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Martes, 09 Julio 2019 20:18

2 ote

Vista sobre la calle 2 oriente hacia el Boulevard 5 de Mayo.

Martes, 09 Julio 2019 20:18

Detalle

Detalle de luminaria urbana en el Centro Histórico.

Foto: Ángel Vidal

El Palacio del Ayuntamiento debe ser considerado como símbolo emblemático del poder civil que, en contraposición al poder espiritual de la iglesia, nos recuerda la temporalidad y finitud de la presencia del ser humano. El lugar que ocupa el edificio ha sido, desde la fundación de la ciudad en el siglo XVI, el mismo que desde un principio se destinó para albergar las “casas reales” o edificios del cabildo para el buen gobierno y administración de la ciudad; siendo al mismo tiempo cede de los tribunales de justicia, donde los alcaldes mayor y ordinario actuaban como jueces de primera instancia y la cárcel, cumpliendo así con lo que marcaban las layes indianas de que los pueblos tuvieran tres lugares públicos para el despacho de sus negocios: la casa de Cabildo o Concejo, la casa de la Audiencia y la cárcel.


Si bien en el trazado de la ciudad se reservó al cabildo toda la manzana de la acera norte de la Plaza Pública, pronto fue autorizado el ayuntamiento por el virrey a vender la mitad de dicha manzana, volviendo a recuperar más tarde todas las accesorias del portal, de esta acera y otras más que daban a las calles de “Guevara”, 1a de “Mercaderes” y “la Alhóndiga” en la “calle de la “Carnicería”. Después de la ley de desamortización de bienes de manos muertas del 26 de junio de 1856, se vio el cabildo en la necesidad de volver conservando solo la mitad oriente del portal y “la “Alhóndiga”.


En 1536 se empezó a construir la primera casa municipal, consistiendo esta en tres salas de un solo nivel, una grande y dos pequeñas en los extremos, sumando sus dimensiones poco más de la cuarta parte del actual Palacio. La sala principal era la del cabildo y tenía un estrado de piedra con su escalinata. Adentro estaba un claustro y por delante del edificio se encontraba el portal. Junto se hallaba la vivienda del alcalde mayor y al poniente del cabildo se hallaba instalada la Audiencia y la cárcel; por detrás, en el sitio donde se construyó después la Alhóndiga, se ubicó el corral del concejo (1546-1576).


AL principiar el siglo XVII, se agregó el segundo nivel a las casas consistoriales, construyéndose otros anexos para la contaduría de la reales alcabatas y el archivo, aunque todas las instalaciones carecían de “lucimiento y comodidad”; por lo que, en 1714, el alcalde mayor Juan José de Veytia y Linaje (1699-1722), construiría un nuevo edificio, levantándolo de los cimientos, con nueva vivienda para las alcaldes mayores y la sala capitular y capilla que tenían su entrada por la misma puerta y escalera principal del palacio. El actual edificio data de finales del siglo XIX y principios del XX, obra del arquitecto ingles Charles James S. Hall.

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H. Ayuntamiento de Puebla. (2009). Guía. Arquitectura representativa de la ciudad de Puebla (2ª ed.). México, México: L'anxaneta Ediciones.

Viernes, 17 Abril 2020 16:17

Capilla de la Virgen del Rosario

Foto. Ángel Vidal


En culto a la Virgen del Rosario fue promovido por los religiosos de Santo Domingo, dedicando en cada uno de sus conventos una capilla a su devoción y la ciudad de Puebla no fue la excepción, siendo considerada esta como una joya del barroco exuberante de México, llamada desde el siglo XVII la Octava Maravilla del Nuevo Mundo y más reciente Relicario de América. Obra arquitectónica “Patrimonio de la Humanidad”, consagrada el 16 de abril de 1690 y dedicada al insigne obispo Manuel Fernández de Santacruz, gran mecenas y patrocinador del arte religioso.


La capilla comunica con el cuerpo de la iglesia por una portada de estilo barroco sobrio, en contraste con la riqueza interior, estando el arco de medio punto almohadillado, así en la rosca como en las jambas, y ligeramente abocinado, encuadrado por pilastras toscanas, en tanto que a los lados se ven columnas corintias adosadas, y arriba una especie de balcón con una ventana entre pilastras coronándolo todo.


El interior se caracteriza por planta de cruz latina, con brazos y testero algo cortos. La nave, dividida en tres tramos, con bóveda de cañón con lunetos como los brazos del crucero, tiene una cúpula muy esbelta con tambor y sobre el mismo unas ventanas que se abren y en la media naranja otras, con lucarnas al exterior, en que son notables las figuras de grandes niños de cerámica poblana.


El interior de la capilla es –sin exagerar- portentoso, donde la estructura arquitectónica ha sido cubierta con relieves en que la fantasía más osada ha sido interpretado el sentimiento religioso del pueblo en su época. El conjunto, a primera vista aturde, pues los lados de la nave, simétricos, revisten sus muros con marcos sustuosísimos para los seis grandes lienzos con que José Rodríguez Carnero pintó las escenas del Nacimiento de Cristo y los misterios gozosos del Rosario. Los relieves ascendentes, cubren las pilastras, las bóvedas, todo. Las pinturas son de tono sombrío, recién restauradas, pintadas con el estilo claroculista de la época, en contraste con las que adornan el crucero, del mismo pintor, que son tan luminosas y claras que bien podrían pasar por lienzos del siglo XVIII, siendo dicho contraste intencional para dar mayor realce e importancia a las escenas de los misterios gloriosos a los que pertenecen los pasajes de la Asunción, la Coronación y la Glorificación de la Virgen María.


En el centro del santuario se levanta el trono de la Virgen, con un baldaquino labrado por el maestro Lucas Pinto, de origen peninsular. El primer cuerpo con sus columnas de tecali y el segundo con las salomónicas doradas contribuyen a crear un efecto evanescente que flota desprendido del interior de la cúpula, en donde hasta los angelitos que decoran el segundo cuerpo y el capulín adoptan posiciones de danza tal si desearan ascender al reino celeste donde las vírgenes mártires exhiben los símbolos de su holocausto.

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H. Ayuntamiento de Puebla. (2009). Guía. Arquitectura representativa de la ciudad de Puebla (2ª ed.). México, México: L'anxaneta Ediciones

Martes, 09 Julio 2019 15:27

Palacio Municipal

De la sección "Te recomiendo, poblano" de la Revista Cuetlaxcoapan
Por Vanya Ponce Valerio


Es interesante descubrir que el espacio que ocupa hoy el Palacio Municipal de Puebla ha sido la sede del poder político de la ciudad desde los tiempos de la Conquista. Conocida también como Casa de la Audiencia, la manzana solía albergar casas de regidores, la cárcel y hasta la antigua alhóndiga. Antecediéndole dos edificios, desde la época del Virreinato, el actual diseño arquitectónico se erigió en los finales del Porfiriato y principios de la Revolución Mexicana, mediante la victoria del concurso lanzado por el Ayuntamiento donde resultó victorioso el inglés Charles Hall.
En la actualidad el edificio alberga las oficinas de la Presidencia, de la Secretaría General y la Sindicatura del Gobierno Municipal; es la casa del Archivo Histórico Municipal, que es Memoria del Mundo por la Organización de la Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) en América Latina y el Caribe, desde 2015; ha designado un espacio a la Galería de arte del Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla (IMACP); así como el Salón de Cabildo, un imponente espacio ornamentado con la influencia francesa del Porfiriato y que remite a la historia de la fundación y consolidación de la ciudad de Puebla.
No mucha gente sabe que esta joya arquitectónica está abierta a cualquier público con interés de conocerlo, para ello, te recomiendo apoyarte en el módulo de información turística, ubicado al lado de la entrada principal del Palacio sobre la Avenida Juan de Palafox y Mendoza 14, donde con gusto un guía te dará un recorrido para adentrarte a los detalles de tan hermoso edificio.

 

 

 

 

 

 

De la sección "Te recomiendo, poblano" de la Revista Cuetlaxcoapan
Vanya Ponce Valerio


Con alrededor de 2,619 monumentos catalogados, Puebla es una ciudad reconocida a nivel internacional por su notable desarrollo histórico, económico y cultural. El trazado de sus calles ha sido objeto de estudio y admiración a lo largo de su historia. Este trazado, hoy en día, toma como punto central y de partida el Zócalo, enmarcado por los famosos portales y por edificios que han sido testigos presenciales del paso de los siglos. Esta icónica plaza es el escenario que contiene algunos de los monumentos más representativos de la Ciudad, mismos que puedes conocer en menos de 400 pasos.
La selección, elaborada especialmente por la Gerencia del Centro Histórico y Patrimonio Cultural, inicia en el Monumento Puebla, Patrimonio de la Humanidad, centrado en el poniente del zócalo. En éste se erigen dos ángeles sobre un pedestal de mármol, colocados para conmemorar el 6° Coloquio Internacional de la OCPM, sede Puebla – 2001, donde se enalteció el nombre de Puebla como Ciudad Patrimonio UNESCO, título que ostenta desde 1987. Continuando con el recorrido, hacia el centro de la plancha encontrarás la Fuente de San Miguel dedicada al arcángel protector de Puebla; fue elaborada en cantera y ha sido un monumento errante desde su creación (en 1777), que se encuentra en el corazón de la Ciudad. Con dirección al noreste encontrarás el Asta Bandera Monumental que tiene, desde 2007, la finalidad de marcar la identidad nacional cada vez que se iza la Bandera, a una altura de 11.5 metros. Siguiendo con este camino, virando hacia el este, verás desde la distancia la 4. Estructura Circular Bosque de la Vida, creación de Jan Hendrix, que representa un homenaje a Ángeles Espinosa Yglesias: poblana, apasionada de las causas culturales, cuyo trabajo permanece reflejado en el Museo Amparo y que a su muerte, en 2007, inspiró la creación de esta escultura de aluminio laqueado con seis metros de altura. Saliendo de la plancha del zócalo y con dirección norte, sobre la Avenida Juan de Palafox y Mendoza, encontrarás la última parada de este recorrido, la Maqueta del Centro Histórico de la Ciudad de Puebla, inaugurada en 2008. Esta representación a escala de una sección del polígono está forjada en cobre y es de gran utilidad para turistas y visitantes.
Como recomendación particular, te invito a llegar al Parque Vicente Lombardo Toledano (Avenida 5 Oriente, equina con 4 Sur) donde podrás admirar el Mapa de la Ciudad de Puebla en Talavera, donado en 1998 por Sistemas de Información Geográfica, S.A. de C.V., y elaborado por Talavera la Luz, el cual representa un plano de la Puebla de los Ángeles del siglo XVIII.

¿Te gustaría contar tu experiencia realizando el recorrido? Puedes escribirnos a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. .

 

 

Martes, 05 Mayo 2020 10:00

RECUERDOS DE UNA COCACOLITA

por María del Rosario Aguirre Langle

 

Nací en Puebla, mi familia es de Puebla, amo entrañablemente a Puebla y me siento orgullosa de ella. Entre los festejos que más me hacen sentir este cariño es el desfile del 5 de Mayo, el que conmemora la victoria de 1862, cuando un puñado de hombres defendió la patria contra el Ejército francés, el más poderoso de ese tiempo.

Pero el desfile vistoso y colorido que hoy conocemos no siempre ha sido igual, no siempre ha recorrido las mismas calles y no sólo significa una fecha importante en el calendario escolar.

Les diré que rondando los años 60 el desfile se realizaba desde el Paseo Bravo hasta San José, porque el bulevar Héroes del 5 de Mayo todavía no existía porque el río San Francisco fue entubado en 1962, al cumplirse el centenario de la Batalla del 5 de Mayo.

En mi caso, empecé a desfilar desde cuarto grado de primaria, y la verdad es que siempre me gustó hacerlo. Pero mis mejores recuerdos son ya en secundaria.

Asistí a una escuela privada, sólo para señoritas, tal y como era la costumbre. Tuve de directora una religiosa muy activa, alegre, comprensiva pero exigente que desfilaba con nosotras tocando el tambor y dirigiendo los contingentes.

Nos reuníamos en el Paseo Bravo, y conforme iban llegando las escuelas nos daban nuestro lugar: primero las escuelas oficiales, luego las privadas, Centros Escolares, Asociación de Charros y Bomberos.

El trayecto era por avenida Reforma, dábamos vuelta en la 5 de Mayo, seguíamos la 3 Oriente, luego vuelta en la 2 Norte hasta San José, donde concluía el desfile y cada quien a su casa.
Como las calles del Centro Histórico son angostas, la hilera máxima era de ocho alumnos cada una.

Recuerdo que mi abuela me ponía en una bolsita de plástico un limón partido a la mitad para que lo chupara y no me fuera a desmayar.

Junto a mi escuela se formaban el Colegio Humboldt, El Central, El Vicente de Paúl (mejor conocido como Esparza), el Benavente y el Trinidad Sánchez Santos, escuela que era muy aplaudida y reconocida porque era la única en ese tiempo que contaba con bandas de guerra y música, y siempre iniciaba el desfile tocando la “Marcha de Zacatecas”.

¡Ah! Y cuando pasaban marcando los Centros Escolares todos gritaban: “¡Ahí van los cirqueros!”

LAS DIFERENCIAS

En esa época los jóvenes estudiantes del famoso Carolino se sentaban en las banquetas para decir piropos, echar una flor o un beso a la novia en turno; cuando querían propasarse con alguna chica se llevaban buenos golpes en los dedos con las baquetas del tambor, ya que en las escuelas mixtas colocaban a los varones en las orillas para proteger a sus compañeras.

Había escuelas que traían pleito casado con otras, ya fuera por líos de faldas y pantalones, o porque tocaba mejor la Banda de Guerra de tal o cual instituto educativo; por ejemplo, la Venustiano Carranza contra la Normal del Estado, actualmente BINE.

A los alumnos del Instituto Normal del Estado les decían “Los Pericos”, por el color verde de su uniforme. A nosotras nos decían “Las Cocacolitas”, porque nuestro uniforme era azul marino y rojo.

En la esquina de la 13 Norte con 3 poniente existía una cafetería que hacía “su agosto” con el montón de estudiantes que entrábamos el 5 de Mayo a comprar paletas heladas, sándwiches, capuchinos, galletas, pulseras, perfumes, lápices labiales, llaveros, tartas, refrescos de todas marcas, fríos o al tiempo. Ahí se hacían novios o se rompían noviazgos. Para mí fue maravilloso ese lugar, y con todo mi grupito de amigas echábamos relajo. Un año gastamos entre todas $20.00, muchísimo dinero para esa época. Recuerdo que durante tres domingos mi papá no me dio dinero.

EL DESFILE DE LAS FLORES
Puebla se engalanaba desde el día anterior al 5 de Mayo con los Cadetes del Heroico Colegio Militar y de la Naval de Veracruz que paseaban por el zócalo, siendo la atracción de todas las chicas casaderas.

Por la tarde-noche del 5 de Mayo se hacía un confeti de flores, sobre la avenida Reforma pasaban en carros preciosos descapotables, vehículos desde donde las señoritas lanzaban flores y sonrisas. Este recorrido se canceló porque la gente empezó a arrojar huevos con harina.

Sin duda estos desfiles llenaron una parte de mi adolescencia, época donde me sentaba en las jardineras de El Carmen para saborear mi paleta de guanábana de La Michoacana y observar, junto a mis compañeras, el cielo hermoso de esta inigualable Puebla.