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DE LA INDIFERENCIA A LA VALORACIÓN

por Osmilda Urbano

Evocar el 5 de Mayo en Puebla, es dejar fluir innumerables recuerdos, del pasado inmediato, hasta los recuerdos de niñez.

Muchedumbre, ir y venir, bullicio, risas, gritos, prisas, la ciudad dividida en dos.

La cita en torno al bulevar 5 de Mayo, familias engalanadas de diversos estratos sociales, concluyendo al mismo lugar. La meta, lograr mejores lugares: primera fila, junto o frente al estrado principal, incluso los balcones. Por lo tanto comprar o rentar sillas y bancos y pago por lugares privilegiados.

La espera, decenas de vendedores con agua, nieves, raspados, paletas, jícamas, naranjas, dulces, semillas, tamales, etcétera, hacían más agradable el momento.

La diversidad y el colorido de los contingentes por regiones y escuelas marchando, bailando, brincando, carros alegóricos con estampas sobre la historia de México y su héroes. Claro acompañados de las bandas de música. Cada año superando al anterior, reto para los Centros Escolares.

Recordar el porte de los alumnos con sus trajes de gala, su orgullo a flor de piel, poniendo muy en alto su escuela. No importaba el cansancio, sed, dolor de pies con ampollas, calor intenso. Lo borraban los aplausos y porras del público y familia. Animando a seguir.

El orgullo y la emoción de pequeños al ver a hermanos mayores desfilando, su asombró de ver a soldados y marinos, bomberos, charros, en fin mucho más.

Después reunirse, comentar y descansar en algún parque cercano, saborear bebidas y antojitos poblanos, antes de regresar a sus casas.

 

MALA EXPERIENCIA

Mi primera experiencia relacionada con el desfile no fue tan grata. Despertar desde muy temprano, ver la euforia de la hermana mayor, la alegría de mis papás, mi enfado por no jugar con mis amigas. Caminar y caminar porque no había transporte público, el calor que iba en aumento, igual que mi cansancio, las prisas por llegar a un lugar conveniente, mucha, mucha gente; incluso chocaban y discutían para no perderse detalles del desfile. Debido a mi corta estatura a los seis años, no permitía ver casi nada, mis papás preocupados trataban de protegerme, de constantes empujones y me hacían huequito, para que viera el espectáculo, ver pedacitos coloridos de trajes y carruajes con personajes y el asombró de los aviones bien alineados, haciendo piruetas. Y mi recompensa una rica nieve de limón fresca y azucarada que me reconfortó. Una vez más caminar, el regreso, pensando sólo llegar a dormir.

En la adolescencia rebeldía y toma de conciencia de la realidad poblana, generaron apatía a este evento.

Al paso del tiempo reflexiono que para nosotros los poblanos el 5 de Mayo representa parte importante de nuestra identidad cultural. Une a poblanos de diferente estrato social, dentro y fuera del país y es un orgullo de participantes y no participantes.

Por último me deja una profunda reflexión. Qué esté y mucho más eventos culturales, nos debería hermanar.

Valorar: el pasado histórico; las riquezas arquitectónicas, no sólo las barrocas; la comida; la diversidad cultural que podremos; cuidar los espacios públicos y generar mayor convivencia; involucrarnos en todo lo que concierne a nuestro espacio, donde nacimos o adoptamos para vivir. Y genere un buen vivir, con mayor armonía con la naturaleza.