Gerencia del Centro Histórico - Elementos filtrados por fecha: Diciembre 2022

Pedro Sardá Cué. Investigador

 

No. 32

 

Para 1987, año en que se inscribe el Centro Histórico de Puebla en la lista de sitios del Patrimonio Mundial de la UNESCO, bajo los criterios ii y iv, considerado como una pieza maestra del genio creativo humano y de la historia de la arquitectura, el urbanismo y el paisaje, nos encontrábamos tan solo a nueve años de distancia del primer sitio inscrito en el mundo: la ciudad de Quito, en Ecuador. Es decir que la inscripción de Puebla, junto con cinco sitios mexicanos más, se generó en la primera década de vida de este título tan anhelado por muchas ciudades en el mundo, por lo que debe ser motivo de orgullo y reconocimiento para las personas que habitamos esta ciudad.

   Hoy, a 35 años de su inscripción, se han puesto en práctica algunos de los objetivos estratégicos de conservación del patrimonio o “las cinco C”, como lo es la capacitación, comunicación y sensibilización de las personas al respecto del Valor Universal Excepcional que posee el sitio, a través de reconocimientos como Memoria del mundo a la Biblioteca Palafoxiana en 2005, o Ciudad creativa del diseño en 2015.

    Considero que tres de los más grandes retos que enfrenta el municipio, como estado parte y gestor del sitio, se refieren a, primero, la especulación inmobiliaria y a los intereses del capital, es decir, a vigilar que los inmuebles que se restauren atiendan las necesidades de la población local, más allá de albergar comercios trasnacionales o sobreofrecer servicios turísticos como AirBnB y hoteles, los cuales únicamente atienden los intereses de la población flotante.

    Segundo, la sostenibilidad, resiliencia y ecología del sitio. Se deberá asegurar el abastecimiento y aprovechamiento de agua, así como de otros recursos naturales; también, se tendrá que reducir la producción de residuos sólidos (basura), y finalmente gestionar la movilidad motorizada para disminuir el sobrecalentamiento del sitio y su exposición a gases nocivos.

    Tercero, integrar a la comunidad, es decir, a las personas que habitan el Centro Histórico o a las que tenemos interés en conservar su valor, para generar ideas, propuestas y soluciones.

   Lo importante es seguir haciendo del Centro Histórico de Puebla un lugar habitable y disfrutable, principalmente para las personas que vivimos en esta ciudad, portando con orgullo nuestras tradiciones, usos y costumbres, y conservando con respeto, pero visión a futuro, los inmuebles históricos.

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Arturo Córdova Durana. Historiador y miembro del Consejo de la Crónica de la Ciudad de Puebla

 

No. 31

 

Hace 35 años, el 11 de diciembre de 1987, el Centro Histórico de la ciudad de Puebla fue inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, reconociendo así la necesidad de conservar 2619 monumentos representativos de la arquitectura civil y religiosa de los siglos XVI al XIX, sin tomar en cuenta en dicha inscripción la existencia de sus edificaciones artísticas del siglo XX, con lo que rebasaría con mucho los tres mil monumentos históricos.

   El hecho de que nuestra ciudad forme parte de este patrimonio significa reconocer la grandeza de nuestra urbe angelopolitana, que se erigió hace casi quinientos años, en 1531, para ser una ciudad modelo, lo que ha cumplido a cabalidad, a pesar de las difíciles circunstancias históricas por las que pasó, como los nueve sitios militares que sufrió en el siglo XIX; suelo patrio en donde se defendió por segunda vez la libertad y soberanía de nuestra nación durante la llamada Intervención francesa.

    Es necesario reconocer también que si esta inscripción se logró en 1987 fue gracias a la labor oportuna y atinada de las autoridades gubernamentales, municipales y estatales, de la iniciativa privada y de instituciones altruistas, entre las que destaca la Fundación Mary Street Jenkins, que aportó 1.82 millones de dólares que, en la paridad de aquel entonces, equivalía a 4250 millones de pesos, cantidad con la que fue posible intervenir monumentos tan importantes e icónicos como los conventos religiosos de San Francisco y Santo Domingo, con su célebre capilla del Rosario; los templos de San Cristóbal, el Espíritu Santo o la Compañía; San Marcos, con su capilla anexa de San Ildefonso; San Pedro, con su ex hospital anexo, hoy Museo de Arte; el Teatro Principal; el ex colegio de San Juan, hoy Casa de Cultura; la Casa del Deán y la Fuerte de Loreto, entre otros muchos monumentos más.

    Es indudable que, desde que obtuvo esta declaratoria, la ciudad de Puebla ha recibido un sinfín de beneficios económicos, políticos, sociales y culturales, por lo que hoy es uno de los principales destinos turísticos culturales del mundo. Por ello, para los “ángeles” custodios de nuestra actual ciudad, es una enorme responsabilidad conservar este estatus y alto nivel de reconocimiento, para emular con nuestras actitudes y acciones el ejemplar actuar de aquellos ángeles que hace ya casi medio milenio la fundaron para ser una ciudad modelo.

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Dalila Franco Gutiérrez. Historiadora del arte y gestora cultural

 

No. 30

 

El dictamen emitido por ICOMOS, que sustentó la integración del Centro Histórico de la ciudad de Puebla en el listado de Patrimonio Mundial de la UNESCO, enfatizó la importancia del cuadro central de la urbe como un testimonio de su evolución durante los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX. Esto significó el reconocimiento internacional del valor cultural de 2619 inmuebles, civiles y religiosos, cuyas características arquitectónicas y estado óptimo de conservación merecieron tal distinción.

   Los elementos arquitecturales del renacimiento, barroco, neoclásico y otros propios del siglo XIX, como el Art Déco y Art Nouveau, conviven armónicamente en edificaciones ubicadas en más de seis kilómetros cuadrados, y es esta convivencia armónica uno de los factores que favoreció tal inscripción. En aquella oportunidad se reconoció también el ingente patrimonio documental que albergan los archivos históricos y las bibliotecas como Lafragua y la Palafoxiana.

    A treinta y cinco años de haber obtenido el reconocimiento internacional, se incentivó también el reconocimiento nacional y local. El patrimonio histórico y cultural del centro de la ciudad de Puebla es un elemento de cohesión social indiscutible, motivo de orgullo, que nos invita a conocerlo, conservarlo y compartirlo.

    No obstante, los retos actuales para la gestión del patrimonio de la metrópoli poblana siguen siendo la restauración, conservación, investigación y difusión. Esto implica formar profesionales dedicados a estas cuatro tareas fundamentales.

 

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

David Ramírez Huitrón. Fundador de Puebla Antigua

 

No. 29

 

"[...] aprovechar las nuevas herramientas que nos proporcionan los tiempos modernos, involucrándonos de manera efectiva, incluyente y entusiasta en los proyectos que se nos presenten y manteniendo una postura responsable, informada y crítica sobre la gestión de nuestro patrimonio, para que este perdure y llegue a nuevas interpretaciones por parte de las siguientes generaciones. Así sea por este amor a Puebla."

 

La inclusión del Centro Histórico de Puebla como Patrimonio Mundial ha sido el hito que ha marcado un antes y un después en cuanto a la puesta en valor de la identidad y el significado de ser poblano. No solo se trató de poner un alto a la voraz destrucción del patrimonio edificado, sino de involucrar en esta reflexión a investigadores, divulgadores, especialistas y al público en general, para impactar en la mentalidad colectiva. A partir de esta declaratoria, el hablar de Puebla ya no solo significa enumerar recetas, estampas, batallas, colegios, conventos, casonas e iglesias, sino también reconocer y buscar en este mosaico de elementos la forma genuina en que los poblanos nos proyectamos hacia el mundo exterior.

    A lo largo de estos 35 años de esta declaratoria, hemos visto transcurrir diversos proyectos (algunos exitosos y otros no), donde el principal obstáculo es la falta de integración de factores sociales, culturales, políticos y económicos. Sin duda, el papel de la educación y la divulgación de temas afines a la conservación y el conocimiento de nuestro patrimonio mediante las nuevas tecnologías debe ser una pieza fundamental para la cohesión de estos elementos.

    En estos últimos años, la sociedad y el gobierno (en sus distintos niveles) han empezado a dialogar de una manera más fluida a través de medios digitales, y esto significa un gran cambio. Bajo esta nueva perspectiva, se nos abren las puertas para diseñar otros alcances, para experimentar y reconocer nuestro patrimonio, no solo rehabilitando casonas o rescatando museos y monumentos, sino creando una nueva narrativa en la cual la ciudad histórica conviva con sus habitantes y, por qué no, también con sus visitantes.

   ¿Qué nos depara el futuro? No lo sabemos aún, pero sí tenemos en nuestras manos la oportunidad de aprovechar las nuevas herramientas que nos proporcionan los tiempos modernos, involucrándonos de manera efectiva, incluyente y entusiasta en los proyectos que se nos presenten y manteniendo una postura responsable, informada y crítica sobre la gestión de nuestro patrimonio, para que este perdure y llegue a nuevas interpretaciones por parte de las siguientes generaciones. Así sea por este amor a Puebla.

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Juan Pablo Guarneros. Director de Sillarquia y Neorestauro Estudio

 

No. 28

 

En primera instancia, estar dentro de 1154 de los sitios de Patrimonio Mundial es un orgullo, satisfacción y, sobre todo, una gran responsabilidad; en segunda instancia, esto significa poder cuidar de una mejor y más atenta manera el Centro Histórico de Puebla, con, principalmente, acciones como preservar, catalogar y difundir su historia urbana y arquitectónica. Esto nos hace a los ciudadanos, usuarios y visitantes responsables de proteger y valorar nuestro Centro Histórico, no solo para nuestro tiempo contemporáneo, sino para el futuro, aún más estando tan cerca de cumplir su primer quingentésimo aniversario en el 2031.

    Treinta y cinco años parecieran ser pocos años, tomando en cuenta que la ciudad de Puebla está por cumplir sus primeros 500 años; sin embargo, en tres décadas y media se ha podido constatar el gran cambio para bien que ha tenido el Centro Histórico. Específicamente en la imagen urbana y el paisaje de la zona de monumentos, se han creado nuevos lineamientos para la conservación de inmuebles, como colorimetría, control de anuncios en fachadas, etcétera. Todo esto para que nosotros, herederos del patrimonio cultural, seamos conscientes de lo que nos pertenece y, al mismo tiempo, de lo que heredaremos a las generaciones futuras. Esto quiere decir que se ha hecho un buen trabajo hasta el día de hoy; no obstante, se debe seguir haciéndolo e incluso mejorarlo cada día.

     Los retos principales que está enfrentando y enfrentará el Centro Histórico de Puebla son los correctos procesos de intervenciones arquitectónicas, los usos actuales y futuros que están teniendo los inmuebles, y, en una dicotomía, ser más inquisitivos en proponer los usos para que puedan ser lo más óptimos y eficientes posibles, pero con propuestas contemporáneas que se fusionen, con respeto y educadamente, en el contexto histórico puntual. Es decir, crear una arquitectura contemporánea que trabaje con la arquitectura histórica y no sobre ella.

 

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Yesenia Hernández García. Urbanista

 

No. 27

 

"Que estos 35 años de inscripción del Centro Histórico de Puebla en la Lista de Patrimonio Mundial nos lleve a reflexionar sobre el papel que tenemos que aportar y contribuir para seguir cuidando, mejorando y conservando lo que nos heredaron del pasado, lo que tenemos en el presente y lo que queremos que prevalezca para las generaciones futuras."

 

Los treinta y cinco años desde la inscripción de Puebla en la Lista de Patrimonio Mundial nos llevan a reflexionar sobre los procesos y las transformaciones que han ocurrido en este periodo, en el cual el Centro Histórico de Puebla tuvo que cumplir con, por lo menos, un criterio de los establecidos por la UNESCO para tener tal distinción, lo cual implicó un reto y una oportunidad para que las personas de todas las latitudes pudieran apreciar la arquitectura, la traza urbana, el acervo documental, la gastronomía, las leyendas, las tradiciones y demás elementos característicos que solo Puebla posee en los 6.99 kilómetros cuadrados que conforma el polígono oficial del Centro Histórico.

  Por tanto, se han tenido que implementar políticas, lineamientos, reglamentaciones, estrategias y acciones que han contribuido a mejorar, conservar, valorar y cuidar el patrimonio que es de todos y todas, y que debemos disfrutar y, por supuesto, cuidar. No es fortuito que Puebla sea de los sitios favoritos para visitar, conocer, estudiar, trabajar o vivir.

    Dentro de los retos que siguen vigentes está que las generaciones actuales y futuras conozcan, se involucren y se apropien del Centro Histórico, que lo sientan suyo, para que su preservación sea una decisión y no una obligación emprendida solo por las autoridades federales, estatales y municipales en turno.

   También, es importante hacer del Centro Histórico un lugar más habitable, caminable, confortable, con usos mixtos, en el que todos puedan vivir en armonía y, de esta manera, las personas decidan vivir en él, mantenerlo vivo, saludable y disfrutable para todas y todos.

     Que estos 35 años de inscripción del Centro Histórico de Puebla en la Lista de Patrimonio Mundial nos lleve a reflexionar sobre el papel que tenemos que aportar y contribuir para seguir cuidando, mejorando y conservando lo que nos heredaron del pasado, lo que tenemos en el presente y lo que queremos que prevalezca para las generaciones futuras.

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Jesús Joel Peña Espinosa. Investigador del Centro INAH Puebla

 

No. 26

 

La inclusión del Centro Histórico de la ciudad de Puebla en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO representó la oportunidad de colocar la ciudad en una proyección internacional e iniciar esfuerzos para tener un mayor conocimiento sobre sus inmuebles y su zona urbana. Lamentablemente, el derrotero fue errático. Paulatinamente, creció una especulación inmobiliaria que hizo presión sobre los antiguos barrios y sus habitantes de escasos recursos, generando el abandono de vecindades, que aceleraron su deterioro. Bajo el argumento de la conservación y regulación del Centro Histórico, se crearon estructuras burocráticas en los tres niveles de gobierno, las cuales, además de duplicar funciones, han competido entre sí aprovechando la legislación insuficiente.

    Lejos de un respeto irrestricto a la Ley Federal de Monumentos, autoridades y propietarios han buscado obtener beneficios mediante proyectos urbanos que muchas veces han quedado inconclusos o que no se han evaluado suficientemente sus resultados. El Catálogo de Monumentos Inmuebles requiere revisión, correcciones y actualización; también, es indispensable colegir y coordinar las legislaciones y los procesos administrativos, de manera que sean concurrentes en favor de la conservación de los edificios, y no instrumentos de choque político. La declaratoria y la legislación sobre la materia, a pesar de sus deficiencias, han coadyuvado a frenar la destrucción, pese a las veleidades del poder político y económico y la corrupción en las instancias que deberían proteger el patrimonio.

    Urge sancionar ejemplarmente a los propietarios que abandonan sus casonas, propiciando deliberadamente su deterioro y destrucción, y, al mismo tiempo, convendría revertir el proceso de despoblamiento del Centro Histórico, poniendo especial atención en la conservación de los espacios donde aún existe una vida comunitaria, pues está desapareciendo el patrimonio intangible que a lo largo de la historia ha formado parte del paisaje cultural del Centro Histórico de Puebla.

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Christian Enrique de la Torre Sánchez. Profesor de licenciatura y posgrado en la Facultad de Arquitectura de la BUAP, responsable de proyectos de patrimonio en Re Genera Espacio, vinculación en el programa de Voluntarios del Patrimonio Mundial (WHV UNESCO) y colaborador en el proyecto Casa Analco

 

No. 25

 

"La conservación del patrimonio cultural debe ser compatible con la inclusión social, el reconocimiento de las diversidades y, principalmente, la permanencia de la población que ha vivido, trabajado y realizado actividades —de diversa índole— por varias generaciones en el lugar."

 

La inscripción del Centro Histórico de Puebla en la Lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad de la UNESCO (1987) significó el reconocimiento a un esfuerzo de personas e instituciones por conservar un conjunto de edificios y espacios públicos de la ciudad fundacional —tanto la central española como los barrios indígenas— que corrían el riesgo de desaparecer ante las actividades económicas y decisiones políticas del último cuarto del siglo XX. La inscripción fue una buena posibilidad de difundir el término “patrimonio cultural” entre sectores más amplios de la población y referir la importancia de su cuidado. Se asumió una responsabilidad conjunta entre los tres niveles de gobierno, instituciones y ciudadanos de cuidar un bien cultural que se decidió compartir con el resto del mundo.

    Para autoridades y especialistas, ese contexto internacional de salvaguarda —donde se alinea la normativa federal— ha permitido la elaboración de instrumentos locales, como planes y programas, que han propuesto estrategias y acciones en el ámbito material, aunque los resultados no siempre han sido favorables debido a la especulación inmobiliaria y las decisiones de los gobiernos en turno.

    Si la valoración es desde el ámbito material, de cuidar los edificios antiguos, el Centro Histórico de Puebla puede continuar formando parte de la Lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad, si realiza de manera debida las acciones de intervención y cumple lo que la UNESCO le indique. Lo que se debe revisar es que esas condiciones no sean dictadas por la especulación inmobiliaria y el sometimiento de las autoridades en turno. La conservación del patrimonio cultural debe ser compatible con la inclusión social, el reconocimiento de las diversidades y, principalmente, la permanencia de la población que ha vivido, trabajado y realizado actividades —de diversa índole— por varias generaciones en el lugar.

 

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Lilia Martínez y Torres. Fundadora de Cocina Cinco Fuegos - Google Arts & Culture y de la Fototeca Lorenzo Becerril A.C

 

No. 24

 

La UNESCO, hace 35 años, integró al Centro Histórico de Puebla en su listado de Patrimonio Mundial, lo que significó la puesta en valor de su estructura urbana, que ha mantenido la traza cuadrangular establecida desde el siglo XVI, y de su monumentalidad arquitectónica.

    La vida de la ciudad se ha organizado en un territorio delimitado, cuyo núcleo geográfico, político y cultural se halla en el Centro Histórico, constituido por edificios coloniales y del siglo XIX y XX. Es un espacio de interacción donde el patrimonio histórico se asocia a las identidades y los sentimientos de pertenencia de los individuos.

    Con la inscripción del Centro Histórico como Bien Cultural de Valor Universal Excepcional, se ha logrado que Puebla se convierta en una entidad abierta, donde la arquitectura es la mayor expresión de lo sagrado y lo profano; en un espacio para que las tradiciones locales convivan con los repertorios culturales contemporáneos, procedentes de las más diversas disciplinas.

   Así, el Centro Histórico es la expresión de una sociedad multicultural con políticas culturales renovadas, que tiene un destino de uso que abarca valores e intereses de un público vasto. Funciona como un contenedor para la imponente arquitectura civil y religiosa; para los museos y galerías de arte; las bibliotecas como espacios para investigaciones; las salas polivalentes para teatro, cine y música; los festivales anuales que involucran la arquitectura, las artes escénicas y las expresiones visuales actuales; el turismo religioso que moviliza grandes grupos de personas, y las temporadas gastronómicas de corto plazo, enfocadas en un platillo en especial.

    Para que continúe siendo Patrimonio Mundial, el Centro Histórico de Puebla requiere aplicar las leyes de protección al patrimonio edificado, mejorar los servicios urbanos, así como contar con mayor seguridad y un óptimo control del comercio informal.

   Especialmente, y para que la vida urbana cultural se consolide, es necesario que se replanteen las relaciones entre las políticas culturales y la esfera pública, con vistas a renovar y expandir su proyección externa, movilizando recursos económicos y desarrollando ofertas artísticas y culturales que atiendan tanto las tradiciones artísticas y artesanales como los barrios históricos; ambos considerados Patrimonio Inmaterial que, durante siglos, han contribuido a la visualidad multicultural de ese imponente territorio llamado Centro Histórico.

Publicado en Cuetlaxcoapan 32

Jesús Manuel Hernández. Periodista

 

No. 23 

 

La integración del Centro Histórico de Puebla al listado de Ciudades Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO, sin duda, representó tres cuestiones torales. Una, frenar el avance de la piqueta clandestina, de la destrucción del patrimonio edificado, avalado por un sistema de complicidades entre propietarios y algunas autoridades. Dos, la puesta en valor de las características urbanas y arquitectónicas a los ojos del mundo, no siempre bien valoradas por los habitantes de la ciudad. Y tres, la revelación de cómo la suma de esfuerzos entre profesionales y académicos, propietarios y gobiernos puede integrar los expedientes para la defensa del patrimonio y provocar un marco legal para el futuro.

    A lo largo de estos 35 años de la inscripción han sucedido altibajos: la aparición del Consejo del Centro Histórico como órgano auxiliar de la Administración pública estatal en 1991, que coadyuvó en la defensa y divulgación del patrimonio; su posterior modificación en el año 2000, y su completa desaparición en 2002, dando lugar a un vacío legal y a la vuelta de las componendas para alterar el espacio urbano en aras de la plusvalía y no del patrimonio.

    El marco legal de la Zona de Monumentos se ha visto alterado, muchas veces, al contentillo de quien gobierna; un asunto delicado que puede observarse en las modificaciones urbanas en los últimos años derivadas del interés por convertir al Centro Histórico en un emblema turístico y no para sus habitantes.

  El principal reto en el corto y mediano plazo es mantener el listado del patrimonio y emitir programas urbanos que beneficien a todos los usuarios, no privilegiar solo las actividades del turismo, que, en el orden mundial, constituye un alto riesgo para el patrimonio edificado.

 

Publicado en Cuetlaxcoapan 32