Gerencia del Centro Histórico - Elementos filtrados por fecha: Diciembre 2022

Víctor Delgadillo. Profesor investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México UNAM

 

No. 12

 

Este reconocimiento ha sido y es motivo de orgullo para las y los poblanos, y ha reforzado la identidad, las memorias, el cariño y arraigo a esta parte de la ciudad. Históricamente, el patrimonio urbano fue una competencia de elites y gobiernos, pero, en las últimas décadas, se ha democratizado: cada vez más grupos sociales y civiles demandan participar en la definición, preservación y transmisión del patrimonio edilicio.

    Las ciudades están integradas por muy diversos actores sociales, económicos y políticos, con distintas posturas políticas e ideológicas, credos e intereses, a veces diametralmente opuestos. Sin embargo, el patrimonio urbano es uno de los elementos que cohesionan y articulan a las sociedades más allá de sus diferencias. Ello se debe a que el patrimonio urbano se asocia a diversos valores y atributos que se construyen en la esfera de la cultura y las relaciones sociales. Además, el Centro Histórico, por su diversidad de funciones, actividades, equipamientos y servicios, ha marcado la vida, simbólica y material, de generaciones y generaciones de habitantes en casi quinientos años de historia. Un motivo especial de orgullo habrá sido para los personajes que, desde la década de 1960, defendían el patrimonio urbano frente a la destrucción impulsada por proyectos modernizadores. Ellos habrán celebrado el reconocimiento de la UNESCO como una expresión —un tanto tardía— de justicia social y de reconciliación social.

   En escala del municipio, la inscripción del Centro Histórico de Puebla en la Lista del Patrimonio Mundial reposicionó su protagonismo en el marco de la expansión urbana. El centro dejó de verse como problema (congestión) y pasó a ser un gran capital cultural y urbano de la ciudad, la región y el mundo. Este reconocimiento por la UNESCO redobló esfuerzos diversos para rehabilitarlo. En estos 35 años, la sociedad civil poblana se ha empoderado y ha defendido su patrimonio frente a algunos proyectos que han considerado amenaza y daño. Allí están el proyecto Angelópolis 1994-1996 y el proyecto de construcción de un estacionamiento subterráneo bajo el Zócalo en 2002. En ambos casos, la diversa sociedad poblana se unificó y consiguió que el Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO redujera la escala del primer proyecto y recomendara no realizar el segundo.

    El principal reto del Centro Histórico de la ciudad de Puebla, como el de otros centros históricos latinoamericanos, es el problema de la vivienda deteriorada en edificios patrimoniales, ocupada por población de bajos ingresos. Sin embargo, esta tarea no es responsabilidad solo de las autoridades municipales que duran pocos años en funciones, sino de los gobiernos estatal y federal, así como del sector privado (propietarios, inversionistas) y la sociedad civil (inquilinos, residentes, universidades). Asimismo, considero que las ruinas, los baldíos urbanos y los edificios sub o inutilizados constituyen un problema urbano que requiere una política pública específica, con incentivos e instrumentos fiscales y administrativos que conduzcan al aprovechamiento de esta herencia urbana, justamente para dar una función social a la propiedad privada. El principal reto es mantener y heredar a las generaciones que vienen un Centro Histórico vivo y habitado con una mezcla de habitantes de diferentes estratos socioeconómicos, diversidad de actividades, heterogeneidad de culturas y mixtura de usos del suelo, en el contexto de una bellísima ciudad creada en escala humana, con una gran diversidad de plazas y plazuelas para el encuentro social.

    Tal vez, el aspecto más profundo y emotivo del patrimonio urbano, aunque se asocia a los bienes y prácticas culturales que provienen del pasado, es que se trata de futuro, de las generaciones futuras. El patrimonio urbano representa la continuidad del pasado con el futuro.

 

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Antonio Molero Sañudo. Historiador

 

No. 11

 

Entre los criterios de selección manejados en el apartado cultural del Programa de Patrimonio Mundial de la UNESCO se encuentran los siguientes: ser un tipo de edificio, conjunto arquitectónico, tecnológico o paisaje que ilustre una etapa significativa de la historia humana. En 1987, el Centro Histórico de Puebla fue incluido en este apartado. Uno de los edificios principales que hicieron posible este nombramiento fue su Catedral.

     Por la documentación, sabemos que en su atrio hubo diversas construcciones. Cabe mencionar que este espacio ha sido violentado durante años: se han colocado focos empotrados en el piso, desplazando las “lajas de piedra del siglo XVIII”, o se han fijado a ellas esculturas anacrónicas de peso considerable. No obstante, en 2019, hubo una situación extraordinaria, al colocarse una réplica en tamaño natural de la Capilla Sixtina, soportada por una estructura de hierro muy pesada. Obviamente, en el montaje y desmontaje, se maltrataron e incluso rompieron algunas lajas del empedrado, que se volvieron a fijar con materiales ajenos a los utilizados originalmente.

     La crítica historicista a continuación es: si resulta lícito utilizar el atrio para este tipo de instalaciones fuera de contexto, por mucha intención cultural que las mueva, ¿no se debería acudir a los historiadores? Por ejemplo, para descubrir que aquí se levantó, durante casi un siglo, una estructura de iguales dimensiones correspondiente a uno de los dos sagrarios que cerraban el atrio al público, según el proyecto del obispo Juan de Palafox. ¿No habría tenido mayor interés para los visitantes en general reconstruir esta historia patrimonial?

  Por otro lado, debemos aceptar que este tipo de instalaciones de entretenimiento y difusión de la cultura originarán desperfectos al patrimonio. Por tanto, valdría la pena establecer criterios que, ante situaciones así, permitieran realizar prospecciones arqueológicas que, en este caso, hubieran aclarado dónde se ubicaban los edificios que ocuparon el atrio. Sería una excepcional forma no solo de preservar, sino de enriquecer un “edificio único” del Patrimonio de la Humanidad.

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Alejandro Cañedo Priesca. Secretario de Economía y Turismo del Gobierno Municipal de Puebla

 

No. 10

 

"Su conservación es una obligación de cada uno y de todos. Por eso, proyectos como “Noche de museos” permiten al poblano, primero, y luego al visitante percibir la ciudad. Es el método que nos posibilita mostrar y difundir, porque nadie cuida lo que no conoce, y conocer la ciudad, vivirla, caminarla y sentirla hace que se respete y se mantenga para siempre."

 

El que la UNESCO integrara al Centro Histórico de Puebla en su listado de Patrimonio Mundial fue una manera en la cual esta ciudad se dio a conocer en el mundo. Durante muchos años, dejó de tener el brillo que le dio el virreinato, y, después del inicio de la época independiente, pasamos una etapa en que se convirtió en una ciudad en donde el comercio y la industria la identificaban a nivel nacional.

  Con el nombramiento de Puebla en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, se reencontró con sus orígenes y se empezó a dar una nueva visión de la ciudad; una visión basada en su fisonomía, en sus monumentos, en su paisaje urbano, así como en su traza perfecta. Fue el momento, el punto de quiebre, para demostrar que Puebla es una gran ciudad.

    En estos 35 años desde su inscripción, se ha logrado un posicionamiento, a partir de poner en valor el patrimonio mediante muchos actos, pero también acciones. Muchos edificios se recuperaron, y esto se ha hecho a través de técnicas y arquitectura de primer nivel, con personas de Puebla o arquitectos que llegaron de fuera para poner su mayor esfuerzo en hacer que regresara la ciudad que se fundó un 16 de abril de 1531, con el origen de la ciudad perfecta: la utopía.

    Su conservación es una obligación de cada uno y de todos. Por eso, proyectos como “Noche de museos” permiten al poblano, primero, y luego al visitante percibir la ciudad. Es el método que nos posibilita mostrar y difundir, porque nadie cuida lo que no conoce, y conocer la ciudad, vivirla, caminarla y sentirla hace que se respete y se mantenga para siempre.

    Los retos actuales son que los ciudadanos de ahora comprendan la importancia del patrimonio, que los jóvenes entiendan que el patrimonio no es de ellos, sino que es de todos, pero que, además de disfrutarlo, todos tenemos la obligación de cuidarlo y hacer que permanezca para las próximas generaciones, respetando sus orígenes, y sin transformarlo, sino manteniéndolo y restaurándolo.

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Francisco M. Vélez Pliego. Profesor-investigador del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la BUAP

 

No. 09

 

"La ciudad de Puebla como espacio de encuentro de la diversidad social y cultural permitiría resignificar los proyectos de política pública orientados a la preservación del Centro Histórico."

 

El próximo 11 de diciembre de 2022, la Zona de Monumentos Históricos en la ciudad de Puebla cumplirá 35 años de haber sido inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, motivo de celebración y de reflexión no solo por lo que implica esta distinción, sino porque es momento de promover un balance integral de las condiciones que guarda el sitio y del conjunto de políticas y acciones que se han desarrollado para preservarlo.

    La puesta en valor de este lugar, tanto desde el punto de vista material como simbólico a lo largo de estos años, tiene, como toda acción gubernamental de largo plazo, aspectos contradictorios y de matices que ilustran las paradojas de la dinámica en la que están insertas las ciudades contemporáneas; la ciudad de Puebla en su conjunto, y el Centro Histórico, ha sido objeto de múltiples estudios, destacándose los realizados con el propósito de identificar y catalogar el patrimonio edificado y urbano; esfuerzos que preceden incluso tanto a la declaratoria de federal de Zona de Monumentos Históricos como a la propia inscripción del sitio en la lista de referencia.

    Otros estudios han sido realizados con fines de planeación,¹ los cuales derivan de la Ley General de Asentamientos Humanos, publicada en 1976, y de sus sucesivas reformas (la última legislación en la materia abrogada en 2016), y dan cuenta de los esfuerzos por preservar las características esenciales del sitio y de regular sus dinámicas económicas, demográficas, sociales y ambientales.

     A lo largo de estos años, las políticas públicas urbanas han tenido como objetivo desconcentrar actividades, siendo las de mayor impacto las relacionadas con los mercados públicos, el transporte foráneo y las de gestión gubernamental, y, en el ámbito de la inversión en el espacio público, las relacionadas con el mejoramiento de superficies de tránsito vehicular y peatonal, el cableado subterráneo, la ampliación y el mejoramiento de parques y jardines. Sin embargo, estas acciones materiales presentan fuertes limitaciones en cuanto a su cobertura territorial, acentuando fenómenos de segregación al interior de la propia Zona de Monumentos Históricos.

   Es un hecho que a lo largo de estos 35 años la ciudad central, el núcleo histórico que la configuró morfológicamente durante el periodo virreinal, se ha transformado, y uno de sus rasgos característicos es la pérdida de población, que pasó al inicio de la década de los noventa, de 86 059 habitantes² a 30 143 para el año 2020,³ motivada en el largo plazo, entre otras causas, por las transformaciones habidas en los diversos segmentos de los mercados inmobiliarios de la vivienda y en las actividades económicas que alberga.

    A 35 años de la inscripción es, sin duda, indispensable, por los resultados hasta ahora obtenidos, repensar y rediseñar las políticas públicas urbanas, teniendo como eje fundamental el desarrollo de acciones de inclusión social, entre ellos, los relativos al repoblamiento mediante la rehabilitación de viviendas y departamentos; la difusión de los valores culturales del sitio, tanto los relacionados con el patrimonio cultural edificado y urbano como aquellos vinculados a sus acervos pictóricos, documentales, naturales, entre otros. En el mismo orden de ideas, es fundamental la recuperación del espacio público en acciones de rescate del patrimonio inmaterial en su diversidad. La ciudad de Puebla como espacio de encuentro de la diversidad social y cultural permitiría resignificar los proyectos de política pública orientados a la preservación del Centro Histórico.

 

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  1. Los diversos estudios desarrollados son los siguientes: Guillermo Gutiérrez Esquivel, 1982, Plan Parcial del Centro Histórico, Alcance territorial: 6.9 km², 391 manzanas; Miguel Pavón Rivero, 1982, Plan de Revitalización del casco histórico de la ciudad de Puebla, 99.73 has., 63 manzanas, 1122 inmuebles; Miguel Pavón Rivero, 1987, Actualización del Plan Parcial del Centro Histórico de la Ciudad de Puebla, 356.36 has, 212 manzanas y 2349 predios; Eduardo Gutiérrez Reyes, 1991, Programa Operativo de Revitalización del Centro Histórico de la Ciudad de Puebla, 6.9 km², 391 manzanas; H. Ayuntamiento del Municipio de Puebla, 1993, Programa Parcial de desarrollo urbano, mejoramiento, conservación e integración del paseo del río de San Francisco, 27 manzanas, 257 has.; Nicolás López Tamayo, 1995, Programa parcial de desarrollo urbano y conservación del centro histórico de la ciudad de Puebla, 6.9 km², 391 manzanas; Francisco M. Vélez Pliego (Urbavista S. C.), 2003, Plan para la Recuperación de la Zona de Monumentos en la Ciudad de Puebla, 6.9 km², 430 manzanas, 7300 predios; Consorcio Universitario, 2015, Programa Parcial de Desarrollo Urbano Sustentable del Centro Histórico del municipio de Puebla, 6.9 km², 430 manzanas; Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad, UNAM, 2021, Plan Integral de Manejo del Centro Histórico de la Ciudad de Puebla, 7.1 km².
  2. INEGI, Censo de Población y Vivienda 1990, estimación Programa Operativo del Centro Histórico de la Ciudad de Puebla, 1990, p. 33.
  3. UNAM-PUEC, 2021, Plan de Manejo del Centro Histórico de Puebla, tabla 1, pp. 9-10.
Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Berenice Vidal Castelán. Gerente del Centro Histórico y Patrimonio Cultural de Puebla

 

No. 08

 

"A 35 años de la inscripción del Centro Histórico en la Lista de Patrimonio Mundial, hemos podido valorar y amar más a Puebla, apreciarla, a sentirnos orgullosos de sus calles y edificios, su gastronomía, sus fiestas, su gente, y entender el gran compromiso que nos apremia la conservación de lo que hoy testimoniamos para el disfrute de las generaciones futuras."

 

El año 1987 fue de suma importancia para la ciudad de Puebla, debido a que la UNESCO reconoció que tanto su traza urbana como su arquitectura colonial merecían preservarse para siempre y pertenecerían a partir de ese momento a la humanidad, lo que fue un hecho histórico que ha marcado un antes y un después.

  El reconocimiento de este patrimonio universal ha posicionado al Centro Histórico de Puebla en la escala internacional. Por ello, la ciudad ha asumido una serie de compromisos en materia de conservación, gestión, difusión y salvaguardia del patrimonio cultural material e inmaterial. Esto nos ha permitido conservar técnicas y conocimientos que se han compartido de generación en generación, haciendo de Puebla un sitio excepcional, en donde actores públicos y privados, así como organismos gubernamentales y no gubernamentales, se han involucrado en el cuidado de este gran legado que nos recuerda lo que somos capaces de crear como civilización.

    Entre los mayores retos a enfrentar están el entender que el Centro Histórico es un ente vivo, diverso y dinámico en el que suceden muchas cosas, cohabitan muchas personas, se albergan múltiples servicios; entonces, ¿cómo dar espacio a todos estos aspectos, logrando un equilibrio y haciéndolo accesible?

    Trabajar en la apropiación, en el cuidado de este sitio histórico, en la difusión de sus valores y en la vinculación con múltiples actores, como habitantes, estudiantes, trabajadores, personas que lo transitan cotidianamente y las que lo visitan a través de programas educativos, es un reto importante. Debemos apostar por esas acciones, tal vez poco cuantificables, pero que aportarán cambios significativos a la manera en que habitamos este sitio patrimonial.

   Finalmente, a 35 años de la inscripción del Centro Histórico en la Lista de Patrimonio Mundial, hemos podido valorar y amar más a Puebla, apreciarla, así como a sentirnos orgullosos de sus calles y edificios, de su gastronomía, sus fiestas, su gente, y entender el gran compromiso que nos apremia la conservación de lo que hoy testimoniamos para el disfrute de las generaciones futuras.

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Eduardo Rivera Pérez. Presidente Municipal de Puebla

 

No. 07

 

El que la UNESCO integrara en su listado de Patrimonio Mundial a nuestro Centro Histórico significó volver a poner a la ciudad de Puebla en los ojos del mundo, reconociendo el valor histórico y arquitectónico de la segunda ciudad más importante del Virreinato de la Nueva España.

    De este modo, a lo largo de estos 35 años, se ha logrado posicionar a Puebla como uno de los principales destinos turísticos de México que, junto con la denominación de origen de la talavera y el reconocimiento de la gastronomía poblana como Capital Iberoamericana de la Cultura Gastronómica, atrae a millones de visitantes cada año.

       Sin duda, algunos de los retos más importantes son los siguientes:

 

» La preservación de los inmuebles y propiciar el repoblamiento y la habitabilidad de las casonas y edificios del Centro Histórico.

» Cuidar y respetar la imagen urbana, endureciendo las sanciones para quienes hagan mal uso de sitios y espacios públicos.

» Cuidar la movilidad, reduciendo las velocidades para el disfrute de los transeúntes, así como evitar el paso de autos pesados que dañen calles y construcciones.

 

 

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Jorge Ortega González. Director General de la Asociación Nacional de Ciudades Mexicanas del Patrimonio Mundial A. C.

 

No. 06

 

"En el momento en que Puebla fue inscrita en esta lista, se generó un elemento distintivo y diferenciador potente a nivel internacional, en el ámbito cultural, turístico y de las industrias creativas.

Las ciudades patrimonio mundial inspiran la creación, y la inscripción ha ayudado también a atraer talentos, turistas e inversiones a Puebla, porque una ciudad con una imagen fuerte y diferenciada cuenta con una ventaja competitiva muy importante en el mundo globalizado."

 

En 1984, México suscribió la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural y Natural de las Naciones Unidas. En ese momento, se formalizó la responsabilidad del Estado mexicano de conservar el patrimonio que se encuentra en nuestras ciudades y que es reconocido por la UNESCO como Patrimonio Mundial, dentro del cual se halla el Centro Histórico de Puebla.

    Para que un bien sea inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial, debe satisfacer al menos uno de los diez criterios de selección establecidos por la UNESCO, entre los que se encuentran ser un ejemplo representativo de un tipo de construcción o de un conjunto arquitectónico que ilustre un periodo significativo de la historia humana y que esté asociado a acontecimientos o tradiciones vivas, ideas y obras artísticas que tengan una importancia universal excepcional.

    En 1987, el Centro Histórico de Puebla fue inscrito en esta lista, convirtiéndose, junto con la Ciudad de México y Oaxaca, en uno de los primeros sitios mexicanos en contar con esta inscripción, la cual refleja el interés universal que existe en Puebla. Asimismo, implica la existencia de valores excepcionales únicos en el mundo, lo que fortaleció desde ese instante la identidad de los poblanos.

    En el momento en que Puebla fue inscrita en esta lista, se generó un elemento distintivo y diferenciador potente a nivel internacional, en el ámbito cultural, turístico y de las industrias creativas. La Organización Mundial del Turismo ha reconocido que esta inscripción representa la marca más potente que existe para la atracción de turistas, que, con un manejo adecuado, se puede convertir en un motor para el desarrollo no solo de la ciudad, sino de la región.

    Sin embargo, contar con esta inscripción implica también responsabilidades para la ciudad que es receptora de la distinción, y el Ayuntamiento de Puebla ha sido un ejemplo nacional e internacional sobre lo que significa la planeación y la gestión del Centro Histórico. En Puebla, se ha avanzado en la conservación de sus plazas, jardines, andadores, templos, monumentos y, en general, de sus barrios, de manera planificada y ordenada a través de diversos programas federales (en su momento, de Sectur, Sedesol, Fonca y, actualmente, a través de Sedatu y la Secretaría de Cultura), impulsados mediante la unión de los presidentes municipales de todas las ciudades mexicanas que cuentan con la inscripción en la lista de UNESCO, quienes constituyeron la Asociación Nacional de Ciudades Mexicanas del Patrimonio Mundial A. C. para estos fines.

   El mejoramiento de la imagen urbana, la conservación del patrimonio histórico monumental, el respeto al paisaje urbano y la puesta en valor del Centro Histórico, contando con la participación de la comunidad que habita y vive en él, han generado que el corazón del estado se mantenga latiendo y produciendo oportunidades de desarrollo para la población.

  Las ciudades patrimonio mundial inspiran la creación, y la inscripción ha ayudado también a atraer talentos, turistas e inversiones a Puebla, porque una ciudad con una imagen fuerte y diferenciada cuenta con una ventaja competitiva muy importante en el mundo globalizado.

    Actualmente, se enfrentan muchos retos para las ciudades patrimonio mundial; uno de ellos es lograr insertar a las comunidades en el ecosistema del desarrollo sostenible que genera el sector turismo, lo que debe realizarse evitando afectar la autenticidad del sitio y también la pérdida de identidad. Este reto va de la mano del referente a mantener la habitabilidad en el Centro Histórico, de poder dotar de la infraestructura (agua potable, energía, conexión digital), el equipamiento (mercados, centros deportivos, guarderías, servicios de salud y de educación) y la funcionalidad necesarios para que la comunidad permanezca en los barrios que lo integran, y lo haga conservando su patrimonio intangible (fiestas tradicionales, gastronomía, vestimenta, música, danza, lenguas originales, técnicas tradicionales, etc.). Los Centros Históricos Patrimonio Mundial que mejor aprovechan la inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial son aquellos en donde la comunidad es más participativa.

  Asimismo, existe el reto de lograr el equilibrio entre la modernidad y la conservación y el turismo y las industrias creativas que se desarrollan en los Centros Históricos Patrimonio Mundial, las cuales ofrecen oportunidades para encontrar este equilibrio en beneficio de las micro, pequeñas y medianas empresas poblanas y de las comunidades que viven de la actividad del Centro Histórico.

    Puebla es y seguirá siendo riqueza de México y patrimonio del mundo.

 

 

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Blanca Alcalá Ruiz. Diputada mexicana

 

No. 05

 

"Las autoridades, en conjunto con la ciudadanía, debemos delinear una visión que preserve, reviva y proyecte este legado para los años venideros, en las condiciones que nos exige el privilegio del tesoro que nos rodea."

 

Pensar en patrimonio no solo representa una mirada hacia el pasado, sino, además, una herencia para el futuro. La ciudad de Puebla, la custodiada por ángeles, la heroica, la ciudad universitaria, se acerca a los 500  años de su fundación, acompañada de un legado histórico, cultural y edificado que la hizo merecedora del reconocimiento como Patrimonio Cultural de la Humanidad por parte de la UNESCO en 1987.

 

Puebla como Patrimonio de la Humanidad

 

En aquel entonces, la imponencia arquitectónica definió el crecimiento de la ciudad hasta convertirla en la urbe moderna que es hoy. Con el paso de los años, han existido innumerables esfuerzos públicos y privados por conservar el denominado primer cuadro de la ciudad, los barrios tradicionales, las calles e insignias que con orgullo identifican a la Puebla de Zaragoza. A 35 años de tal nombramiento, el revestimiento y la modernidad se han equilibrado con el entorno colonial, permitiendo a nuevas generaciones y millones de turistas apropiarse de tal riqueza para preservarla en el tiempo.

   El arraigo en lo poblano, además del gusto de saberse una ciudad acervo del mundo, se acompaña de la cocina tradicional, de las costumbres centenarias, de la práctica de la fe y sus distintas manifestaciones y expresiones, y, actualmente, se nutre con la diversidad de pensamiento practicada en las universidades que acogen en sus aulas a personas que toman a Puebla como su segundo hogar.

    Haber sido la primera mujer en presidir esta ciudad, me dio la oportunidad de favorecer su cuidado y el enorme privilegio de construir parte de su porvenir de la mano de lo más importante de una ciudad: sus habitantes. Por ello, es de suma importancia que quienes cohabitan en ella seamos conscientes de su valía. Las autoridades, en conjunto con la ciudadanía, debemos delinear una visión que preserve, reviva y proyecte este legado para los años venideros, en las condiciones que nos exige el privilegio del tesoro que nos rodea.

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Manuel Villarruel Vázquez. Director del Centro INAH Puebla

 

No. 04

 

El concepto de Patrimonio de la Humanidad tuvo diversos orígenes, pero también está asociado a nuestro país por la participación de quien fuera director de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el ilustre mexicano Jaime Torres Bodet, a mediados del siglo XX, quien impulsó la idea del “patrimonio espiritual de la humanidad”, así como a las aportaciones de algunos intelectuales mexicanos que formaron propuestas que evaluaban los valores y las problemáticas de los bienes culturales que eran imprescindibles no solo para el patrimonio del país donde se ubicaban, sino también para cualquier ciudadano del mundo.

   En 1960, Vittorino Veronese, como director de la UNESCO, haría un llamado a todos los países, solicitando la ayuda urgente para salvar los Templos de Nubia, ubicados en el territorio de Egipto y Sudán, ante la inminente pérdida cultural que suponía la inundación derivada de la construcción de la Gran Presa de Asuán. Veronese, a través de una convocatoria mundial, recuperó una idea que empezaba a ser recurrente en los círculos académicos en los últimos años: la simiente de lo que sería la definición del concepto de Patrimonio Mundial. Al referirse a los templos nubios diría: “Esos monumentos, la pérdida de los cuales se encuentra trágicamente cerca, no pertenecen únicamente a los países que los resguardan. El mundo entero tiene el derecho de verlos perdurar”. Ante una situación de emergencia, se aceleró la concepción del marco referencial para el Patrimonio Mundial; después de ello, seguirían muchas aportaciones de especialistas, eruditos, artistas y filósofos que darían forma a la visión de la  Carta de Venecia en 1964, y, posteriormente, a la creación de la Convención del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural de la UNESCO en 1972.

    Cincuenta años han transcurrido desde su creación y la adhesión de las primeras naciones a la Convención. México lo haría en 1983, y unos años más tarde, en 1987, se realizarían las primeras seis inscripciones propuestas por nuestro país y, entre ellas, estaría el Centro Histórico de Puebla. La UNESCO consideró los criterios (ii) y (iv), que describen primordialmente los valores de su barroco mestizo plasmado en las construcciones procedentes principalmente de los siglos XVI, XVII y XVIII, pero también las características del asentamiento originales de esta ciudad, establecida como experimento urbano novohispano.

  Hoy, a 35 años de su inscripción, más que nunca es necesario el trabajo multidisciplinario e interinstitucional para lograr la conservación de sus valores, enmarcados en el espíritu señero concebido hace cinco décadas. De este modo, se debe concluir con un Plan de Gestión Integral que permita su protección y desarrollo, atendiendo las principales problemáticas en el Centro Histórico: la recuperación y conservación del perfil urbano histórico; la incentivación de la habitabilidad en la zona central con vivienda accesible a diferentes estratos económicos; la vigilancia a las políticas de uso del suelo, para evitar cambios radicales que promuevan la alteración de la estructura construida original; la mejora de las redes de infraestructura; la gestión de políticas de incentivación de inversiones sustentables, y la activación de consejos ciudadanos bien informados como medio de apoyo y equilibrio a las políticas gubernamentales.

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Luz de Lourdes Herbert, Francisco Vidargas y Rodrigo Sainz. Dirección de Patrimonio Mundial del INAH

 

No. 03

 

"Entre los atributos destacados para su inscripción, fueron considerados su diseño urbano renacentista, el uso del azulejo en edificios públicos y casas, estableciendo un nuevo concepto estético, fruto de la fusión de estilos barrocos europeos y americanos, y, desde luego, su traza urbana, que, por fortuna, ha conservado hasta nuestros días gran parte de su integridad y autenticidad."

 

El Centro Histórico de Puebla fue inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en diciembre de 1987, dentro del primer grupo de postulaciones realizadas por México, después de ratificar la Convención del Patrimonio Mundial en 1984. Entre los atributos destacados para su inscripción, fueron considerados su diseño urbano renacentista, el uso del azulejo en edificios públicos y casas, estableciendo un nuevo concepto estético, fruto de la fusión de estilos barrocos europeos y americanos, y, desde luego, su traza urbana, que, por fortuna, ha conservado hasta nuestros días gran parte de su integridad y autenticidad. Por ello, el sitio cuenta con los elementos necesarios para preservar su espíritu, orgullo de sus habitantes.

     Revisando la documentación sobre la conservación, la protección y la gestión del bien, a partir de los años setenta del siglo pasado es que los trabajos de preservación han sido realizados siguiendo programas de trabajo más eficaces, como la creación de instrumentos de regulación más puntuales, entre los que se encuentran el Plan de Regeneración y/o Redensificación Urbana de la Zona de Monumentos y su entorno, del año 2012, elaborado gracias a una recomendación por parte del Comité del Patrimonio Mundial en 2003; el Plan Integral de Manejo del Centro Histórico de Puebla (2021), ahora nuevamente en revisión, y, finalmente, el Catálogo de Color para las fachadas del Centro Histórico de la Ciudad de Puebla, publicado con el INAH en 2022; además de la conformación de la Gerencia del Centro Histórico y Patrimonio Cultural, para lograr la gestión eficaz del sitio, que funge como un órgano de gobernanza y articulación de todos los niveles de gobierno y la sociedad organizada. Así, en años recientes, se ha buscado una mayor interacción con la población local y soluciones puntuales y consensuadas, así como una mayor conjunción entre los diferentes enunciados de las Convenciones de la UNESCO y las acciones en torno al desarrollo sostenible y la conservación.

  Como sucede con otras ciudades históricas mexicanas reconocidas por la UNESCO, el Centro Histórico de Puebla tiene, a futuro, un amplio espectro de retos y acciones que llevar a cabo para garantizar la protección y conservación de los bienes culturales y el Valor Universal Excepcional del sitio, por ejemplo, se requieren más lineamientos y mayor normatividad del INAH; regular y trabajar de manera armonizada para frenar las intervenciones y demoliciones sin autorización; estar más atentos a la no violación de sellos de suspensión; buscar dar asesorías para la no alteración de volúmenes de los inmuebles; atender y dar opciones para el uso desmedido de azoteas en el régimen comercial (construcción de terrazas); aparición de estructuras para la implementación de energías limpias; modificaciones en azoteas (cubiertas, toldos, antenas de celular); alteración de la imagen urbana con la instalación de letreros, carteles, mantas, pendones, etcétera, fuera de norma, así como el desorden de las instalaciones eléctricas; invasión a la vía pública (comercio en banquetas); invasión de propiedad privada y despoblamiento del Centro Histórico. Además, es necesario aterrizar en acciones a corto y largo plazo de la Agenda 2030. Una deuda pendiente es hacer estas mismas preguntas a los diferentes actores que viven, gozan o padecen lo que es estar en un sitio patrimonio mundial como lo es la ciudad de Puebla.

    Asimismo, es necesario trabajar en los ámbitos de inversión privada junto con créditos blandos, para la restauración de las viviendas, favorecer la habitabilidad y disfrute del sitio, atender las afectaciones (inmuebles en mal estado y abandonados), corregir el grave deterioro de la imagen urbana y el paisaje contextual, así como mejorar la infraestructura en mal estado y la falta de transporte público eficiente.

 

 

Publicado en Cuetlaxcoapan 32