature e Culture Moderne, Università di Bologna.
  • FOURNIER, Patricia, “Dime qué compras y te diré quién eres: Hacia una arqueología de la cultura material virtual en internet”, en Walburga Wiesheu y Patricia Fournier (coords.), Perspectivas de la investigación arqueológica, México, CONACULTA-INAH, 2005, pp. 173-186.
  • LEICHT, Hugo, Las calles de Puebla, México, Gobierno del Estado de Puebla, 2002.
  • REYNOSO RAMOS, Citlalli, Informe técnico del análisis de material de los conjuntos Tívoli-Boliche y Briseño (Ms. en la sección de arqueología del Centro INAH-Puebla), 2004.
  • TORRES GONZÁLEZ, Lillian y Edgar CARRO Albarrán, Informe técnico del rescate arqueológico de los conjuntos Tívoli-Boliche y Briseño (Ms. en la sección de arqueología del Centro INAH-Puebla), 2004. 
Fuentes Electrónicas
  • SCHEJTMAN, Natalí, https://www. lanaccom.ar/opinion/daniel-miller- el-telefono-inteligente-es-un-aspecto-de- nosotros-mismos-nid2259905. [Fecha de consulta: 26 de junio de 2020].

 

 

  1. Antropóloga con especialidad en Arqueología por la Universidad Veracruzana, Maestra en Historia por el ICSyH "Alfonso Vélez Pliego" BUAP y doctorante en Antropología Social por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Profesora-investigadora del Colegio de Antropología Social de la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP.
  2. FOURNIER, "Dime qué compras ".
  3. ARAIZA DÍAZ,  MARTÍNEZ GONZÁLEZ y LUGO SILVA, "La arqueología ".
  4. Véase SCHEJTMAN.
  5. El subcampo de la arqueología histórica comienza en este periodo. En un artículo anterior, la Dra. Citlalli Reynoso ya ha definido con más detalle lo referente a la arqueología histórica.
  6. Proyecto Arqueológico, Arquitectónico e Histórico del Estanque de los Pescaditos (1997); Salvamento Arqueológico del Paseo de San Francisco (2003-2005).
  7. Maestro de obra
  8. BRACHO, De los gremios…
  9. DEHOUVE, "El depósito ritual"
  10. CARBALLO, “La casa…”, p. 35.
  11. ALLENDE CARRERA, Comunicación personal, 2020.
  12. CARRO ALBARRÁN, Informe…
  13. LEICHT, Las calles…
  14. TORRES GONZÁLEZ y CARRO ALBARRÁN, Informe técnico
  15. REYNOSO RAMOS, Informe técnico
  16. Regalo u obsequio.
  17. DEHOUVE, "El depósito ritual ", p.188.
  18. DEHOUVE, "El depósito ritual ", p.182.
  19. DE LA SERNA, PONCE y DE FERIA, Tratado…, pp. 377-378.
Lunes, 31 Mayo 2021 20:39

Arqueología del siglo XVI.

 El 13 de agosto de 1521 la Gran Tenochtitlan y sus líderes principales fueron derrotados. Esta fecha se considera la culminación de la llamada “Conquista de México”, proceso histórico de invasión e imposición violenta que inició la implantación del colonialismo² en nuestro país. ¿Qué tiene que ofrecer la arqueología al análisis del siglo XVI (denominado periodo de contacto o etnohistórico³), donde existen documentos que dan cuenta de lo sucedido? En Estados Unidos se denominó “arqueología histórica” a la arqueología que se distingue por combinar el análisis del registro arqueológico con los documentos escritos. En México se considera arqueología histórica (aunque sería mejor definida como arqueología etnohistórica) a la aplicación del método arqueológico durante el periodo colonial o virreinato que va de 1521 hasta 1810. Por lo tanto, el objetivo es comprender los procesos sociales y culturales acontecidos en la colonia, desde el análisis de la materialidad en conjunto con las fuentes documentales disponibles (textos, códices, y fuentes pictóricas diversas) que coadyuven a la exégesis del pasado.

Una de las ventajas que ofrece la arqueología durante este periodo es el contrastar las fuentes con la evidencia arqueológica. Los documentos (escritos o pictóricos) se crean con una intención (consciente o inconsciente) y con un objetivo que puede dejar de lado muchos aspectos y actores de la realidad (por ejemplo, la vida cotidiana, los niños, las mujeres, la discapacidad, etc.). El registro arqueológico ofrece la oportunidad de descubrir discrepancias o vacíos de información en los documentos, que invitan a nuevas hipótesis de investigación. Estos hallazgos son fascinantes pues señalan que el comportamiento humano es una compleja contradicción entre el decir (los documentos) y el hacer (el registro arqueológico). Este artículo tiene el objetivo de discutir algunos datos que han sido revelados por la arqueología para la comprensión del siglo XVI en Puebla. Debido a la corta extensión de este texto se eligieron sólo tres temas: la fundación y la refundación; la casa del fundador y conquistador Hernando García de Aguilar, y la importancia de las mujeres indígenas en el proceso fundacional, esperando que estas breves líneas despierten el interés por la arqueología de nuestra hermosa y enigmática ciudad.

FUNDACIÓN Y REFUNDACIÓN 

Es un hecho muy discutido que los primeros libros de cabildo se perdieron en algún momento durante finales del siglo XVI o principios del XVII, concretamente el Libro I y Libro II, que corresponderían al periodo fundacional y primeros años.⁴ El manuscrito disponible es el Suplemento del Libro I, el cual menciona los nombres de los fundadores españoles y otros datos.⁵ La falta de testimonio escrito ha provocado múltiples versiones sobre la fundación, un ejercicio interpretativo basado en fuentes etnohistóricas, cartas y documentos de actores relacionados, así como de relatos de historiadores de épocas posteriores. De acuerdo con fray Toribio de Benavente Motolinía, testigo del evento, la Puebla de los Ángeles se fundó la mañana del domingo 16 de abril de 1531.⁶ El suceso fue celebrado con una misa oficiada por él mismo sobre un altar rústico. Al poco tiempo, Motolinía menciona que, debido a una serie de lluvias torrenciales, la ciudad se refunda el 29 de septiembre del mismo año (día de San Miguel Arcángel), reubicando el primer cuadro de la ciudad a la zona del actual zócalo. Es decir, en seis meses Puebla se funda y refunda.

Reconstrucción hipotética del valle antes de la fundación de Puebla  

Gracias a la evidencia arqueológica recuperada durante el Proyecto Arqueológico del Estanque de Pescaditos (1996-1998) dirigido por Alberto Aguirre y Carlos Cedillo, y el Proyecto Arqueológico Paseo de San Francisco (2004-2006) donde participaron los arqueólogos Arnulfo Allende, Lillian Torres, Citlalli Reynoso, Verónica Vázquez, Fernanda Corral y Edgar Carro, hoy tenemos la certeza que el primer asentamiento fue en la zona comprendida entre la 18 Oriente y 2 Oriente, entre bulevar 5 de Mayo y 16 Norte, es decir abarcó: El Paseo Viejo de San Francisco, el barrio de El Alto, San Francisco y parte del barrio de La Luz. El lugar exacto donde se llevó a cabo la misa oficiada por Motolinía tampoco se menciona en documentos, pero gracias a exploraciones arqueológicas, hoy existen dos propuestas: la propuesta del arquitecto Sergio Vergara quien ha interpretado una estructura con cuatro pilares denominada el Humilladero o Complejo Hidráulico (Jardín de la Violeta atrás del Centro de Convenciones), como un altar basándose en los elementos arquitectónicos, los restos de pintura mural y la ubicación; y la propuesta del arqueólogo Arnulfo Allende que ubica este evento en la Capilla de Santa Elena (parroquia de la Santa Cruz, 16 Oriente y 12 Norte) llegando a esta conclusión por los relatos de Veytia y al hecho de que esta capilla se localiza en el punto más alto y firme, contrario a la ubicación del Humilladero, localizado sobre los arenales del río y terreno fangoso sobre la ribera del río San Francisco.⁷

Según las fuentes, el nuevo paraje para refundar la ciudad se seleccionó con una mayor altura para evitar inundaciones (actual zócalo). Sin embargo la topográfica, el registro estratigráfico y la evidencia arqueológica indican que se eligió un lugar más lejano, pero más bajo con relación al río por lo que fueron recurrentes inundaciones periódicas por lluvias y crecidas de la corriente. Esto fue corroborado en las excavaciones arqueológicas en el zócalo realizadas por Allende en el año 2002,⁸ quien registró un estrato con deposiciones de arena de aluvión con alta concentración de material orgánico en descomposición. Esto sugiere que se trataba de una zona de pastizales con un suelo muy húmedo, probablemente una ciénaga o un pantano bajo que tenía inundaciones periódicas. Para su habitabilidad este suelo tuvo que ser mejorado con rellenos en algunas zonas.

Motolinía fue quién eligió el lugar de la primera fundación y reconoce sus cualidades, un paraje enmarcado por agua con manantiales de agua dulce dentro de un bosque de pinos. La primera pregunta que surge es ¿Por qué refundar la ciudad en otro punto más bajo con relación al río y en un paraje que parece tener menos cualidades? Al respecto, Reynoso y Allende⁹ sugieren que pudo existir una negociación entre indígenas y españoles para redistribuir el asentamiento, lo cual implicó considerar los elementos culturalmente significativos para cada grupo: la planicie para los españoles (zona del zócalo), factor esencial para realizar la traza; y el alteptl, un terreno con lomeríos (Barrio de La Luz) y la sacralidad que tenía el área del Paseo de San Francisco para la comunidad indígena desde tiempos inmemoriales por la abundante agua. Sin embargo, también es factible que la refundación fue el resultado de los conflictos de intereses y visiones opuestas que existían entre los actores y los grupos que imaginaron la ciudad.

A juzgar por lo que dice Motolinía,¹⁰ el evento fundacional fue un momento tenso que finalmente se consumó a pesar de las “tantas contradicciones” que surgieron. Los franciscanos pensaban en Puebla como un proyecto social donde españoles e indígenas trabajarían en igualdad, sin abusos, ni tributos excesivos, sin tomar tierra indígena, además de abolir la encomienda. Este proyecto nunca se consolidó, y es incierto si el primer asentamiento tuvo una repartición de tierras sin realizar divisiones étnicas y con equidad en el trabajo como lo habían imaginado los franciscanos. Lo cierto es que la reubicación del asentamiento favoreció una división socioétnica marcada por el río San Francisco, el cual separó la traza española de los barrios indígenas en una parte de la ciudad.

Los franciscanos no reubicaron sus instalaciones cuando se refundó la ciudad y finalmente la comunidad indígena instaló sus barrios en esta zona desarrollando una serie de obrajes gracias a los recursos naturales existentes. Acerca de las instalaciones franciscanas asociadas a la fundación, durante el Proyecto Arqueológico del Estanque de Pescaditos se descubrió el convento de las cinco llagas de San Francisco. De dicho inmueble se exploraron y restauraron dos claustros utilizados por los frailes para sus actividades cotidianas, enseñanza de artes y oficios; además de una enfermería, donde eran atendidos monjes de distintos monasterios de la región.¹¹ Se trata de uno de los vestigios más importantes para la historia de la ciudad pues es “el contexto fundacional”, donde seguramente Motolinía estuvo presente.¹²

LA CASA DE UN CONQUISTADOR GARCÍA DE AGUILAR

Los motivos que impulsaron la fundación de la ciudad son diversos, pues se relacionan no sólo con la atmósfera local sino con la realidad de la Nueva España, los intereses de la corona, el clero, las demandas de los conquistadores y el creciente problema de los vagabundos españoles.¹³ En este contexto, la fundación de Puebla fue percibida como excepcional, pues pretendía modificar el orden social novohispano. Sin embargo, esta condición “especial” sólo sirvió para que los vecinos exigieran favores a la corona y al gobierno virreinal. El ideal del proyecto nunca se cumplió, a fines del siglo XVI Puebla demandaba incrementar el servicio de indios, había un exceso de españoles encomenderos, aparte de conquistadores que gozaban de privilegios desmedidos, perpetuando el abuso a la población indígena.¹⁴

El Proyecto Arqueológico del Estanque de Pescaditos realizó el descubrimiento de una casa en el actual Jardín de la Violeta (atrás del Centro de Convenciones).¹⁵ Herrera y Álvarez¹⁶ la describen como compuesta por tres habitaciones, una de ellas la cocina, además de un patio y un pozo artesiano, donde se localizó una ofrenda de tradición prehispánica. A esta casa se le conoce como Casa de García de Aguilar y es excepcional por diferentes razones: se trata del único contexto doméstico del siglo XVI de un conquistador y fundador. Fue posible documentar la propiedad de la casa y una ofrenda de tradición prehispánica en el pozo artesiano, que muestra la sacralidad del agua y del paraje por la comunidad indígena, aún en el siglo XVII.¹⁷

Exploración arqueológica en Casa de García de Aguilar durante Proyecto Pescaditos. Martín Martínez 

A través de la investigación documental, se demostró que Hernando García de Aguilar fue el propietario original de este solar, en donde tuvo una huerta y un molino. El predio se extendía hasta la proximidad del arroyo Xonaca en 1550 y era vecino de la huerta del convento de San Francisco y el humilladero o complejo hidráulico que abastecía de agua a una parte de la ciudad.¹⁸ La ubicación era, por demás, favorecida por el acceso a fuentes de agua como manantiales, el río San Francisco y el arroyo Xonaca. García de Aguilar heredó el solar a Felipe Ramírez de Arellano en 1664, quién estableció una tenería en el lugar. Esta casa, propiedad de un español, conquistador y fundador dentro de los barrios indígenas, sugiere que existieron propiedades “no documentadas” de españoles, pues en los planos de Cristóbal de Guadalajara de 1698 y en el de Medina de 1754 aparece la casa a pesar de que ya existía. Además, la ubicación de la casa sugiere que los fundadores conservaron propiedades dadas durante el primer repartimiento (primera fundación), sumando las del segundo repartimiento (refundación en la traza española).

De acuerdo con Veytia,¹⁹ durante 1531 veintitrés personas recibieron lotes de tierra para fundar la nueva ciudad, aunque se desconoce su ubicación. Chavalier²⁰ menciona que existieron jerarquías en la repartición, pues los conquistadores y los fundadores españoles tuvieron, en muchas ocasiones, más de una propiedad, al igual que tierras para cultivo, indios para servicio y la condonación de impuestos por un periodo de treinta años. Esto generó descontento entre la población indígena y posteriormente entre criollos y mestizos, incrementado la desigualdad con base en la procedencia étnica. Los privilegios de los fundadores españoles fueron excesivos si consideramos que ellos mismos eran parte del Cabildo que otorgaba propiedades y derechos de agua.

MUJERES INDÍGENAS, ALIANZAS MATRIMONIALES Y FUNDACIÓN

En las fuentes escritas no existe precisión sobre cuántos indígenas participaron en el proceso fundacional de Puebla. En el Suplemento del Libro I, sólo se enlistan los nombres de 33 hombres y una viuda de origen español,²¹ a quienes se han reconocido como “los fundadores”. Sin embargo, el título de primer colono debe ser compartido con los grupos indígenas quienes construyeron la ciudad, trabajaron en los campos, en las casas y aportaron solidez poblacional y cultural al nuevo asentamiento. Al respecto, Vetancurt dice que: vinieron de Tlaxcala “…siete, u ocho mil Indios, y de Huejotzingo otros tantos, de Tepeyacac, y otras Provincias. Este número, o pocos menos, todos con los materiales para hacer la planta de la nueva población….” más adelante menciona que entraron a la ciudad bailando y cantando.²² La alegría en esta población es dudosa, pues Motolinía menciona el descontento de Totimehuacan poco después de la fundación, pues parte de su territorio y población había sido tomada. En 1532, la corona se vio obligada a ofrecer mayores beneficios para que familias indígenas de Cholula, Huejotzingo y Tlaxcala para que vinieran a trabajar a Puebla, pues la mayoría de las comunidades se negaban a hacerlo.²³ De acuerdo con Hirschberg,²⁴ la Audiencia prometió entre diez y treinta trabajadores por colono, aunque la demanda de mano de obra fue constante y el número total es incierto.

En 1534, se reporta el estado civil de los 33 fundadores varones españoles, y se dice que 20 de ellos estaban casados con mujeres indígenas, las cuales vivían dentro de la traza española. Motolinía afirma que “en esta ciudad de los Ángeles, hay muchas mujeres de las naturales casadas con españoles... tengo noticias de muchas de ellas, las cuales están bien cristianizadas y viven honestamente”.²⁵ No existe más información sobre el linaje o procedencia de estas mujeres, pero por medio de evidencia arqueológica es posible sugerir que algunas provenían de Cholula. Pedro Carrasco ha hecho uno de los mejores estudios acerca del linaje y las alianzas matrimoniales entre indígenas y españoles al inicio de la Colonia para el Centro de México.²⁶ El autor argumenta que el linaje no sólo influyó en el patrón de asentamiento sino en la naturaleza de los grupos corporados que se definieron por su oficio, por las tierras y por los recursos asociados a estas.

Exploración arqueológica en Casa de García de Aguilar durante Proyecto Pescaditos. Martín Martínez

En su artículo, Carrasco señala que es peculiar el porcentaje de españoles casados con mujeres indígenas durante el momento de la fundación de Puebla. Aunque no profundiza en este caso, menciona ejemplos documentados de alianzas matrimoniales en Tlaxcala y Tenochtitlan donde la tenencia de la tierra se adquiere por esta vía.

Por lo tanto, es probable que existiera una alianza matrimonial entre los españoles fundadores en Puebla y mujeres nobles indígenas. Esto aseguraría varias cosas: la obtención de la tierra, la continuidad del linaje indígena, la obligación del tributo y servicio por la comunidad indígena y la “aceptación” del nuevo linaje (mestizo) por parte de la comunidad indígena. En los Anales de Puebla, Tepeaca y Cholula se menciona que la porción oeste del reino de Cholula se otorgó a los “tripas blancas”.²⁷ No se menciona un matrimonio, pero la elección matrimonial en la élite prehispánica y en la española tenía como base el linaje y la transmisión de los bienes a través de la mujer. La elección endogámica de las mujeres propicia el incremento de monopolios; mientras que la elección exogámica genera la expansión, el incremento en tierras, bienes, y aumentar los horizontes del grupo en términos materiales y culturales. Este sistema se había practicado durante siglos en Europa y era el sustento de la Monarquía.

Mapa de la ciudad de Puebla 1698 de Cristóbal de Guadalajara. 

En Mesoamérica, los grupos de elite aseguraban el poder, la expansión territorial y la continuidad de los linajes a través de las alianzas matrimoniales.²⁸ El códice Nutall, muestra la importancia del matrimonio como estrategia expansionista en las ciudades-Estado más poderosas durante el Posclásico, así como la relevancia de los ancestros en la transmisión del poder dentro de los grupos corporados. La corona debió reconocer las ventajas que podía propiciar una alianza matrimonial entre grupos étnicos para obtener legal y pacíficamente la tierra, en un momento donde las rebeliones e inconformidades crecían literalmente alrededor de las ciudades establecidas por los españoles.²⁹

Hernández y Reynoso realizaron la excavación de un basurero doméstico en la casa ubicada en la 3 Poniente 109 (hoy tienda Sears) en el año 1999.³⁰ Este contexto es contemporáneo al periodo fundacional y corresponde a una casa de fundador dentro de la traza española. En su tesis doctoral Reynoso profundiza sobre el análisis cerámico de este basurero, clasificando tipos y formas por tradición (prehispánica y europea), vinculadas con patrones alimentarios, tecno-alimentarios y culturales diferentes, además de clasificar el uso de la loza en: servicio, preparación de alimentos y almacenamiento.³¹ De manera adicional se realizó identificación de residuos químicos en la loza alisada. De acuerdo con la clasificación, conteo estadístico y resultados de residuos químicos, se observó un alto índice de loza de tradición prehispánica cholulteca para preparar alimentos. Por lo que concluye que una mujer indígena proveniente de Cholula fue dominante en la cocina, y por lo tanto sugiere dos alternativas de interpretación: se trataba de una casa de un español casado con una mujer indígena proveniente de Cholula o una mujer indígena cholulteca estuvo al mando de la cocina en servicio de indios. De cualquier manera, el papel de la mujer indígena fue primordial y es necesario subrayar su condición de fundadora de la Puebla de los Ángeles.

Bibliografía

  • ÁLVAREZ SANTIAGO, Héctor, “Rescate y remodelación del Paseo de San Francisco en la ciudad de Puebla”. Cuadernillo informativo, Puebla, INAH-Puebla.
  • ALLENDE CARRERA, Arnulfo, “Informe técnico correspondiente a las excavaciones en la Plaza Mayor de Puebla, Plazuela de los Sapos, Plazuela de San Luis y el Atrio de Santo Domingo Puebla de los Ángeles Archivo Técnico del Consejo Nacional de Arqueología (Informe 20-201). INAH. México, s.d.A. C. INAH-Puebla, 2002.
  • “Huitzilapan: un espacio sagrado en Puebla”, conferencia presentada en el II Congreso sobre Cosmovisión Indígena, 25-29 junio de 2009 en el Colegio de Antropología Social BUAP.
  • “Patrimonio Arqueológico ¿en Puebla?”, conferencia presentada en el Seminario Construcción de la Memoria del Patrimonio, 30 marzo de 2004 en el Auditorio Casa Presno del iICSyH-BUAP.
  • CARRASCO, Pedro, “Indian-Spanish Marriage in the first century of the Colony”, en Susan SCHROEDER; Stephanie WOOD y Robert HASKETT (eds.), Indian Women of Early México, Norman and London, University of Oklahoma Press, 1997, pp. 87- 103.
  • CASTRO MORALES, Efraín, Suplemento de el libro número primero de la fundación y establecimiento de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de los Ángeles. Puebla: Ayuntamiento de la ciudad de Puebla, 2009.
  • CEDILLO ORTEGA, Carlos, “Informe de resultados preliminares del Proyecto Arqueológico, Arquitectónico e Histórico del Estanque de los Pescaditos, ciudad de Puebla”. Archivo de la Sección de Arqueología del Centro INAH-Puebla México, 1997.
  • CEDILLO ORTEGA, Carlos et. al., El Paseo de San Francisco a través del tiempo, Puebla, Fideicomiso del Paseo de San Francisco del Gobierno del Estado de Puebla, 2004.
  • CHEVALIER, François, “Significación social de la fundación de la Puebla de los Ángeles”, en Carlos CONTRERAS y Miguel Ángel CUENYA (eds.), Ángeles y constructores mitos y realidades en la historia colonial de Puebla (Siglos XVI- XVIII), Puebla, BUAP, 2000, pp. 29-52
  • FERNÁNDEZ DE ECHEVERRIA Y VEYTIA, Mariano, Historia de la Fundación de la Ciudad de la Puebla de los Ángeles en la Nueva España, Puebla, 1931.
  • GONZÁLEZ-HERMOSILLO, Francisco y Cayetano REYES GARCÍA, 2002 El códice Exaltación testimonial de un linaje indio, México, INAH, Gobierno del Estado de Puebla, CIESAS, Porrúa, 2002.
  • HERNÁNDEZ SÁNCHEZ, Gilda y Citlalli REYNOSO RAMOS, “Reporte final de análisis del rescate arqueológico Sears 3 Poniente 109” INAH. México, 1999.
  • “Reporte de excavación del rescate arqueológico Sears 3 Poniente 109”. INAH México, 1999.
  • HERRERA TORRES, Hugo y José Antonio ÁLVAREZ RAMÍREZ, “Ofrenda de tradición prehispánica localizada en el Paseo de San Francisco, Puebla”, en Estudios Mesoamericanos, 2 (julio- diciembre 2000), pp. 3-15.
  • HIRSCHBERG, Julia, “La  fundación de Puebla de los Ángeles. Mito y realidad”, en Carlos CONTRERAS y Miguel Ángel CUENYA (eds.), Ángeles y constructores mitos y realidades en la historia colonial de Puebla (Siglos XVI-XVIII), Puebla, BUAP, 2000, pp. 53-90.
  • LEICHT, Hugo, Las calles de Puebla. Puebla, Gobierno del Estado de Puebla, 2009.
  • MARÍN-TAMAYO, Fausto, “La división racial en Puebla de los Ángeles bajo el régimen colonial”, en Carlos CONTRERAS y Miguel Ángel CUENYA (eds.), Ángeles y constructores mitos y realidades en la historia colonial de Puebla (Siglos XVI- XVIII), Puebla, BUAP, 2000, pp. 91-126.
  • MOTOLINÍA, Toribio, Historia de los Indios de la Nueva España, México, UNAM, 1971.
  • REYNOSO RAMOS, Citlalli, “Biografía cultural de la cocina y sus utensilios: la especialización del buen comer y el buen beber a través de la basura arqueológica en Puebla durante los siglos XVIII-XIX”, tesis de doctorado en antropología, México, UNAM, 2015.
  • REYNOSO RAMOS, Citlalli y Arnulfo Allende Carrera, “Los cimientos prehispánicos en la Puebla de Los Ángeles”, en Citlalli REYNOSO RAMOS (coord.) Puebla y el Paseo de San Francisco, Madrid, Libros Turner, 2006, pp. 17-45.
  • SEPÚLVEDA, María Teresa, Anales mexicanos: Puebla, Tepeaca y Colección Antigua 229, México, INAH, 1995.
  • SORIANO, Silvia, Lucha y resistencia en el México Colonial, México, UNAM, 1994.
  • VÁZQUEZ LÓPEZ, Verónica, “Ex- convento de las llagas de San Francisco, Puebla: Un estudio de arqueología histórica”, tesis de licenciatura en Antropología, Puebla, udlap, 2000.
  • VETANCURT, Agustín de, Teatro Descripción breve de los sucessos exemplares, históricos, políticos, militares y religiosos del Nuevo Mundo Occidental de las Indias. Crónica de la provincia del santo evangelio de México. Menologio Franciscano, México, Editorial Porrúa, 1971.
  • ZAPATA ZERÓN, Miguel, La Puebla de los Ángeles en el siglo XVII: Crónica de la Puebla, Puebla, Editorial Patria, 1945. 

 


 

  1. Profesora-Investigadora del ICSyH- BUAP. Adscrita al Posgrado en Estudios Socioterritoriales del ICSyH. Doctora en Arqueología por el IIA-UNAM. Miembro del SNI (candidata) y del ICOMOS-México.
  2.  De acuerdo con los pensadores de la Epistemología del Sur y la Teoría Decolonial, el colonialismo en América Latina se define por la imposición de un nuevo orden social y cultural en el cual domina y prevalece la mirada, el discurso y los intereses de un sujeto masculino, blanco (europeo), católico (mono-religioso) y heterosexual. Todos los matices y la diversidad que puede existir fuera de este rango son censurados, aniquilados o invisibilizados. La herencia actual del colonialismo es la intolerancia a la pluralidad de credos, orientación sexual, diversidad étnica, género o color de piel. Sus síntomas en nuestra sociedad son el machismo, el clasismo, el racismo, la discriminación y la pigmentocracia.
  3. Es la disciplina que surge de articular la antropología y la historia, que en sus inicios analizó los procesos de cambio originados por la llegada de europeos al continente americano, el periodo de conquista y contacto donde se desarrolla el fenómeno colonial. En la actualidad la etnohistória profundiza sobre la interacción, y retroalimentación, dominación y resistencia entre etnias o grupos.
  4. MARÍN TAMAYO, “La división racial en Puebla…”.
  5. CASTRO MORALES, Suplemento de el libro...
  6. ALLENDE CARRERA, “Patrimonio Arqueológico…”; “Informe técnico…”.
  7. ALLENDE CARRERA, “Huitzilapan…”.
  8. ALLENDE CARRERA, “Informe técnico…”.
  9. REYNOSO RAMOS y ALLENDE CARRERA, “Los cimientos prehispánicos…”.
  10. MOTOLINÍA, Historia de los Indios...”.
  11. VÁZQUEZ LÓPEZ, “Ex convento de las llagas…”.
  12. Es una pena el grado actual de deterioro de este  inmueble, así como su aparente o presunta privatización.
  13. ZAPATA ZERÓN, La Puebla de los Ángeles…”; FERNÁNDEZ DE ECHEVERRÍA Y VEYTIA, Historia de la Fundación...
  14. HIRSCBERG, “La fundación de Puebla…”
  15. CEDILLO ORTEGA, El Paseo de San Francisco
  16. HERRERA TORRES Y ÁLVAREZ RAMÍREZ, “Ofrenda de tradición prehispánica…”
  17. Es una pena el mal manejo que se ha hecho en la conservación de este importante vestigio, en el 2017 se sembraron cactus y otra flora encima del mismo que asegura su progresivo deterioro.
  18. CEDILLO ORTEGA, “Informe de resultados preliminares…”; Leicht, “Las calles de Puebla…”, p. 132.
  19. FERNÁNDEZ DE ECHEVERRÍA Y VEYTIA, Historia de la Fundación...
  20. CHEVALIER, “Significación social…”
  21. CASTRO MORALES, Suplemento de el libro...
  22. VETANCURT, “Teatro Mexicano…”, p. 46.
  23. MARÍN TAMAYO, “La división racial en Puebla…”.
  24. HIRSCHBERG, “La fundación de Puebla…”
  25. MOTOLINÍA, Historia de los Indios...”, p. 138.
  26. CARRASCO, “Indian- Spanish Marriage…”
  27. SEPÚLVEDA, “Anales mexicanos…”.
  28. Ver el caso Tarasco y Maya.
  29. SORIANO, Lucha y resistencia
  30. HERNÁNDEZ SÁNCHEZ y REYNOSO RAMOS, “Reporte final de análisis…”; “Reporte de excavación…”.
  31. REYNOSO RAMOS, “Biografía cultural de la cocina…”.

 

La cuatro veces Heroica Puebla de Zaragoza es una ciudad única. Así lo reconoció la UNESCO el 11 de diciembre de 1987 cuando la declaró ciudad Patrimonio Mundial. Los motivos para este reconocimiento quedan reconocidos en los criterios II y IV de la UNESCO: la ciudad atestigua un intercambio de influencias considerable de su particular estilo Barroco (resultado de la fusión de estilos europeos e indígenas) y su traza ortogonal, influyente para la creación de ciudades coloniales en el país, por lo cual constituye un ejemplo de un conjunto arquitectónico ilustrativo de un periodo de la historia humana. La declaración de su Centro Histórico como Zona de Monumentos Históricos resalta la importancia de Puebla como escenario de importantes luchas armadas para la historia del país durante el siglo XIX, así como su localización entre señoríos indígenas y sus características arquitectónicas. El acento para la protección, como se aprecia, se ha puesto en la salvaguarda de su arquitectura, sin embargo, con relación a la arqueología no hay ninguna referencia explícita.

Partimos de la idea de que existe una dimensión arqueológica en prácticamente todos los bienes Patrimonio Mundial, independientemente de que hayan sido declarados por esos motivos o no. Es la práctica y el uso de la arqueología la que hace posible la reinterpretación y la reconstrucción de aquellos bienes que tienen interés histórico.³ Entendemos por arqueología aquella metodología que estudia las sociedades del pasado a través de los restos materiales que dejaron.⁴ Sin embargo, la gestión del patrimonio a menudo se compartimenta. Esa compartimentación se aprecia en que distintos grupos como la ciudadanía, profesionales del patrimonio, empresas y organizaciones que tienen intereses concurrentes y opuestos sobre ese patrimonio arqueológico (PA) fallan en reconocer esta realidad y relacionarse unos con otros. Así, un modelo adecuado de gestión del PA y de todo el Patrimonio Cultural debería tener en cuenta: una dimensión técnico-científica: arquitectura, urbanismo, arqueología, antropología, paisaje, derecho, sociología, turismo, etc.; Una dimensión político-administrativa: autoridad, ingresos, protección/prevención, turismo; y una dimensión social: visitantes, ciudadanía afectada o implicada (propietarios/as, trabajadores, asociaciones civiles, etc.).⁵

En Puebla hay un problema inicial para esta gestión ya que de forma extendida se piensa que NO hay arqueología en Puebla, al menos no en su Centro Histórico. Hay una serie de factores legales, ideológicos, económicos y organizativos que contribuyen a esta percepción. Arnulfo Allende y Citlalli Reynoso⁶ ya han reflexionado sobre ellos, resaltando por ejemplo algunos de tipo económico (los promoventes de una obra, privados y públicos, no incluyen en sus presupuestos los estudios arqueológicos); de tipo ideológico (no hay nada bajo la ciudad de Puebla porque fue fundada de acuerdo con las fuentes en territorio no ocupado por población indígena; la arqueología es lenta y costosa); de tipo organizativo (en muchos casos las licencias para obra que expide el INAH a través de la Sección de Monumentos Históricos no cuentan con instrucciones para que se incluya a la Sección de Arqueología, o el sistema educativo para la arqueología, que no fomenta la especialización en la arqueología que no es de época prehispánica). Y a pesar de todos estos factores, se ha hecho arqueología en la ciudad.

Físicamente en los archivos del Centro INAH Puebla se han localizado 61 expedientes de intervención arqueológica realizadas en el Centro Histórico poblano desde sus inicios hasta el 2018. Si bien a partir de 1972 empezaron a crearse los centros regionales del INAH,⁷ el expediente más antiguo encontrado es de 1985, correspondiente al antiguo Colegio de San Javier (actuales oficinas del CIS) con motivo de una rehabilitación. Más de la mitad de las intervenciones arqueológicas en el Centro Histórico se produjeron antes de 2006 porque en ese periodo tuvieron lugar dos procesos: las intervenciones con motivo de las obras de restauración en templos tras el sismo de 1999 y por el Proyecto Parcial de Desarrollo Urbano, Mejoramiento, Conservación e Integración del Paseo del Río San Francisco en sus dos fases de 1996-1999 y 2004-2005. Sorprendentemente, esta tendencia a contar con la arqueología para los trabajos de restauración por el sismo de 1999 no ha continuado tras el desafortunado sismo de 2017. Como podemos ver en la gráfica, hay un predominio de intervenciones denominadas de rescate (aquellas que se realizan de forma imprevista por la realización de obras y están marcadas por los tiempos de las obras) frente a aquellas actuaciones arqueológicas que se han realizado de manera planificada: los llamados salvamentos (que se realizan debido a una obra pero que se hacen con tiempo suficiente para planearlas y las áreas por estudiar se hacen de acuerdo con las obras). Esta alta tasa de rescates pone de manifiesto la difícil situación que tiene la arqueología en el Centro Histórico, que, aunque se lleva a cabo, siempre es después del comienzo de las obras constructivas. El contexto en el que se lleva a cabo esta arqueología es principalmente en obras de restauración y rehabilitación. De hecho, sólo hay dos intervenciones motivadas exclusivamente por la investigación arqueológica: una promovida por la BUAP (2010) en el patio de la llamada Casa de las Cabecitas dentro del proyecto de la Ciudad del Saber dirigido por el Dr. Montero, para realizar estudios de georradar junto a la UNAM; y la otra promovida por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) en 2003, en uno de los antiguos predios del Convento de Santa Mónica. En este segundo caso se realizó una prospección y se excavó una pequeña área. La realidad es que, desgraciadamente, son la excepción.

 

Por otra parte, los principales promotores de obra han sido los organismos públicos. Esto resulta evidente si consideramos que los trabajos de restauración de 1999 fueron financiados con dinero del FONDEN.⁸ Es importante señalar que el trabajo de la Comisión Federal de Electricidad, el del gobierno estatal a través de sus distintas dependencias y entidades en obras de alcantarillado o introducción de sistemas de drenaje, así como los proyectos de remodelación en la ciudad promovidos por el Ayuntamiento, todos ellos tienen un impacto arqueológico. Cabría esperar que estas instituciones fueran las primeras interesadas en preservar el PA de la ciudad, aunque sabemos que la coordinación entre estos organismos y el INAH no siempre ha estado presente. En ninguna ciudad es sencilla. No obstante, podemos recordar que solicitar información al INAH sobre la posible afección a restos arqueológicos antes de cualquier obra puede ser muy beneficiosa: evitar multas por no informar sobre los hallazgos arqueológicos, evitar retrasos en las obras (con el consiguiente perjuicio económico) para que entren los equipos de arqueología, etc. Al final, la planificación es beneficiosa tanto para el PA como para quienes promueven la obra.

Documentamos para el Centro Histórico 11 denuncias que se han interpuesto ante el INAH para que actúe protegiendo al PA por distintos motivos. Estos motivos incluyen la realización de obras sin autorización del INAH (obras que incluyen excavaciones y, por tanto, la posibilidad de encontrar restos arqueológicos) y la realización de obras que, aunque autorizadas, incluyen excavaciones en las que se hallan restos arqueológicos y se reporta al INAH (tanto los y las promotoras como gente que lo vea). De esas denuncias, la mayoría han sido realizadas por personal interno del INAH y en cuatro ocasiones ha sido la ciudadanía quien las ha interpuesto. La participación ciudadana es fundamental para mantener al Patrimonio Cultural, y el arqueológico no es ninguna excepción.

La percepción general sobre la falta de arqueología en la ciudad se refleja en los resultados de un cuestionario realizado en el verano de 2016 entre la ciudadanía poblana que transitó el centro y la zona de Los Fuertes.⁹ Siguiendo una metodología utilizada en otras ciudades Patrimonio Mundial,¹⁰ se realizaron 397 cuestionarios. Prácticamente la mitad de las personas encuestadas se siente identificada con la ciudad y la otra mitad no, a pesar de que el 60% de las personas encuestadas han nacido en la ciudad o llevan viviendo en ella 10 años o más. El elemento que es considerado más representativo de la ciudad es la gastronomía (17%), seguido por la arquitectura (11,36%) y la cultura (9,5%). La arqueología, como cabría esperar, solo la mencionan un 0,3% de los/as encuestados/as. Alrededor de un cuarto de la ciudadanía poblana encuestada refiere que no conoce ningún yacimiento arqueológico (25,69%) y un pequeño porcentaje no supo contestar o no lo hizo (2,51%). De aquellas personas que sí respondieron (285), observamos que más de la mitad (172) identificaron primeramente a Cholula, su enorme basamento piramidal, la Iglesia de los Remedios o la ciudad completa, como un yacimiento arqueológico.¹¹ Es decir, un lugar fuera de la ciudad de Puebla. Curiosamente, la siguiente respuesta más frecuente identificaba a la zona de Los Fuertes (23), seguida por una referencia a los túneles de la ciudad (7) y al Puente de Bubas (5). Recordemos que muy poco antes de hacer esta encuesta, en diciembre de 2015, el Ayuntamiento abrió al público el espacio turístico de Los Secretos de Puebla que incluye un lugar expositivo en el lugar del antiguo Puente de Bubas, así como el Pasaje del 5 Mayo con una serie de túneles que desembocan en la zona de Los Fuertes. Es posible que este espacio esté poco a poco cambiando la visión ciudadana sobre la posibilidad de una arqueología bajo el Centro Histórico. Recordemos que los túneles fueron desazolvados por el Ayuntamiento y tras un cierto tiempo accedió el personal de arqueología. Otros lugares arqueológicos de la ciudad también referidos incluyen el Cuexcomate (5), la Casa del Mendrugo (4), los restos del Paseo de San Francisco (4) y los de la Junta Auxiliar de La Resurrección (3). También hay referencias genéricas a Pirámides (3), Catacumbas (2) e Iglesias (3), las dos últimas podrían de nuevo aludir a la creencia sobre la red de túneles que atravesarían por completo el centro poblano conectando a sus antiguos conventos e iglesias. Estos datos por tanto nos sugieren que todavía queda trabajo por hacer para difundir el PA de la ciudad, que ya puede verse en lugares como la Casa del Mendrugo o el Paseo de San Francisco, entre otros.

No tenemos ninguna duda de que las investigaciones y actuaciones arqueológicas en el Centro Histórico de la ciudad van a seguir creciendo y con ello esperamos que el futuro permita una real arqueología preventiva y más social para la ciudad,¹² tendiendo hacia una gestión más sostenible del PA. Hay distintas razones para nuestro (precavido) optimismo. Nuestras propias investigaciones con base en proyectos junto con los compañeros y compañeras de la BUAP que siguen incidiendo en estos temas. Recientemente,  Además, un nutrido grupo de profesionales de la arqueología están haciendo todo lo posible para dar a conocer esta importante dimensión de la ciudad. Entre las propuestas se encuentra la conformación de un Laboratorio de Arqueología para la ciudad. Nuestro deseo es que se mantenga el ánimo y perseverancia en todas estas personas que trabajan por la arqueología poblana para que continúen con esta magnífica empresa, en la que hemos intentado contribuir durante ya casi una década de colaboraciones constantes.¹³

Bibliografía
  • ALLENDE CARRERA, Arnulfo, “Arqueología en ciudades Patrimonio Mundial: El caso de Puebla de los Ángeles”, conferencia presentada en el VII Simposio Román Piña Chan el 2 de octubre de 2002 en el Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México.
  • CASTILLO, Alicia, “Reflexiones sobre la ‘recuperación arqueológica’ en espacios históricos y su aportación a la vida ciudadana: ¿un reto o una utopía?”, en Susana MORA ALONSO- MUÑONEYRRO, Adela RUEDA MÁRQUEZ DE LA PLATA, y Pablo Alejandro CRUZ FRANCO (eds.), La experiencia del Reuso. Propuestas Internacionales para la Documentación, Conservación y Reutilización del Patrimonio, vol. 1, Madrid, C20 Servicios Editoriales, 2013, pp. 191-198.
  • CASTILLO, Alicia y María Ángeles QUEROL,  “Introduction”,  en Alicia Castillo (ed.). Archaeological Dimension of World Heritage. From Prevention to Social Implications, New York, Springer, 2014, pp. 1-11.
  • CASTILLO, Alicia, DOMÍNGUEZ, Marta y Ana YÁÑEZ, “Citizen perception about world heritage and archaeology in three Spanish cities: first methodological case studies” en Complutum 27:2 (2016), pp. 295-314.
  • DÍAZ-BERRIO, Salvador, “Conservación”, en Julio César OLIVÉ NEGRETE (coord.). Una historia, vol. 1, México, INAH, 1995, pp. 259-462.
  • QUEROL, María Ángeles, Manual de Gestión del Patrimonio Cultural, Madrid, Akal, 2010.
  • REYNOSO RAMOS, Citlalli, “El subsuelo como patrimonio histórico cultural: el poder de conocer para proteger la dimensión arqueológica del Centro Histórico de la Ciudad de Puebla” en Virginia CABRERA BECERRA, y Lilia VARINIA LÓPEZ VARGAS (coords.) Ética y poder en la configuración territorial. Lugares en Puebla, México, Puebla, BUAP, 2018, pp. 57-86.

 

  1. Investigadora predoctoral FPU, beca concedida por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España 2016. Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología. Universidad Complutense de Madrid.
  2. Profesora Contratada Doctora. Departamento de  Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología. Universidad Complutense de Madrid.
  3. CASTILLO y QUEROL, “Introduction”.
  4. QUEROL, Manual de Gestión…
  5. CASTILLO y QUEROL, “Introduction”, p.4.
  6. ALLENDE, “Arqueología en ciudades Patrimonio…”; REYNOSO, “El subsuelo como patrimonio…”.
  7. DÍAZ-BERRIO,“Conservación”, p. 437.
  8. El Fondo  de  Desastres Naturales es un instrumento del Gobierno Federal para actuar en situaciones de emergencia para la recuperación y la reconstrucción de zonas afectadas por un desastre natural.
  9. En el marco del Proyecto de Plan Nacional del Ministerio de Economía de España (La dimensión arqueológica en ciudades patrimonio mundial: avances para la gestión patrimonial en Alcalá de Henares, Puebla y La Habana. HAR2013-46735-R). El coordinador en la ciudad de Puebla fue el doctor Carlos Montero Pantoja, de la BUAP, a quien agradecemos toda su ayuda y conocimiento sobre la ciudad.
  10. Castillo, Domínguez, y Yáñez, “Citizen perception about…”
  11. Es interesante destacar que la mayoría de las personas encuestadas que respondieron inicialmente identificando a Cholula como yacimiento arqueológico, consideran que el sitio está dentro de la declaración de PM, cuando la declaración se limita al Centro Histórico a pesar de que la propuesta de declaración que se hizo en 1987 incluía también a Cholula.
  12. Castillo, “Reflexiones sobre la…”.
  13. Actualmente, esta colaboración se continúa con el Proyecto de Investigación Santander-Universidad Complutense de Madrid (pr87/19) “Ciudad, Patrimonio y Museos en España y Latinoamérica: contribuyendo al reto de la cohesión social”.

 

 

ANTECEDENTES

El Patrimonio arqueológico en Puebla existe, pero hay dos razones por las que nosotros no lo vemos. La primera es que, generalmente, se encuentra debajo del territorio que habitamos; la otra razón es que, fatalmente, no queremos verlo. Hace 30 años, mientras Puebla celebraba su reciente inclusión en la lista del Patrimonio Mundial de UNESCO, Fernando Cortés de Brasdefer presentaba los resultados de una exploración arqueológica que abriría un sañudo debate sobre la supuesta  (y mucho antes insinuada) existencia de una ciudad indígena subyacente en la Angelópolis.² En la controversia protagonizada por dos grupos de estudiosos, se esgrimían dos premisas: la primera, que la ciudad se fundó sobre tierra de nadie en un paraje conocido como Huitzilapan, como indica Motolinia;³ la segunda, que a la llegada de los colonizadores, existían tres ciudades vivas, que fueron masacradas para fundar la Puebla junto y sobre esas mismas edificaciones.⁴ Hemos discutido previamente y con amplitud la hipótesis Centépetl- Cuetlaxcoapan- Teposúchitl,⁵ que hasta los últimos años del siglo XX y primeros del XXI no tuvo oportunidad de contrastación, pues la arqueología, ciencia que se encarga de estudiar los restos materiales que la humanidad deja a su paso, comenzó a implementarse explícitamente hasta tiempos muy recientes.⁶ Veamos qué nos ha dicho la arqueología sobre este tema, hasta ahora.

Taludes estucaos de la muralla que rodea el centro ceremonial del cerro de Amalucan. Arnulfo Allende Carrera

 A raíz de la Declaratoria de 1987 el Relicario de América comenzó a captar más atención, aún sobre temáticas y áreas de la ciudad no comprendidas en los criterios de UNESCO. El INAH⁷ tiene registradas (reconocidas legalmente) solo tres zonas arqueológicas dentro de lo que actualmente abarca el municipio de Puebla –Amalucan, Manzanilla y Tres Cerritos–, pese a la evidencia de numerosos sitios arqueológicos que se desarrollaron en esta región entre los años 2500 a. C. y 1521 d. C.⁸ Exceptuando la arquitectura monumental, contamos con una cantidad considerable de muestras de cerámica arqueológica recuperadas en excavaciones controladas, en sitios y monumentos de toda la metrópoli, cual mondo significado es: presencia humana en todo el valle, en toda la época prehispánica.⁹

 

EL PASEO DE SAN FRANCISCO

El Paseo de San Francisco fue el primer sitio arqueológico explorado con objetivos y metodología explícitos en nuestra ciudad. Durante dos etapas –1996 a 1998 y 2003 a 2005– se realizaron descubrimientos que dieron luz sobre aspectos de importancia fundamental para Puebla.¹⁰ Patrimonio industrial, desarrollo del Monasterio Franciscano y, además, evidencia sobre ocupación humana antes, durante y después de los inicios de la vida de nuestra ciudad.

En áreas del Estanque de los Pescaditos, el Hospital de Bubas y la ribera Oriente del río Almoloyan,¹¹ siempre cerca del agua, fueron localizadas ofrendas conformadas por vasijas de cerámica y objetos líticos (una cuenta de piedra verde y un raspador de sílex). Estos hallazgos revelan a Huitzilapan¹² como un espacio ritual dedicado al agua entre los años 1200 a. C. y 800 a. C. No es casual que, una vez fundada la ciudad, la Orden de Frailes Menores estableciera en esta zona su monasterio.

 

Vasija ofrendada al agua en el Estante de los Pescaditos. Formativo medio 1200 a.C. a 800 a. C. (Edgar Valderrama Trujillo. 1997). 

 

LA CASA DEL MENDRUGO

En los años 2009 y 2010, durante la supervisión de obras de restauración en el inmueble de la 4 Sur 304 –La Casa del Mendrugo– se localizó un muro construido con bloques irregulares de piedra caliza unida con lodo, una superficie empedrada y cientos de tiestos en un contexto sellado, además de una olla grande fragmentada y, en su interior, figurillas humanas de cerámica, objetos de concha trabajada, obsidiana, figurillas humanas de piedra verde y espejos de magnetita.¹³ Asociado a esto, un entierro humano integrado por dos individuos.

Los restos óseos mejor conservados resultaron ser de una mujer de cerca de 60 años, con signos de afecciones y asociada a materiales de muy alta calidad, que la señalan como una mujer importante, influyente, querida y cuidada durante más de 20 años por un grupo, posiblemente una familia o una tribu, en lo que factiblemente fue una pequeña aldea habitada entre el año 1500 y el 1200 a. C. sobre la ribera poniente del río Almoloyan¹⁴ (Imagen 3). Los antropólogos físicos que la estudiaron decidieron dejar de llamarla “individuo 1”, así que la bautizaron con el nombre María de Jesús y, de cariño, Chuchita, por ser el inmueble una residencia de la Orden de los padres jesuitas.

 

AMALUCAN

La zona arqueológica de Amalucan se conoce desde los años sesenta del siglo XX, sin embargo, jamás se había realizado exploración arqueológica en el sitio sobre el cerro. Melvin Fowler definió en el sitio dos sectores: un centro ceremonial con una red de canales de riego construidos entre el año 700 a. C. y el 200 d. C. en la planicie Oriental del cerro Amalucan y un conjunto ceremonial con dos montículos de dimensiones considerables alrededor de una plaza en la cúspide del cerro con una temporalidad muy tardía.¹⁵

En el año 2018 el Centro INAH-Puebla llevó a cabo la supervisión de las obras de un parque urbano sobre el cerro Amalucan ejecutadas por el Gobierno del Estado. Se realizó registro y exploraciones controladas en modalidad de rescate arqueológico, logrando como resultado nueva información sobre el desarrollo urbano de Amalucan y su papel en el contexto cultural del valle central de Puebla en tiempos precolombinos.¹⁶

Fueron descubiertos entierros humanos con ofrendas de vasijas y objetos de piedra verde en las laderas del cerro. Los hallazgos nos indican que el sitio se compone en realidad de un área habitacional en la ladera Norte del cerro y un centro ceremonial circundado por una muralla de mampostería repellada con estuco en la cúspide. Los materiales arqueológicos asociados nos indican una temporalidad aproximada del 200 a.C. a 600 d. C., cuando la ciudad de Cholula estaba en pleno florecimiento.

 

MANZANILLA Y TOTIMEHUACAN, EL MUNDO REAL

Seguro que la sustancia más atrayente de la arqueología es el descubrimiento, y las piezas de museo la mejor manera de ostentar “cultura”.¹⁷ Pero los arqueólogos en el mundo real también debemos atender las necesidades básicas del Patrimonio arqueológico, es decir, protección y conservación.

El sitio arqueológico La Manzanilla se localiza al norte de la ciudad de Puebla. Durante los años sesenta y setenta La Manzanilla fue un bosque donde los poblanos acostumbraban hacer día de campo los fines de semana, además funcionaba como zona arqueológica abierta al público en custodia del INAH. En los años setenta comenzó una serie de invasiones a la zona por parte de diversos grupos políticos, dando lugar a un proceso de urbanización desordenado que dejó solo el Juego de pelota reconstruido y un montículo en condiciones de ser conservados.

Juego de pelota prehispánico en Manzanilla. Arnulfo Allende Carrera.

En los años 2010 y 2011 se ejecutaron acciones de mantenimiento menor, es decir, limpieza, deshierbe y consolidación mediante el programa PET-SEDESOL-INAH, en que el Gobierno federal aportó recursos financieros que cubrieron jornales, herramientas y materiales y el INAH dirigió y supervisó las actividades. Logramos eliminar grafitis en dos ocasiones, y el Ayuntamiento de Puebla cercó el sitio e instaló ahí un Parque urbano en el año 2014, sin embargo, la población aledaña ha vuelto a vandalizar los monumentos arqueológicos, en cada ocasión que los dignificamos.¹⁸

La zona arqueológica de Totimehuacan se localiza al sur de la ciudad de Puebla. Presenta evidencias de ocupación desde el Preclásico (545 a.C. hasta 90 d. C.) –al norte del actual poblado– en donde se localizan, al menos seis estructuras piramidales, denominadas Tepalcayo (1 a 7). ¹⁹ El crecimiento de la mancha urbana ha afectado profundamente al sitio arqueológico; en la actualidad se pueden observar construcciones modernas sobre las estructuras, con excepción del Tepalcayo 1, enorme estructura piramidal que mide 135 metros de este a oeste y 90 metros de norte a sur, por 20 metros de altura.

Durante los años 2016 y 2017 la Gerencia del Centro Histórico y Patrimonio del Ayuntamiento de Puebla solicitó al INAH información sobre la delimitación del sitio arqueológico. Dado que tal instrumento no existe, conformamos una alianza con el objetivo de integrar un expediente y emitir una Declaratoria de protección para la zona arqueológica a nivel municipal. Nuestras actividades conjuntas resultaron con la propuesta de tres áreas relevantes y susceptibles de protección en la citada Junta Auxiliar: Zona arqueológica el Tepalcayo, Reserva arqueológica y natural del cerro Chiquihuite y Vestigios del ex convento franciscano de San Francisco Totimehuacan.²⁰

 

CONCLUSIÓN

En ocasión de un cumpleaños de nuestra Puebla²¹ lancé la hipótesis de que, si existen sitios prehispánicos en el área de la actual zona metropolitana de Puebla, deberían estar en este orden: los sitios del horizonte Preclásico o formativo (1800 a. C.- 150 d. C.) situados sobre las riberas del río Almoloyan; los del Clásico (150 d. C.-650 d. C.) en la línea de lomas que vienen del Acueyametepec (cerro de Loreto) hacia los barrios de La Cruz, El Alto, La Luz y Analco; y los sitios del Posclásico (900 d. C.-1521 d. C.) en los alrededores de la ciudad. Hasta el momento las evidencias –que hemos relatado brevemente– han sido consistentes con tal conjetura, con la notable salvedad de que el horizonte Formativo está bien representado en todo el valle.

Es hermosa la leyenda de fray Julián Garcés soñando ángeles alarifes, pero ya hemos avistado testimonios de gente ocupando nuestra comarca muy antaño de tal revelación. Así, como Huaxyacac, Tihó, Tenochtitlan, y muchas ciudades y pueblos originarios, el suelo en que desplanta nuestra ciudad angelina tuvo parte esencial en la dinámica social de Mesoamérica, y también es necesario estudiar sus procesos y circunstancias partiendo de 1531 en sentido descendente.

Frente a esto, y lo que viene, es ya innegable que la arqueología debe consolidar su posición en el ámbito de las especialidades del patrimonio. El asombro y la anécdota deben ser transformados en acciones que pongan a andar los instrumentos legales –que sí existen–, además de generar aquellos de que aún adolecemos para proteger, investigar y conservar el Patrimonio arqueológico de nuestra ciudad.

Esto solo si queremos verlo.

 

Figurilla antropomorfa de piedra verde, ofrenda prehispánica de la Casa del Mendrugo. Formativo medio, 1200 a. C. a. 800 a. C. Arnulfo Allende Carrera

Bibliografía
  • ALLENDE CARRERA, Arnulfo, “Altepetl Cuetlaxcoapan: ¿existe una ciudad prehispánica bajo la Puebla de los Ángeles?” ponencia presentada en el Coloquio del 475 aniversario de la fundación de Puebla, el 26 de abril de 2006, organizado por el H. Ayuntamiento de Puebla y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
  • “El paraíso de Chuchita hace tres mil años”, en Mundo nuestro, [http://mundonueste-consulta.com/index.php/colaboradores/ item/el-paraiso-de-chuchita-hace-tres-mil- anos?limitstart=0], publicado el 14 de marzo de 2013, consultado el 06 de julio de 2020.
  • “La Ciudad de Puebla en la época prehispánica”. En: Marco Antonio ROJAS FLORES (Coordinador), Encuentro con la Historia, Puebla a través de los siglos. Tomo I, Editorial Investigaciones y Publicaciones A.C. Puebla, 2015, pp. 53-69.
  • Informes trimestrales del proyecto Cerámica prehispánica en la ciudad de Puebla 2016-2018, Sistema Institucional de Proyectos, Secretaría Técnica del INAH, México.
  • “Propuestas de delimitación”, en Expediente San Francisco Totimehuacan, archivo de la Sección de Arqueología del Centro INAH Puebla, 2016-2018.
  • ALLENDE CARRERA, Arnulfo, ARCOS GÓMEZ, Erika Yolanda, CÁCERES SANTA CRUZ Citlalmina, MELÉNDEZ MORALES María Teresa, MORENO HERNÁNDEZ Fabiola y RODRÍGUEZ MARTÍNEZ Sonia Verónica, Reporte preliminar del proyecto de Supervisión y rescate arqueológico en el cerro Amalucan, Ms. Archivo de la Sección de Arqueología del Centro INAH Puebla, 2018.
  • BARBOSA CANO, Manlio, “Centépetl-Cuetlaxcoapan-Tepoxúchitl, Las ciudades indígenas subyacentes en Puebla”, en Patrimonio Cultural, vol. 1, No. 2 (1994), ICSH-BUAP, pp. 2-7.
  • CEDILLO ORTEGA Carlos et. al. El Paseo de San Francisco a través del tiempo. Fideicomiso del Paseo de San Francisco del Gobierno del Estado de Puebla, Puebla, 2004. 
  • CORTÉS DE BRASDEFER, Fernando. “El Hospitalito: El antecedente prehispánico de la ciudad de Puebla”, en Memorias del Primer coloquio sobre Puebla, Puebla, Comisión Puebla V centenario-Gobierno del Estado de Puebla, 1991, pp. 173-178.
  • FOWLER, Melvin, Un sistema preclásico de distribución de agua en la zona arqueológica de Amalucan, Puebla, Instituto Poblano de Antropología e Historia, número 2, Puebla, 1968. 
  • FRANCO, Felipe, Indonimia geográfica del Estado de Puebla. Gobierno del Estado de Puebla, Puebla 1976. 
  • MOTOLONIA, Toribio, Memoriales, México, UNAM-IIE, 1971.
  • Historia de los indios de la Nueva España, México, Editorial Porrúa, 1979.
  • REYNOSO RAMOS, Citlalli, “Puebla y su historia antes de los Ángeles: antecedentes prehispánicos de una ciudad virreinal”, en Carlos CONTRERAS CRUZ y Miguel Ángel CUENYA (coordinadores), Puebla: historia de una identidad regional, vol. I, Grupo Milenio-BUAP, Puebla, 2012, pp. 11-27.
  • REYNOSO RAMOS, Citlalli y Arnulfo ALLENDE CARRERA, “Los cimientos prehispánicos en la Puebla de Los Ángeles”, en Citlalli REYNOSO RAMOS (coordinadora) Puebla y el Paseo de San Francisco, Libros Turner, España, 2006, pp. 17-45.


  1. Arqueólogo por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, México. Especialista en arqueología urbana y cerámica del periodo virreinal, especialmente en mayólica o Talavera poblana. Cuenta con amplia experiencia en gestión, docencia y divulgación científica sobre temas relacionados con el Patrimonio arqueológico.
  2.  CORTÉS DE BRASDEFER, “El Hospitalito…”.
  3. MOTOLINÍA, Memoriales; Historia de los indios
  4. BARBOSA CANO, “Centépetl-Cuetlaxcoapan-Tepoxúchitl…”.
  5. ALLENDE CARRERA, “La Ciudad de Puebla…”.
  6. La arqueología requiere del apoyo de muchos profesionales de otras áreas. Agradezco de manera personal a Víctor Hugo Valencia Valera, José Francisco Ortiz Pedraza, Eduardo Merlo Juárez, Sergio Vergara Berdejo, Delia del Consuelo Domínguez Cuanalo, Ignacio Ibarra Pedraza, José Antonio Terán Bonilla, Carmina Fernández de Lara Aguilar, Moisés Morales Arizmendi y Carlos Montero Pantoja. Desde la autoridad, la academia o la práctica profesional su apertura e impulso han sido parte esencial de la arqueología poblana durante los últimos 24 años.
  7. Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
  8. REYNOSO RAMOS, “Puebla y su historia…”; ALLENDE CARRERA, “La Ciudad de Puebla…”.
  9. ALLENDE CARRERA, “Propuestas de delimitación”.
  10. CEDILLO ORTEGA, El Paseo de San Francisco…; Reynoso Ramos y Allende Carrera, “Los cimientos prehispánicos…”.
  11. Almoloyan: nombre formado de atl (agua), moloni (manar la fuente), y yan (lugar donde se ejecuta la acción del verbo), de ahí Atlmoloyan, “lugar donde mana la fuente de agua”. FRANCO, Indonimia geográfica…, p. 36.
  12. Huitzilapan: denominación indígena del área del Paseo de San Francisco, cuya interpretación es “aves sobre el agua” FRANCO, Indonimia geográfica…, p. 398.
  13. ALLENDE CARRERA, “El paraíso de Chuchita…”; “La Ciudad de Puebla…”.
  14. En documentos de tradición indígena el río se denomina Almoloyan, durante el virreinato fue llamado San Francisco y, una vez entubado, fluye debajo del actual bulevar 5 de mayo.
  15. FOWLER, Un sistema preclásico
  16. ALLENDE CARRERA, ARCOS GÓMEZ, CÁCERES SANTA CRUZ, MELÉNDEZ MORALES, MORENO HERNÁNDEZ, y RODRÍGUEZ MARTÍNEZ, “Reporte preliminar del proyecto…”.
  17. Cultura entendida en su concepto tradicional, como el gusto por las bellas artes y las humanidades en alto nivel. Antropológicamente la cultura se define como un mecanismo extra somático de adaptación al medio.
  18. Expedientes del programa PET- SEDESOL-INAH, Archivo de la Delegación del Centro INAH Puebla.
  19. Las fuentes no proporcionan el significado del término Tepalcayo, pero basándonos en FRANCO, Indonimia geográfica..., podemos entender que proviene de las voces tepalcatl (tiesto o tepalcate) y yutl, que expresa el ser de la cosa o a lo que pertenece. El significado resultante sería "de tepalcates". 
  20. Allende Carrera, “Propuestas de delimitación”.
  21. Allende Carrera, “Altepetl Cuetlaxcoapan…”.

 

Pueblagram surge con la intención  de generar de manera colectiva, un archivo visual de la memoria de la ciudad de Puebla. A través de la convocatoria #Pueblagram, lectoras y lectores generosamente han compartido con nosotros sus fotografías, tanto antiguas como modernas, relacionadas con la temática de este número, El ferrocarril: hombres y mujeres de riel. 

Agradecemos profundamente el entusiasmo y la participación de todas y todos, invitándolos a estar pendientes de las siguientes convocatorias y sus temáticas a través de nuestras redes sociales F./GerenciaCHPuebla e IG.@gerenciapue.

¡Centro Histórico, casa de todas y todos!

 

 

Máquina eléctrica, probablemente se encuentra en el Puente Metlac. Sin fecha. Archivo de la familia Lino Mina.

  

Pase de ferrocarril de mi abuelo Don Francisco Téllez, Agente Telegrafista y Jefe de Estación, Departamento Transporte Puebla en diversas estaciones del Ferrocarril Interoceánico. 1938. Colección particular de Rubén Téllez Molina.

 

 

Pase de ferrocarril, con fecha del 31 de agosto de 1938, donde aparece mi abuelo Francisco Téllez y su familia, mi bisabuela paterna María, mi abuela María Luisa, mi papá Rubén Téllez y un tío llamado Mariano. Colección particular de Rubén Téllez Molina.

 

El maquinista Román Torreblanca y su hijo Jaime en la estación de Puebla, ca. 1947. Colección particular de Jaime Torreblanca Coy.

 

Foto de mi tatarabuelo, José María Lobato, dedicada a su hija, mi bisabuela, el 8 de diciembre de 1892. Era maquinista del Ferrocarril Interoceánico, cuya estación estaba en la actual 11 norte y 4 poniente, 1892. Colección familiar de José Rovirola Pino.

 

Los jubilados. Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos. 2014. Carolina Díaz.

 

Alegría del tren. Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos. 2013. Carolina Díaz 

 

Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos. 2014. Martha Gutiérrez.

 

Tren Monterrey-Torreón en la estación de Mimo. Aparece mi padre, el Sr. Miguel Ángel Flores Muñoz, originario de la ciudad de Puebla laborando temporalmente en Monterrey (Nuevo León), posando frente al tren que llevaba, con las locomotoras número 4646 y 4003 de la empresa Ferromex, 2021. Miguel Ángel Flores Muñoz.