Gerencia del Centro Histórico - Elementos filtrados por fecha: Diciembre 2022

Víctor Salcedo del Moral. Escritor

 

No. 22

 

Cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) incluyó en 1987 al Centro Histórico de la ciudad de Puebla en su Lista del Patrimonio Mundial, se obtuvo no solamente un reconocimiento a su valor universal y excepcional, a su integridad y su autenticidad, sino que también se adquirió una responsabilidad histórica para continuar perteneciendo a este grupo notable de bienes patrimoniales a nivel internacional.

   Así, en estos 35 años de haberse reconocido como un bien inestimable e irremplazable por su valor cultural en el mundo, se ha logrado colocar a nuestra ciudad y su centro en un escenario de atención especial, pues no hay que olvidar que los sitios incluidos en esta lista cumplen una función de hitos mundiales; de símbolos para la toma de conciencia de los Estados y de los pueblos acerca de su sentido histórico y su carácter de propiedad colectiva.

    El nombramiento ha significado un reto, ya que, en diferentes momentos, los gobiernos locales han enfrentado serios problemas que han puesto en riesgo el título otorgado por la UNESCO al Centro Histórico de la ciudad.

  Los principales desafíos han sido enfrentar el desconocimiento que la ciudadanía tiene sobre su patrimonio y el desinterés mostrado por algunos sectores sociales sobre el título de Puebla Patrimonio Mundial. Esto ha generado, en distintos tiempos históricos, indiferencia y descuido, así como maltrato en la zona de monumentos, lo que, sumado a la insuficiencia de recursos públicos para el mantenimiento apropiado, se ha convertido en una amenaza para el sitio histórico y su conservación.

   Es de vital importancia para el gobierno municipal, apoyado de recursos estatales y federales, realizar campañas permanentes para concientizar a todos los sectores sociales acerca de la importancia que significa que la ciudad de Puebla tenga el nombramiento de Patrimonio Mundial, y, al mismo tiempo, emprender acciones que la involucren para mejorar el cuidado de la zona de monumentos y el patrimonio histórico, patrimonial y cultural en general, para mantener su reconocimiento universal.

  Aunado a esto, es impostergable mejorar las condiciones de seguridad y vigilancia en todo el Centro Histórico, fomentar la cultura de conservación y mantenimiento, así como trabajar en temas de educación, restauración y cuidado. Además, una exigencia cada vez más recurrente de la sociedad, las comunidades culturales y las instituciones es destinar mayores recursos para un programa permanente de seguimiento y control, con el objetivo de que el Centro Histórico siga conservando el nombramiento de Patrimonio Mundial otorgado por la UNESCO.

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Claudia Marín Berttolini. Docente, investigadora y medidora del arte

 

No. 21

 

"35 años de proyectos y experiencias vinculadas con la gestión y conservación de un patrimonio edificado que se reconoce como un Centro Histórico vivo, que dialoga entre la preservación de su fisonomía, la resistencia y estabilidad de su materialidad frente a los movimientos telúricos, la gestión e interpretación de su historia, la puesta en valor de sus atributos y la continuidad de su uso y función en una Puebla moderna y vibrante."

 

Han pasado 35 años desde el reconocimiento de Puebla como Patrimonio de la Humanidad; 35 años de proyectos y experiencias vinculadas con la gestión y conservación de un patrimonio edificado que se reconoce como un Centro Histórico vivo, que dialoga entre la preservación de su fisonomía, la resistencia y estabilidad de su materialidad frente a los movimientos telúricos, la gestión e interpretación de su historia, la puesta en valor de sus atributos y la continuidad de su uso y función en una Puebla moderna y vibrante.

    Hemos recibido de nuestros antecesores un gran tesoro y, con ello, una gran responsabilidad. La pregunta es ¿cómo contribuimos como individuos, instituciones y sociedad a su preservación, difusión y uso responsable? Desde mi perspectiva como gestora de la cultura y el turismo, encuentro grandes retos en el proceso de la interpretación de este patrimonio, en la manera en que hemos de ponerlo en términos llanos para que sea él mismo quien dialogue con el visitante y le permita desentrañar sus secretos, le hable al oído y le muestre aquello que le da valor.

    Crear productos turísticos y culturales basados en la generación de experiencias significativas no es cosa fácil, implica alejarse de los conceptos tradicionales de la visita turística o del consumo cultural masivo; conocer nuestro recurso cultural y a nuestra audiencia; detectar necesidades, o bien, crear algunas nuevas, pero, sobre todo, consiste en trabajar en el terreno de lo intangible para generar sensaciones, vivencias, recuerdos y experiencias únicas que pongan el patrimonio de Puebla en el corazón de cada visitante. Desde esta perspectiva, a lo largo de 35 años se han generado proyectos valiosos que han puesto en alto el nombre de la ciudad: senderos interpretativos, publicaciones, festivales, actividades de capacitación y formación, congresos y programas de investigación, por nombrar algunos.

  Contar con este distintivo a nivel internacional nos lleva a un espacio de oportunidades y retos que implican la formación de gestores responsables con este patrimonio. Desde la perspectiva docente, Puebla es una ciudad con vocación universitaria, cuyos egresados no solo deben salir de las aulas para cubrir posiciones laborales en las industrias del turismo y la cultura; nuestro compromiso es formarlos para ser creadores y gestores de productos turísticos y culturales que hagan un uso responsable del patrimonio, que utilicen su potencial para detonar experiencias centradas en el individuo y, sobre todo, para generar beneficios dirigidos a su comunidad. El patrimonio está allí para ser aprovechado, eso sí, responsablemente, en favor de la generación de cadenas de valor que lleguen a todos, tanto a sus depositarios como a sus usuarios.

   Celebramos 35 años gracias a los esfuerzos de muchos que han sumado sus saberes y experiencias en la preservación y uso de un patrimonio que, lejos de congelarse en el tiempo para representar un momento histórico, es orgánico, se transforma, se renueva y nos acoge al transitar por sus calles, al deambular por el interior de sus edificaciones, al experimentar la sonoridad de sus personajes urbanos, al participar en sus procesiones y festejos, y al vivir la magia de su patrimonio intangible. Cuidémoslo. Trabajemos por él. Seamos sus mejores promotores y aliados. Permitamos que, por muchos años más, viva en la memoria y los corazones de todos quienes lo habitamos y visitamos.

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Sergio Moisés Andrade Covarrubias. Director del Museo de Arte Religioso Ex Convento de Santa Mónica

 

No. 20 

 

En sustancia, que la UNESCO integrara al Centro Histórico en su listado de Patrimonio Mundial significó formar parte de un universo muy cerrado de lugares patrimonialmente trascendentes y, a la vez, un reto para erigirse, en un largo plazo, como referente histórico y cultural, manteniendo una carga significativa en cuanto a su potencialidad turística.

    En estos 35 años se ha logrado, sobre todo, la presencia a nivel mundial como lugar digno de visitarse, pero, al mismo tiempo, el aporte de nuevos parámetros para la conservación de los monumentos heredados por las generaciones que nos antecedieron, considerando las circunstancias territoriales sobre las que se asienta nuestra ciudad.

  Algunos de los retos, de forma, son mejorar las condiciones ambientales, tomando en consideración los elementos que afectan tanto a los bienes inmuebles como a quienes los ocupan como habitación o negocio. Es decir, proteger el patrimonio edificado contra la contaminación visual, auditiva y atmosférica, al tiempo de reordenar la movilidad comercial. Y, de fondo, concientizar a las nuevas generaciones acerca de la importancia de mantener en las mejores condiciones nuestro patrimonio, para que siga siendo muestra de la riqueza cultural de nuestro entorno.

 

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

José Luis Escalera. Fundador y director de Profética, Casa de la Lectura

 

No. 19

 

"Puebla debe abrirse a la reflexión y la transformación que viven tantas ciudades latinoamericanas y europeas, para conservar su importante patrimonio edificado y su traza renacentista, al tiempo que incorpore y aplique las ideas que ofrecen la arquitectura y el urbanismo contemporáneo, a fin de convertirse en la ciudad que puede ser."

 

Qué chula era Puebla

 

"Lo que sabemos o lo que creemos afecta al modo en que vemos las cosas."

John Berger

 

Durante sus primeros 400 años, lo que llamamos Puebla era solamente su centro. La ciudad cabía en un paseo a pie: San Javier, al poniente; San José, al norte; El Carmen, al sur, maíz y alfalfa, ríos, manantiales y lagunas que rodeaban la ciudad y que sedujeron a sus fundadores en 1531. Por fin en paz, luego de las muchas guerras que a lo largo del siglo XIX asolaron la ciudad, sin las rutas comerciales al Pacífico y al Atlántico, que tanta riqueza le habían traído durante el virreinato, pero superada también la etapa bélica de la Revolución mexicana, una nueva prosperidad de la mano de la pax priista hizo pensar a los poblanos que era momento de olvidar su pasado para girar hacia el futuro y sus promesas. Primero, lentamente, y poco después con una velocidad que todavía me espanta recordar. Vino el desastre: demolimos las estaciones de trenes, entubamos el río de San Francisco, destruimos y destruimos, abandonamos la ciudad antigua para lanzarnos a garabatear una nueva. Pronto, se desbordó por todos lados el huracán caótico, descontrolado, brutal y francamente feo que es. No fue hasta que la UNESCO declaró al centro de Puebla Patrimonio de la Humanidad que cambió nuestro modo de ver la Puebla virreinal y descubrimos maravillados que el tesoro, aunque mermado y ruinoso, seguía ahí.

 

El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones

 

De 1987 a la fecha, en el centro han pasado muchas cosas buenas y muchas malas, entre las que destaco el sueño incompleto de Alfonso Vélez Pliego de hacer de este un barrio universitario donde estudiantes y profesores estudiaran y vivieran; la peatonalización que propuso un grupo de arquitectos y urbanistas, liderados por Carlos Mastretta, de El Carmen al Señor de las Maravillas, sobre el eje 16 de Septiembre-5 de Mayo, y que se hizo parcialmente; el adoquinamiento de las calles; la instalación de luminarias acordes con el contexto; el nacimiento del Museo Amparo de Manuel Espinosa, indiscutiblemente el mejor museo privado del país fuera de la cdmx; la llegada de otros museos, espacios culturales y librerías; la apertura de hoteles, restaurantes, cafés y bares; la consolidación del Barrio del Artista y el de Los Sapos; el fallido rescate del antiguo claustro del convento de San Francisco y alrededores. También, se pintaron muchas fachadas, aunque sin retirar cables, mufas y medidores que las ensucian, y dejando los ruinosos interiores intactos; se demolieron marquesinas; se retiraron anuncios luminosos y pintados sobre fachadas; llegaron turibuses de distintos tamaños y colores; permanecen las casetas de venta de periódico que degradan y estorban; siguen ahí las ya inútiles cabinas telefónicas; cables y más cables ensucian el cielo, las casas y los templos. Inexplicablemente, Telmex aún conserva una gigantesca antena de comunicaciones que nada tiene que hacer en el centro; llegó la moda de las terrazas y miradores en las azoteas y seguimos demoliendo y perdiendo muchas casas por abandono y, crimen de crímenes, para convertir  sus interiores en estacionamientos.

 

"Hay ciudades que nada hacen: están muertas. Hay las que copian exactamente lo que otras hacen: sobreviven. Y están las que crean su propio futuro: innovan, rediseñan."

Toni Puig

 

Nuestro gran pendiente con el centro es vivirlo, no solo visitarlo. La zona de monumentos de Puebla contiene la esencia, el carácter, la historia y fama de Puebla. Ahí es donde mejor podríamos vivir. Es posible revivir sus barrios creando las condiciones para que se conviertan en entornos plurales que incluyan a los que, por desgracia, siempre han sido excluidos; densos y diversos donde el trabajo, la escuela, el mercado, las tiendas, el café, los amigos, el parque o el gimnasio estén a no más de 15 minutos de distancia. Nos urge olvidar la leyenda de los ángeles trazando sus calles, para rediseñarlas mejor, abandonando las banquetas estrechas y sustituyendo coches estacionados por árboles, flores y espacios verdes y sombreados. Eliminar el tráfico de paso, contar con una infraestructura ciclista y transporte público —de verdad, no las carcachas peligrosas que hoy asolan la ciudad— que nos permita entrar y salir del centro sin coche, para poder caminarlo una vez dentro. Puebla debe abrirse a la reflexión y la transformación que viven tantas ciudades latinoamericanas y europeas, para conservar su importante patrimonio edificado y su traza renacentista, al tiempo que incorpore y aplique las ideas que ofrecen la arquitectura y el urbanismo contemporáneo, a fin de convertirse en la ciudad que puede ser.

 

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Verónica Méndez Hernández. Vecina del Barrio El Alto e integrante de la Cuadrilla de Huehues “El Alto Garibaldi”

 

No. 18

 

"Somos una ciudad de grandes herencias materiales e inmateriales con muchas historias por contar y compartir."

 

El reconocimiento de Puebla como Patrimonio Mundial es motivo de gran orgullo y una invitación, como poblanos, a revalorar nuestro pasado y presente, así como toda nuestra riqueza cultural. Somos una ciudad de grandes herencias materiales e inmateriales con muchas historias por contar y compartir.

   En lo personal, pienso que lo más destacado en ser una ciudad Patrimonio Mundial es el interés, de propios y extraños, por conocer su arquitectura, museos, tradiciones y gastronomía. Dicho interés ha motivado la creación de un gran número de acciones para mejorar su imagen; aunque, siendo originaria de un barrio tan antiguo como El Alto, es importante para mí señalar que hace falta más atención a estos espacios tan llenos de memoria y valor histórico.

     El mayor reto es seguir trabajando en la salvaguarda de los espacios que forman parte de nuestra historia, para evitar su deterioro, destrucción, mutilación o privatización. Asimismo, apoyar las tradiciones culturales que se mantienen vigentes en la zona; no solo basta con reconocer que existen, también se debería apoyar su realización con normativas adecuadas y con un trato digno.

 

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Carlos Eduardo Benítez Suárez. Historiador

 

No. 17

 

"[...] cancelar la concepción social, común a propios y extraños, de que en Puebla de los Ángeles “existen” dos centros: el que partiendo del Zócalo va hacia el Sur y el Oriente, lugares bien conservados, limpios y apacibles; y el que saliendo del mismo punto se dirige hacia el Norte y Poniente, sitios poco atractivos, desordenados y hasta peligrosos."

 

Este título significó un reconocimiento trascendente para la historia, el legado inmobiliario, el patrimonio tangible e intangible y los esfuerzos que han realizado la sociedad y las autoridades por conservar los valores y las cualidades notables del antiguo asentamiento colonial, tanto en épocas de paz como en las de conflicto, como consecuencia de los riesgos planteados por la naturaleza o propiciado por la negligencia, incuria e indiferencia de quienes la han habitado y gobernado. A partir de tal distinción, de manera gradual y con diversos niveles de efectividad, se ha avanzado en el establecimiento de criterios básicos para conservarla, salvaguardando sus elementos arquitectónicos y estéticos, sin restringir su condición de metrópoli viva y dinámica, rechazando la cancelación e inmovilidad de los sectores comerciales, académicos y escolares y el intercambio de bienes y servicios que la han caracterizado desde su fundación, en específico en el Centro Histórico.

    En el presente, y con perspectiva hacia el futuro, la ciudad tiene frente a sí un conjunto de retos en el contexto de las complejidades del modelo global de desarrollo en que se ubica el planeta; entre los fundamentales pueden mencionarse el dotarla de fondos públicos y privados que garanticen su preservación y eviten el deterioro de sus edificios (o una mayor degradación de aquellos que se hallan en estado ruinoso); avanzar en esquemas de educación formal y no formal que generen conciencia de la excepcionalidad urbanística en la que viven los poblanos. A su vez, tal situación demanda aplicar criterios de inclusión, equidad y valuación profesionales que incorporen la zona norponiente del centro (en la que predominan el desorden comercial, el caos de los modos de transporte que aún circulan en esos puntos, el desaseo, la insalubridad y las aglomeraciones de toda especie) y, de esta manera, cancelar la concepción social, común a propios y extraños, de que en Puebla de los Ángeles “existen” dos centros: el que partiendo del Zócalo va hacia el Sur y el Oriente, lugares bien conservados, limpios y apacibles; y el que saliendo del mismo punto se dirige hacia el Norte y Poniente, sitios poco atractivos, desordenados y hasta peligrosos.

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Carlos Montero Pantoja. Profesor-investigador del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la BUAP

 

No. 16

 

"Puebla se ha logrado consolidar como ciudad patrimonial, enriquecida con expresiones del patrimonio intangible, como la representación de la vida cotidiana, cuyos hábitos, tradiciones, costumbres, rituales, festividades religiosas, etcétera, son la esencia de la cultura poblana."

 

Obtener la distinción que inscribe a la ciudad de Puebla en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO es un orgullo portado con responsabilidad y con el compromiso de conservarla para heredarla en mejores condiciones. Hoy, la ciudad es otra porque se han impulsado proyectos de mejora de la infraestructura y construido nuevos equipamientos periurbanos, para dejar la belleza del Centro Histórico libre de alteraciones visuales. Asimismo, se han fortalecido los medios de movilidad ciclista y la caminabilidad, a fin de hacer del espacio público uno social y cultural por excelencia. La ciudad es más inclusiva, con las calles y banquetas en un mismo plano, la nomenclatura en Braille y siendo amable con el medio ambiente.

      Así, Puebla se ha logrado consolidar como ciudad patrimonial, enriquecida con expresiones del patrimonio intangible, como la representación de la vida cotidiana, cuyos hábitos, tradiciones, costumbres, rituales, festividades religiosas, etcétera, son la esencia de la cultura poblana. La sociedad está más vinculada con su patrimonio. Además, se ha fortalecido la economía con vocaciones ya históricas como el comercio, la educación y la industria, cada cual con sus equipamientos, infraestructura y servicios.

   Los retos que enfrenta el patrimonio son, en los conceptos, la disputa vehículo/peatón, modernidad/tradición, conservación/renovación, social/individual. En las actitudes de los poblanos, superar la práctica de quienes tienen en propiedad un bien cultural y no lo cuidan, o, incluso, lo destruyen, o de quienes usan el patrimonio como mercancía, pero no “venden” un producto de calidad. Fomentar la cultura del cuidado, la protección y la denuncia ciudadana, así como sumar a todos los sectores urbanos, con responsabilidad y atribuciones, a la protección del patrimonio cultural.

 

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

María Teresa Cordero Arce. Directora del Archivo General del Municipio de Puebla

 

No. 15

 

Hacer presente hace 35 años al Centro Histórico de la ciudad de Puebla en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura fue vestirla de colores cálidos, de amarillo, naranja y rojo, de sus cúpulas y petatillos y, a su vez, redescubrir, a través de su mayólica, las trazas del blanco y del azul, para que nuestro ojo la percibiera y encontrara atractiva y bella, compartiendo su patrimonio cultural a través de sus monumentos, su urbanismo, su gastronomía, sus fiestas y su gente, visibilizando su muy noble y leal cuna. Pero también, a través de su heroico pasado, ha afianzado su posición y prestigio compartiendo su identidad, la cual es producto de una evolución, donde se encuentra una serie de cambios urbanos, sociales y culturales. En relación con ello, la ciudad de Puebla ha logrado múltiples reconocimientos, ya que la simbiosis entre su territorio y sus habitantes ha traído beneficios mutuos.

    La frase que se encuentra en el documento que testifica el nombramiento del Centro Histórico de Puebla como Patrimonio Cultural da cuenta del reto y compromiso que tenemos ante ella: “la inscripción a esta lista confirma el valor excepcional y universal de un sitio cultural o natural que debe ser protegido para el beneficio de la humanidad”.

    Este nombramiento denota hidalguía para los habitantes de Puebla; orgullo que debe ser equitativo con la responsabilidad de conocer, apreciar y proteger el espacio urbano, sus monumentos y sus usos y costumbres, así como solventar las diferentes demandas de sus visitantes, que buscan comodidad y contemporaneidad en los servicios que ofrece el Centro Histórico, engalanado con “ajuares de diversos colores” que dan a sus calles una estructura armónica, digna de ser un patrimonio reconocido por el mundo.

 

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Adriana Hernández Sánchez. Profesora-investigadora de la Facultad de Arquitectura BUAP, responsable del Proyecto Casa Analco y coordinadora de Re Genera Espacio

 

No. 14

 

"La integración del Centro Histórico de Puebla a la Lista del Patrimonio Mundial nos invitó, desde ese momento, a ser responsables todas y todos de su conservación."

 

La integración del Centro Histórico de Puebla a la Lista del Patrimonio Mundial nos invitó, desde ese momento, a ser responsables todas y todos de su conservación. La ciudad antigua que heredamos de nuestros antepasados (indígenas, españoles y mestizos) es reflejo de un contexto, de los materiales, del clima, de las prácticas; una forma de ver la vida desarrollada durante el periodo del siglo XVI al XIX. En pleno siglo XX, a finales de los ochenta, se le otorgó un valor excepcional por la UNESCO, basado principalmente en sus bienes materiales de orden urbano-arquitectónico: traza, calles, viviendas, jardines, templos, y desde ese momento ya no solo pertenecía a los poblanos, sino a todo el mundo.

    Desde hace 35 años, se han planteado planes y programas para el resguardo de la zona, además de proyectos afortunados en puntos muy específicos, y también proyectos desafortunados; estos últimos por la falta de inclusión de sus habitantes.

    Una parte primordial, y en donde me desarrollo, es que el Centro Histórico de Puebla ha sido motivo de estudio de investigadores locales, nacionales e internacionales, que abordan nuevas miradas de una poligonal que no es homogénea. Después de 35 años seguimos aprendiendo cosas nuevas; investigaciones que no se quedan solo en papel, sino que permiten promover acciones de participación comunitaria para la mejora de sectores vulnerables como los barrios.

    Sin embargo, los retos en pleno siglo XXI son muchos. Dentro de los principales está el tratar de no verlo como un Centro Histórico rígido: excluyente, centralizado y homogéneo. Hay que verlo como un todo, con partes muy diferenciadas, y pensar en esa diversidad, sobre todo en cómo conservar el patrimonio cultural material e inmaterial y evitar la especulación.

  Acciones como descentralizar actuaciones, promover sectores vulnerables, revalorar a sus habitantes, son de los primeros temas relevantes que se deben atender.

 

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Mariana Muñoz Couto. Socia directora de Uriarte Talavera

 

No. 13

 

Para la ciudad de Puebla, que la UNESCO integrara al Centro Histórico en su Listado del Patrimonio Mundial significó que los tres niveles de gobiernos asumieran una responsabilidad compartida para el resguardo y la protección del conjunto de los bienes con valor histórico. Con esto, se dio un mayor involucramiento de las partes, con el objetivo de poner en valor el hasta entonces ignorado y deteriorado Centro Histórico. Algunos aún recordamos las calles oscuras, la invasión del ambulantaje y la suciedad que abundaban en él, previo a su inscripción. Sin duda, esto fue un detonador de la conciencia de las autoridades y la necesidad de la intervención inmediata, poniendo a Puebla un marcador en el mapa de las ciudades patrimonio, con todo lo que ello implica: el reconocimiento local, nacional y, sobre todo, internacional.

   De la mano de todo esto, poco a poco comenzó a haber un mayor involucramiento de la sociedad civil, así como la llegada de la inversión privada para dar servicios correspondientes al valor histórico y cultural de la ciudad. Todo ello incrementó el turismo no solo en cantidad, sino también en calidad, y la oferta cultural se consolidó. Sin embargo, son aún muchos los poblanos que desconocen el valor de su Centro Histórico y las prácticas culturales que todavía se conservan en sus barrios y diferentes cuadrantes. Fue un paso monumental, literalmente, en los esfuerzos de promoción y conservación de los casi tres mil edificios históricos que existen en el centro.

    Es indudable que en estos 35 años ha habido grandes logros, como la dotación de servicios públicos básicos, entre los que se encuentran limpieza, banquetas decentes y un alumbrado que no solo ilumine las fachadas, sino que proporcione seguridad y dignifique los espacios públicos. También es cierto que ha habido un esfuerzo por conservar (incluso en exceso) la integridad de los edificios. Digo en exceso porque en otras partes del mundo se enfocan en crear un Centro Histórico vivo y heterogéneo en cuanto a su composición social y en cuanto a los usos de los propios edificios. Es posible ver intervenciones modernas interesantes en edificios antiguos, que además se revitalizan y encuentran nuevos significados en los usos. Pienso que algunas políticas muy restrictivas de las instituciones federales necesitan actualizarse en sus prácticas de conservación del patrimonio, para no caer en fachadismos y reconstrucciones “fieles”, que vuelven a los edificios en intocables mamotretos que ignoran las nuevas necesidades y demandas de la sociedad. Como comenté anteriormente, no se puede negar la derrama económica que toda la declaratoria de Patrimonio originó en el Centro Histórico, desde la correcta canalización de presupuestos públicos hasta la inversión privada que se beneficia con la llegada de un turismo que demanda una oferta de alojamiento, cultura y comercio a la altura de otros Centros Históricos a nivel mundial.

     No obstante, parece indispensable que se destinen esfuerzos y presupuestos a estudiar el Centro Histórico, pero, más allá de la simple catalogación, son importantes los estudios que lo vinculen con la periferia o con la ciudad en su totalidad. También es necesario no olvidar que el Centro Histórico no solo es un “sitio”, sino que es el espacio histórico donde se han llevado a cabo prácticas culturales durante siglos. Es decir, no abarca sólo los edificios, sino la gente, las historias familiares, los oficios tradicionales, las formas de convivencia, las prácticas religiosas. Así, se necesita potenciar este carácter social para realmente “conservarlo” y salvaguardarlo.

    Al considerar esta dimensión social, los esfuerzos deben centrarse en combatir la expulsión de los espacios de vivienda, buscando combinar la terciarización de los espacios con los usos originales para los que fueron destinados, sin caer en la momificación y el conservadurismo. Un balance muy difícil de sostener.

    Uno de los retos que se enfrentan hoy y que prevalecerá en el futuro inmediato para el desarrollo del Centro Histórico son los recursos económicos que se destinan para su conservación. Desde luego, es indispensable que existan presupuestos sostenidos en los tres niveles de gobierno para emprender acciones realmente significativas, pero, además de esto, se requiere muchísima más apertura para que la inversión privada pueda participar de manera activa con el mismo objetivo: la conservación del patrimonio histórico. Pero destinar presupuestos no lo es todo mientras prevalezcan las malas prácticas y, sobre todo, mientras no se actualicen los paradigmas de conservación.

 

Publicado en Cuetlaxcoapan 32